sábado, 10 de septiembre de 2016

Sermón 27- Un culto verdadero

UN CULTO VERDADERO San Juan 12:1-8 V.C. 12:2,3 12:1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 12:2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. 12:3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 12:4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 12:5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 12:6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 12:7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. 12:8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis. Gracias a Dios, quien nos salvó por medio de su Hijo Jesucristo y nos hizo su pueblo santo para su gloria, hoy estamos reunidos en Su casa para agradecerle a nuestro Padre celestial y adorarle de un modo verdadero conforme al Espíritu. El título del mensaje de hoy es: un culto verdadero. Quizá suene un poco extraño o descolocado el título, porque no se mencionan ninguna de esas palabras en el pasaje bíblico que leímos recién. Pero, si prestamos un poco más de atención a la palabra, vamos a ver y entender de qué se trata el culto verdadero. Y esto, a través de los tres personajes que aparecen en la palabra de hoy, es decir, Marta, Lázaro y María; y por el otro lado, también está el culto falso protagonizado por el llamado Judas Iscariote. Deseo que esta palabra nos ayude a ser verdaderos adoradores, corrigiendo nuestros conceptos equivocados en cuanto al culto. Entonces, a continuación veamos cuáles son los tres ingredientes principales que no pueden faltar en un culto verdadero: el servicio, el testimonio y la devoción. I. Hay servicio (1-2a) Como ya hemos estudiado y aprendido en las lecturas anteriores, Jesús resucitó a Lázaro diciendo: "¡Lázaro, ven fuera!" Imagínense estar en esa situación, ¡cuán tremendo, impactante y shockeante habrá sido para todas aquellas personas que estaban ahí, ver a Lázaro salir de la tumba, con las manos y los pies atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario, es decir, era una momia, ¡el susto que se deben haber pegado! Por el otro lado, para las hermanas de Lázaro, Marta y María, debe haber sido increíble y emocionante! La gracia de Jesús desplegada sobre esta familia era algo indecible. Estaban espectando la resurrección en vivo y en directo. Sí, estas dos hermanas, por la gracia del Señor pudieron revestirse de la fe auténtica, la fe de resurrección. Seguramente, Marta se habrá acordado en ese momento de la palabra del Señor, que dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente, ¿Crees esto? (Jn 11:25,26). Su corazón se había llenado de la gracia del Señor, estaba viendo con sus propios ojos lo que estaba sucediendo conforme a la promesa de Jesús, quien le había dicho: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn 11:40) Entonces, ahora veamos ¿qué sucedió después de la resurrección de Lázaro? En el versículo 1dice: "Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos." Según esta palabra, podemos suponer que Jesús se retiró de Betania después que resucitó a Lázaro. Y según los evangelios sinópticos, Jesús hace su último viaje a Jerusalén desde Galilea. Entonces, de camino a Jerusalén, seis días antes de la pascua, Jesús vino a Betania, la aldea donde vivía Lázaro con sus dos hermanas. Allí le hicieron una cena. Según Mateo 26:6, esa cena se realizó en casa de Simón el leproso, no en casa de Lázaro. Este Simón sería uno que recibió la gracia del Señor al ser curado de su lepra. Y por eso le preparó una cena para Jesús, en donde Marta estaba sirviendo la cena. Según sus antecedentes ella siempre fue una mujer de acción y servicio. La vemos en el evangelio de Lucas capítulo 10, sirviendo a Jesús y a sus discípulos, y esto fue mucho antes que este acontecimiento. Para aquel entonces, ¿se acuerdan con qué actitud servía Marta? Preocupaba por los muchos quehaceres, y acercándose a Jesús le dijo: "Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude" (Lc 10:40). Sin embargo, en el versículo 2 de la palabra de hoy vemos un cambio en ella. El escritor Juan dice así sobre ella: "Y le hicieron allí una cena; Marta servía". Sí, ella había cambiado. Su corazón quejoso se había vuelto gracioso y alegre. Ella servía a Jesús con mucha alegría, sumergida en su gracia salvadora. En esta actitud, podemos ver el verdadero servicio al Señor, usando sus manos y pies, con un corazón agradecido, sirviendo al Señor con lo que uno tiene. Así debe ser el culto a Dios, un servicio sumergido en la gracia de Dios. Los cristianos hemos sido bendecidos por Dios con muchas de las riquezas celestiales, las más grandes y en abundancia en Cristo Jesús: el perdón de los pecados, la vida eterna, el reino celestial y hasta los frutos del Espíritu Santo. Además, mientras vivamos en esta tierra, el Señor es y será nuestro buen Pastor, quien nos acompaña, nos fortalece y nos protege. Sobreabunda la gracia de Dios. Especialmente a través del culto recibimos la bendición de Dios en abundancia. Es bueno venir al culto anhelando recibir la bendición de Dios, porque participando en el culto, el Señor nos bendice fortaleciéndonos en nuestro hombre interior por su palabra y por la obra del Espíritu Santo. Pero nuestro culto a Dios debe ir más allá de esto, es decir, no solamente recibir la bendición de Dios, sino también servirle con todo nuestro corazón usando nuestras manos y pies. De esta manera, nuestra alegría se hace mayor; el culto dominical es más vivificante si los hermanos sirven al Señor con alegría. Por ejemplo, llegar antes del comienzo del culto y orar silenciosamente, invitar a un prójimo al culto, son diferentes maneras de servir al Señor. Hay muchas cosas que uno puede hacer para servir, si uno busca encuentra. Sentarse desde cerca del púlpito es también un servicio para hacer un ambiente agradable. Y el Padre celestial se agradará mucho de los que le sirven así. Si venimos a la iglesia con esta actitud, el tiempo del culto será de verdad el momento más feliz, gozoso y lleno de bendición en nuestra vida cristiana. II. Hay testimonio (2b) Si la vida de Marta es el símbolo del servicio en la iglesia, la vida de Lázaro es el del testimonio vivo de que Jesús ha cambiado su vida. Miren el versículo 2b, "y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él." La presencia misma de Lázaro en aquella cena glorificaba a Dios. Los invitados, al verlo con sus propios ojos, estarían convencidos de que Dios es Dios de vivos y no de muertos, y de que Jesús es el Hijo de Dios que resucita a los muertos. Aquí la vida de Lázaro testifica cuán admirable es la gracia de Dios. De hecho Lázaro no hizo nada para ser salvo o para resucitar. Fue una obra salvadora totalmente de Dios. El Señor lo resucitó con su poder, aun sin merecerlo Lázaro. Su vida nos hace pensar en la identidad cristiana. ¿Quiénes éramos antes y quiénes somos ahora? Aquí, cito unos versículos de la carta del apóstol Pablo. Miren Efesios 2:5 y 6, "aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús." ¿No son estos unos de los versículo más maravillosos de la Biblia? ¡Así como Lázaro fue resucitado y se sentó al lado de Jesús, así también nosotros lo hacemos! Sí, ésta es la identidad cristiana. Ahora pensemos en Lázaro que estaba sentado junto a otros invitados. ¿Qué aspecto habría tenido? ¿Tendría la cara de un orgulloso agrandado o la cara triste? No, ninguna de estas. Su cara estaría brillante y gozosa, reflejando lo agradecido que estaría después de pasar por algo así. Él había muerto, pero ahora estaba vivo. No hay otra forma de explicar esto sino solamente por la gracia de Dios. Quizá de sus labios saldría esta canción: "No sé por qué la gracia del Señor me hizo conocer, ni sé por qué su salvación me dio y salvo soy por él." Un carácter de la vida cristiana es el gozo. La presencia de un cristiano en cualquier lugar debe ser motivo de ánimo y alegría para los que están tristes y hambrientos. "Muchos que viven en tu derredor tristes y hambrientos están. Tú, por tu vida les puedes llevar gozo y bien estar. Usa mi vida, usa mi vida para tu gloria. Todos los días y hoy quiero ser testigo tuyo Señor por doquier." Aunque aquí en la cena parece que Lázaro no habla nada, su presencia misma era un testimonio vivo de que Cristo había cambiado su vida. En este sentido, el culto a Dios es una reunión de cristianos con vidas cambiadas por la gracia de Dios, que se muestran a través de la vida gozosa alabando a Dios con himnos y cánticos espirituales. Y ya que estamos en el tema, aprovecho esta ocasión para invitarlos a un evento muy especial, el primer concierto de la iglesia CMI en Buenos Aires el día 24 de este mes, que lo están organizando del departamento de culto y adoración. Preparémonos con corazón alegre y con fidelidad para glorificar a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. III. Hay devoción (3-8) Hasta ahora vemos que en el culto para el Señor hay servicio y testimonio. Ahora llegamos un momento culminante. Aquí entra en escena una mujer llamada María, hermana de Marta y Lázaro. Su carácter es muy diferente a Marta. María era una mujer pasiva (re tranqui), mientras que Marta era una activa (una chispita). Nosotros recordamos una vez más aquello caso en que Jesús se quedó en la casa de ellas enseñando la palabra. Mientras Jesús enseñaba, Marta estaba preparando comida con corazón quejoso porque su hermana María no la ayudaba sino que ésta, sentado a los pies de Jesús estaba escuchando su palabra. Entonces, ¿cómo respondió Jesús ante la queja de Marta sobre la actitud de María? Miren Lucas 10:42, "Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada." A María le gustaba oír la palabra de Jesús tanto que se olvidó de ayudar a su hermana. Jesús vio el corazón de ella. Aunque el servicio al Señor es una parte importante de la obra de Dios, no debemos olvidarnos de a qué le damos la prioridad. ¿Qué es lo primero?: oír la palabra de Dios y obedecerla son primordiales en la vida cristiana. Este principio sigue siendo la voluntad de Dios desde el principio de la creación. El pecado entró por no guardar la palabra de Dios. El profeta Samuel le dijo a Saúl, quien había desobedecido la palabra de Dios, una de las palabras más citadas para enfatizar la importancia de oír la palabra de Dios: Miren 1 Samuel 15:22,23, "Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey". Sí, María era una mujer pensativa y permanecía en la gracia de la palabra de Jesús. Ahora volvamos al texto de hoy. Cuando Jesús vino a Betania ante la muerte de su hermano Lázaro, se quedó en su casa, mientras que Marta salió corriendo a recibirlo. Y recién cuando Marta le dijo de que el Señor la llamaba, salió a recibirlo. Y entonces al igual que Marta, mostró su corazón desanimado. Miren Juan 11:32, "María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano." Pero luego, cuando Jesús resucitó a su hermano Lázaro, se arrepintió de su incredulidad y se sumergió en la gracia del Señor. No hay palabras para describir su corazón agradecido, sino que lo mostró a través de los hechos hermosos. Miren lo que dice el versículo 3: "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume." Aquí, en la actitud de María encontramos dos cosas que no deben faltar en la adoración auténtica. (i). Ella dio lo mejor "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús (3a)". El nardo puro era un ungüento aromático importado de las montañas de la India. Por lo tanto, era muy costoso. El valor de la cantidad que usó María equivalía al salario de un año. Con esta descripción de la cantidad y lo valioso del perfume, Juan señala la devoción y el desbordante amor que sentía María hacia Jesús. Lo dio con gran generosidad, y a pesar de las críticas que recibió lo dio con todo amor. Este hecho de María es la máxima expresión de amor a Jesús que podemos encontrar durante su vida terrenal. Podríamos quizás imaginarnos que, ella escuchando la palabra de Jesús a sus pies entendió la obra redentora de Jesús, y así sintió lo que estaba por venir, la inminente muerte expiatoria de su Señor. No es seguro, pero es probable. De todas maneras, Jesús interpretó aquel hecho de María, como la preparación al día de su sepultura, como dijo en el versículo 7b: “...para el día de mi sepultura ha guardado esto”. Los que comprendemos el amor de Cristo no podemos no amar a nuestro Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra fuerza. Nuestro agradecimiento al Señor se refleja por medio de un hecho concreto, así como lo hizo María, dando lo mejor, especialmente, preparando una ofrenda material. Porque esta es la palabra de Jesús: Miren Mateo 6:24, "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." Juan Wesley dijo: "Los que no se arrepintieron de su bolsillo o billete, no se arrepintieron de una manera auténtica." ¿Se acuerdan del cuento sobre un agricultor cristiano que tenía una vaca? Un día ella dio a luz a dos crías, así que le dijo a su esposa: "Si estas dos crías crecen bastante, una de ellas la ofrendaré a Dios." Entonces, un día él volvió del campo, y le informó a su esposa diciendo: "la cría que iba a ofrendar a Dios ha muerto." ¿Quizás, no será esta la actitud de la mayoría de los cristianos de hoy? Es fácil dejar a Dios en la última fila de nuestra vida material. Entre los cristianos, todavía hay algunos que no saben ofrendar a Dios. Les gusta recibir pero no saben dar. Podemos justificarnos a nosotros mismos diciendo: "No me alcanza para cubrir los gastos de la vida, así que no puedo ofrendar a Dios." ¿Qué le diría el Señor a ellos? Miren Marcos 12:42-44 que dice así, "Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas (dos monedas de cobre), o sea un cuadrante (de muy poco valor). Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento." El Señor no mira la cantidad sino la intención del corazón. Si hasta la pobre mujer pudo dar una ofrenda de tal manera, ¿quién de nosotros tendrá alguna excusa para no ofrendar a Dios aunque sea poquito. Los estudiantes que no trabajan, también pueden ofrendar algo, ahorrando los gastos innecesarios. Cuando uno es un estudiante, si bien hay casos en los que no es así, es probable recibir el apoyo económico de los padres. En mi caso fue así, y el pastor de la iglesia nos había enseñado a dar ofrenda a Dios. Así que había hermanos que hacían alguna changuita para ganar algo de dinero y así poder ofrendar a Dios, como por ejemplo, algunas iban a donar sangre al hospital (aunque acá es gratis la donación), otras se ahorraban un viaje en colectivo caminando, y así se las ingeniaban para poder ofrendar. Sabemos que si lo damos de corazón con agradecimiento, no importa el valor que sea, el Señor lo aceptará. Sinceramente, no me gusta tocar este tema sobre la ofrenda. O tal vez ni sea necesario mencionarlo, porque sé que muchos hermanos ofrendan voluntariamente con agradecimiento. Pero pensando en Dios, es mi deber como predicador enseñarles sobre este tema. A veces, es muy triste para Dios, ver a los hermanos que vienen al culto con las manos vacías, esta actitud es mas bien de espectadores y no de adoradores. Dios quiere que hagamos ofrendas, no porque le falte algo, sino porque es una manera de demostrar que todo proviene de Él. Dios nos ama y quiere bendecirnos en todo momento para que seamos verdaderos adoradores del Señor. Si de verdad uno ha experimentado la gracia salvadora de Jesús, eso se demuestra con agradecerle, ofreciendo lo mejor que tenemos. ¡Con qué actitud preparamos las ofrendas y las damos a Dios, es el parámetro de la cualidad de nuestra adoración! (ii). Ella lo dio con humildad "y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos (3b)" La manera en que aplicó el perfume también revela el hermoso espíritu de María. En vez de ungirle la cabeza, como se acostumbraba en aquella época, ella ungió los pies de Jesús. El ungir o lavar los pies de una persona era la tarea del esclavo más humilde. Con este acto, María estaba expresando su sentimiento más profundo de amor y devoción a Jesús humildemente. Este ejemplo de devoción, es el que debemos seguir todos los cristianos, porque esta es la actitud del verdadero culto al Señor. Es conocido aquel salmo de David, quien en su espíritu afligido por el pecado confesó así: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." (Sal 51:17) Ahora veamos dos reacciones contrastantes ante lo que hizo María: una es la de Judas Iscariote y la otra es la de nuestro Señor Jesucristo. Miren los versículos 4 a 6: "Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella." Judas usó una frase piadosa para ocultar lo que en verdad lo motivaba. Pero Jesús sabía lo que había en su corazón. La vida de Judas se había convertido en una mentira y el diablo había entrado en él (Jn 13:27). El corazón de Judas no andaba bien, y por eso sus labios pronunciaban palabras equivocadas. Judas quería aparentar algo que no era, se hacía el simpático con los pobres, pero en el fondo tenía otras intenciones, su corazón era avaro y habían otros motivos que lo dominaban y hacían protestar ante la acción de María. Como un auténtico hipócrita, se estaba vistiendo de ovejita cuando en realidad en el fondo era un lobo. El caso de Judas es un llamado de atención a esta debilidad del hombre. Y es probable que aun entre los grandes líderes y de mayor confianza, haya alguno que pueda caer en esta tentación de sustraer fondos destinados a extender el reino de Dios. Esto también es una verdad: dondequiera que hay un creyente que muestra amor para Cristo, también siempre está el que se queja y critica. Tengamos un tiempo para auto examinarnos: "¿Cómo anda mi corazón ante Dios?" ¿Especialmente mi vida material? Ahora escuchemos la palabra de Jesús. ¿Cómo consideró Jesús el hecho de María? Miren los versículos 7 y 8: "Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis." Jesús no demoró en salir a la defensa de María ante la crítica que Judas lanzó a ella y a él. Según Judas, ella era culpable por la “pérdida” y Jesús por permitirla. Pero para Jesús este fue un acto singular en una ocasión específica. Era una unción que anunciaba el entierro de Jesús y una declaración pública de fe en Él como el Mesías. Además de estas palabras de Jesús, Mateo y Marcos añaden una frase más del Señor, quien también dijo: "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella (Mt 26:13). "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella" (Mr 14:9). Y desde ese entonces hasta el día de hoy, sigue siendo predicado este hecho hermoso de María. ¡Qué bendita mujer es María! ¡Seamos esta María en nuestro tiempo! Conclusión: El culto verdadero a Dios incluye tres cosas: el servicio, el testimonio y la devoción. Marta es símbolo de servicio al Señor, Lázaro es símbolo del testimonio y María símbolo de devoción. Cada uno de nosotros tiene un alabastro de perfume puro que podemos verter a los pies de Jesús, un tesoro que hay en nuestro propio corazón. Aunque puede que hagamos muchas cosas para ayudar a los pobres y acciones sociales para con el prójimo, pero ¿qué estamos haciendo por Jesús? Nada puede reemplazar el amor a Jesús. El mundo puede considerarlo como pérdida, pero Jesús valora como tesoros los perfumes de alabanzas que suben ante su trono todo lo que hagamos por él. Oremos para que seamos verdaderos adoradores de nuestro Señor y Salvador.

lunes, 29 de agosto de 2016

Sermón 26- Jesús es la resurrección y la vida

Mensaje dominical 21 de Agosto 2016 JESÚS ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA Juan 11:17-27 (V.C. 11:25,26) 11:17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 11:18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 11:19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 11:20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 11:21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 11:22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 11:23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 11:24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 11:26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 11:27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. El título del mensaje de hoy es: "Jesús es la resurrección y la vida". Antes de hablar de este tema es necesario hablar sobre la muerte porque es imposible pensar solamente en la resurrección y la vida sin pensar primero en la muerte. Esta palabra "la muerte", la mayoría no quieren pensar ni tocarla aunque lo vivimos en nuestra experiencia diaria. Ella está muy cerca de nosotros. No sabemos cuándo nos tocará la muerte. Así que es muy necesario tratarla y tener una perspectiva correcta hacia la muerte. Además, en cuanto al tema de la resurrección, hoy en día hay mucha confusión y doctrinas equivocadas, así que es necesario tener una sana perspectiva y doctrina sobre la resurrección para poder vivir en la luz preparando nuestro desino eterno. Entonces, hoy a través de este mensaje veremos diferentes perspectivas y maneras de vivir según su creencia en cuanto a la muerte y la resurrección. En primera parte pensaremos en los que no creen en la resurrección (cuando habla la Biblia sobre la resurrección, es siempre en sentido de la resurrección del cuerpo no como aquellos griegos que creen en la inmortalidad del alma), en segunda parte pensaremos en los que creen en la resurrección teóricamente no sabiendo el poder de la resurrección, a través de la palabra y actitud de Marta ante la muerte de su hermano Lázaro. Por último pensaremos en Jesús, la resurrección y la vida, quien nos invita a creer en él y vivir la fe de resurrección experimentando su poder. ¡Pido que a través de la palabra de hoy el Espíritu Santo nos conduzca a la verdad de la palabra de Dios en cuanto a la resurrección y nos ayude a tener una fe auténtica de la resurrección a través de nuestra vida cristiana diaria! I. Los que no creen en la resurrección En la época de Jesús había una secta religiosa llamada saduceos. Una cosa muy interesante es que ellos se encargaban del oficio sacerdotal en el templo, pero su doctrina era algo raro. Negaban cualquier resurrección de los muertos. Negaban cualquier vida después de la muerte, sosteniendo que el alma perece con la muerte, por lo tanto creían que no había ningún castigo o recompensa después de la vida en la tierra. Negaban la existencia del mundo espiritual, por ejemplo, ángeles y demonios. Eran extremadamente auto-suficientes, al punto de negar la intervención de Dios en los asuntos de la vida diaria. Durante el ministerio público de Jesús, ellos por estar más preocupados por la política que por la religión, no se interesaron mucho en Jesús en contraste con los fariseos. Pero cuando se dieron cuenta de que su poder y prosperidad se perderían por la rebelión del pueblo contra Roma por causa de Jesús, se volvieron temerosos y furiosos contra Jesús y quisieron matarlo. En la última parte de Juan 11 vemos que ellos y los fariseos se juntan a fin de matar a Jesús. Ellos parecían religiosos, pero en realidad eran incrédulos. Hoy en día podríamos llamarlos cristianos nominales y superficiales cuyo escala de valores es puramente seculares. Así que ésta no es solamente una historia pasada sino la presente. He escuchado de un profesor de teología sobre la tendencia del cristianismo en Alemania donde prevalece liberalismo teológico. Dice que entre los pastores no son muchos que creen en la resurrección y hay pastores que aun niegan la existencia de Dios. El cargo de pastor es uno de los trabajos nada más. Dijo que los estudiantes inteligentes ingresan en seminario teológico porque después de graduarse pueden obtener un trabajo seguro gracias al apoyo económico del gobierno. Para el honor y prosperidad muchos eligen el cargo de pastor como aquellos saduceos. Es como que pastores ciegos guían a las ovejas ciegas. Imaginen: ¿A dónde las guiarían? ¿Cómo sería el estado de nuestra nación? Hay muchos sacerdotes católicos y pastores evangélicos. Según una estadística, el 90 % de los argentinos son cristianos entre los cuales 9 % son evangélicos que creen en Dios. Pero una pregunta es: ¿De veras creerían en la resurrección del cuerpo viviendo por la fe? De hecho, la mayoría de gente no tiene tiempo de pensar seriamente en su vida, su identidad, su muerte y su destino. Piensan que estas cosas son temas de los pensadores y filósofos, no de ellos. Si uno tiene esta perspectiva de los saduceos sobre la vida, ¿qué clase de vida llevaría como resultado? Vivirían como si esta vida terrenal fuera todo. Pondrían toda su esperanza en las cosas terrenales como aquellos saduceos. Aprovecharían el máximo posible la vida terrenal para disfrutarla. Aparte de los saduceos había otra secta llamada gnósticos que penetraban en las iglesias primitivas. Esta secta se originó por la filosofía griega. Según su filosofía, el cuerpo es considerado una cárcel para el alma, y la muerte significa una liberación. Esta perspectiva entró en las iglesias por medio de los gnósticos que negaban la encarnación de Jesucristo porque según su doctrina el material es malo, así que Jesús siendo Dios no podría tener cuerpo. La doctrina gnóstica era muy peligrosa porque corrompía la sana doctrina cristiana y la vida de dominio propio que es un carácter cristiano. Por eso Jesús resucitado advirtió a la iglesia de Pérgamo. Miren Apocalipsis 2:15 y 16, Jesucristo les advierte a los cristianos diciendo: "Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca". Si una persona acepta que el cuerpo es malo llegaría a la conclusión de que el cuerpo debe ser despreciado y tratado de cualquier modo. Esto conduciría a la vida desenfrenada e inmoral o al extremo opuesto que es ascetismo. ¿No vemos esta tendencia en las iglesias contemporáneas? Es fácil caer en falsas doctrinas o parciales en que falta la ética cristiana concentrándose en las emociones. Hoy en día se suelen escuchar los escándalos que suceden en las iglesias. A menudo escuchamos las noticias sobre la inmoralidad de los sacerdotes, pastores y cantantes cristianos. Sí, la tentación está muy cerca de todos nosotros. ¡Cuán trágico sería el resultado de la perspectiva equivocada de la vida y su vivencia! Por lo tanto es necesario que estemos despiertos espiritualmente para no sumergirnos en esta ola tan fuerte de la mundanalidad. Para evitar estas cosas se requiere el discipulado para los creyentes con la sana enseñanza bíblica y la práctica. En este sentido es muy peligroso dar cargo a los que tienen talentos, pero les faltan la disciplina. Esta es la exhortación del apóstol Pablo en cuanto uno de los requisitos de ser líderes espirituales: "no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo (1 Ti 3:6)". Para los pastores a fin de juntar más miembros, es fácil aprovecharse de los talentos de sus miembros así impidiendo el crecimiento espiritual de los creyentes. Hay necesidad del discipulado antes de asumir algún cargo. Nuestra fe cristiana debe tener un fundamento seguro sobre la palabra de Dios, especialmente sobre la doctrina de resurrección. II. Los que creen en la resurrección teóricamente (17-24) Hasta ahora hemos pensado en la gente (saduceos y gnósticos) cuya vida está apartada de la sana doctrina cristiana especialmente en cuestión de la muerte y la resurrección. Ahora pensaremos específicamente en la vida cristiana. Los cristianos creen en la resurrección de Jesús y la resurrección de los creyentes porque la Biblia lo testifica claramente. Pero hoy a través de la palabra y actitud de Marta, podremos descubrir algo insuficiente de su fe de resurrección. La fe de Marta la tenía también los fariseos, o sea creyeron en la resurrección del cuerpo en el día postrero. Ahora Marta se encuentra en una situación adversa porque su hermano había fallecido, además halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Jesús llegó demasiado tarde. Aunque la distancia desde donde Jesús estaba hasta Betania donde vivía la familia de Lázaro era un día de camino, Jesús al recibir la noticia de la enfermedad de Lázaro a propósito se quedó dos días más y luego partió hacia Betania. Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Aquí otra vez vemos el contraste entre el carácter de Marta y María. ¿Qué dijo Marta cuando llegó a Jesús? Miren el versículo 21y 22: "Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará". En sus palabras se notan tanto la queja como la expectativa. La queja: porque Jesús no estaba en Betania cuando Lázaro estaba enfermo. Además Jesús llegó más tarde de lo que ella imaginaba. Aun en medio de su queja y resentido, a la vez muestra su fe en Jesús al decir: "sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará". Sí, su hermano ya murió, sin embargo no pierde su fe en Jesús quien haría algo. Muy probablemente en esa situación una palabra de Jesús a cargo del mensajero le sonaría en su corazón que decía: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella" (Jn 11:4). Pero esto no significa que Jesús resucitaría a Lázaro inmediatamente. Su fe era abstracta. Más que nada cuando Jesús le dijo que su hermano resucitaría, ella la interpretó a su manera diciendo: "Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero" (24). Sí, la fe de Marta era sana y correcta. La Biblia la enseña con claridad. En el Antiguo Testamento también la testifica a través de las palabras de los profetas y la de David. El apóstol Pedro ante los judíos que se reunieron en el día de pentecostés en su mensaje testificó la resurrección de Cristo en base a los salmos de David. Miren Hechos 2:27, "Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción" (Hch 2:27). Pero la fe de Marta todavía se queda en la doctrina nada más. Quizá esta fe de Marta es la fe de la mayoría de los cristianos de hoy. Todos nosotros creemos en la resurrección de nuestro cuerpo al día final cuando Jesús venga otra vez porque esta es la promesa de la palabra de Jesús especialmente en este libro de San Juan. Ya Jesús lo dijo antes en el capitulo 6:39 donde dice: "Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero". En la vida cristiana la fe salvadora es esta: Miren Romanos 10:9 y 10, "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación." Así que no hay que dudar nuestra salvación si de veras creemos así. Además de esta palabras 1 Corintios 15:51 y 52 nos hace contemplar a aquel día glorioso cuando venga Cristo al decir así: "He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados". A pesar de todo esto, la fe de Marta todavía no era suficiente porque se quedaba en la doctrina. En su vida real esa fe no resulta en un cambio radical. Su fe parece altibajo. Los ojos de Marta no estaban siempre fijos en Jesús. Cuando pone sus ojos en Jesús, se anima y se fortalece. A veces se dirigían hacia el cadáver. Cuando esto sucedía, se oscurecía su visión espiritual y se vuelve desanimada y escéptica. Pienso que es un proceso por el cual cualquier cristiano debe pasar. La fe es creciente. Nadie podrá tener una fe suficiente que le agrada a Dios con excepción de algunas personas como aquel centurión que creyó en la palabra poderosa de Jesús para sanar a su hijo enfermo (Mt 8:5-13), o en caso de aquel oficial del rey cuyo hijo también estaba enfermo (Jn 4:46-54). Por eso Jesús le da una lección muy importante a Marta. La veremos en la parte siguiente. III. Jesús es la resurrección y la vida (25-27) Ahora leamos todos a una voz el versículo 25: "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá". Estos son una de las más maravillosas de las palabras de Jesús. Es uno de "Yo soy" entre los siete "Yo soy" en el evangelio de San Juan (Yo soy el Pan de vida; Yo soy la luz del mundo; Yo soy la puerta de las ovejas; Yo soy el Buen Pastor; Yo soy la resurrección y la vida; Yo soy el camino, la verdad y la vida; Yo soy la vida verdadera). Jesús aquí declara que Él es el Dador de la vida. En él "hay vida original, que no proviene ni deriva de otra". El que lo recibe, recibe la vida. Miren 1 Juan 5:11 y 12, "Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida". Miren ese verbo presente "soy" que quiere decir que Jesús tiene poder para efectuar la resurrección ahora mismo. Así Jesús corrige y profundiza la fe de Marta refiriéndose a su triunfo sobre la muerte. Por eso declara diciendo: "El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá". Esta es una promesa para todos los creyentes, y la resurrección de Lázaro será una prueba de esta afirmación solemne. El creyente ya tiene la vida eterna, no morirá eternamente; aunque tiene que morir físicamente, no será separado de Dios, quien es la fuente de la vida. Sí, esta es la promesa del Señor. De hecho, incluso la muerte física no puede apagar la vida real del creyente; por el contrario, esa muerte es ganancia, porque lo conduce al gozo pleno de la vida. Esta es el testimonio del apóstol Pablo. Miren Filipenses 1:21 a 24, "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros". Leamos una vez más el versículo 25, " Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá". En esta frase, una cosa notable es el orden de los verbos, o sea, "creer" es seguido por "vivir". Se refiere a la vida del cielo. Es cierto, desde luego, que incluso en la tierra el creyente experimenta de antemano esta vida celestial. Recordamos aquella palabra de Jesús en Juan 5:24, "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida". Los que creen en Jesús ya tienen la vida eterna y la tienen en abundancia, la vida plena y bendita de Dios, todos sus gloriosos atributos: conocimientos, sabiduría, poder, amor, santidad, los frutos del Espíritu Santo como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Gál 5:22,23), los cuales las cosas del mundo no pueden quitar. Porque Jesús vive, también nosotros viviremos. Si él está presente, están aseguradas la resurrección y la vida. Jesús, el príncipe de la vida es siempre el vencedor de la muerte. No sólo lo es en la resurrección en el último día; lo es siempre. Esta es exactamente la verdad que Marta no llegó a captar todavía, tal vez muchos de nosotros. Una vez Jesús les enseñó esta verdad a los saduceos que vinieron a él con una pregunta para negar la resurrección de los muertos. Miren Marcos 12:24 a 27, "Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis". Ahora leamos el versículo 26: "Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" Esta palabra de Jesús refuerza a la primera pero no se limita a repetirla. Esta frase se describe al creyente como a alguien que vive en la tierra, antes de la muerte cuando venga Cristo de nuevo. O sea, a ellos nunca les gustará la muerte eterna; nunca estará separado alma y cuerpo de la presencia del Dios de amor. Claramente aquí se hace referencia a la segunda muerte y no a la cesación de la vida que sobreviene a toda la humanidad al término de su peregrinación terrenal. "No morir eternamente" es la negación fuerte expresada en el texto griego. Por lo tanto todo aquel que cree en Cristo tiene una vida espiritual que la muerte no conquistará ni disminuirá de manera alguna. Cuando logramos comprender su poder y hasta qué punto es verdaderamente maravillosa el ofrecimiento que el Señor nos da, ¡cómo hemos de hacer otra cosa que no sea entregar nuestras vidas a Él! Para quienes creemos, qué maravillosa es la seguridad y la certeza que tenemos. Jesús dijo:"Porque yo vivo, vosotros también viviréis" (Jn 14:19). Jesús declarando esto, le hace una pregunta a Marta diciendo: "¿Crees esto?" Esta pregunta sería así: "¿Tiene significado para ti la fe en mi poder y en mi promesa?" Jesús exigió que Marta hiciera personalmente suyo lo que acababa de oír de los labios de él, la vida del creyente triunfa siempre sobre la muerte. “¿Crees esto?”, le dice Jesús a Marta. Ahora sigue una hermosa confesión de Marta. Leamos el versículo 27: "Le dijo: Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que viene al mundo". La confesión de Marta aquí es positiva, heroica y amplia. Es, en realidad, muy conmovedora, tanto más notable debido a que se ha hecho bajo circunstancias tan difíciles. Marta había oído a Jesús que hablaba de sí mismo como el Hijo de Dios. Ahora bien, si otros entendieron que esto significaba que se atribuía igualdad plena con el Padre (Jn 5:18; 10:30-33). Los judíos lo entendieron correctamente así, pero no creyeron más bien condenándolo como blasfemo. En cambio, María, sí creyó y confesó. Ella había oído las palabras de Jesús, y las había creído. Prestemos atención a esta palabra: “Yo he creído”. El pronombre "yo" debe probablemente considerarse en este caso como enfático. Marta responde en forma positiva, pero sin darse cuenta de la consecuencia inmediata en cuanto a Lázaro; no pensó que Jesús podía demostrar su poder en seguida. Pero sí, Marta seguía creyendo aun en su altibajo de la fe, y llegaría a ver la gloria de Dios como Jesús le prometió. Sabiendo la conclusión de toda esta historia, ella llegó a tener la fe de resurrección al ver a Lázaro su hermano que resucitó después de cuatro días de la muerte. No solamente ella, sino que María y los discípulos se fortalecieron en la fe auténtica siendo testigos oculares de la resurrección de Lázaro. En cambio había otro grupo hostil e incrédulo suyo corazón estaba tan endurecido, que este milagro les resultó en la pérdida y condenación eterna. Lo veremos en el mensaje próximo. Conclusión: Jesús es la resurrección y la vida. El que cree en él aunque esté muerto vivirá, y todo aquel que vive y cree en él no morirá eternamente. Esta palabra la dio Jesús a Marta quien estaba en una situación difícil y adversa. La fe de Marta creció gradualmente con la ayuda bondadosa de Jesús hasta llegar a tener una fe plena de resurrección. La fe de resurrección es más que la doctrina. Ella debe experimentarse en la vida real luchando en medio de la dificultad. El amor de Jesús es que crezcamos en su amor confiando en sus promesas poniendo nuestros ojos en Él en cualquier situación. Este es el amor de Dios. La gloria de Dios se manifiesta a través de aquellos que creen en Jesús, la resurrección y la vida. El Señor en este momento nos pregunta diciendo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" ¿Cómo le contestaremos? "Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que viene al mundo."

sábado, 9 de julio de 2016

Sermón 25-Jesús da vista al ciego

Mensaje dominical 10 de Julio 2016 JESÚS DA VISTA AL CIEGO Juan 9:1-7 (V.C. 7) 9:1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 9:4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. En estos días en el mundo están sucediendo muchos acontecimientos trágicos y miserables como atentados, guerras y calamidades naturales, por los cuales mucha gente pierde sus bienes y aun sus vidas. El mundo está cambiando rápidamente. La situación del mundo va de mal en peor. Cada vez la vida se hace más difícil. Todo esto al resumir en una palabra, sería el "sufrimiento". Alguien dijo que el mundo es un mar de sufrimiento. Hay muchas preguntas sobre el sufrimiento del hombre, que no son fáciles de contestar. ¿Por qué hay sufrimiento? ¿Dónde se originó? ¿Por qué uno sufre más que otro? ¿Qué actitud o perspectiva hay que tener ante el sufrimiento? En este momento tendremos un tiempo para pensar en estos temas a través de la pregunta de los discípulos y la respuesta de Jesús ante un ciego de nacimiento. Luego pondremos nuestra mirada en Jesús, quien, siendo la luz del mundo, da vista al ciego con preciosas enseñanzas tanto para los discípulos como para el ciego. A través de la palabra de hoy seguro que el Señor quiere corregir nuestra vista equivocada hacia el sufrimiento. Entonces en la primera parte del mensaje veremos la perspectiva equivocada de los discípulos hacia el sufrimiento, la cual quizá será nuestra perspectiva; en segunda parte pensaremos en la perspectiva correcta de Jesús hacia el sufrimiento, perspectiva que todo creyente debería tener. Y por último podremos nuestra mirada en cómo Jesús le da vista al ciego de nacimiento en donde el Señor se revela como la luz del mundo. Pido que a través de la palabra de hoy tengamos la vista sana ante cualquier sufrimiento, y seamos obreros en la viña del Señor aprovechando bien el tiempo. I. La perspectiva de los discípulos (1,2) En el mundo caído vemos muchas desdichas. Especialmente hay gente que sufre la desgracia indecible. Un ejemplo es el ciego. La palabra de hoy comienza con esta frase: " Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento" (1). Un hombre ciego de nacimiento. Imaginemos su vida. Él nunca vio el mundo, ni siquiera a sus padres. Para él el mundo era la oscuridad misma. ¡Cuán inconveniente e incómoda sería su vida! Yo lo experimenté un poco viviendo con mi abuela que era ciega. En su juventud fue miope y al envejecer perdió totalmente su vista. No podía salir de la casa sin ayuda de alguien, así que muchas de sus amigas del pueblo venían a mi casa para pasar tiempo con ella, casi todos los días. Ella padecía mucho sufrimiento. Pero la condición de este ciego de nacimiento era peor que la de mi abuela. Habría pasado su niñez bajo el cuidado de sus padres. Al crecer, él mismo debería buscar cómo poder sobrevivir. Quizá, sus padres habrían fallecido. O para su familia, cuidarlo habría sido una carga pesada, así que no habría otra manera de sobrevivir que mendigar. Un día alguien lo habrían llevado a la puerta del templo porque allí pasaba mucha gente piadosa que le daría monedas. Seguro que él no tendría mucha esperanza de vida. Entonces, los discípulos que lo vieron sintieron mucha lástima de él y le hicieron una pregunta seria a su Maestro, diciendo: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" ¿Cómo les suena esta palabra? Me suena bastante cruel. ¿A quién le están echando la culpa? Quizá esta perspectiva de los discípulos sería la de todos los judíos de aquella época. Los judíos pensaban que el sufrimiento era consecuencia del pecado: Uno sufre porque ha pecado. La cuestión era esta: ¿quién pecó? ¿Uno mismo o sus padres? En algún sentido la pregunta tiene base bíblica. Según Génesis 3, el pecado entró en el mundo cuando Adán y Eva violaron la ley de Dios por lo cual vino la muerte junto con toda clase de miseria. Pero el problema es que no hay una respuesta clara sobre la siguiente pregunta: "Si todos son pecadores, deben padecer mismo nivel del sufrimiento, pero ¿por qué unos padecen más que otros? ¿Es porque pecaron más que otros? Pero esta respuesta es difícil de aplicar al caso de este ciego de nacimiento. Él ya desde nacimiento era ciego. ¿Entonces él pecó ya aun estando en el vientre de su madre? Para justificarlo, ellos trataron de buscar la respuesta en la Biblia. Encontraron una evidencia que era el caso de Esaú y Jacob quienes se pelearon aun en el vientre de su madre Rebeca (Gn 25:22). La confesión de David también sería una evidencia: Él después de cometer el adulterio al confesar sus pecados, dijo: "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Sal 51:5). Entonces, este ciego de nacimiento se consideraría a sí mismo como un gran pecador y se condenaría a sí mismo siendo esclavo del fatalismo llevando una vida triste y fatal. Su estado espiritual sería más miserable que la corporal. En este sentido podemos entender la palabra de Jesús ante un paralítico cuyos amigos lo trajeron ante él. Jesús le dijo: "Hijo tus pecados te son perdonados" (Mr 2:5). Otro concepto que tenían los judíos hacia el sufrimiento era que uno sufre por causa de los pecados de sus antepasados. Esta opinión tiene bastante prueba bíblica. Si la buscamos en detalle, nos faltaría tiempo, así que solo voy a mencionar primero la palabra de Dios y luego algunas evidencias acontecidas en la vida personal. La palabra de Dios dice así: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen" (Ex 20:4,5). Cuando Coré pecó, toda su familia fue tragada en el abismo de la tierra (Nm 16:32). Cuando Jeroboam, primer rey de Israel Norte pecó contra Dios haciendo becerros de oro, toda su generación fue maldecida (1R 14:10). ¿Acaso la historia de Israel no testifica esto? Por el pecado del rey Manasés, sus descendientes fueron llevados al cautiverio a Babilonia (Je 15:4). Sí, Dios tiene toda la razón al juzgar a los pecadores. Todos merecemos el castigo de Dios porque somos pecadores junto con ese ciego de nacimiento. Pero hay que saber esto: El juicio está en las manos de Dios, no en nosotros. No tenemos derecho de juzgar a nadie. Ni siquiera nuestro Señor Jesucristo quien tiene toda razón para juzgar a los pecadores no juzga a nadie (Jn 8:15). Entonces, miren a los discípulos. ¿qué estaban haciendo? Estaban juzgando al ciego de nacimiento, aunque aparentemente estarían mostrando una actitud compasiva, en realidad, en lo profundo de sus corazones estaban juzgándolo teniendo un sentimiento de superioridad, dando gracias a Dios por no nacer como ciegos. Esta es una tendencia malvada del hombre pecaminoso. Esto se ve con claridad en el libro de Job. Cuando Job padecía sufrimiento, sus tres amigos vinieron a consolarlo. Pero de hecho ellos lo estaban condenando con palabras crueles. Elifaz le dijo: Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan" (Job 4:7,8). Bildad le dijo: "Si tus hijos pecaron contra él, El los echó en el lugar de su pecado (Job 8:4). Sobal le dijo: "Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more en tu casa la injusticia, Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte, y nada temerás; " (Job 11:14,15). Sus consejos no le ayudaron nada a Job sino que le hirieron el corazón más todavía. Hubiera sido mucho mejor estar callados compartiendo su dolor de corazón. Miren, ¿cómo les respondió Job? "¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado" (Job 19:21). De hecho es muy desagradable y cruel tener una actitud de juez ante la desdicha de alguien. Sin embargo, es fácil comportarnos así. Antes de considerar las cosas con un corazón prudente, delicado y compasivo, no hay que profesar ninguna palabra que pueda condenar al que sufre. Entonces ahora veamos cómo les contesta Jesús. II. La perspectiva de Jesús (3-5) Entonces, ahora pensaremos en la perspectiva del Señor hacia el ciego de nacimiento. Aquí el Señor nos da lecciones preciosas corrigiendo nuestros pensamientos y actitudes equivocados hacia el sufrimiento. Leamos juntos el versículo 3: "Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Al decir así, Jesús no está negando que hay ocasiones en que la enfermedad está vinculada a algún pecado, sino que Él quiere que sus discípulos pongan más atención en la forma en que podemos ser misericordiosos con otros. Es por esta razón, nunca debemos emitir un juicio apresurado acerca de una enfermedad u otras situaciones adversas, relacionándolas con algún pecado escondido o manifiesto; actuemos con sabiduría y misericordia tal como lo hizo Jesús. Aquí el pensamiento de Jesús arroja una luz fuerte y esperanzadora ante la desdicha del hombre. De veras en él no hay oscuridad. Su palabra está diciendo que cualquier condición adversa del hombre no es determinante para vivir infelizmente. Dios tiene buena voluntad en ella. Al permitir que este ciego naciera así, ya de ante mano Dios quiso manifestar su gloria. Los problemas son una oportunidad donde las obras de Dios se revelan. Donde no hay problema allí tampoco habrá obra de Dios. Esta realidad parece paradójica, pero es una verdad. Si en la iglesia de Corinto no hubiera tantos problemas, habríamos perdido muchos tesoros espirituales porque no tendremos la carta del apóstol Pablo a los corintios. Aun en el mundo gentil, los sabios se dieron cuenta de esta verdad. Los sabios chinos inventaron una letra muy significativa sobre la palabra crisis cuya letra china es combinación de dos letras, es decir, peligro y oportunidad que quiere decir que el sufrimiento es la oportunidad (Ver una imagen). Nuestro Señor lo enseñó muy claramente y además lo vivió. Hablando de la condición humana, no habrá otra persona sino nuestro Señor Jesús quien se encontró en la situación más adversa de la tierra. (Desde su nacimiento hasta su muerte). Aun así, ¿Acaso en la vida del Señor (tanto en su palabras como en sus hechos) vemos alguna oscuridad? No, nada. Se dice que la palabra de una persona es la expresión de su ser, o sea, la palabra es su personalidad. Sobre esto el proverbio 23:7a dice, "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él". Una vez el Señor mismo habló a los fariseos sobre este tema diciendo: "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre" (Mr 7:21-23). La palabra de una persona es una semilla que se siembra en la tierra y se cosecha a su tiempo. Pero entre las cosas difíciles, una cosa más difícil es hablar bien. ¡Qué fácil es pensar negativamente y hablar cosas desalentadoras! Esto por mi propia carne estoy experimentado cada día. Veo que todavía en mi interior hay mucha oscuridad. El Señor sigue enseñándoles a sus discípulos en los siguientes versículos, leamos el 4 y 5: "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo". No habrá otra persona sino Jesús que vivió en plenitud aprovechando todo el tiempo. El Señor dice: "Me es necesario hacer las obras del que me envió". O sea tenía una actitud absoluta hacia las obras de Dios. No era relativa ni optativa, sino que sí o sí le era necesario hacer. Se puede decir que el hombre dichoso es quien encuentra su misión, por la cual entrega totalmente su vida. Para él el tiempo sería más precioso que el oro. El Señor vivió esto. Jesús consideró su vida terrenal como el día, también sabía que vendrá la noche en que nadie puede trabajar. Esto quiere decir que hay que hacer las obras de Dios con diligencia porque muy pronto se acaba la oportunidad del día y llega la noche pronto cuando ya no será posible trabajar. Esta perspectiva de Jesús nos da una lección muy importante. Como todos saben, la vida terrenal no es duradera. El tiempo corre muy rápido. Ustedes los jóvenes podrían pensar que todavía hay mucho tiempo para disfrutar haciendo muchas cosas. Pero ¿qué aconseja el rey Salomón a los jóvenes? "Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad. Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento" (Ec 11:9 - 12:1). Cuando era niño me parecía que el tiempo corría demasiado lento. Especialmente al esperar la fiesta de año nuevo, calculaba cada día para que llegara esa fiesta lo más pronto posible porque en esa fiesta podía comer comidas ricas y vestirme de nueva ropa. Pero a medida que crecía, me parecía que el tiempo corría más rápido. Alguien comparó la vida del hombre a la velocidad del auto, es decir, la adolescencia tiene velocidad de unos10 km por hora, los jóvenes que tienen unos 20 años de edad, están corriendo a la velocidad de 20 km por hora. Al medirla de tal manera mi vida va corriendo con la velocidad de unos 60 km por hora. No imaginé que yo ya tengo más de sesenta años de edad. En Argentina llegamos en 1984, ya han pasado más de 32 años. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Ya soy un verdadero abuelo, con una nieta de parte de mi hija y un nieto de parte de mi hijo. Seguro que ya no hay mucho tiempo para dejar este mundo. Viendo el fallecimiento de mis hermanos en Cristo, me doy cuenta de que a mí también me vendrá ese momento. En cualquier momento el Señor me llamaría, así que debo estar preparado. Entonces, ¿qué debo hacer mientras vivo en esta tierra? Como el Señor vivió aprovechando bien el tiempo, debo hacer las obras de Dios con todo mi corazón porque debo rendir cuentas ante el Señor lo que he hecho mientras estoy en esta tierra. Debo vivir delante de Dios. En cualquier situación puedo trabajar en la viña del Señor haciendo lo que le agrada. Estoy seguro de que no hay otra obra más gloriosa que hacer discípulos enseñando y predicando la palabra de Dios a los discípulos, sobre todo viviéndola en mi propia carne. Tanto el Señor como el apóstol Pablo, yo también podría confesar al terminar esta carrera de la fe diciendo: "Consumado es (Jn 20:30)" "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida"(2 Ti 4:7,8). Esto también debe ser la confesión de todos los discípulos de Jesús que están presentes aquí. III. La manifestación de las obras de Dios (6-7) Jesús es el Hijo de Dios. Así como el Padre tiene vida en sí mismo, Jesús también tiene vida en sí mismo. Su palabra es la palabra de vida. Lo dijo claramente en Juan 5:24 que dice así: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida". Entonces, él podría sanar al ciego de nacimiento con solo una palabra como aquel caso en que sanó al hijo de un noble con palabras solamente (Jn 4:50). Pero esta vez, el Señor le da vista de una manera diferente no porque no hubo otra manera sino porque tenía algún propósito y quiso darle una lección tanto a sus discípulos como al ciego. Más que nada, quiso revelar su identidad divina cumpliendo la profecía. Ahora leamos juntos los versículos 6 y 7: "Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo". Cuando el escritor Juan escoge sus palabras, lo hace con mucho cuidado, dándole un significado muy profundo escondido dentro de las frases. Primero veamos lo que el Señor hace: "escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego". ¿Qué significaría esto? Los antiguos creían que la saliva contenía virtudes curativas. Sin embargo, es difícil que Jesús haya usado la saliva por su supuesta propiedad curativa. En mi época de UBF en Corea, la mayoría de los pastores de esta denominación interpretó que la saliva y el polvo son los elementos básicos que se encuentran en cualquier persona y ambiente, así que lo usamos para el Señor, éste usándolo hará un milagro. Ahora pienso que tal interpretación es bastante pobre. Seguro que hay significados más profundos y preciosos. Leí un comentario que es muy interesante que arroja una luz: Cuando Jesús usó el polvo de la tierra para hacer lodo con su saliva, quiso demostrar su divinidad, o sea como el creador, así como en Génesis Jehová formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (Gn 2:7). También el Señor untó con lodo los ojos del ciego. Es un acto de amor. Jesús siendo el Hijo de Dios, se despojó a sí mismo y vivió entre nosotros. Sí, Jesús acababa de afirmar su deidad al decir: "Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo", y en este momento, tocó al ciego de una manera personal, es decir, de hombre a hombre. ¡Qué maravilloso es esto! "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Jn 1:14). Por otra parte, el hecho de Jesús podría provocar mal entendimiento del ciego si no confiaba en su amor porque hablando humanamente fue bastante chocante. Una pizca de tierra irrita el ojo; imagínese cómo debe haberse sentido cuando Jesús untó con el lodo sus ojos. Pero el lodo en los ojos le estimuló a ir a lavarse. Es lo mismo con la predicación de la Palabra: irrita a los pecadores haciéndolos que se sientan culpables, de modo que quieran hacer algo con respecto a sus pecados (Hch 2:37). Jesús le irritó no por despreciarlo ni para molestarlo sino para darle lo mejor, la sanidad. Al hacer así, habrá otra razón más, la cual sería para corregir el legalismo de los fariseos porque Jesús sabía que sus hechos violaba el día de reposo según la tradición judía. Trabajar con lodo y sanar al enfermo se consideraban trabajo y por lo tanto estaban prohibidos en el día de reposo, así que Jesús haya hecho el lodo a propósito a fin de enfatizar su enseñanza verdadera acerca del día de reposo. Es una acción valiente que arriesga su vida a fin de corregir y llamar al arrepentimiento a los regalistas. Ahora veamos la palabra que el Señor le dijo al ciego: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado)". Aquí la palabra "Enviado" es muy significativo. El Señor le envió al estanque que se llamaba Siloé cuyo significado es "Enviado". Aun el nombre del estanque daba testimonio de que Jesús era enviado del Padre. Jesús le estaba dándole a entender a este hombre, que El había sido enviado del Padre, y de la misma manera El estaba enviando a este hombre al estanque de Siloé. Lo importante en este milagro no era el método de curación. Esta palabra de Jesús nos hace pensar en aquella ocasión en que ocurrió en la época de Eliseo, un profeta del pueblo norte de Israel, quien le envió al Naamán capitán de Siria, el leproso, al río Jordán para que se bañara (2 R 5). El personaje de Eliseo es un prototipo del Mesías así testificando que Jesucristo, el Hijo de Dios da vista al ciego cumpliendo la profecía. Entonces, por último veamos la acción del ciego ante la palabra de Jesús: "Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo". Parece que el ciego no cuestionó el mandato, sino sencillamente obedeció sin ni siquiera una promesa de que recibiría la vista. Aun en medio de pensamientos humanos y dudas, sería muy probable que fuera la voz de autoridad o el toque suave y compasivo de los dedos de Jesús sobre sus ojos, o ambas cosas, lo que infundió en el ciego la confianza necesaria en un hombre desconocido como para obedecerle. El ciego aprobó su fe en Cristo al obedecer a su Palabra. Conclusión: Jesús dio vista al ciego de nacimiento. Los ciegos son quienes no pueden ver a Jesús quien es la verdad, el camino y la vida. Pero cuando Jesús, la luz del mundo toca nuestros corazones, vemos la luz y andamos en la luz. Los que andan en la luz del Señor tienen la perspectiva de Cristo y viven como Cristo trabajando en la viña del Señor aprovechando el tiempo cuando el día dura, sabiendo que la noche vendrá pronto.

Sermón 24- Jesús llama a los doce discípulos

Mensaje Dominical 6 de Marzo 2016 JESÚS LLAMA A DOCE DISCÍPULOS Marcos 3:13-19a (V.C. 13,14) 3:13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 3:14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 3:15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: 3:16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; 3:17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; 3:18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, 3:19 y Judas Iscariote, el que le entregó. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Hoy nosotros, la familia de Cristo, estamos juntos en armonía para alabar y adorar a nuestro Padre celestial quien envió a su Hijo Unigénito Jesucristo para salvarnos del pecado. Nuestro Señor Jesucristo hizo grandes obras salvadoras mientras estaba en la tierra, entre las cuales, las más grande e importante sería llamar a los discípulos y hacerlos como un modelo de la familia espiritual, el cual se puede llamar un grupo celular porque tiene vida de Cristo y se multiplica. Para Jesús, el mundo era como un campo de mieses listo para la cosecha. Dondequiera que iba Jesús lo seguía una gran multitud como ovejas sin pastor, a quienes atendía enseñándoles muchas cosas a fin de conducirlos al reino de Dios sanando sus enfermedades y echando a los demonios. Cuanto más avanzaba su obra, más se dedicaba a disciplinar a sus discípulos, porque sabía que ellos se encargarían de su obra después de su partida de la tierra. La obra salvadora debía continuar a través de los discípulos hasta el fin del mundo. Sí, el futuro de la obra de Jesús dependía de hacer discípulos o no. Por lo tanto, aun en medio de muchos quehaceres, le dedicó más tiempo a la disciplina de sus discípulos. Hoy a través de este mensaje, en la primera parte, nos enfocaremos en la norma de su llamamiento a los discípulos en la cual pensaremos en la soberanía divina y la reacción de parte de los hombres; en la segunda parte, nos concentraremos en los dos propósitos de su llamamiento, el uno es para que estén con él, el otro es para enviarlos a predicar. Pido que a través de la palabra de hoy el Espíritu Santo nos ayude a comprender cuán importante es hacer discípulos en nuestros tiempos y hacer algo concreto para el avance del reino de Dios en esta tierra. I. ¿A quiénes Jesús llama? (13, 16-19) El ambiente en el cual el Señor trabajaba era hostil y áspero. Los líderes religiosos, los fariseos y los escribas, no eran dignos de llamarse buenos pastores porque se aprovechaban de los débiles para acusar a Jesús interesándose solamente en mantener su poder religioso sobre el pueblo. Un día de reposo entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces le dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla. Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle (1-6). Bajo estos falsos pastores la multitud sufría como ovejas sin pastor. Miren estas palabras siguientes: "Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él (7,8). Todo esto demuestra el estado espiritual de aquella época, al resumir en una frase, se puede decir así: "Muchas ovejas sufridas sin pastores." Ahora les hago una pregunta: ¿qué harían ustedes en tal situación? ¿Les importaría con tal de que sus cosas anden bien? ¿O estarían desanimados por no encontrar soluciones? Entonces, ¿qué hizo Jesús en tal situación? (i). Llamó a sí a los que él quiso (13a, 16-19a) Ahora vamos a leer el versículo 13a: "Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso." Jesús subió al monte. ¿Para qué? La respuesta la encontramos en Lucas 6:12 que dice así: "En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios." Seguro que el Señor estaba buscando la voluntad del Padre y su guía para empezar una nueva obra de esperanza. Aquí encontramos cómo trabaja el Señor en una época oscura, estableciendo líderes espirituales conforme a la voluntad de Dios. La dirección que el Señor tomó nos da inspiración a nosotros que estamos viviendo en una época de caos espiritual. ¡La idea entonces, es llamar a los discípulos y disciplinarlos hasta ser buenos obreros en la viña del Señor! Lo que estamos haciendo en nuestra iglesia es hacer discípulos. Comenzando el año 2016, tomamos la dirección de nuestra iglesia en base al libro de los Hechos 19:9 a 21. "Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús (Hch 19:9,10)."Aunque la obra de hacer discípulos parece lenta e ineficaz, es la que el Señor tomó y el apóstol Pablo también. Sí, lo que debemos hacer es hacer discípulos. En este año nos dedicaremos a eso. Entonces una gran pregunta es: ¿qué condición y requisito hay para ser discípulos de Jesús? Algunos pensarían que para ser discípulo de Jesús por lo menos deben tener una educación escolar como graduarse de la universidad o de un seminario. Entonces ¿a quiénes llamó Jesús? "llamó a sí a los que él quiso." Los discípulos fueron llamados porque él los quiso. Es decir, el llamamiento depende de la soberanía del Señor. Depende de la gracia unilateral del Señor. Esto implica que Jesús es responsable por ellos. Saber esto constituye un verdadero consuelo. Dios nos ha salvado, ha comenzado en nosotros una obra buena, y va a permanecer unido a nosotros, y ha de cuidarnos. Una vez el Señor les dijo a sus discípulos: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé (Jn 15:16)." Los que piensan que son llamados por Dios porque tienen algo especial o hicieron buenas obras todavía no entienden el llamamiento de Dios o quizá todavía no son llamados, porque el llamamiento es de Dios y se basa en su gracia unilateral. Por eso los que entienden el carácter de su llamamiento no pueden enorgullecerse sino que siempre llevarían una vida agradecida delante de Dios. Ahora, veamos en detalle, la lista de los nombres de los discípulos de Jesús en los versículos 16 a 19a: "a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó." Hay varias clases de personas según su trasfondo familiar, su carácter, su trabajo, su pueblo natal etc. La mayoría de ellos provienen de la región de Galilea. Simón Pedro, Andrés, Juan y Jacobo eran pescadores. El carácter de Pedro era impulsivo. Andrés tenía don de traer gente ante Jesús. Juan y Jacobo como su sobrenombre "Boanerges" cuyo significado es: "hijos del trueno," tenían un carácter iracundo. Lo vemos cuando ellos pasaban por Samaria cuyos habitantes no lo recibieron, pidieron al Señor diciendo: "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?(Lc 9:54)" Mateo era cobrador de impuesto. Bartolomé (Natanael) era pensador. Tomás era escéptico. Judas Iscariote era traidor. ¿Qué nos enseña esto? Ellos eran defectuosos y débiles. Nadie merecía ser discípulo de Jesús según el criterio humano. Aun así, lo importante es que el Señor los llamó con esperanza. Un buen ejemplo es el caso de Simón a quien le puso el sobrenombre Pedro cuyo significado es roca. El Señor puso su esperanza en él para hacerlo como la roca sobre la cual poner su iglesia. ¡Cuán grandioso y misericordioso es nuestro Señor que llama a los pecadores débiles y defectuosos y los moldea hasta ser sus obreros fructíferos. En este sentido estoy muy agradecido por Dios quien está haciendo su obra de misericordia entre nosotros, llamando y estableciendo a sus discípulos. La reforma de los grupos celulares y establecer a los líderes son la esperanza de Dios. Aunque tenemos muchos defectos y debilidades, creemos que Dios quien nos llamó completará su obra disciplinándonos y renovándonos con su palabra y con la obra del Espíritu Santo para que podamos llevar la misión mundial para su gloria. . (ii). A los que vienen a él (13b) Aunque el llamado a ser discípulo es soberanía de Dios, una cosa que no nos olvidaremos es ésta: Miren el versículo 13b que dice así: "y vinieron a él." Ellos vinieron a Jesús, o sea, tomaron una decisión de fe para venir a Jesús. Aunque en la palabra de hoy no menciona concretamente, los primeros cuatro discípulos dejaron sus barcos y lo siguieron. Mateo dejó su trabajo de cobrador de impuesto para seguir a Jesús. Sí, ellos estaban dispuestos a seguir a Jesús dejando su vida antigua. Sin sacrificio no se puede ser discípulo de Jesús. Sí, esto es el requisito de ser discípulo. Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mr 8:34)" La obediencia debe ser concreta. Hay que dejar las malas vidas antiguas, costumbres malas, escala de valores secular etc. Reflexionemos en la vida de nuestro Señor Jesucristo primero. ¿Alguna vez Jesús fue hallado en el teatro? ¿Piensan ustedes que Jesús fue visto en alguna de las diversiones de la corte herodiana? No. Él era santo, inocente, sin mancha, apartado del pecado. Aunque él comía con los pecadores, estaba entre ellos curando sus males como un médico. Pero siempre hubo un abismo entre los hombres del mundo y el Salvador, el cual él nunca intentó cruzar. Por lo tanto la primera lección que los discípulos tienen que aprender es la siguiente: "Seguir a Jesús en el estado de separación." Como dice el dicho: “Debemos amar a los pecadores y no al pecado”. A menos que tomemos la cruz y protestemos contra el pecado de este mundo impío, no podemos esperar que el Dios santo nos santifique. Siendo discípulos de Jesús desde lo concreto y pequeño es necesario cambiar. Es necesario empezar el día con el Señor con la oración y la meditación en la palabra de Dios. Hay que arreglar el orden de la vida poniendo la prioridad en las cosas de Dios. Es necesario llevar la vida de santidad en todas las áreas de nuestra vida. "Llevar frutos dignos de arrepentimiento es lo que el Señor quiere. "Hacemos hoy, ante tu altar un compromiso de vivir en santidad. Hacemos hoy, ante tu altar un pacto de hombres que te quieren agradar. Con manos limpias, corazón puro, para ti. Cuidaré mis ojos; cuidaré mis manos; cuidaré mi corazón de todo lo malo, de todo lo malo. No te quiero fallar jamás." Aunque la frase "vinieron a él" recalca la responsabilidad del hombre ante el llamamiento del Señor, de hecho no habrá nadie que pueda venir a él sin la obra de Dios. Poder venir ante Jesús es la evidencia de que Dios ya ha trabajado en su corazón porque Jesús dijo así: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera (Jn 6:37)." Esto quiere decir que de parte de los hombres no hay nada de que enorgullecerse. El Señor es quien produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil 2:13). II. ¿Para qué Jesús los llama? (14,15) Cuando Jesús llamó a los discípulos, tuvo la esperanza de hacer de ellos, pescadores de hombres. Esta es la visión del Señor puesta sobre ellos. Pero al ser llamado, todavía eran como niños recién nacidos que necesitan crecer bajo el cuidado de sus padres. Tenían muchos defectos y debilidades, las cuales se veían claramente siguiendo a Jesús. Pero esta palabra es cierta: "Donde abunda el pecado del hombre, allí sobreabunda la gracia de Dios." Ellos necesitaban crecer y madurarse permaneciendo en la gracia del Señor. Por eso Jesús al llamarlos, tenía dos propósitos claros, es decir, uno es para que ellos estén con él, el otro es para enviarlos a predicar. (i). Para que estén con él (14a) Hoy en día se dice que hay muchos docentes o profesores, pero no hay maestros. La escuela de hoy es donde los profesores transmiten el conocimiento intelectual a sus alumnos, estos reciben su enseñanza. A esta relación no le da tanta importancia la vida personal del profesor. Pero la relación entre el maestro y los discípulos es diferente. Los discípulos conocen a su maestro por medio de la convivencia imitando la vida ejemplar de su maestro. De hecho, no es fácil vivir la vida digna de la enseñanza. Este era el problema de los fariseos. Mucho conocimiento sin ponerlo en práctica nos hace hipócritas. Esto puede suceder: En la iglesia se puede comportar como un ángel, pero en la casa como un diablo. En realidad, entre nosotros no habría nadie que diga hacia alguien: "Esté conmigo e imíteme". Pero gracias a Dios porque hay una persona que dice: Estad conmigo y aprended de mí." ¿Quién es él? Es nuestro Señor Jesucristo. Miren el versículo 14a: "Y estableció a doce, para que estuviesen con él," Es decir, la relación entre Jesús y sus discípulos es la de Maestro y discípulos. Jesús vivió su enseñanza. Él dijo: "y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Mr 10:44,45)." Jesús estaba con sus discípulos. Los tres años de convivencia de los discípulos con Jesús, su Maestro, fue la fuerza motriz de la obra evangelizadora. Los discípulos que convivieron con su Maestro cambiaron tanto sus vidas como la corriente de la historia del mundo. Esta realidad nos da una dirección clara de cómo poder hacer la obra de Dios viviendo en un mundo perdido. Hasta ahora en nuestra iglesia damos mucha importancia al estudio bíblico. Las actividades de grupos celulares las hacemos estudiando la Biblia. En algún sentido esto es bueno porque nos hace permanecer en la verdad de la palabra de Dios. Pero debemos avanzar más allá de esto. La actividad de grupos celulares debe ser una oportunidad de realizar una comunión cristiana en base al amor de Cristo. El líder no sólo da el estudio bíblico sino que también vive la enseñanza. El líder debe ser un siervo que sirve a sus miembros con humildad dando el ejemplo de la vida. Uno que está acostumbrado a faltar en las reuniones y no cumplir los deberes cristianos no puede ser líder. Uno que está acostumbrado a ser servido sentado a la mesa no puede ser líder. De hecho yo no tengo derecho de decir esto porque en mi vida falta mucho la cualidad de líder. Durante muchos años he vivido siendo servido por los otros. Pero en la vida misionera estoy aprendiendo poco a poco la vida de servicio desde mi hogar lavando platos, planchando ropa. Más que nada debo aprender el corazón humilde de Jesús tratando de escuchar más teniendo interés en la necesidad de los otros en vez de hablar mucho. (ii). Para enviarlos a predicar (14b-15) Siendo discípulos de Jesús, estar con él aprendiendo de él, es muy agradable como el salmista confesó diciendo: "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna (Sal 133:1-3)." Habitar los hermanos juntos en armonía es bueno y delicioso. Dios se agrada mucho de esto. La comunidad cristiana en la cual se realiza esta armonía es el reino de Dios en esta tierra. La ley que se ejerce en la comunidad cristiana es el amor. El amor cubre muchos defectos. El nuevo mandamiento que Jesús dio a los discípulos es amarse unos a otros así como él los amó. Pero hay que saber esto. Habitar los hermanos juntos en armonía no es el final. Dios tiene un propósito mayor. Miren el versículo 14b: "y para enviarlos a predicar," Jesús, ya desde el principio de su ministerio, los disciplinó para ser obreros en la viña del Señor. Aunque todavía eran muy inmaduros y débiles, los envió a predicar. Al enviarlos sabía cuán difícil sería predicar la buena noticia del reino de Dios al mundo hostil. Por eso dijo que enviarlos era como si estuvieran las ovejas en medio de lobos. Era necesario que ellos fueran prudentes como serpientes, puros como palomas. Pero cuando el Señor los envía, les dio autoridad también. Miren el versículo 15: "y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios." La comunidad cristiana se hace fuerte cuando obedece a la misión. En cambio, la iglesia se hace débil y se pudre cuando no lleva la misión. Es como el mar muerto que recibe aguas sin salidas. Nosotros recordamos aquel acontecimiento ocurrido en la iglesia primitiva de Jerusalén en la cual se realizaba una comunidad cristiana auténtica. Pero cuando ellos gozaban de la gracia del Señor sin llevar la misión evangelizadora, Dios los esparció por todas partes del mundo utilizando la persecución causada por la muerte del diácono Esteban. Avivar el movimiento de la obra evangelizadora es la voluntad de Dios hacia las iglesias contemporáneas. La prioridad cristiana consiste en predicar el evangelio a todas las naciones. Como sabemos la iglesia CMI en Buenos Aires cumplió 32 años de aniversario, el día 21 de Enero de este año. Ya pasaron muchos años, así que ahora es necesario abrir nuestros ojos y ver los campos que están blancos para la siega. Al tomar esta dirección, se pueden buscar pretextos diciendo que todavía no estamos preparados. Pero hay que saber que Dios es quien equipa a sus obreros que obedecen a la gran comisión, así como el Señor les dio autoridad a sus discípulos. Por lo tanto es necesario que oremos por la cultivación del país entero y hasta los países de América latina, enviando a los obreros empezando desde el Gran Buenos Aires. Conclusión: Jesús empezó la obra de esperanza llamando a los discípulos y los disciplinó estando junto con ellos y enviándolos a ser predicadores en el mundo hostil. Ellos pudieron llevar la misión al obedecer y revestirse de la autoridad espiritual. Esa obra puede suceder en nuestra época también por medio de nosotros que somos llamados a ser sus discípulos. Avivemos la actividad de los grupos celulares donde se realiza el reino de Dios lleno de amor y por la cual se realice la gran comisión de hacer discípulos a todas las naciones.