sábado, 9 de julio de 2016

Sermón 25-Jesús da vista al ciego

Mensaje dominical 10 de Julio 2016 JESÚS DA VISTA AL CIEGO Juan 9:1-7 (V.C. 7) 9:1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 9:4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. En estos días en el mundo están sucediendo muchos acontecimientos trágicos y miserables como atentados, guerras y calamidades naturales, por los cuales mucha gente pierde sus bienes y aun sus vidas. El mundo está cambiando rápidamente. La situación del mundo va de mal en peor. Cada vez la vida se hace más difícil. Todo esto al resumir en una palabra, sería el "sufrimiento". Alguien dijo que el mundo es un mar de sufrimiento. Hay muchas preguntas sobre el sufrimiento del hombre, que no son fáciles de contestar. ¿Por qué hay sufrimiento? ¿Dónde se originó? ¿Por qué uno sufre más que otro? ¿Qué actitud o perspectiva hay que tener ante el sufrimiento? En este momento tendremos un tiempo para pensar en estos temas a través de la pregunta de los discípulos y la respuesta de Jesús ante un ciego de nacimiento. Luego pondremos nuestra mirada en Jesús, quien, siendo la luz del mundo, da vista al ciego con preciosas enseñanzas tanto para los discípulos como para el ciego. A través de la palabra de hoy seguro que el Señor quiere corregir nuestra vista equivocada hacia el sufrimiento. Entonces en la primera parte del mensaje veremos la perspectiva equivocada de los discípulos hacia el sufrimiento, la cual quizá será nuestra perspectiva; en segunda parte pensaremos en la perspectiva correcta de Jesús hacia el sufrimiento, perspectiva que todo creyente debería tener. Y por último podremos nuestra mirada en cómo Jesús le da vista al ciego de nacimiento en donde el Señor se revela como la luz del mundo. Pido que a través de la palabra de hoy tengamos la vista sana ante cualquier sufrimiento, y seamos obreros en la viña del Señor aprovechando bien el tiempo. I. La perspectiva de los discípulos (1,2) En el mundo caído vemos muchas desdichas. Especialmente hay gente que sufre la desgracia indecible. Un ejemplo es el ciego. La palabra de hoy comienza con esta frase: " Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento" (1). Un hombre ciego de nacimiento. Imaginemos su vida. Él nunca vio el mundo, ni siquiera a sus padres. Para él el mundo era la oscuridad misma. ¡Cuán inconveniente e incómoda sería su vida! Yo lo experimenté un poco viviendo con mi abuela que era ciega. En su juventud fue miope y al envejecer perdió totalmente su vista. No podía salir de la casa sin ayuda de alguien, así que muchas de sus amigas del pueblo venían a mi casa para pasar tiempo con ella, casi todos los días. Ella padecía mucho sufrimiento. Pero la condición de este ciego de nacimiento era peor que la de mi abuela. Habría pasado su niñez bajo el cuidado de sus padres. Al crecer, él mismo debería buscar cómo poder sobrevivir. Quizá, sus padres habrían fallecido. O para su familia, cuidarlo habría sido una carga pesada, así que no habría otra manera de sobrevivir que mendigar. Un día alguien lo habrían llevado a la puerta del templo porque allí pasaba mucha gente piadosa que le daría monedas. Seguro que él no tendría mucha esperanza de vida. Entonces, los discípulos que lo vieron sintieron mucha lástima de él y le hicieron una pregunta seria a su Maestro, diciendo: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" ¿Cómo les suena esta palabra? Me suena bastante cruel. ¿A quién le están echando la culpa? Quizá esta perspectiva de los discípulos sería la de todos los judíos de aquella época. Los judíos pensaban que el sufrimiento era consecuencia del pecado: Uno sufre porque ha pecado. La cuestión era esta: ¿quién pecó? ¿Uno mismo o sus padres? En algún sentido la pregunta tiene base bíblica. Según Génesis 3, el pecado entró en el mundo cuando Adán y Eva violaron la ley de Dios por lo cual vino la muerte junto con toda clase de miseria. Pero el problema es que no hay una respuesta clara sobre la siguiente pregunta: "Si todos son pecadores, deben padecer mismo nivel del sufrimiento, pero ¿por qué unos padecen más que otros? ¿Es porque pecaron más que otros? Pero esta respuesta es difícil de aplicar al caso de este ciego de nacimiento. Él ya desde nacimiento era ciego. ¿Entonces él pecó ya aun estando en el vientre de su madre? Para justificarlo, ellos trataron de buscar la respuesta en la Biblia. Encontraron una evidencia que era el caso de Esaú y Jacob quienes se pelearon aun en el vientre de su madre Rebeca (Gn 25:22). La confesión de David también sería una evidencia: Él después de cometer el adulterio al confesar sus pecados, dijo: "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Sal 51:5). Entonces, este ciego de nacimiento se consideraría a sí mismo como un gran pecador y se condenaría a sí mismo siendo esclavo del fatalismo llevando una vida triste y fatal. Su estado espiritual sería más miserable que la corporal. En este sentido podemos entender la palabra de Jesús ante un paralítico cuyos amigos lo trajeron ante él. Jesús le dijo: "Hijo tus pecados te son perdonados" (Mr 2:5). Otro concepto que tenían los judíos hacia el sufrimiento era que uno sufre por causa de los pecados de sus antepasados. Esta opinión tiene bastante prueba bíblica. Si la buscamos en detalle, nos faltaría tiempo, así que solo voy a mencionar primero la palabra de Dios y luego algunas evidencias acontecidas en la vida personal. La palabra de Dios dice así: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen" (Ex 20:4,5). Cuando Coré pecó, toda su familia fue tragada en el abismo de la tierra (Nm 16:32). Cuando Jeroboam, primer rey de Israel Norte pecó contra Dios haciendo becerros de oro, toda su generación fue maldecida (1R 14:10). ¿Acaso la historia de Israel no testifica esto? Por el pecado del rey Manasés, sus descendientes fueron llevados al cautiverio a Babilonia (Je 15:4). Sí, Dios tiene toda la razón al juzgar a los pecadores. Todos merecemos el castigo de Dios porque somos pecadores junto con ese ciego de nacimiento. Pero hay que saber esto: El juicio está en las manos de Dios, no en nosotros. No tenemos derecho de juzgar a nadie. Ni siquiera nuestro Señor Jesucristo quien tiene toda razón para juzgar a los pecadores no juzga a nadie (Jn 8:15). Entonces, miren a los discípulos. ¿qué estaban haciendo? Estaban juzgando al ciego de nacimiento, aunque aparentemente estarían mostrando una actitud compasiva, en realidad, en lo profundo de sus corazones estaban juzgándolo teniendo un sentimiento de superioridad, dando gracias a Dios por no nacer como ciegos. Esta es una tendencia malvada del hombre pecaminoso. Esto se ve con claridad en el libro de Job. Cuando Job padecía sufrimiento, sus tres amigos vinieron a consolarlo. Pero de hecho ellos lo estaban condenando con palabras crueles. Elifaz le dijo: Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan" (Job 4:7,8). Bildad le dijo: "Si tus hijos pecaron contra él, El los echó en el lugar de su pecado (Job 8:4). Sobal le dijo: "Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more en tu casa la injusticia, Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte, y nada temerás; " (Job 11:14,15). Sus consejos no le ayudaron nada a Job sino que le hirieron el corazón más todavía. Hubiera sido mucho mejor estar callados compartiendo su dolor de corazón. Miren, ¿cómo les respondió Job? "¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado" (Job 19:21). De hecho es muy desagradable y cruel tener una actitud de juez ante la desdicha de alguien. Sin embargo, es fácil comportarnos así. Antes de considerar las cosas con un corazón prudente, delicado y compasivo, no hay que profesar ninguna palabra que pueda condenar al que sufre. Entonces ahora veamos cómo les contesta Jesús. II. La perspectiva de Jesús (3-5) Entonces, ahora pensaremos en la perspectiva del Señor hacia el ciego de nacimiento. Aquí el Señor nos da lecciones preciosas corrigiendo nuestros pensamientos y actitudes equivocados hacia el sufrimiento. Leamos juntos el versículo 3: "Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Al decir así, Jesús no está negando que hay ocasiones en que la enfermedad está vinculada a algún pecado, sino que Él quiere que sus discípulos pongan más atención en la forma en que podemos ser misericordiosos con otros. Es por esta razón, nunca debemos emitir un juicio apresurado acerca de una enfermedad u otras situaciones adversas, relacionándolas con algún pecado escondido o manifiesto; actuemos con sabiduría y misericordia tal como lo hizo Jesús. Aquí el pensamiento de Jesús arroja una luz fuerte y esperanzadora ante la desdicha del hombre. De veras en él no hay oscuridad. Su palabra está diciendo que cualquier condición adversa del hombre no es determinante para vivir infelizmente. Dios tiene buena voluntad en ella. Al permitir que este ciego naciera así, ya de ante mano Dios quiso manifestar su gloria. Los problemas son una oportunidad donde las obras de Dios se revelan. Donde no hay problema allí tampoco habrá obra de Dios. Esta realidad parece paradójica, pero es una verdad. Si en la iglesia de Corinto no hubiera tantos problemas, habríamos perdido muchos tesoros espirituales porque no tendremos la carta del apóstol Pablo a los corintios. Aun en el mundo gentil, los sabios se dieron cuenta de esta verdad. Los sabios chinos inventaron una letra muy significativa sobre la palabra crisis cuya letra china es combinación de dos letras, es decir, peligro y oportunidad que quiere decir que el sufrimiento es la oportunidad (Ver una imagen). Nuestro Señor lo enseñó muy claramente y además lo vivió. Hablando de la condición humana, no habrá otra persona sino nuestro Señor Jesús quien se encontró en la situación más adversa de la tierra. (Desde su nacimiento hasta su muerte). Aun así, ¿Acaso en la vida del Señor (tanto en su palabras como en sus hechos) vemos alguna oscuridad? No, nada. Se dice que la palabra de una persona es la expresión de su ser, o sea, la palabra es su personalidad. Sobre esto el proverbio 23:7a dice, "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él". Una vez el Señor mismo habló a los fariseos sobre este tema diciendo: "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre" (Mr 7:21-23). La palabra de una persona es una semilla que se siembra en la tierra y se cosecha a su tiempo. Pero entre las cosas difíciles, una cosa más difícil es hablar bien. ¡Qué fácil es pensar negativamente y hablar cosas desalentadoras! Esto por mi propia carne estoy experimentado cada día. Veo que todavía en mi interior hay mucha oscuridad. El Señor sigue enseñándoles a sus discípulos en los siguientes versículos, leamos el 4 y 5: "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo". No habrá otra persona sino Jesús que vivió en plenitud aprovechando todo el tiempo. El Señor dice: "Me es necesario hacer las obras del que me envió". O sea tenía una actitud absoluta hacia las obras de Dios. No era relativa ni optativa, sino que sí o sí le era necesario hacer. Se puede decir que el hombre dichoso es quien encuentra su misión, por la cual entrega totalmente su vida. Para él el tiempo sería más precioso que el oro. El Señor vivió esto. Jesús consideró su vida terrenal como el día, también sabía que vendrá la noche en que nadie puede trabajar. Esto quiere decir que hay que hacer las obras de Dios con diligencia porque muy pronto se acaba la oportunidad del día y llega la noche pronto cuando ya no será posible trabajar. Esta perspectiva de Jesús nos da una lección muy importante. Como todos saben, la vida terrenal no es duradera. El tiempo corre muy rápido. Ustedes los jóvenes podrían pensar que todavía hay mucho tiempo para disfrutar haciendo muchas cosas. Pero ¿qué aconseja el rey Salomón a los jóvenes? "Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad. Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento" (Ec 11:9 - 12:1). Cuando era niño me parecía que el tiempo corría demasiado lento. Especialmente al esperar la fiesta de año nuevo, calculaba cada día para que llegara esa fiesta lo más pronto posible porque en esa fiesta podía comer comidas ricas y vestirme de nueva ropa. Pero a medida que crecía, me parecía que el tiempo corría más rápido. Alguien comparó la vida del hombre a la velocidad del auto, es decir, la adolescencia tiene velocidad de unos10 km por hora, los jóvenes que tienen unos 20 años de edad, están corriendo a la velocidad de 20 km por hora. Al medirla de tal manera mi vida va corriendo con la velocidad de unos 60 km por hora. No imaginé que yo ya tengo más de sesenta años de edad. En Argentina llegamos en 1984, ya han pasado más de 32 años. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Ya soy un verdadero abuelo, con una nieta de parte de mi hija y un nieto de parte de mi hijo. Seguro que ya no hay mucho tiempo para dejar este mundo. Viendo el fallecimiento de mis hermanos en Cristo, me doy cuenta de que a mí también me vendrá ese momento. En cualquier momento el Señor me llamaría, así que debo estar preparado. Entonces, ¿qué debo hacer mientras vivo en esta tierra? Como el Señor vivió aprovechando bien el tiempo, debo hacer las obras de Dios con todo mi corazón porque debo rendir cuentas ante el Señor lo que he hecho mientras estoy en esta tierra. Debo vivir delante de Dios. En cualquier situación puedo trabajar en la viña del Señor haciendo lo que le agrada. Estoy seguro de que no hay otra obra más gloriosa que hacer discípulos enseñando y predicando la palabra de Dios a los discípulos, sobre todo viviéndola en mi propia carne. Tanto el Señor como el apóstol Pablo, yo también podría confesar al terminar esta carrera de la fe diciendo: "Consumado es (Jn 20:30)" "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida"(2 Ti 4:7,8). Esto también debe ser la confesión de todos los discípulos de Jesús que están presentes aquí. III. La manifestación de las obras de Dios (6-7) Jesús es el Hijo de Dios. Así como el Padre tiene vida en sí mismo, Jesús también tiene vida en sí mismo. Su palabra es la palabra de vida. Lo dijo claramente en Juan 5:24 que dice así: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida". Entonces, él podría sanar al ciego de nacimiento con solo una palabra como aquel caso en que sanó al hijo de un noble con palabras solamente (Jn 4:50). Pero esta vez, el Señor le da vista de una manera diferente no porque no hubo otra manera sino porque tenía algún propósito y quiso darle una lección tanto a sus discípulos como al ciego. Más que nada, quiso revelar su identidad divina cumpliendo la profecía. Ahora leamos juntos los versículos 6 y 7: "Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo". Cuando el escritor Juan escoge sus palabras, lo hace con mucho cuidado, dándole un significado muy profundo escondido dentro de las frases. Primero veamos lo que el Señor hace: "escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego". ¿Qué significaría esto? Los antiguos creían que la saliva contenía virtudes curativas. Sin embargo, es difícil que Jesús haya usado la saliva por su supuesta propiedad curativa. En mi época de UBF en Corea, la mayoría de los pastores de esta denominación interpretó que la saliva y el polvo son los elementos básicos que se encuentran en cualquier persona y ambiente, así que lo usamos para el Señor, éste usándolo hará un milagro. Ahora pienso que tal interpretación es bastante pobre. Seguro que hay significados más profundos y preciosos. Leí un comentario que es muy interesante que arroja una luz: Cuando Jesús usó el polvo de la tierra para hacer lodo con su saliva, quiso demostrar su divinidad, o sea como el creador, así como en Génesis Jehová formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (Gn 2:7). También el Señor untó con lodo los ojos del ciego. Es un acto de amor. Jesús siendo el Hijo de Dios, se despojó a sí mismo y vivió entre nosotros. Sí, Jesús acababa de afirmar su deidad al decir: "Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo", y en este momento, tocó al ciego de una manera personal, es decir, de hombre a hombre. ¡Qué maravilloso es esto! "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Jn 1:14). Por otra parte, el hecho de Jesús podría provocar mal entendimiento del ciego si no confiaba en su amor porque hablando humanamente fue bastante chocante. Una pizca de tierra irrita el ojo; imagínese cómo debe haberse sentido cuando Jesús untó con el lodo sus ojos. Pero el lodo en los ojos le estimuló a ir a lavarse. Es lo mismo con la predicación de la Palabra: irrita a los pecadores haciéndolos que se sientan culpables, de modo que quieran hacer algo con respecto a sus pecados (Hch 2:37). Jesús le irritó no por despreciarlo ni para molestarlo sino para darle lo mejor, la sanidad. Al hacer así, habrá otra razón más, la cual sería para corregir el legalismo de los fariseos porque Jesús sabía que sus hechos violaba el día de reposo según la tradición judía. Trabajar con lodo y sanar al enfermo se consideraban trabajo y por lo tanto estaban prohibidos en el día de reposo, así que Jesús haya hecho el lodo a propósito a fin de enfatizar su enseñanza verdadera acerca del día de reposo. Es una acción valiente que arriesga su vida a fin de corregir y llamar al arrepentimiento a los regalistas. Ahora veamos la palabra que el Señor le dijo al ciego: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado)". Aquí la palabra "Enviado" es muy significativo. El Señor le envió al estanque que se llamaba Siloé cuyo significado es "Enviado". Aun el nombre del estanque daba testimonio de que Jesús era enviado del Padre. Jesús le estaba dándole a entender a este hombre, que El había sido enviado del Padre, y de la misma manera El estaba enviando a este hombre al estanque de Siloé. Lo importante en este milagro no era el método de curación. Esta palabra de Jesús nos hace pensar en aquella ocasión en que ocurrió en la época de Eliseo, un profeta del pueblo norte de Israel, quien le envió al Naamán capitán de Siria, el leproso, al río Jordán para que se bañara (2 R 5). El personaje de Eliseo es un prototipo del Mesías así testificando que Jesucristo, el Hijo de Dios da vista al ciego cumpliendo la profecía. Entonces, por último veamos la acción del ciego ante la palabra de Jesús: "Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo". Parece que el ciego no cuestionó el mandato, sino sencillamente obedeció sin ni siquiera una promesa de que recibiría la vista. Aun en medio de pensamientos humanos y dudas, sería muy probable que fuera la voz de autoridad o el toque suave y compasivo de los dedos de Jesús sobre sus ojos, o ambas cosas, lo que infundió en el ciego la confianza necesaria en un hombre desconocido como para obedecerle. El ciego aprobó su fe en Cristo al obedecer a su Palabra. Conclusión: Jesús dio vista al ciego de nacimiento. Los ciegos son quienes no pueden ver a Jesús quien es la verdad, el camino y la vida. Pero cuando Jesús, la luz del mundo toca nuestros corazones, vemos la luz y andamos en la luz. Los que andan en la luz del Señor tienen la perspectiva de Cristo y viven como Cristo trabajando en la viña del Señor aprovechando el tiempo cuando el día dura, sabiendo que la noche vendrá pronto.

Sermón 24- Jesús llama a los doce discípulos

Mensaje Dominical 6 de Marzo 2016 JESÚS LLAMA A DOCE DISCÍPULOS Marcos 3:13-19a (V.C. 13,14) 3:13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 3:14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 3:15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: 3:16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; 3:17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; 3:18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, 3:19 y Judas Iscariote, el que le entregó. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Hoy nosotros, la familia de Cristo, estamos juntos en armonía para alabar y adorar a nuestro Padre celestial quien envió a su Hijo Unigénito Jesucristo para salvarnos del pecado. Nuestro Señor Jesucristo hizo grandes obras salvadoras mientras estaba en la tierra, entre las cuales, las más grande e importante sería llamar a los discípulos y hacerlos como un modelo de la familia espiritual, el cual se puede llamar un grupo celular porque tiene vida de Cristo y se multiplica. Para Jesús, el mundo era como un campo de mieses listo para la cosecha. Dondequiera que iba Jesús lo seguía una gran multitud como ovejas sin pastor, a quienes atendía enseñándoles muchas cosas a fin de conducirlos al reino de Dios sanando sus enfermedades y echando a los demonios. Cuanto más avanzaba su obra, más se dedicaba a disciplinar a sus discípulos, porque sabía que ellos se encargarían de su obra después de su partida de la tierra. La obra salvadora debía continuar a través de los discípulos hasta el fin del mundo. Sí, el futuro de la obra de Jesús dependía de hacer discípulos o no. Por lo tanto, aun en medio de muchos quehaceres, le dedicó más tiempo a la disciplina de sus discípulos. Hoy a través de este mensaje, en la primera parte, nos enfocaremos en la norma de su llamamiento a los discípulos en la cual pensaremos en la soberanía divina y la reacción de parte de los hombres; en la segunda parte, nos concentraremos en los dos propósitos de su llamamiento, el uno es para que estén con él, el otro es para enviarlos a predicar. Pido que a través de la palabra de hoy el Espíritu Santo nos ayude a comprender cuán importante es hacer discípulos en nuestros tiempos y hacer algo concreto para el avance del reino de Dios en esta tierra. I. ¿A quiénes Jesús llama? (13, 16-19) El ambiente en el cual el Señor trabajaba era hostil y áspero. Los líderes religiosos, los fariseos y los escribas, no eran dignos de llamarse buenos pastores porque se aprovechaban de los débiles para acusar a Jesús interesándose solamente en mantener su poder religioso sobre el pueblo. Un día de reposo entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces le dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla. Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle (1-6). Bajo estos falsos pastores la multitud sufría como ovejas sin pastor. Miren estas palabras siguientes: "Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él (7,8). Todo esto demuestra el estado espiritual de aquella época, al resumir en una frase, se puede decir así: "Muchas ovejas sufridas sin pastores." Ahora les hago una pregunta: ¿qué harían ustedes en tal situación? ¿Les importaría con tal de que sus cosas anden bien? ¿O estarían desanimados por no encontrar soluciones? Entonces, ¿qué hizo Jesús en tal situación? (i). Llamó a sí a los que él quiso (13a, 16-19a) Ahora vamos a leer el versículo 13a: "Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso." Jesús subió al monte. ¿Para qué? La respuesta la encontramos en Lucas 6:12 que dice así: "En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios." Seguro que el Señor estaba buscando la voluntad del Padre y su guía para empezar una nueva obra de esperanza. Aquí encontramos cómo trabaja el Señor en una época oscura, estableciendo líderes espirituales conforme a la voluntad de Dios. La dirección que el Señor tomó nos da inspiración a nosotros que estamos viviendo en una época de caos espiritual. ¡La idea entonces, es llamar a los discípulos y disciplinarlos hasta ser buenos obreros en la viña del Señor! Lo que estamos haciendo en nuestra iglesia es hacer discípulos. Comenzando el año 2016, tomamos la dirección de nuestra iglesia en base al libro de los Hechos 19:9 a 21. "Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús (Hch 19:9,10)."Aunque la obra de hacer discípulos parece lenta e ineficaz, es la que el Señor tomó y el apóstol Pablo también. Sí, lo que debemos hacer es hacer discípulos. En este año nos dedicaremos a eso. Entonces una gran pregunta es: ¿qué condición y requisito hay para ser discípulos de Jesús? Algunos pensarían que para ser discípulo de Jesús por lo menos deben tener una educación escolar como graduarse de la universidad o de un seminario. Entonces ¿a quiénes llamó Jesús? "llamó a sí a los que él quiso." Los discípulos fueron llamados porque él los quiso. Es decir, el llamamiento depende de la soberanía del Señor. Depende de la gracia unilateral del Señor. Esto implica que Jesús es responsable por ellos. Saber esto constituye un verdadero consuelo. Dios nos ha salvado, ha comenzado en nosotros una obra buena, y va a permanecer unido a nosotros, y ha de cuidarnos. Una vez el Señor les dijo a sus discípulos: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé (Jn 15:16)." Los que piensan que son llamados por Dios porque tienen algo especial o hicieron buenas obras todavía no entienden el llamamiento de Dios o quizá todavía no son llamados, porque el llamamiento es de Dios y se basa en su gracia unilateral. Por eso los que entienden el carácter de su llamamiento no pueden enorgullecerse sino que siempre llevarían una vida agradecida delante de Dios. Ahora, veamos en detalle, la lista de los nombres de los discípulos de Jesús en los versículos 16 a 19a: "a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó." Hay varias clases de personas según su trasfondo familiar, su carácter, su trabajo, su pueblo natal etc. La mayoría de ellos provienen de la región de Galilea. Simón Pedro, Andrés, Juan y Jacobo eran pescadores. El carácter de Pedro era impulsivo. Andrés tenía don de traer gente ante Jesús. Juan y Jacobo como su sobrenombre "Boanerges" cuyo significado es: "hijos del trueno," tenían un carácter iracundo. Lo vemos cuando ellos pasaban por Samaria cuyos habitantes no lo recibieron, pidieron al Señor diciendo: "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?(Lc 9:54)" Mateo era cobrador de impuesto. Bartolomé (Natanael) era pensador. Tomás era escéptico. Judas Iscariote era traidor. ¿Qué nos enseña esto? Ellos eran defectuosos y débiles. Nadie merecía ser discípulo de Jesús según el criterio humano. Aun así, lo importante es que el Señor los llamó con esperanza. Un buen ejemplo es el caso de Simón a quien le puso el sobrenombre Pedro cuyo significado es roca. El Señor puso su esperanza en él para hacerlo como la roca sobre la cual poner su iglesia. ¡Cuán grandioso y misericordioso es nuestro Señor que llama a los pecadores débiles y defectuosos y los moldea hasta ser sus obreros fructíferos. En este sentido estoy muy agradecido por Dios quien está haciendo su obra de misericordia entre nosotros, llamando y estableciendo a sus discípulos. La reforma de los grupos celulares y establecer a los líderes son la esperanza de Dios. Aunque tenemos muchos defectos y debilidades, creemos que Dios quien nos llamó completará su obra disciplinándonos y renovándonos con su palabra y con la obra del Espíritu Santo para que podamos llevar la misión mundial para su gloria. . (ii). A los que vienen a él (13b) Aunque el llamado a ser discípulo es soberanía de Dios, una cosa que no nos olvidaremos es ésta: Miren el versículo 13b que dice así: "y vinieron a él." Ellos vinieron a Jesús, o sea, tomaron una decisión de fe para venir a Jesús. Aunque en la palabra de hoy no menciona concretamente, los primeros cuatro discípulos dejaron sus barcos y lo siguieron. Mateo dejó su trabajo de cobrador de impuesto para seguir a Jesús. Sí, ellos estaban dispuestos a seguir a Jesús dejando su vida antigua. Sin sacrificio no se puede ser discípulo de Jesús. Sí, esto es el requisito de ser discípulo. Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mr 8:34)" La obediencia debe ser concreta. Hay que dejar las malas vidas antiguas, costumbres malas, escala de valores secular etc. Reflexionemos en la vida de nuestro Señor Jesucristo primero. ¿Alguna vez Jesús fue hallado en el teatro? ¿Piensan ustedes que Jesús fue visto en alguna de las diversiones de la corte herodiana? No. Él era santo, inocente, sin mancha, apartado del pecado. Aunque él comía con los pecadores, estaba entre ellos curando sus males como un médico. Pero siempre hubo un abismo entre los hombres del mundo y el Salvador, el cual él nunca intentó cruzar. Por lo tanto la primera lección que los discípulos tienen que aprender es la siguiente: "Seguir a Jesús en el estado de separación." Como dice el dicho: “Debemos amar a los pecadores y no al pecado”. A menos que tomemos la cruz y protestemos contra el pecado de este mundo impío, no podemos esperar que el Dios santo nos santifique. Siendo discípulos de Jesús desde lo concreto y pequeño es necesario cambiar. Es necesario empezar el día con el Señor con la oración y la meditación en la palabra de Dios. Hay que arreglar el orden de la vida poniendo la prioridad en las cosas de Dios. Es necesario llevar la vida de santidad en todas las áreas de nuestra vida. "Llevar frutos dignos de arrepentimiento es lo que el Señor quiere. "Hacemos hoy, ante tu altar un compromiso de vivir en santidad. Hacemos hoy, ante tu altar un pacto de hombres que te quieren agradar. Con manos limpias, corazón puro, para ti. Cuidaré mis ojos; cuidaré mis manos; cuidaré mi corazón de todo lo malo, de todo lo malo. No te quiero fallar jamás." Aunque la frase "vinieron a él" recalca la responsabilidad del hombre ante el llamamiento del Señor, de hecho no habrá nadie que pueda venir a él sin la obra de Dios. Poder venir ante Jesús es la evidencia de que Dios ya ha trabajado en su corazón porque Jesús dijo así: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera (Jn 6:37)." Esto quiere decir que de parte de los hombres no hay nada de que enorgullecerse. El Señor es quien produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil 2:13). II. ¿Para qué Jesús los llama? (14,15) Cuando Jesús llamó a los discípulos, tuvo la esperanza de hacer de ellos, pescadores de hombres. Esta es la visión del Señor puesta sobre ellos. Pero al ser llamado, todavía eran como niños recién nacidos que necesitan crecer bajo el cuidado de sus padres. Tenían muchos defectos y debilidades, las cuales se veían claramente siguiendo a Jesús. Pero esta palabra es cierta: "Donde abunda el pecado del hombre, allí sobreabunda la gracia de Dios." Ellos necesitaban crecer y madurarse permaneciendo en la gracia del Señor. Por eso Jesús al llamarlos, tenía dos propósitos claros, es decir, uno es para que ellos estén con él, el otro es para enviarlos a predicar. (i). Para que estén con él (14a) Hoy en día se dice que hay muchos docentes o profesores, pero no hay maestros. La escuela de hoy es donde los profesores transmiten el conocimiento intelectual a sus alumnos, estos reciben su enseñanza. A esta relación no le da tanta importancia la vida personal del profesor. Pero la relación entre el maestro y los discípulos es diferente. Los discípulos conocen a su maestro por medio de la convivencia imitando la vida ejemplar de su maestro. De hecho, no es fácil vivir la vida digna de la enseñanza. Este era el problema de los fariseos. Mucho conocimiento sin ponerlo en práctica nos hace hipócritas. Esto puede suceder: En la iglesia se puede comportar como un ángel, pero en la casa como un diablo. En realidad, entre nosotros no habría nadie que diga hacia alguien: "Esté conmigo e imíteme". Pero gracias a Dios porque hay una persona que dice: Estad conmigo y aprended de mí." ¿Quién es él? Es nuestro Señor Jesucristo. Miren el versículo 14a: "Y estableció a doce, para que estuviesen con él," Es decir, la relación entre Jesús y sus discípulos es la de Maestro y discípulos. Jesús vivió su enseñanza. Él dijo: "y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Mr 10:44,45)." Jesús estaba con sus discípulos. Los tres años de convivencia de los discípulos con Jesús, su Maestro, fue la fuerza motriz de la obra evangelizadora. Los discípulos que convivieron con su Maestro cambiaron tanto sus vidas como la corriente de la historia del mundo. Esta realidad nos da una dirección clara de cómo poder hacer la obra de Dios viviendo en un mundo perdido. Hasta ahora en nuestra iglesia damos mucha importancia al estudio bíblico. Las actividades de grupos celulares las hacemos estudiando la Biblia. En algún sentido esto es bueno porque nos hace permanecer en la verdad de la palabra de Dios. Pero debemos avanzar más allá de esto. La actividad de grupos celulares debe ser una oportunidad de realizar una comunión cristiana en base al amor de Cristo. El líder no sólo da el estudio bíblico sino que también vive la enseñanza. El líder debe ser un siervo que sirve a sus miembros con humildad dando el ejemplo de la vida. Uno que está acostumbrado a faltar en las reuniones y no cumplir los deberes cristianos no puede ser líder. Uno que está acostumbrado a ser servido sentado a la mesa no puede ser líder. De hecho yo no tengo derecho de decir esto porque en mi vida falta mucho la cualidad de líder. Durante muchos años he vivido siendo servido por los otros. Pero en la vida misionera estoy aprendiendo poco a poco la vida de servicio desde mi hogar lavando platos, planchando ropa. Más que nada debo aprender el corazón humilde de Jesús tratando de escuchar más teniendo interés en la necesidad de los otros en vez de hablar mucho. (ii). Para enviarlos a predicar (14b-15) Siendo discípulos de Jesús, estar con él aprendiendo de él, es muy agradable como el salmista confesó diciendo: "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna (Sal 133:1-3)." Habitar los hermanos juntos en armonía es bueno y delicioso. Dios se agrada mucho de esto. La comunidad cristiana en la cual se realiza esta armonía es el reino de Dios en esta tierra. La ley que se ejerce en la comunidad cristiana es el amor. El amor cubre muchos defectos. El nuevo mandamiento que Jesús dio a los discípulos es amarse unos a otros así como él los amó. Pero hay que saber esto. Habitar los hermanos juntos en armonía no es el final. Dios tiene un propósito mayor. Miren el versículo 14b: "y para enviarlos a predicar," Jesús, ya desde el principio de su ministerio, los disciplinó para ser obreros en la viña del Señor. Aunque todavía eran muy inmaduros y débiles, los envió a predicar. Al enviarlos sabía cuán difícil sería predicar la buena noticia del reino de Dios al mundo hostil. Por eso dijo que enviarlos era como si estuvieran las ovejas en medio de lobos. Era necesario que ellos fueran prudentes como serpientes, puros como palomas. Pero cuando el Señor los envía, les dio autoridad también. Miren el versículo 15: "y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios." La comunidad cristiana se hace fuerte cuando obedece a la misión. En cambio, la iglesia se hace débil y se pudre cuando no lleva la misión. Es como el mar muerto que recibe aguas sin salidas. Nosotros recordamos aquel acontecimiento ocurrido en la iglesia primitiva de Jerusalén en la cual se realizaba una comunidad cristiana auténtica. Pero cuando ellos gozaban de la gracia del Señor sin llevar la misión evangelizadora, Dios los esparció por todas partes del mundo utilizando la persecución causada por la muerte del diácono Esteban. Avivar el movimiento de la obra evangelizadora es la voluntad de Dios hacia las iglesias contemporáneas. La prioridad cristiana consiste en predicar el evangelio a todas las naciones. Como sabemos la iglesia CMI en Buenos Aires cumplió 32 años de aniversario, el día 21 de Enero de este año. Ya pasaron muchos años, así que ahora es necesario abrir nuestros ojos y ver los campos que están blancos para la siega. Al tomar esta dirección, se pueden buscar pretextos diciendo que todavía no estamos preparados. Pero hay que saber que Dios es quien equipa a sus obreros que obedecen a la gran comisión, así como el Señor les dio autoridad a sus discípulos. Por lo tanto es necesario que oremos por la cultivación del país entero y hasta los países de América latina, enviando a los obreros empezando desde el Gran Buenos Aires. Conclusión: Jesús empezó la obra de esperanza llamando a los discípulos y los disciplinó estando junto con ellos y enviándolos a ser predicadores en el mundo hostil. Ellos pudieron llevar la misión al obedecer y revestirse de la autoridad espiritual. Esa obra puede suceder en nuestra época también por medio de nosotros que somos llamados a ser sus discípulos. Avivemos la actividad de los grupos celulares donde se realiza el reino de Dios lleno de amor y por la cual se realice la gran comisión de hacer discípulos a todas las naciones.