sábado, 18 de noviembre de 2017

Sermón 30- La autoridad

Mensaje Dominical 17 de Septiembre 2017 LA AUTORIDAD Números 12:1 10 (V.C. 3) 12:1 María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. 12:2 Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. 12:3 Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. 12:4 Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. 12:5 Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. 12:6 Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. 12:7 No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. 12:8 Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? 12:9 Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue. 12:10 Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa. Los israelitas se prepararon como un ejército de Dios y emprendieron la marcha hacia la tierra prometida. Parecía que les esperaría un futuro glorioso y sin problemas, así que con gran expectativa salieron del desierto de Sinaí imaginando que llegarían pronto a la tierra prometida. Sin embargo, después de no mucho tiempo ellos empezaron a quejarse porque el camino era duro, por lo que Dios les envío el fuego. Además, se quejaron del maná, la comida del cielo, pidiendo la carne. Ellos fueron influenciados fácilmente por las palabras negativas de los otros (especialmente por aquella gente extranjera que se mezcló con los israelitas) y cayeron en quejas y codicia. Ahora llegando al capítulo 12, encontramos otro problema. Es decir, encontramos aquí un conflicto sobre quién tiene más autoridad. Hoy trataremos esto que es un tema muy delicado, así que le suplico que el Señor nos dé humildad y sabiduría para que recibamos la dirección y el consejo de Dios en cuanto a la autoridad. El mensaje de hoy se desarrollará en el siguiente orden: primero veremos los celos de María y Aarón hacia Moisés, segundo, la actitud de Moisés ante ellos, por último, veremos cómo Dios trata este asunto. I. Los celos de María y Aarón hacia Moisés (1,2) Miren el versículo 1: "María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita." En esta parte entran en escena tres personajes que pertenecen al grupo de “las cabezas” del pueblo de Israel, en este orden: María, Aarón y Moisés, que eran hermanos. En este orden ya vemos problemas. Este orden no es según el orden espiritual establecido por Dios sino según el orden humano, o sea, según el orden de nacimiento. Aquí parece que María es instigadora y Aarón partícipe pasivo. ¿Y cuál fue la razón concreta para el conflicto? Se trata del matrimonio de Moisés. En el versículo 1 se dice dos veces que Moisés había tomado para sí una mujer cusita. No sabemos si su esposa Séfora ya había fallecido y se casó con otra mujer o Cusita era la misma Séfora. De todas maneras, la esposa de Moisés no era una israelita sino una extranjera. Seguro que María no estaba contenta con su cuñada cusita y extranjera. María y Aarón no están de acuerdo con este matrimonio de Moisés. María le habría dicho a Moisés así: “Moisés, mejor no te cases con esta mujer. Ella no pertenece al pueblo del pacto, no es israelita. Y tú ya tienes más de ochenta años… No estoy de acuerdo; prefiero que ella no sea mi cuñada”. Y Aarón es de la misma opinión. Aunque no habla como su hermana, también le reprocha a Moisés a través de una actitud pasiva, una actitud de consentimiento. Ésta era la causa de su crítica contra Moisés, pero esto no es más que una causa superficial. El problema real radicaba en lo más profundo. Miren el versículo 2a en que se nota la verdadera razón de su crítica contra Moisés. "Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?" Estas palabras expresan oposición y envidia a causa de la posición única de Moisés. Hay algo de competencia. La cuestión de María y Aarón es: "¿acaso únicamente Moisés es mensajero de Dios? ¿Es él el único canal para la revelación de Dios? ¿Tiene él el monopolio de la profecía, y debemos escucharle exclusivamente a él? ¿Acaso somos nosotros menos que él?" Hablando humanamente, es verdad lo que ellos piensan y dicen. María tenía mucha razón de exigir su derecho ante Moisés. Cuando ella era adolescente, cuidó de Moisés hasta ser colocado en una arquilla de juncos en un carrizal a la orilla del río (Ex 2:3,4). Ella podría murmurar en su corazón así: "Bueno, Moisés ¿quién te cree que eres? Aun me acuerdo del tiempo cuando tú eras sólo un pequeño bebé en la cesta y yo te cuidaba. Si yo no te hubiera protegido, ¿dónde estarías ahora?" Luego, muchos años más tarde, después de la salida de Egipto y de la cruzada de los israelitas por el Mar Rojo, María había cantado, alabando a Dios. Y todas las mujeres que habían salido en pos de ella con panderos y danzas, juntas cantaban: “Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete”(Ex 15:21). Ésta es María, profetisa, cantante y actriz. Aarón también tendría razón de oponerse a Moisés. Él era el único hermano de Moisés, y era tres años mayor que éste. Él también es llamado “profeta”(Ex 7:1). Y acompañó a Moisés ante el Faraón, porque podía hablar mejor que su hermano. Aarón estaba relacionado con el santuario y el tabernáculo. Tenía una tarea importante en el ministerio de la reconciliación siendo el sumo sacerdote. También podía poner la bendición sobre los hijos de Israel, como se dice en Números 6:24-26 “Jehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz”. Ésta es una bendición sacerdotal. Éstos son privilegios muy grandes. Es por esto que María y Aarón dicen: “No solamente por Moisés, sino también por nosotros habla Dios”. María y Aarón no aceptan la posición de Moisés, sino que se oponen a su autoridad. Su oposición también es oposición contra Dios, porque es Dios quien ha le ha dado esta autoridad a Moisés. En la actualidad ocurre lo mismo. Muchas veces hay oposición y envidia. Juan Calvino dice que en el corazón de casi todas las personas hay ambición: ¡queremos gobernar! Hoy en día hay por todas partes revolución, egoísmo, rechazo de autoridad y de poder. Vivimos en una época de rebelión en todo sentido. Todos contra todos. Y muy en el fondo hay oposición contra Dios. Casi nadie se conforma con ser únicamente servidor o siervo, sino que quiere dominar queriendo ser servidos por los otros como aquellos discípulos de Jesús, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que se le acercaron a Jesús, diciendo: "Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos... Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda (Mr 10:35-37). Entonces, ¿qué actitud Dios quiere que tengamos sobre la autoridad? Como Jesucristo es la autoridad máxima y máximo maestro, la iglesia entera, incluyendo al "líder", debe obedecer al Señor poniendo en práctica lo que él nos enseña y manda. Uno de sus mandamientos más grandes es esto: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn 13:34,35). Todos tenemos que "someternos unos a otros", "confesarnos unos a otros nuestros pecados". Es impresionante la cantidad de veces que el Nuevo Testamento dice "unos a otros". Por eso, el que le da órdenes a un creyente debe estar también bajo autoridad. Todos somos responsables. Uno es responsable del otro. Yo debo corregir con amor a un hermano, pero él también debe corregirme a mí con amor cuando yo estoy equivocado. Todos tenemos que tener a alguien que pueda corregirnos o reprendernos cuando hacemos mal, de otra manera somos dictadores y tiranos como Kim de Corea del Norte, o hipócritas como los fariseos, que ponían cargas sobre los demás porque ellos no tocaban a nadie ni siquiera con un palito. Gracias a Dios porque tengo a una colaboradora que me aconseja y me corrige con amor, cada tanto. El problema que tenemos en la iglesia es que queremos tener autoridad y seguir siendo independientes a la vez. Es imposible. No se puede ser independiente y a la vez tener autoridad. Si quiere estar más arriba que otros, primero que nada tiene que estar usted bajo autoridad (Juan Carlos Ortiz). II. La Mansedumbre de Moisés (3) Entonces, ¿cómo reacciona Moisés ante ellos? ¿Se opone fuertemente contra María y Aarón, diciéndoles: "¿por qué atacáis mi posición?" No, nada. Moisés está callado. ¡Qué interesante es que en vez de hablar algo contra ellos, se describe a sí mismo así. Miren el versículo 3. "Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra." Este es el testimonio de Moisés sobre sí mismo por la inspiración del Espíritu Santo. Aquí la palabra "manso" no es tanto algo del carácter del hombre, sino una actitud de fe. En el pasado Moisés era un hombre poderoso de auto confianza. Él fue adoptado como hijo de la hija de Faraón y fue educado en el palacio. Cuando creció y salió a ver a sus paisanos que sufrían como esclavos, tuvo compasión de ellos y quería salvarlos usando su propia capacidad, pero fracasó al matar a un egipcio. Al descubrirse ese hecho ante el Faraón, él huyó al desierto donde durante cuarenta años fue disciplinado siendo pastor de las ovejas de su suegro. Con el paso de los años aprendió a ser manso y a entregar las cosas en las manos de Dios. Él desarrolló esa cualidad como resultado de los 40 años que pasó, en la dura escuela del desierto de Madián. Como le había sucedido a Moisés, Dios nos disciplina a través de varias situaciones adversas. Uno de los campos de la disciplina de Dios para los cristianos es la iglesia donde hay todo tipo de creyente. La iglesia es un buen instrumento que es usado para que seamos mansos. Es muy bueno que haya en la iglesia todo tipo de personas. Nuestro carácter agudo y fuerte se moldea a través de chocar unos con otros. Los hermanos que evitan esto no pueden alcanzar la mansedumbre. Se puede decir que la iglesia es la escuela donde los cristianos son disciplinados para ser mansos a través de las actividades de la comunidad cristiana como grupos celulares, reunión de oración, el culto y la convivencia donde hay toda clase de cristianos. Miren ahora ¿cómo reacciona Moisés, un hombre manso, ante la oposición de sus hermanos? Moisés no se defiende a sí mismo, porque sabe que el Señor defenderá su causa, tanto su matrimonio con la cusita, como su posición como líder del pueblo. Así que recordemos que ante Dios, la mansedumbre no es debilidad, sino que ella consiste en obediencia a Dios y sumisión a su voluntad. La mansedumbre significa "fuerza bajo control." Imagínense un caballo salvaje que ha sido domado. Ese caballo todavía tiene el mismo poder de cuando era salvaje, pero ahora el poder ha sido controlado para el uso del dueño. Aquí, Moisés sirve como ejemplo porque él no usó su autoridad para amenazar a sus rivales, sino que dependió completamente de Dios para que lo reivindicara. Sólo dos personas en la Biblia fueron llamados mansos, Jesús y Moisés. Ninguno de los dos era débil o cobarde. Eran hombres de fuerte convicción. Nuestro Señor Jesucristo dijo: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas." Ésta es una lección para nosotros: entregar todas las cosas en las manos de Dios. Romanos 12:19 dice: “No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Es bueno que el cuerpo esté sujeto a la mente, y que la mente tenga profundamente grabado el reconocimiento permanente de la autoridad de Dios. Para hallarnos en este maravilloso estado, debemos entregarnos al Señor. Para los mansos, el Señor dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad (Mt 5:5).” III. Dios es el que juzga (4-10) Leamos el versículos 4. "Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres." Dios actuó decisivamente para resolver el problema y los convocó de inmediato. Ahora veamos el versículo 5. "Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo," y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos." Cuando Moisés, Aarón y María se reunieron en el tabernáculo, el Señor apareció en la nube de su presencia. Sin embargo, en el hecho de que reveló su presencia sólo en la nube, había ya una indicación de juicio. Además, el Señor se presentó a la entrada del tabernáculo de reunión. Es decir, María no podía entrar al tabernáculo ni menos al lugar santo del tabernáculo, mucho menos al lugar santísimo, donde Dios hablaba normalmente con Moisés. Dios se reunió con ellos afuera del tabernáculo de reunión. No se necesitaban testigos. El Señor sabía cada palabra que se había hablado. De inmediato se dirigió a Aarón y María. O sea, Dios llama especialmente a Aarón y María, sin Moisés, y les pide rendición de cuentas. El Señor quiere hablar con ellos de una forma muy seria. Y les explica la diferencia entre “profetas comunes” y Moisés, el profeta especial. (i) Dios elogia a Moisés (6-8) Entonces Dios les dijo. Miren los versículos 6 a 8 que dicen así: "Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?"A los profetas Dios se les aparece en visiones y sueños. Pero el caso de Moisés es muy diferente porque, en comparación con otros profetas, ocupa una posición muy alta. Moisés era un varón muy privilegiado. Los versículos 7 y 8 mencionan la posición especial de Moisés: El Señor dice: "No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa". Moisés es fiel en toda la casa de Dios. “Fiel” se usa acá en el sentido de: estando en comunión íntima con Dios. También dice: "Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras". Dios habla con él cara a cara. Había un contacto directo, como se conversa con un amigo. La revelación de Jehová a Moisés es algo único. Es directa e inmediata; Dios se revela a los profetas de manera indirecta por figuras, visiones y sueños, los cuales tenían algo misterioso, necesitaban más explicación. Pero el Señor afirma que la condición de Moisés es aun superior a la de los profetas. Además el Señor dice: "y verá la apariencia de Jehová". Moisés ve la apariencia de Jehová. Porque un día Moisés había dicho: “Te ruego que me muestres tu gloria”(Ex 33:18). Y la respuesta fue: “Verás mis espaldas, mas no se verá mi rostro” (Ex 33:23b). ¡Miren bien! Moisés es llamado acá “mi siervo Moisés” dos veces (en el comienzo y en el último). Y un “siervo” es totalmente consagrado a su Señor. Así es Moisés: está completamente al servicio del Señor. Así defiende el Señor a Moisés y lo elogia. Explica a Aarón y a María que Moisés es muy privilegiado, especialmente por el contacto directo que tiene con él. ¡Moisés es un profeta único! Nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés (Dt 34:10) hasta la venida de Jesucristo, el Verbo encarnado. Además, el autor de Hebreos cita Números 12:7, señalando a Moisés como un siervo fiel en toda la casa de Dios (He 3:5,6). Así defiende Dios a Moisés, Dios es su abogado. Moisés calla, y Dios habla a favor de él. Este Moisés es la figura de Cristo. ¿Y quién conocía más la comunión íntima y profunda con Dios que Cristo? Cara a cara hablaba el Padre con él. Jesús veía la apariencia de Dios, porque era de la misma naturaleza que el Padre. Por eso Cristo es más que Moisés. De él dice Dios: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”(Mt 3:17). Apóstol Juan también proclama conmovido diciendo: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer"(Jn 1:18). (ii) Dios castiga a María (9-10) Ahora leamos los versículos 9 y 10. "Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue. Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa." En versículo 8b, Dios dice: “¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?”. Y en versículo 9 dice: “Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos”. Es algo muy serio y grave: ¡la ira de Dios! ¡Contra esta ira nadie puede mantenerse! Solamente Cristo podía llevar esta ira en la cruz. Y luego leemos: “Y se fue”, versículo 9b. ¡Esto es lo peor, que Dios se despida! “Y la nube se apartó del tabernáculo”, dice versículo 10. La señal de la presencia de Dios se aparta, ¡dejando únicamente un vacío enorme! El resultado es que María queda leprosa. “Y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa”. La lepra era una enfermedad muy grave de la piel: por todas partes aparecían manchas blancas sobre el cuerpo. La persona afectada perdía el tacto, se quemaba o se le rompían los miembros. La lepra podía ser una enfermedad mortal. A través de la penitencia de María, aprendemos que tenemos motivos para temer de decir o hacer algo contra los siervos de Dios. Esta es la palabra de Dios: "De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios se resiste; y los que se resisten, acarrean condenación para sí mismos" (Ro 13:2). Ahora concluyo el mensaje de hoy citando la palabra del apóstol Pedro: "Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo" (1 Pe 5:5,6). ¡Alabemos a Dios que nos está disciplinando en su soberanía para que seamos sus siervos mansos y humildes que revelan su gloria!