martes, 22 de diciembre de 2015

Sermón 23- El niño acostado en un pesebre

Mensaje Dominical 13 de Diciembre 2015 EL NIÑO ACOSTADO EN UN PESEBRE Lucas 2:1-7 (V.C. 2:7) 2:1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2:2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 2:3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 2:4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 2:5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 2:6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 2:7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. ¡El tiempo pasa volando! No parece, pero ya llegamos a fin de año otra vez. Yo tengo la sensación de que el 2015 comenzó ayer. Pero fíjense que cada fin de año, es clave, por muchos motivos. Los estudiantes que terminaron los cursos, esperan el acto de graduación como un premio a su labor. Los empleados, esperan el aumentito y el aguinaldo. Los comerciantes esperan una super venta. Siempre pasa, que al llegar a fin de año, las veredas están repletas de gente que andan comprando desesperadamente. Sobre todo en Navidad, que es una de las fiestas anuales más grandes. Pero en este momento, vamos a dejar de lado todo esto y vamos a pensar en el significado verdadero de la fiesta navideña en base a la palabra de San Lucas 2:1 a 7 a fin de tener la perspectiva espiritual hacia el mundo y a la vez para tener una actitud auténtica ante el nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo. Hoy vamos a enfocarnos en dos personas: en la primera parte pensaremos en Augusto César, el primer emperador romano, como símbolo del poder y la gloria mundanos, y luego en la segunda parte, nos concentraremos en Jesucristo quien nació en Belén en un pesebre, como símbolo de humildad y sabiduría de Dios. Esta realidad sería chocante para muchos, pero es la sabiduría y la señal de salvación para los cristianos verdaderos. Pido que a través del mensaje de hoy el Espíritu Santo trabaje en cada corazón para que cambiemos nuestra manera de pensar y vivir ante el festejo del nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador. I. Augusto César (1-6) Como sabemos, los cristianos tienen dos ciudadanías, una es la ciudanía terrenal, la otra la celestial. Los cristianos no estamos fuera del mundo. Esto quiere decir que siendo ciudadanos terrenales, para llevar una vida sobria y sabia, es necesario tener una perspectiva espiritual hacia la historia del mundo. Hay que pensar en esto: ¿En qué principio se basa la corriente de la historia del mundo? ¿Por qué las naciones se levantan y caen repetidamente? ¿Qué caracteres tienen los gobernantes terrenales? Hoy a través de Augusto César, hallaremos las respuestas a estas preguntas. Lucas, el escritor de este evangelio, a diferencia de los otros evangelios, nos da una amplia visión mundial refiriéndose al trasfondo histórico en el cual nació Jesús. Miren los versículos 1 a 3: "Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad". Este Augusto César, antes llamado Octavio, era sobrino e hijo adoptivo de Julio César, quien fue asesinado en el año 44 a.C. Él ganó la guerra naval de Actium contra el general Antonio y Cleopatra, y llegó a obtener el máximo poder. Él fue emperador desde el año 27 a.C. hasta el año 14 d.C. Su slogan político era la famosa pax-romana. Parecía que bajo su reinado el mundo mantenía la paz. Pero al analizar un poco más en detalle, esa paz no era verdadera, sino superficial y muy frágil. El mantenimiento de la paz mundial se basaba en dos cosas, igual que el mundo de hoy, o sea, una es cobrar impuestos, la otra era el reclutamiento militar. Pasó esto justamente al promulgar un edicto de parte de Augusto César. Es decir, el censo romano se llevaba a cabo como una ayuda al reclutamiento militar y la recaudación de impuestos. Los judíos no tenían que servir en el ejército romano, porque era un pueblo muy rebelde, así que el emperador usó la política suave para ganar el corazón de los judíos solamente cobrando los impuestos. En cualquier época, los reinos terrenales le demandan al pueblo impuestos, además de imponer el deber militar. En los países peligrosos como Corea, los jóvenes sí o sí deben hacer el servicio militar. Pero Argentina es un país pacífico y tranquilo, hoy no es obligatorio el servicio militar. Pero esto también puede ser temporal porque hoy en día vivimos en un mundo muy peligroso. Amigos de ayer se pueden volver enemigos, al revés también. Nadie sabe cuándo ni dónde puede haber guerra. Miren el medio oriente ahora, Siria e Irak. ¡Cuánta gente inocente está muriendo todos los días! Debemos darle gracias a Dios porque no vivimos allí sino en un país pacífico. Pero una cosa que es inevitable son los impuestos. Sin pagar impuestos prácticamente no sos ciudadano. Cada vez es más exigente la demanda de impuestos. Los comerciantes sufren por el IVA. Los asalariados sufren por el impuesto a las ganancias. Nosotros siendo ciudadanos argentinos, sufrimos mucho por la inflación y la exigencia de pagar impuestos. Hay empresas que se trasladan a otros países donde no les exigen tantos impuestos. Ahora volvamos al texto. Como sabemos, Augusto César llegó a tener el máximo poder. Bajo su reinado, el imperio romano mantenía la paz. Pero esa paz la debía pagar el pueblo, especialmente el pueblo que era colonia de Roma. Los que más sufrían eran los judíos porque todos debían ir a su pueblo natal para obedecer al edicto del emperador. Y no les importaba en qué lugar vivían en aquel entonces, ni les importaba la condición corporal y económica de cada persona (los ciudadanos romanos no necesitaban ir a su pueblo natal para el censo porque lo hicieron en su residencia presente). Por el edicto del emperador hubo una familia que sufría más todavía. El escritor la presenta diciendo así: "E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta". Es la familia de José y María. Ésta ya estaba encinta. Lo probable es que le quedaba poco tiempo para dar a luz. Imaginen cuán grande sería la dificultad para viajar desde Nazaret hasta Belén, que quedaba a unos ciento treinta Km. Si esa familia hubiera vivido en nuestra época, tomaban la autopista, pagaban el peaje, se dormían una siestita y en menos de lo que canta un gallo llegaban a destino. Pero eso ocurrió hace dos mil años atrás en una época en que no había auto ni autopista. El camino no era asfaltado sino era polvoriento y angosto. Además José no era rico porque el trabajo de carpintería no era un trabajo de ganar mucho dinero. Si él hubiera sido rico, la habría llevado a su mujer montado en un asno. Es probable que ellos habrían caminado (Es mi imaginación, la realidad puede ser otra). Una de las pruebas es que al llegar ellos a Belén no había mesón para ellos porque llegaron más tarde que otros viajeros porque debían caminar lentamente por el embarazo de María. Hasta aquí todo esto nos da una vista hacia los reinos terrenales. Los gobernantes terrenales todos tienen gran anhelo de poseer poder aprovechándose de su pueblo. Sobre esto Jesús dijo muy claramente al enseñar a sus discípulos así: "Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad (Mr 10:42)". Gobiernos mundanos tienen un principio de gobernar, el cual es el poder. El poder es la justicia. Sí, eso era el principio del gobierno del imperio romano, así también el de todos los países del mundo a lo largo de la historia. Nosotros siendo ciudadanos terrenales, aun sabiendo esto, debemos obedecer a las leyes nacionales pagando impuestos y respetando a los gobernadores como el apóstol Pablo nos exhorta diciendo: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas(Ro 13:1)". Sí, la familia de José y María sería un buen ejemplo. Pero sabemos que los cristianos tienen otra ciudadanía más preciosa, la celestial, además de la ciudanía terrenal. Este mundo es pasajero. No viviremos aquí para siempre. Algún día dejaremos este mundo para ir al reino celestial donde viviremos para siempre con nuestro Salvador Jesús junto a su pueblo redimido. Una cosa interesante es que al leer este texto, aparentemente Augusto César controla la historia del mundo. Bajo su orden todo el mundo debía obedecer. Sin embargo nosotros los cristianos debemos tener una vista más penetrante y espiritual con la cual no sólo vemos los fenómenos superficiales sino también los contenidos, el núcleo de la historia. Vemos la mano de Dios que maneja todas las cosas usando aun el edicto del emperador romano. La historia del mundo está bajo el control de la mano de Dios. Dios es quien cumple su propósito redentor usando todos los acontecimientos. Dios, desde Génesis, ya había prometido enviar al Salvador para salvar a su pueblo del pecado. Al estudiar la Biblia, sobre el nacimiento del Salvador está llena de promesas. Una de ellas es el lugar en donde debía nacer el Mesías. Según Miqueas 5:2, el Mesías iba a nacer en Belén, la ciudad de David. Según el mensaje del domingo pasado, María, la madre del Mesías, era de Nazaret, una región de Galilea que nada que ver con Belén, una ciudad de Judea, al sur. Parecía que la profecía de Dios no se habría cumplido. Pero miren cómo Dios usó el edicto de Augusto César para cumplir su promesa. Aconteció que estando ellos en Belén, se cumplieron los días de su alumbramiento (Lc 2:6). Esto nos enseña la necesidad de tener perspectiva espiritual hacia todas las cosas que suceden en este mundo. ¿Ven la mano de Dios que maneja la historia de nuestra época? ¿Creen que no son gobernadores (Obama) que manejan la historia del mundo sino Dios, el Creador todopoderoso? ¿Creen que su vida está en la mano de Dios? Encontré un versículo de la Biblia muy adecuado para esta verdad. Ahora leamos Proverbios 16:9 que dice así: "El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos". Otra palabra muy consolador para los cristianos es Romanos 8:28 que dice así: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados". ¡Confiemos en Dios, el Soberano que hace su voluntad a través tanto de la historia del mundo como de la vida de cada uno de nosotros! Nuestro título de oración es aquella oración del Padre nuestro que el Señor nos enseñó: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mt 6:9,10)". II. El niño acostado en un pesebre (7) Generalmente la gente se entusiasma por la grandeza y el esplendor del mundo. Al pensar en un rey, la primera idea que viene a nuestra mente es un rey sentado en el trono de esplendor que promulga edictos con mucha autoridad. El instinto natural del hombre es anhelar la grandeza y ocupar un puesto más alto. ¿Por qué hay tanta lucha y competencia en la elección presidencial? Es porque le garantiza al elegido mucho poder y riqueza. Uno que ya lo ha experimentado no quiere dejar su puesto. Si es posible, quiere permanecer en ese lugar usando muchas intrigas y complot. Por eso hay tantas luchas y guerras. Esta tendencia nunca se acabará hasta que venga Jesucristo de nuevo para gobernar con justicia y paz. Ahora leamos juntos el versículo clave 7: "Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón".¡Qué maravillosamente sencillo es este relato del nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo! Ese niño que nació en el pesebre es el Hijo de Dios, Rey de reyes, el Creador que merece toda nuestra alabanza y adoración. Sin embargo, "En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Jn 1:10,11)". ¿Por qué razón no lo recibieron? Esta no era la atmósfera que los judíos esperaban para el nacimiento del Rey Mesías. Pensaban que el Mesías prometido nacería en un ambiente real, en el palacio. Era porque no tenían ojos para ver porque su vista era demasiado mundanal y secular. Así como los cerdos no saben el valor de una perla, así tampoco los hombres carnales saben el valor espiritual. El niño acostado en un pesebre nos habla muchas cosas sobre la personalidad de Jesús y su reino. Él, siendo Hijo de Dios se despojó a sí mismo y se hizo igual que nosotros para compadecerse de nuestra debilidad. No sólo su nacimiento era pobre, sino que también toda su vida terrenal era una continuación de sufrimientos sirviendo a los pobres y marginados. Él era amigo de los pecadores y sanador de los enfermos. "Siempre pueden las zorras sus cuevas tener, Y las aves sus nidos también; Mas el Hijo del hombre no tuvo un lugar en el cual reclinara su sien." (Lc 9:58). Su muerte también fue atroz al morir crucificado en la cruz rechazado por las autoridades y el pueblo. Aun así, finalmente resucitó de la muerte, ascendió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre todopoderoso y volverá a la tierra como el Rey de reyes. Gobernará el mundo y juzgará a todas las personas de acuerdo a la decisión que hayan tomado acerca de Él. Esto nos enseña una verdad importante: No debemos limitar a Dios con nuestras expectativas. Él obra donde se necesita, en la oscuridad del pecado y en lo sucio del mundo. Es necesario tener vista espiritual, para ver la obra de Dios aun en medio de cosas que parecen insignificantes y pequeñas. Pero una cosa desagradable que ocurre en muchas iglesias de hoy es que quieren seguir la corriente del mundo buscando aumentar el número de creyentes con edificios grandes y modernos. Miden la capacidad del pastor según el tamaño de la iglesia y la cantidad de los creyentes. Si el Señor ve la iglesia de hoy ¿cómo la evaluaría? Recuerdo esa advertencia del Señor le hizo a la iglesia de Laodicea en Apocalipsis diciendo: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo (Ap 3:15-17)". Una de los caracteres de la iglesia primitiva era que la mayoría de los cristianos eran pobres y marginados de la sociedad. Miren, como un ejemplo, la iglesia de Corinto. "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (1Co 1:26-29)". Démosle gracias a Dios por llamarnos y salvarnos a nosotros quienes éramos los más pobres del mundo. Piense cada uno en qué situación estaba cuando fue llamado por el Señor y cuánta bendición le ha desplegado el Señor ahora. En este momento personalmente no puedo menos que agradecerle a Dios porque yo era un hijo de una familia común y agricultora, un chico marginado y pobre que sufría mucho por el complejo de inferioridad causado por mi baja estatura y mi debilidad física. Yo era objeto de burla de los demás chicos. Fui golpeado muchas veces por ellos. Tenía miedo de ir a la escuela. Tenía vergüenza al estar delante de mucha gente. Pero le doy gracias a Dios por su gran amor con que me amó, me fortaleció en mi hombre interior por su gracia y me ha establecido como su siervo que revela su gloria. En mí no hay nada de qué enorgullecerme. Dios me dio esta debilidad para que no me enorgullezca sino que siempre permanezca en su gracia. Puedo confesar como el apóstol Pablo: "De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades (2Co 12:5)". Conclusión: El escritor Lucas habló de Augusto César el emperador de Roma, el más poderoso del mundo, pero no para magnificarlo, sino solamente para fijar el tiempo y lugar del nacimiento del Personaje Central de toda la historia humana, el Hijo de Dios, el Mesías, nacido de la mujer en Belén acostado en un pesebre. Nuestro Dios está en control de la historia del mundo. Dios es fiel en cumplir sus promesas. Le damos gracias a Dios por su gran misericordia con la cual obra en nuestra vida, viniendo a morar en el pesebre que es nuestro corazón. Aquí habita Cristo. Alabemos con todo nuestro corazón al niño Jesús, nuestro Salvador y Señor, quien nos reina con justicia y amor. Esta será una verdadera fiesta de Navidad.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Sermón 22 - Los verdaderos adoradores

LOS VERDADEROS ADORADORES Juan 4:15-30 (V.C. 23,24) 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 4:16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. Hoy en este momento estamos reunidos todos nosotros, el pueblo de Dios, en la casa de Dios, para darle el culto a Dios, nuestro Padre celestial quien es digno de toda nuestra adoración y alabanza. El tema del mensaje de hoy es el culto; es un tema primordial para el pueblo de Dios. Ahora a través de la enseñanza del Señor a la mujer samaritana, aprenderemos sobre el culto verdadero. Ella ya mostró su sed espiritual a Jesús quien le ofreció el don de Dios y puso el interés en quién le hablaba, al decirle: "Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla". Entonces Jesús ayudó a la mujer a tomar el agua viva al decirle su vida secreta y vergonzosa, la cual era su pecado. Cuando Jesús le dijo que llamara a su marido, ella le contestó que no tenía marido. Pero Jesús le dijo: "Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad." Ante esta palabras impactante de Jesús, la mujer no le hizo excusa ni se escapó de él sino que seguramente reconoció sus pecados al llamarle a Jesús "Señor" que es una señal de respeto y aceptación de la palabra de Jesús, mientras que al comienzo de la conversación ella consideró a Jesús como un hombre judío disgustado. Ahora ella reconoce a Jesús como profeta. Luego le pregunta a Jesús sobre el lugar del culto, diciendo: "Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar (22)". Aunque ella parecía una mujer muy carnal e inmoral, con esta palabra mostró el santo deseo de lo profundo de su corazón que buscaba a Dios para adorarlo. Sí, Jesús lo vio en ella y le da una respuesta muy sincera a fin de que ella fuera una verdadera adoradora de Dios, el Padre celestial. Entonces, ¿qué le dijo Jesús? Miren los versículos 21 a 24: “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” En estos versículos encontramos las respuestas a las preguntas siguientes acerca del culto verdadero. I. ¿En dónde adorar? La mujer le dijo a Jesús: "Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar". Este monte se refiere al monte Gerizim, donde los samaritanos construyeron un templo como un sitio de adoración rival, al no ser bienvenidos en el templo de Jerusalén. Así la mujer puso en discusión un tópico teológico popular: ¿Dónde es el mejor lugar para adorar? Esta es la respuesta de Jesús: “ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” El culto verdadero no consiste esencialmente en formas rituales realizadas en algún lugar particular. Algunos piensan que Dios está en la iglesia, y en el mundo no. Por eso cuando entran en la iglesia, se vuelven santos aunque en el mundo viven como incrédulos. ¡Y cuántos miembros de iglesias creen que con su participación en el "culto" han cumplido su "servicio a Dios", mientras en su vida diaria dejan de servir a Dios y se olvidan de Su señorío hasta el siguiente "culto"! Algunos piensan que la iglesia es el lugar donde uno confiesa el pecado que cometió en el mundo y recibe el perdón de Dios. Pero Dios no es un Dios que esté limitado a un lugar. Como el rey Salomón confesó en la ceremonia de la dedicación del templo, Dios es demasiado grande para habitar en un lugar. Salomón oró así: “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?” (1R 8:27). Dios es omnipresente. Él está en todo lugar. Nadie puede esconderse de la presencia de Dios. Además, la Biblia dice que nuestro cuerpo es el templo de Dios en el que mora el Espíritu Santo. Por eso cualquier lugar puede ser el lugar de adoración a Dios. Como Abraham que edificó un altar dondequiera que iba, podemos hacer culto a Dios dondequiera que estemos, en el hogar, en el trabajo, en el colegio, en la facultad o en la calle caminando. Más que nada, es muy necesario que hagamos un culto familiar. Es hermoso adorar a Dios leyendo la Biblia, cantando himnos y alabanzas y orando a Dios, los padres con los hijos. Cuando usamos la expresión "iglesia hogareña", esto representa el hogar donde se hace el culto. Se dice que la iglesia primitiva se formó a través del culto en el hogar. La iglesia de Filipos fue cultivada por medio de una mujer llamada Lidia quien invitó al apóstol Pablo a su casa donde empezó la iglesia. Si hacemos un culto en el hogar seguramente el hogar se convertirá en un paraíso. Nuestro lugar de trabajo también debe ser un lugar de adoración a Dios. Sería agradable abrir el negocio y empezar el trabajo con oración. Además de esto, nuestra vida misma debe ser un testimonio vivo de que Cristo vive en nosotros. Es necesario que lo que pensamos, lo que hablamos y lo que hacemos sean agradables tanto a Dios como a los hombres en cualquier lugar que estemos. Luego, el culto dominical que hacemos en la iglesia es la cumbre del culto diario durante seis días en el mundo. Si vivimos así, nuestra vida cristiana se llenará de gozo, fuerza y gran expectativa porque la presencia de Dios está con nosotros haciendo cosas maravillosas cada momento. II. ¿Cuándo adorar? Cuando el lugar de culto deja de ser importante, la pregunta siguiente es cuándo adorar a Dios. Jesús dice, “la hora viene y ahora es”. No es necesario seguir luchando en la huella del pasado. No es necesario esperar algún tiempo futuro para participar del verdadero culto. El verdadero culto puede comenzar "ahora". Lo que importa es cómo se rinde culto y no cuándo. Para los verdaderos adoradores a Dios, el tiempo presente es importante. Creer en Dios y adorarlo son cosas presentes. Ahora mismo es el tiempo en que debemos adorar a Dios. Esto quiere decir que todo el tiempo es un culto a Dios. Como Zacarías, el padre de Juan el Bautista, confesó en su poesía así: “Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lc 1:74,75), ahora es el tiempo de adorar a Dios. Dios nos salvó y nos libertó de la esclavitud en el pecado para que le sirvamos todos nuestros días. La palabra “ahora” es muy significativa. El tiempo pasado no vuelve nunca a nosotros. El tiempo futuro todavía no ha llegado a nosotros. Por lo tanto lo único que podemos aprovechar es el tiempo presente. Nuestra vida se forma según lo que pensamos y hacemos ahora. Es verdad, ¿no? ¿Ahora en qué pensamos? ¿Ahora qué hacemos? Si sabemos que el propósito de la vida del hombre es agradar a Dios y gozar de él siempre, no hay otra vida mejor que usar nuestra vida para glorificar a Dios y gozar de él. Dios dice que él nos creó para alabanza suya. El apóstol Pablo nos exhorta así: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1Ts 5:16-18). Si vivimos de esta manera, el Señor se agradará de nosotros y nuestra vida se llenará de frutos agradables y recibiremos la alabanza del Señor cuando Cristo venga otra vez al mundo para llevarnos a su reino celestial. Aunque todo tiempo es precioso, hay tiempos específicos en los que podemos agradar a Dios con más eficacia. Por ejemplo, Daniel asignó unos tiempos especiales para la oración. Él oraba tres veces por día con la mirada hacia Jerusalén en un aposento. Al leer los salmos de David algo interesante que descubro es que hay salmos de oración de mañana, tarde y noche. Es muy recomendable tomar la buena costumbre de hacer oración matutina. Este ejemplo nos mostró Jesucristo. “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (Mr 1:35).” ¡Que cada uno piense cómo agradar a Señor aprovechando bien el tiempo presente! III. ¿Con qué actitud adorar? Jesús dice, “cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” Es decir, es necesario que adoremos al Padre con toda sinceridad, en espíritu y en verdad. En un culto verdadero no hay lugar para la hipocresía y el formalismo. Dios conoce nuestro corazón. Él sabe quién está durmiendo ahora, quién está pensando en otras cosas como la novia, el novio, el trabajo, el estudio, etc. Esto es peligroso: Los años de vida cristiana pueden hacernos creyentes acostumbrados y superficiales. Uno puede alabar a Dios de labios y no de corazón. Uno puede escuchar el mensaje con prejuicios y críticas. Mucho conocimiento sin arrepentimiento nos puede hacer orgullosos. Es fácil que perdamos el deseo espiritual. Quizás los que vienen tarde al culto, después de la alabanza, piensen que la alabanza no pertenece al culto. Pero el culto empieza con la alabanza. El Señor habita en medio de la alabanza de su pueblo. Hubo un tiempo en que en el culto muchos hermanos prefirieron ocupar las sillas de atrás, y las sillas de adelante estaban vacías, esto me hizo pensar en muchas cosas, preguntando en mi interior: "¿Por qué el culto es así? ¿Realmente el Señor se agradará de este culto?" ¡Qué difícil es cambiar la mala costumbre que se ha formado durante mucho tiempo! Entonces ¿cuál es la actitud correcta al adorar al Padre? Leamos juntos otra vez los versículos 23 y 24: "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren". Aquí las frases que se repiten dos veces son: “en espíritu” y “en verdad”. (i). Hay que adorar al Padre en espíritu La verdadera adoración no es una mera fórmula o un ceremonial, sino una realidad espiritual que está en armonía con la naturaleza de Dios, que es Espíritu. Como muchos saben, el ser humano está compuesto de espíritu, alma y cuerpo. La parte espiritual del hombre es la parte más íntima y profunda donde se comunica con Dios quien es Espíritu. Es el lugar santísimo donde se encuentra con el Dios santo con la sangre del Cordero. Cuando Jesús dice a la mujer samaritana: “cualquier que bebiere esta agua volverá a tener sed, más el que bebiere el agua que yo le daré no tendrá sed jamás sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”, esa fuente de agua viva se refiere al espíritu de nuestro ser que se puede llenar del Espíritu Santo. Sí, es necesario que nuestro corazón se llene del Espíritu Santo. Cristo nos invita a beber del agua viva que es el Espíritu Santo. Debemos pedirle a nuestro Padre celestial confiando en su promesa que dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc 11:13). ¿Tenemos la ayuda del Espíritu Santo? ¿Cómo nos ayuda el Espíritu Santo en la adoración? El Espíritu Santo intercede por nosotros (Ro 8:26), nos enseña las palabras de Cristo (Jn 14:26) y nos ayuda a sentirnos amados (Ro 5:5). Una promesa más dinámica del Señor para los que creen en él es ésta: "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (Jn 7:37-39)". (ii). Hay que adorar al Padre en verdad La verdad se refiere a la palabra de Dios. Sí, esto es evidente al ver que Jesús oró por sus discípulos así: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn 17:17)". La palabra de Dios es la espada del Espíritu Santo. Así que el culto verdadero se realiza a través de la proclamación de la palabra de Dios con la llenura del Espíritu Santo. La palabra de Dios debe penetrar hasta la parte más íntima de nuestro ser, haciendo una operación de nuestra alma y así sanando y edificando nuestro ser herido y destruido por el pecado. Hebreos 4:12 dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” La predicación es diferente a la enseñanza. La palabra de Dios debe salir desde el púlpito con autoridad. El mensajero es el embajador de Dios. Él debe ser una voz que clama en el desierto. Él es un instrumento que transmite la palabra de Dios. Los que escuchan la palabra de Dios que sale de la boca del predicador deben aceptarla siempre con Amén estando dispuestos a obedecerla como la palabra de Dios. El culto verdadero a Dios se debe basar en espíritu y en verdad. Es decir, es un culto guiado por el Espíritu Santo en base a la palabra de Dios. Es un culto racional. Romanos 12:1 dice, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Es un culto de entrega total a Dios. Un compositor de himno confesó así: “¡Oh, Santo Espíritu de Dios! Escucha mi oración; Mi vida entera te la doy en fiel consagración. ¡Lléname! ¡Lléname! Santo Espíritu de Dios. Mueve mi ser con tu poder, ¡Oh, Santo Espíritu, Lléname!" En este momento hagamos una devoción al Señor para que nuestra vida entera sea un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. IV. ¿A quiénes busca el Padre celestial? Jesús dice; “El Padre tales adoradores busca que le adoren”. El Padre no es un dios distante que no se preocupa por sus hijos, sino que se interesa por ellos individualmente. Isaías 57:15 dice, “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” No sólo acepta a los "verdaderos adoradores", sino que ansiosamente "busca" a los que estén dispuestos a adorarle "en espíritu y en verdad", y los anima a que se le acerquen. El anhelo ardiente de Dios para buscar a los adoradores se ve en todas las Escrituras. La Biblia es la carta de amor de Dios hacia los pecadores para darles la vida. Su máximo amor se muestra cuando envió a su Hijo unigénito al mundo, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La salvación no es el resultado de los débiles esfuerzos de los hombres que buscan a un Dios indiferente, sino de los incansables esfuerzos de un Padre celestial que, con solícita compasión, busca a sus hijos perdidos. Juan destaca repetidas veces esta verdad (Jn 6:44; 15:16; 1Jn 4:10). Comparemos esto con las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo perdido (Lc 15:1-32). Por lo tanto, nuestro Padre celestial es digno de nuestra adoración y alabanza. Es necesario que lo amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, o sea, con todo nuestro ser. Esto quiere decir que la verdadera adoración a Dios acompaña nuestro sacrificio. Donde no hay sacrificio de nuestra vida, tampoco hay adoración verdadera. “El culto” en el idioma inglés es “service” cuyo significado es “servicio”. O sea, el culto es un acto de servicio a Dios. Esto revela muy bien el significado del culto. Aunque por medio del culto recibimos mucha bendición, el principal propósito del culto es servir a Dios. Venimos a adorarle. Nuestra adoración a Dios no es solamente por participar nuestro cuerpo y corazón, de allí hay que avanzar más. Hay que haber gran gozo por la salvación recibida por el Señor a gratis. Esto es lo que mostró la mujer samaritana. Mira, ¡cuán grande sería su alegría cuando se encontró con el Mesías, el verdadero objeto de la adoración! Ella la reveló a través de su acción y palabras. Miren los versículos 28 y 29: "Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?" En el siglo 18, un sacerdote ruso, viendo a un agricultor que siempre participaba en el culto, le preguntó, diciendo: “¿qué está haciendo usted durante el culto?” Entonces, éste le contestó: “Yo estoy mirando al Señor, y el Señor también me está mirando, y nosotros estamos felices”. La esencia del culto es que tenemos comunión con Dios y gozamos de él. El teólogo norteamericano, Harvey Cox dijo: “La teología del Dios muerto ha nacido después de que en el culto se ha perdido el significado festival”. La razón por la que la pérdida de la emoción en el culto consiste en la falta de un encuentro personal con el Dios vivo. ¿Por qué debemos dar importancia al culto dominical? La primera razón es que en el mundo no podemos aprender cómo encontrarnos con el Dios vivo y adorarlo. El mundo alaba a los hombres, adora al dinero, da el valor supremo a lo material y enseña a desear la gloria terrenal. En cambio, se calla acerca de cómo amar a Dios y adorarlo. Por eso es fácil que nuestra vida esté muy apegada a la idolatría que es entusiasmarnos por los cantantes famosos y jugadores de fútbol; es envidiar a los ricos; es sentirnos humillados ante las autoridades. Por eso es necesario orar mucho por el avivamiento del culto dominical para que la gloria de Dios sea manifestada y nuestros corazones sean renovados. Además de esto, el culto verdadero debe acompañar algún sacrificio material, O sea, debe traerle a Dios una ofrenda de sacrificio como expresión de agradecimiento. En algún sentido participar en el culto con las manos vacías no es un culto verdadero. Dios se agrada de los que preparan de antemano la ofrenda con sacrificio, y la ofrendan con corazón agradecido. Dios se agrada del dador voluntario. Así como dice la palabra, donde está nuestro tesoro, allí también está nuestro corazón. Con qué actitud preparamos ofrendas y la damos a Dios es el parámetro de la cualidad de nuestra adoración. Si uno no sabe dar ni sabe sacrificarse, especialmente en el sentido de lo material es bastante dudoso si es cristiano o no. Conclusión: ¡Que seamos verdaderos adoradores al Padre celestial adorándolo en espíritu y en verdad todos los días en cualquier lugar en que estemos! Más que nada, oremos para que el culto dominical sea la cumbre de la adoración al Padre celestial por el cual nuestro corazón se renueva, se fortalece, y se manifieste la gloria de Dios. El encuentro personal con nuestro Padre celestial a través del culto es el momento más maravilloso. No hay otro momento más agradable, emocional y significativo que el encuentro con Dios en el culto. Donde se aviva el culto allí hay el avivamiento espiritual. La gracia de Dios que recibimos a través del culto es la fuerza que nos hace vivir en el mundo como vencedores para que de veras llevemos una vida fructífera y agradable tanto ante Dios como ante los hombres.

sábado, 24 de octubre de 2015

Sermón 21 "De tal manera amó Dios al mundo"

DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO Juan 3:11-21 (V.C. 16) "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". El tema que hoy vamos a tratar es el amor de Dios. La palabra amor es la palabra más hablada y escrita entre todas las palabras humanas. La mayoría del arte, la literatura, la drama y la novela tratan del amor humano. En este mundo hay muchas clases de amor: Según la palabra griega, "Eros" es el amor entre los amantes. Es una buena parte del enamorarse, los sentimientos, y lo romántico; "Philos" es el amor que es básicamente la amistad. Está basado en una comunión mutua entre el que ama y el amado. "Storgos" es un amor entre padres e hijos. Se enfoca principalmente sobre asuntos de solidaridad y necesidad. Es un amor que da, pero también tiene que sentirse apreciado. Pero todos estos amores son temporales, condicionales y relativos. ¿Cómo piensan ustedes sobre el verdadero amor? o ¿qué es el amor más grande? Es el amor de Dios. La palabra griega que se refiere al amor de Dios es "Ágape". Es sacrificarse y dar de sí mismo sin importar la respuesta del otro. Es un amor que busca el mayor bien del otro cueste lo que cueste. ¿Cómo piensan ustedes sobre la Biblia? Claro que sí, es la palabra de Dios. También podríamos decir que es la carta de amor de Dios para la humanidad. En la Biblia entera un versículo que resalta más el amor de Dios es San Juan 3:16, el cual le dio el Señor a Nicodemo, un hombre intelectual y orgulloso, para ayudarlo a entrar en el reino de Dios, o sea, para ser salvo. Martín Lutero, un reformador religioso, puso sobrenombre a este versículo como "el evangelio en miniatura." Aunque se pierda la Biblia entera, si uno guarda este versículo, puede llevar la vida cristiana en plenitud. Entonces leamos de nuevo el versículo Juan 3:16. "Pero de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." ¿Qué nos dice este versículo? En esto, incluyen la naturaleza del amor de Dios; el significado del mundo; la verdad de que Dios dio a su Hijo; ¿quién es su Hijo?; lo que implica la fe salvadora; ¿en quién debemos poner nuestra fe? y el significado de la vida eterna, el resultado de incredulidad. Para profundizar todo este tema faltaría tiempo, así que el mensaje de hoy se desarrollará con dos temas principales, es decir, en primera parte pensaremos en el gran amor de Dios hacia la humanidad, luego en segunda parte pensaremos en la reacción de la humanidad ante este amor de Dios. I. El gran amor de Dios (16a) Leamos el versículo 16a. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,” Este versículo comienza con una frase, “Porque de tal manera”. No se puede encontrar otra palabra adecuada para describir el amor de Dios, sino ésta. De hecho, el amor de Dios no se puede medir; va más allá de nuestro entendimiento, así que con el lenguaje humano no se puede describir. Un escritor de himno lo describió así: "Si fuera tinta todo el mar, y todo el cielo un gran papel, Y cada hombre un escritor, y cada hoja un pincel. Nunca podrían describir el gran amor de Dios; Que al hombre pudo redimir de su pecado atroz." "De tal manera amó Dios al mundo." Aquí la palabra "el mundo" en el sentido estrecho, especialmente en el libro de San Juan, se refiere a la totalidad de la humanidad creada y caída” El primer hombre Adán se rebeló contra Dios por lo cual el pecado entró en el mundo. En la vena de toda la humanidad, está corriendo la sangre contaminada y manchada de nuestro padre Adán. Por eso somos pecadores básicamente. El hombre pecador es como aquel hijo pródigo que se apartó de su padre para llevar una vida de libertinaje. Entonces, ¿es feliz la vida del hombre sin Dios? ¿Acaso no vemos a los hombres caídos y fatigados por la carga del pecado? Los hombres que se han apartado de Dios sienten vacío, insignificancia, angustia, confusión y cargas. Se sienten huérfanos, tirados a esta tierra desde el inmenso universo. Las almas desanimadas claman y gimen, pero no encuentran socorro. Esta es la realidad en la cual se encuentra el hombre pecaminoso sin Dios. Pero Dios es amor. Él no ha abandonado a los hombres pecaminosos, sino que sigue amándolos. Esto es cierto. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito….” El problema más grande del hombre es el del pecado. El hombre pecador no puede comunicarse con el Dios justo. La paga del pecado es la muerte. Todos morimos. Esta realidad testifica que todos somos pecadores. Así que una gran cuestión del hombre es cómo alcanzar la salvación, es decir, tener la vida eterna. Sin perdón de nuestros pecados no podemos alcanzar la salvación. Pero el problema es que en el hombre no hay capacidad ni cualidad de resolver el problema del pecado porque el hombre es el esclavo del pecado. Por eso Dios envió a su Hijo unigénito en semejanza de carne de pecado y lo puso como el sacrificio expiatorio para el perdón de nuestros pecados, que trae reconciliación entre él y los pecadores. Sí, Dios amó a toda la humanidad caída. Es un concepto sorprendente especialmente para los judíos porque ellos habían pensado que Dios ama solamente a los judíos. Pero sí, Dios ama al mundo gentil también. Esta verdad está establecida. Pero ¡cuidado! Esto no significa que Dios va a salvar a todo el mundo como algunos piensan. La Biblia rechaza la doctrina salvadora de universalismo. Jesús dice: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo (Jn 17:24)." El amor de Dios sobrepasa nuestro entendimiento. El apóstol Pablo exclama conmovido por el amor de Dios, diciendo: “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Ro 5:6-8) ¡Cuán grande amor es éste! Tú y yo hemos nacido para recibir el amor de Dios. San Agustín, después de haber leído Juan 3:16, dijo: “¡Qué extraño y admirable es esto! Si yo hubiera sido creador, ya habría juzgado al mundo. Sin embargo, él me ama; me ama tanto como si yo solo fuera el único objeto de su amor. Aun más si yo hubiera sido el único sobreviviente en el mundo, él habría crucificado a su Hijo por mí.” El Señor me dice: “Yo te amo tanto, te amo muchísimo; No escatimé ni siquiera a mi único Hijo para salvarte.” ¡Qué maravilloso es el amor de Dios! Ninguno de nosotros ha tenido un hijo así para darlo. Nuestros hijos son hijos de los hombres; el de Él era el Hijo de Dios. El Padre dio parte de Sí mismo, a Él que era Uno con Él. Cuando el grandioso Dios dio a Su Hijo estaba dando a Dios mismo, pues Jesús, en Su naturaleza eterna no es menos que Dios. Cuando Dios dio a Dios por nuestra causa, se estaba dando a Sí mismo. ¿Quién puede medir este amor? Ustedes que son padres, juzguen cuánto aman a sus hijos: ¿podrían entregarlos a la muerte por causa de sus enemigos? Ustedes que tienen un hijo único, juzguen cuán entrelazados están sus corazones a su primogénito, a su unigénito hijo. No hubo una mayor prueba del amor de Abraham hacia Dios que cuando había de entregar a su hijo, a su único hijo, a su Isaac amado; y ciertamente no puede haber una mayor manifestación de amor que la del Eterno Padre, al entregar a Su unigénito Hijo a la muerte por nosotros. Entonces, ¿por qué Dios nos ama de tal manera? Es porque somos sus hijos. El amor del padre hacia sus hijos es así. El padre ama a sus hijos porque son sus hijos, no porque se comportan bien ni porque le trae regalos. Aun hacia un hijo problemático y pródigo, el amor del padre es más entrañable. Su corazón se aflige mucho por su hijo débil y enfermo. Los padres lo entienden. Yo también aprendí el amor paternal un poco por mi hija menor. Oraba por ella llorando y gritando para que Dios la sanara. El amor es sufrido, el amor no busca lo suyo…. Este es el carácter del amor. El que ama sabe sacrificarse, negarse a sí mismo y estar dispuesto a darle lo mejor a su amado. Así nuestro Dios mostró su amor al entregar a su Hijo a la muerte por nosotros. Dios nos ama de tal manera, que ha dado a su Hijo unigénito…. ¿Qué dice Sofonías 3:17? “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.” Somos la alegría de Dios. Aunque somos rebeldes, desobedientes, ingratos y egoístas, Dios sigue amándonos. Dios es amor. Su amor más grande se ha revelado en la encarnación de su Hijo, quien se despojó a sí mismo y se hizo igual que nosotros para compadecerse de nuestra debilidad. El niño Jesús acostado en el pesebre es la gran señal de que Dios nos ama. II. Reacciones de la humanidad (16b-21) Entonces, ¿para qué Dios envió a su Hijo al mundo? Es para salvar a los pecadores. Su obra salvadora se ha cumplido perfectamente en Cristo Jesús. Sí, Dios de amor ya ha preparado la salvación perfecta en Su Hijo Jesucristo. Entonces ¿para quiénes es esta salvación? ¿Qué requisito se necesita para gozar de la vida eterna que Dios ha preparado? Ante la gran salvación preparada por Dios en Cristo Jesús, de parte de los hombres hay dos reacciones contrastantes. (i). Los que creen (16b-18a,21) Hay en el texto una palabra que no tiene límites: "de tal manera amó Dios al mundo"; Sí, el amor de Dios no tiene límite, pero luego viene el límite descriptivo, según la frase que dice: "que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda." Dios quiere salvar a los pecadores por lo cual ha preparado el camino de la salvación. Esta salvación es para aquellos que reaccionan por la fe. No se dice que Dios ha dado a su Hijo a todos aquellos que guardan su ley, pues no la podemos guardar, y por lo tanto el don no estaría disponible para ninguno de nosotros. Ni tampoco se dice que Él ha dado a su Hijo a todos aquellos que experimentan una desesperación terrible y un remordimiento amargo, porque eso no lo sienten muchos. Sin embargo, forman el propio pueblo del Señor. Pero el grandioso Dios ha dado a su Hijo para que "todo aquel que en él cree" no se pierda. La fe, sin importar cuán débil sea, salva al alma. La confianza en Cristo es el camino seguro de la felicidad eterna. Entonces, ¿qué significa creer en Jesús? Es dar nuestro asentimiento firme y de corazón a esta verdad: que Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer, para que se pusiera en el lugar de los hombres culpables, y que Dios volcó en Él las iniquidades de todos nosotros, para que Él recibiera el castigo merecido por nuestras trasgresiones, habiendo sido hecho maldición por causa nuestra. Debemos creer de todo corazón la Escritura que dice: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Is 53:5)." La frase "todo aquel que en él cree" enfatiza la confianza personal. La esencia de la fe es la confianza, la dependencia, la seguridad. Hay que arrojar lejos cualquier otra confianza de cualquier tipo, excepto la confianza en Jesús. Hay que mirar únicamente a Él, que Dios ha establecido como la propiciación por el pecado. ¡Oh, que el dulce Espíritu de Dios nos guíe ahora a confiar en Jesús! ¡Qué fácil es que nos volvamos a la vida de aquellos legalistas y orgullosos! Pero el reino de Dios es para aquellos que vienen al Señor humildemente y aceptan el regalo de la salvación con agradecimiento. Ese ladrón crucificado a la derecha de Jesús nos muestra qué es la fe. Nadie puede agradar a Dios sin tener fe. No tener fe es el pecado. Por eso debemos orar para que seamos hombre de la fe. La fe es fijar nuestros ojos siempre en Cristo Jesús y darle gracias siempre. El Señor dio un buen ejemplo de salvación por la fe a través de mencionar aquel asunto de la serpiente de bronce colgada sobre una asta en el desierto. "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3:14,15)." Ahora, observen, que esta expresión "todo aquel" tiene un gran alcance; pues incluye a todos los diferentes grados de fe. "Todo aquel que en él cree." Puede ser que él no esté completamente seguro; puede ser que él no esté seguro del todo; pero si tiene fe que sea verdadera y sea como la fe de un niño, por esa fe será salvo. Aunque su fe sea tan diminuta que yo me tengo que poner mis lentes para verla, sin embargo Cristo la verá y la recompensará. Su fe puede ser tan sólo como un granito de mostaza de tal forma que yo la busco y la busco de nuevo pero la discierno con dificultad. Sin embargo esa fe le trae vida eterna, y es en sí misma una cosa viva. El Señor puede ver dentro de ese granito de mostaza, un árbol en cuyas ramas las aves del cielo harán sus nidos. Cuando yo tenía 20 años de edad, trataba de tener fe. Me esforzaba mucho. Primero quería entender la fe, preguntando: "¿Qué es la fe?" A mi parecer la doctrina cristiana era muy difícil de aceptar. Pero después de pasar el tiempo estudiando la Biblia, descubrí que la fe en Cristo estaba creciendo en mi interior. Entonces algunos pueden decir: "Si la fe es la base de nuestra salvación, ésta puede ser nuestro mérito." Pero la fe es el regalo de Dios. Uno no puede obtenerla por querer o por esforzarse. Dios se la da a los que le agradan. Es absolutamente la obra de Dios. Es el regalo de Dios. Por eso los que tienen fe en Cristo dan gracias a Dios por darles sea fe. Los que son salvos por la fe no se glorían a sí mismos sino que siempre dan gracias a Dios. Su vida está llena de agradecimiento. La fe no es cuestión de cantidad sino de relación. La fe es tener buena relación con Dios. Sobre esto Efesios 2:8 y 9 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Pero hay que saber esto: Los que tiene fe y han recibido el amor de Dios lo muestran en sus hechos. El versículo 21 dice: "Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios (21)." La buena obra es el producto de la fe verdadera en Cristo Jesús. Dios quiere que crezcamos en la fe hasta que el mundo vea a Cristo en nuestra vida. Entonces, leamos otra vez el versículo 16b: "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." ¡Qué palabra conmovedora es ésta! Seguro que al escribir esta frase el escritor, lo habría sentido de corazón deseando que nosotros también lo sintamos y gocemos de la vida eterna. En realidad, para nosotros que vivimos en un mundo complicado y pecaminoso no es fácil entender esta frase. Hay muchas personas que rechazan la idea de vivir para siempre porque viven vidas tristes y vacías. Pero hay que saber esto. La vida eterna no es la extensión de la miserable vida mortal del hombre; vida eterna es la vida de Dios encarnada en Cristo que se da a todos los que creen como garantía de que vivirán para siempre. En esa vida no hay muerte, enfermedad, enemigo, demonios ni pecado. Al creer en Jesús, ya tenemos la vida eterna presentemente que es solo el comienzo de la eternidad. Por lo tanto, podemos evaluar todo lo que le sucede en esta tierra desde una perspectiva eterna. Mientras haya un Dios, el cristiano no solamente existirá, sino que vivirá. Mientras haya un cielo, nosotros lo gozaremos; mientras haya un Cristo, viviremos en su amor; mientras haya una eternidad, seguiremos viviendo llenándola con deleite. (ii). Los que no creen (18b-20) "Pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas." Estos versículos nos muestran la razón por la cual los hombres rechazan la invitación del amor de Dios. ¿Por qué la rechazan? Porque aman más las tinieblas que la luz; porque sus obras son malas; aun más hacen lo malo y aborrecen la luz. El amor a las tinieblas es un gran obstáculo para venir a la luz. Muchos saben que ser cristiano es bueno. Por eso dicen: "quiero ser cristiano, pero ahora no, después." ¿Por qué dicen esto? Porque todavía no pueden dejar su estilo de vida pecaminosa. No quieren dejar su vida tibia y comprometida con el mundo. La fuerza del pecado los domina. Ellos deben saber que ese algún día será demasiado tarde para alcanzar la salvación. La decisión es presente porque la palabra dice: "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna." Ahora es el tiempo de creer en Jesucristo y aceptarlo como su Salvador. Ahora es el tiempo de confesar los pecados y arrepentirse, y seguir a Cristo. El que no cree ya ha sido condenado. Es decir, está en condenación. Vive en el pecado y le espera el juicio eterno de Dios. La vida condenada es infeliz. Nadie puede decir que un criminal que espera la ejecución de pena de muerte es feliz. Su vida no tiene esperanza sino que es un desánimo total. Los que no creen preguntan diciendo: “Si Dios es amor, ¿por qué hay tanta miseria y desastre en esta tierra? Si Dios me ama, ¿por qué estoy enfermo; no tengo trabajo?” Tienen tendencia a echarle la culpa a Dios por los males que hay en el mundo, y al contrario, tienen tendencia a echarnos flores por las buenas cosas que tienen. En esto se testifica claramente el pecado del hombre ingrato y orgulloso. Los peores pecadores son aquellos que aborrecen la luz. Son pecadores activos. Blasfeman, roban, fornican, adulteran, matan y secuestran. Aun entendiendo el juicio de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican (Ro 1:32). No tienen temor a Dios ni respetan la vida del hombre. El mundo está lleno de violencia y pecado por causa de los hombres malvados. Cuando hacen estas cosas piensan que la vida se vive una vez y la muerte es el fin de todo. Por eso dicen: "comamos y bebamos porque mañana moriremos." Pero deben saber esto: "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio." (He 9:27) "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda." (Ap 21:6). Conclusión: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Dios, el Padre celestial mostró y testificó su grande amor al dar a Jesucristo, su Hijo unigénito al mundo. Su amor es más allá de descripción. Él ha preparado la salvación perfecta en Cristo Jesús. A todo aquel que en él cree le ha dado la vida eterna y potestad de ser hechos hijos de Dios. Esta es la confesión cristiana: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gál 2:20)." Le demos la gloria, la alabanza a nuestro Dios por su gran amor. Siendo salvos por su gracia, nuestro amor debe de ser como el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para que otros reciban el amor de Dios como nosotros a través de nosotros que reflejamos su amor en nuestra vida diaria. De tal manera me amó Que su vida no escatimó Hasta el final él se entregó Y a la muerte fue.. porque me amó De tal manera me amó y no hay forma en que podré pagar El precio de su grande amor Pero toda mi alma quiero dar Por su amor yo viviré De su amor yo cantaré Con mi Jesús caminaré Porque él me amó a mí Por su amor yo viviré De su amor yo cantaré Con mi Jesús caminaré Porque él murió por mí... le seguiré.

miércoles, 8 de abril de 2015

Sermón 20- La gloria de la resurrección de los cristianos

Mensaje dominical (Pascua) 5 de Abril 2015 LA GLORIA DE LA RESURRECCIÓN 1Co 15:35-58 (Leer el versículo 58 solamente) “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1Co 15:58) ¡Felies Pascuas! Alabemos a nuestro Señor Jesucristo que ha resucitado venciendo el poder de la muerte, y ahora está sentado a la diestra del Padre todopoderoso intercediendo por nosotros, y nos envió el Espíritu Santo, el Consolador, para que habite para siempre en nosotros. Hay tanta evidencia de la resurrección de Jesucristo que no se puede enumerar: una es la profecía del Antiguo Testamento, otra es la tumba vacía, otra, la palabra de Jesús, otra, los testigos presenciales, etc, etc, etc... (porque si sigo enumerando nos vamos mañana). En la vida cristiana, la fe en la resurreción es tan importante que sin ella no se puede hablar del cristianismo. La resurrección es una de las columnas de la verdad evangélica, entre las cuales están la encarnación de aquel Verbo que es Jesús, su muerte expiatoria en la cruz, su entierro, su resurrección, su ascención y su segunda venida. Y como ya se imaginarán, hoy, especialmente hablaremos sobre la gloria de la resurrección de los cristianos. En este mensaje en primera parte veremos las evidencias de la resurrección de nuestros cuerpos a través del principio de la naturaleza; en segunda parte veremos que nuestra resurrección depende totalmente de Jesucristo quien es el postrer Adán siendo el espíritu vivificante en contraste con el primero Adán siendo solamante el alma viviente. En tercera parte, veremos los acontecimientos maravillosos que van a suceder con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Y para concluir, pensaremos en qué clase vida deben llevar los cristianos que esperan la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos con la segunda venida de Cristo resucitado. I. Las evidencias de la resurrección de nuestros cuerpos (35-44) Hoy en día mucha gente se pregunta: ¿hay vida después de la muerte? ¿Si es que nos volvemos polvo, realmente hay otra vida? ¿Podríamos resucitar? ¿Cómo? ¿Con qué cuerpo? Como ustedes pueden ver, hoy nos hacemos las mismas preguntas que los cristianos de Corinto. Yo también tenía este tipo de cuestionamientos. Para mí era muy dificil aceptar que un cuerpo muerto que se volvió polvo, de buenas a primeras, resucite. Por eso consideré que a los cristianos les chiflaba el moño; pensé que estaban locos. Igual no se preocupen, hace un rato largo que no tengo la menor duda de que es gracia de Dios poder creer en la gloriosa resurreción, en Cristo Jesús. A estas preguntas, el apóstol Pablo dice: "Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes." Según Pablo, tal calse de pregunta es una tontería. Pablo considera a los que hacen estas preguntas como gente que habla sin reflexión ni inteligencia. Por eso los llama “necios.” Pablo primero conduce a los necios a contemplar la naturaleza a fin de instruirlos acerca de la verdad de la resurrección. Entonces, ¿qué nos enseña la naturaleza? Y ¿cómo poder aplicar el principio de la misma a nuestra vida? (i). Las semillas deben morir para vivificarse Esta es la ley de la naturaleza. Y lo que el agricultor siembra no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano. Si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, sigue siendo un solo grano, pero si muere da abundante cosecha. Es decir, que para que un grano muera, hay todo un proceso. Primero se entierra y recién después de un largo tiempo el grano se rompe y se va abriendo. Al descomponerse es como si pasara por un proceso que parece doloroso y lleno de sacrificio. El principio es que para vivificarse primero tiene que morirse. Este principio se puede aplicar a la vida humana. Una verdad paradójica es ésta: “si morimos viviremos, pero si tratamos de sobrevivir, moriremos.” Nuestro Señor Jesús lo dijo claramente así: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (Mr 8:35) La vida consiste en vivir como discípulo de Jesús practicando el camino del discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mr 8:34) (ii). Dios le da el cuerpo como él quiso “Lo que sembramos no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.” Cuando yo era joven vivía en el campo. La primavera era tiempo de siembra, así que yo les ayudaba a mis padres a sembrar. Pude observar que generalmente las semillas eran pequeñas y negritas, aunque tenían diferentes formas, tamaños y colores según las especies. La verdad es que no son fáciles de distinguir. Y tampoco es fácil imaginar qué formas tendrán después de morir, brotar, crecer y dar flores. Pero el agricultor profesional a la legua las distingue. Antes de sembrar puede imaginarse una planta hermosa con muchos frutos. Así es como la naturaleza habla de Dios. El Creador le da el cuerpo que él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. Entre nosotros nadie podría explicar cómo es la vida de una semilla hasta dar frutos. La naturaleza nos enseña que hay un Dios todopoderoso y amoroso que hace crecer las plantas. Nuestro Dios puso en cada especie de semilla su propio carácter, que es lo que los científicos llaman ADN (ácido desoxirribo nucleico). . El escritor después de mencionar las semillas, nos conduce a la tierra donde existen varias carnes, o sea, “no toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves.” ¿No es maravilloso nuestro cuerpo humano? Es hermoso y ágil. Es la obra más maravillosa de Dios entre toda la creación. Por eso el salmista alabó a Dios diciendo así: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Sal 139:13-17) Ahora pensemos en la carne de las bestias. Miren a las vacas que ayudan a los agricultores a arar el terreno y a llevar cargas; y ni hablar de su carne a la parrilla. Miren a las ovejas tan sumisas que nos enseñan la humildad y nos dan su lana para abrigarnos, simbolizando el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Miren el león, el rey de los animales, que no le teme a nadie, que simboliza a Jesucristo que es el León de la tribu de Judá (Ap 5:5). Ahora entraremos en el agua donde viven innumerables peces tanto grandes como pequeños. Dios les dio aletas para nadar y agallas para respirar. Al pensar en los peces, no podemos pasar por alto aquel gran pez que se tragó al profeta Jonás y lo vomitó vivo a la orilla del mar obedeciendo la orden de Dios. Ahora contemplaremos el cielo donde vuelan las aves. Miren las águilas que miran muy lejos y capturan las presas que simbolizan el evangelio de San Juan. Al amanecer los pájaros cantan para despertarnos del sueño. ¡Qué hermoso y maravillosa es la creación de Dios! Ahora contemplaremos el universo, donde Dios puso muchos cuerpos celestiales como el sol, la luna, y las estrellas. A cada uno le dio Dios su propia gloria. “Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.” Nuestro Dios es grande y maravilloso. Todas las criaturas proclaman la gloria de Dios. El salmista alaba a Dios así: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz.” (Sal 19:1-3) Las obras de la creación y de la providencia nos enseñan diariamente a ser humildes, y a admirar la sabiduría y la bondad del Creador. (iii). Así también es la resurrección de los muertos Entonces, qué lección nos da el principio de la naturaleza acerca de nuestra resurrección? Es decir, ¿cuál es lo que sembramos? Y ¿con qué cuerpo resucitaremos? Ahora leamos los versículos 42 a 44, “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.” Lo que sembaramos es corrupción, deshonra y debilidad las cuales demuestran el domicilio presente del ser humano en la tierra. No hay cuerpo que no sea corruptible, deshonorable y débil. Nuestro cuerpo es así. Cuando Dios nos quita la vida, nuestro cuerpo se pudre y se corrompe, es comida de gusanos. Entre los cuerpos no hay cuerpo que huele más feo que el cadáver humano. Las jovencitas se jactan de la hermosura de su cuerpo. Pero su hermosura no permanece para siempre. Las chicas, ¡imaginen su cuerpo después de 60 años o más! La cara arrugada como una pasa de uva, imposible de disimular con el mejor maquillaje. Y los jóvenes hacen alarde de su fuerza. Piensan que pueden conquistar el mundo. Practican artes marciales y hacen deporte para ser más fuertes y poderosos. Pero imaginen cómo será su cuerpo 60 años después. Ancianos, fofos, con fuerzas sólo para levantar el bastón. En mi edificio viven varias abuelas que no pueden caminar sin ayuda. Yo tengo más de 60 años. Tengo dos nietos, soy un abuelito. Mi cuerpo se ha debilitado mucho. Así es la vida humana. Nadie puede evitar el envejecimiento porque Dios lo ha establecido. La ley de la naturaleza también nos enseña esta verdad. Pero gracias a Dios porque para los cristianos que creen en Jesús hay una viva esperanza. Aunque nosotros sembramos en corrupción, resucitaremos en incorrupción. Sembramos en deshonra, resucitaremos en gloria; Sembramos en debilidad, resucitaremos en poder. ¿Acaso no es esto también la ensaeñanza de la naturaleza? Nuestro cuerpo terrenal es como una semilla pequeña y corruptible. Pero este cuerpo que tenemos lo usamos por causa de Jesús y de su evangleio, tendremos un cuerpo incorruptible, glorioso y poderoso. Así como es imposible que una semilla misma piense en su cuerpo que ha de salir, también es imposible ver nuestro cuerpo glorioso de la resurrección con este cuerpo que tenemos. Una cosa cierta es que será un cuerpo muy diferente y glorioso de este cuerpo terrenal corruptible y débil. Cuando el Señor Jesús se transfiguró ante los tres discípulos principales nos hizo imaginar cómo sería el cuerpo glorioso resucitado: (Mr 9:2,3) “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.” Cuando Jesús resucitado visitó a sus discípulos, éstos le reconocieron, de modo que había continuidad entre su cuerpo crucificado y su cuerpo glorificado. Pasó a través de puertas cerradas y sin embargo comió pescado y miel (Lc 24:41-43) e invitó a los discípulos a que lo tocaran. Fue el mismo cuerpo, pero a la vez fue un cuerpo diferente. Esto nos da una lección de que nuestro cuerpo de resurrección retiene nuestra identidad e individualidad, pero será apropiado para una nueva manera de vida. Cuando resucitaremos, seremos semejantes a Cristo porque la Biblia dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2Co 3:18) II, Jesús, el espíritu vivificante (45- 50) Entonces, ¿cómo podemos tener esta viva esperanza de la resurrección de nuestro cuerpo? Sabemos que en nosotros no hay poder de resurrección ni hay poder de trasformación. Ahora leemos el versículo 45, “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.” En Adán todos morimos porque él no es más que un alma viviente que no puede salvarse a sí mismo ni tampoco salvar a los otros. Él trajo a la humanidad la muerte. Pero el postrer Adán, es decir, Jesucristo es el espíritu vivificante que da vida. Jesús es el origen de la vida. En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. (Jn 1:4) El origen de Jesús es diferente de toda la humanidad porque él descendió del cielo. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. (47) Él es el Hijo de Dios. Él es el pan de vida que descendió del cielo. Él es nuestro Salvador que murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. (1Co 15:3,4) Él nos promete diciendo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Jn 5:24) “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn 11:25,26) Por lo tanto, así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. (49) Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conocemos en parte; pero entonces conoceremos como fuimos conocidos. Para los cristianos esperan un futuro glorioso. III. Resurrección y transformación de los cristianos (51-57) El apóstol Pablo ahora nos dice algo que es un misterio y que va a ocurrir en el futuro. No lo hace para satisfacer nuestra curiosidad sino para que estemos preparados espiritualmente y mantengamos una viva esperanza. Entonces, ¿cuál es ese misterio? Leamos los versículos 51 y 52, “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” Estos se refieren a los asuntos que van a suceder cuando Cristo venga de nuevo. La segunda venida de Cristo es tan cierta como su primera venida. Cuando él venga ocurrirán los acontecimientos maravillosos. Los que están vivos creyendo en Jesús cuando él venga serán transformados en cuerpos gloriosos. Si Cristo viniera hoy o mañana, nosotros no experimentaríamos la muerte sino que seríamos trasformados. ¡Qué maravilloso es esto! ¿no? Pero debemos saber una cosa: los muertos en Cristo resucitarán primero y luego los vivos. Todo esto ocurrirá al instante, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos. Cuando venga Cristo se tocará la final trompeta. Ese último trompetazo va a ser la señal de su segunda venida. Hay que estar bien preparados para escuchar ese sonido. Porque sólo Dios sabe cuándo se tocara la trompeta. Por eso es necesario que estemos despiertos espiritualmente escuchando diariamente la palabra de Dios. El apóstol Pablo tiene la convicción de que es necesario que el cuerpo corruptible y mortal, se vista de incorrupción e inmortalidad. Sí o sí. Esta convicción de Pablo también tiene que ser nuestra convicción personal. "Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria." La muerte ya no tiene poder alguno sobre la vida de los cristianos. La muerte es como un aguijón molesto, muchísimo que un clavo en el zapato, que nos había molestado sin cesar sembrándonos desesperanza y tristeza. El aguijón de la muerte es el pecado que nos condenaba sin cesar utilizando la ley. Pero Cristo Jesús murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día derrotando el poder de la muerte. Por lo tanto podemos proclamar con el apóstol Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (55-57) Dios nos ha dado la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo que es nuestro jefe soberano que va delante de nosotros. Hay victoria delante de nosotros. Somos más que vencedores en Cristo Jesús. Al pensar en estas palabras, no puedo menos de mencionar otra epístola de Pablo donde proclama la victoria de los cristianos. Ahora leo Romanos 8:31 a 39: 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 8:36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Conclusión (58) A veces dudamos en hacer lo bueno porque no vemos resultados inmediatos. Es fácil cansarse. Podemos tomarnos vacaciones de lo espiritual engañados por Satanás. Ahora leamos todos juntos el versículo 58. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Pablo tiene mucho cariño y amor hacia los cristianos de Corinto y los exhorta con un corazón filial y pastoral diciendo: “hermanos míos amados, estad firmes y constantes.” La firmeza y constancia son los requisitos de los obreros en la viña del Señor. Los cristianos son los soldados de Jesucristo que marchan hacia delante. “Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve. Jefe soberano, Cristo al frente va, y la regia enseña tremolando está: Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve.” No hay otro camino para crecer sino en la obra del Señor siempre. ¿Quieren crecer en la fe? Entonces crezcan en la obra del Señor siempre sirviendo su obra con gozo y agradecimiento. ¿Por qué digo esto? Es porque sé que nuestro trabajo en el Señor no es en vano. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gál 6:9,10). Sabemos que si nuestro peor enemigo (la muerte) ha sido vencido, ya no tenemos que temer a ningún otro enemigo. Podemos abundar en el servicio cristiano, porque ese trabajo contará para la eternidad. Sí, hay galardón eterno en el cielo. “Mucho es el trabajo de sembrar la tierra con el evangelio de la salvación; Para los obreros fieles Dios promete que recibirán eterno galardón.” ¡Que Cristo nos dé la fe, y aumente nuestra fe, para que nosotros no sólo estemos a salvo, sino gozosos y triunfantes trabajando más y más en la obra del Señor! ¡Alabemos a Dios que nos ha dado la gloria de la resurrección de los cristianos en Cristo Jesús!. Leamos juntos otra vez el versículo 58: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” 15:35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 15:36 Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. 15:37 Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; 15:38 pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. 15:39 No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. 15:40 Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. 15:41 Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. 15:42 Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 15:43 Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 15:44 Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 15:48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 15:49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. 15:50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 15:56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 15:57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 15:58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

sábado, 21 de marzo de 2015

Sermón 19 - La torre de Babel

Mensaje Dominical 3 de Agosto 2014 LA TORRE DE BABEL Génesis 11:1- 9 (V.C. 9) 1Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 2Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. 5Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 7Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. En la época de Noé, a través del diluvio universal, Dios salvó solamente a las ocho personas y algunos animales que estaban en el arca. Después del juicio del diluvio, Dios dijo en su corazón: “No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche (Gn 8:21,22) .” Dios también estableció su pacto con la humanidad, diciendo: “Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra (Gn 9:11-13).” Este Dios es misericordioso y paciente para con la humanidad. Pero el instinto pecaminoso del hombre no se ha quitado nunca. Con el tiempo de nuevo el pecado del hombre había sido notorio. Aun Noé, quien era considerado justo delante de Dios y caminó con él, cometió un error cuando bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Su hijo Cam no mostró la reverencia hacia su padre cuando divulgó la desnudez de su padre a sus dos hermanos. En la palabra de hoy nos encontramos con los descendientes de Noé que construyen la torre de Babel. Aquí vemos el pecado más denso de la humanidad y la intervención de Dios. Así que en este mensaje en primera parte nos enfocaremos en el plan pecaminoso del hombre, donde se revelan claramente las tres clases del pecado del hombre, las cuales son: La auto confianza, la búsqueda de la vana gloria y la desobediencia a la voluntad de Dios. Luego en segunda parte nos concentraremos en la misericordia y la paciencia de Dios a través de su intervención de confundir la lengua de la humanidad. I. El plan pecaminoso del hombre (1 - 4) Entonces ahora veamos el versículo 1, “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras.” En aquella época la gente no necesitaba aprender los idiomas extranjeras porque tenía una sola lengua. Todos los hombres tenían la misma pronunciación y el mismo vocabulario. Un idioma común es un poderoso estímulo que promueve la unidad de pensamiento y acción. La lengua, como sistema de comunicación verbal, gestual o escrita, propia de una comunidad humana, es una de las mayores riquezas que posee el ser humano. Entonces ¿qué hicieron ellos con esta herramienta poderosa? Como sabemos las ocho personas que salieron del arca que se paró sobre el monte Ararat fructificaron y se multiplicaron. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Es decir, donde estaba una amplia pampa o extensión de tierra sin montañas. En la antigüedad, la llanura de la Mesopotamia meridional, con frecuencia llamada "Sinar" en la Biblia (Gn10: 10), era una región bien regada y fértil. Allí prosperaba la civilización más antigua que se conozca, la de los sumerios. Entonces ¿qué hicieron ellos allí? Veamos los versículos 3 a 4: “Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.” Entonces ¿Cuáles son los problemas que revelan sus palabras? Es decir ¿Qué hay detrás de lo que dice esta gente? (i). La auto confianza (3) Cuando Noé salió del arca, la primera cosa que hizo era edificar un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar (Gn 8:20). Aquí una cosa interesante es que Dios prohibió usar herramientas al edificar el altar. En Éxodo 20:25 Dios dice así, “Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.” Así que Noé edificó el altar con las piedras naturales sin usar herramientas. Esto quiere decir que la salvación no se basa en la labor humana sino en la gracia unilateral de Dios. Noé mostró el agradecimiento a Dios por la salvación tan admirable desplegada tanto sobre sí mismo como sobre toda su familia. Pero con el tiempo, los descendientes de Noé se corrompió y se apartó de la gracia de Dios. Miren el versículo 3: “Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.” Ellos para edificar una ciudad y una torre, usaron el ladrillo en lugar de piedra, el asfalto en lugar de mezcla. Esto quiere decir que ellos confiaban en sí mismos, dependían de su propia fuerza humana. Buscaban seguridad a través de propio ingenio y esfuerzo en vez de buscarla a través de la fe en Dios. Lo peor era que no edificaron el altar sino una ciudad y una torre las cuales no tienen nada que ver con el culto a Dios. Ellos pensaron que sin Dios y con el esfuerzo humano podrían alcanzar la salvación. Esta tendencia del hombre pecador sigue estando vigente aun hoy en día. La cultura y la civilización del mundo están basadas en el humanismo. Para la gente de hoy no hay Dios. Confían en sí mismos. Piensan que pueden establecer una utopía desafiando a Dios. Sobre esto el salmista dice así: “¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas (Sal 2:1-3).” (ii). La búsqueda de vana gloria (4a) Cuando Dios creó todas las cosas, especialmente después de haber creado al hombre a su imagen en el sexto día, vio Dios que era bueno en gran manera. Es decir, el hombre fue creado para la gloria de Dios. El propósito de la vida del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre. El hombre no es un ser que puede existir por sí mismo sino que es la criatura de Dios. El hombre tiene el significado de la vida solamente ante su Creador. Pero ¿qué clase de vida llevaban los descendientes de Noé? Miren el versículo 4a. “Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre,” Ellos quisieron lograr una gran obra humana buscando su propia gloria. Este plan era el producto del orgullo humano y la incredulidad. Ellos se apartaron de Dios. No recordaron la promesa de Dios. Quizá ellos deben haber planeado edificar una ciudad y una torre por el miedo de que Dios los destruiría de nuevo a través del diluvio como se mencionó en el mensaje de la semana pasada. Así que querían edificar una torre bastante alta que no podría llegar el agua hasta allí. Entre los descendientes de Noé hubo un hombre del linaje de Cam, uno de los tres hijos de Noé, que se llamaba Nimrod. La Biblia dice así: “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar (Gn 10:8-10).” Es muy probable que Nimurod haya sido quien dirigió el edificar la ciudad y la torre de Babel. Bajo su liderazgo la obra se avanzó desafiando a Dios y buscando su propia gloria. Él es la sombra de Anticristo. El pueblo es ignorante y ausente de discernimiento. Es fácil seducirse y desviarse del camino recto por la seducción de los malos líderes. Hoy en día la influencia de los medios masivos de comunicación es enorme. La gente está indefensa ante su influencia. Las publicidades seducen a la gente para que busque la vana gloria del mundo. Pero hay que saber esto que dice el apóstol Juan así: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1Jn 2:16,17).” La civilización del mundo se acabará al llegar el tiempo de Dios como profetizó nuestro Señor Jesucristo cuando sus discípulos estaban maravillados viendo el templo magnífico de Jerusalén. Jesús dijo: “¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada (Mr 13:2).” Sabiendo esto ¿qué clase de vida hay que llevar? No hay que conformarnos a este siglo, sino transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12:2). Más que nada el mensaje del reino de Dios debe ser predicado hasta lo último de la tierra. La misión cristiana es buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. Solamente los que hacen la voluntad de Dios permanecerán para siempre. (iii). La desobediencia a la voluntad de Dios (4b) La misión dada a Adán era esto: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Gn 1:28).” Después de la caída del hombre, Jesús resucitado les dio a sus discípulos la gran comisión diciendo: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mt 28:18-20).” Entonces ¿dónde estaba el propósito de edificar una ciudad y una torre? Ellos dicen así: “por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra (4b).” Es decir, no quisieron ser esparcidos sino que quisieron estar juntos para completar su plan humano. Es gran pecado estar juntos para hacer el plan sin Dios. Los planes malvados se forman cuando los malvados se juntan. Los hombres tienen tendencia de buscar la seguridad y la comodidad. Edificar una ciudad es una muestra de esta tendencia. La concentración de los seres humanos siempre ha fomentado la ociosidad, la inmoralidad y otros vicios. Las ciudades siempre han sido focos de delincuencia, pues en tales ambientes Satanás encuentra menos resistencia a sus ataques que en las comunidades más pequeñas donde la gente vive en estrecho contacto con la naturaleza. Pero hay que saber esto. Estar juntos, no siempre es malo. Aquí hay dos caras, una es positiva, la otra es negativa. Sí, es bueno estar juntos para con un buen propósito. La Biblia nos exhorta a congregarnos diciendo: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca (He 10:25).” La iglesia primitiva de Jerusalén es un buen ejemplo. Ellos se congregaron en el templo cada día escuchando el mensaje de Dios y alabando a Dios. Así como las brazas fácilmente se encienden cuando están juntas, también se enciende el fuego del Espíritu Santo donde se reúnen los cristianos juntos con corazón unánime. El culto dominical es un buen momento para encenderse el fuego del Espíritu Santo en cada corazón. Pero con esto no es suficiente porque Dios tiene un plan misionero. Cuando a los cristianos primitivos les gustaba estar juntos olvidándose de la misión mundial, Dios los esparció por varias partes del mundo usando la persecución. De igual manera, Dios nos esparciría si no queremos obedecer la gran comisión del Señor. Los Hechos 1:8 dice, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Un teólogo dijo que la iglesia que no lleva la misión no es la iglesia sino que es una reunión como la de cualquier club mundano. Nuestra iglesia sí o sí debe ser la iglesia misionera. Es necesario que tengamos la visión de evangelización las 23 provincias de Argentina y hasta 20 países de América Latina, y oremos para que Dios abra la puerta de evangelización. II. La intervención de Dios (5 - 9) Jehová descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Este no es un Dios desinteresado, sino uno que desciende desde el reino celestial al terrenal para inspeccionar la ciudad y la torre. Esto también es un acto de amor de Dios hacia la humanidad pecaminosa. Si Dios hubiese querido, podría haberlos matado inmediatamente usando cualquier método. Pero no lo hizo sino que descendió para ver qué estaban haciendo. Además el Dios trino consultó entre ellos y concluyó que nada les haría desistir ahora de lo que habían pensado hacer. Dios sabía que los hombres eran tan tercos y desobedientes que no había nada que pudiera detener sus planes malvados. Al llegar a esta conclusión, nos podemos dar cuenta que si Dios hubiese querido, podría haberlos matado a todos. Pero no lo hizo. Entonces ¿qué hizo Dios finalmente. Miren el versículo 7: “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.” Al confundir su idioma y obligarlos así a separarse, Dios tenía el propósito de impedir una acción futura unida. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. Hoy en día hay muchos pueblos esparcidos sobre la tierra que usan idiomas que no podemos entender. Actualmente no podemos saber con exactitud el número de lenguas existentes. Esto se debe a la continua aparición y desaparición de lenguas que se va produciendo a lo largo de los siglos. Según wikipedia en Internet, en el año 2009, el número de lenguas que existen en el mundo es de 6.909. El primer ranking es chino mandarín (955millones hablan). Hoy en día la gente invierte mucho tiempo y dinero para aprender el idioma extranjera. Se dice que saber más de un idioma extranjera es una herramienta muy poderosa para tener el éxito en la sociedad competitiva. Aun más para los cristianos, especialmente para los misioneros, saber el idioma del campo misionero es indispensable para evangelizar a los habitantes del campo misionero. ¿Saben ustedes que toda clase de idioma se originó de un idioma común? Contestaríamos que sí porque sabemos la historia de torre de Babel. Lo interesante es que las investigaciones modernas en el campo de la gramática comparativa han demostrado concluyentemente que todos los idiomas conocidos se relacionan y que proceden de un idioma original común. Un buen ejemplo es la palabra “madre”: “mother” en inglés, “eom-ma” en coreano, “ima” en hebreo, “ma” en chino, “mutter” en alemán etc. La multiplicidad de idiomas constituyó un obstáculo para los proyectos humanos de cooperación política y económica a lo largo de la historia humana. Pero hoy en día por el desarrollo de la tecnología, el mundo entero está convirtiéndose en una aldea. En especial, el método de la comunicación se avanzó tanto que podemos comunicarnos de cualquier parte del mundo. Hoy en día el desarrollo de la tecnología es sorprendente. Cuando nosotros los misioneros vinimos en Argentina hace 30 años, usábamos máquina de escribir para preparar el mensaje. Unos pocos como las grandes empresas y las universidades usaban la computadora. Las computadoras personales recién empezaron a aparecer en las décadas del año 90. Según mi recuerdo hasta el año 1994 yo usaba máquina de escribir para preparar el mensaje. Desde el año 1995 empecé a usar computadora. Unos años después usé internet aunque en estos días es tan común usarla. El desarrollo del teléfono celular también es tremendo. Hoy en día con smart-phone podemos hacer cualquier cosa. No podemos menos que reconocer la capacidad humana tan enorme. Ahora en Google podemos obtener cualquier conocimiento. El problema de idioma se está solucionando porque ya la computadora puede traducir cualquier idioma aunque todavía es un poco torpe. El mundo está convirtiéndose en una aldea. Parece que el mundo entero se va transformando en una unidad. Hace 30 años para los argentinos, Corea era un país desconocido. Cuando los coreanos caminaban por la calle, los argentinos se paraban y nos miraban con ojos extraños. Pero ahora Corea parece un país cercano para los argentinos. Hay muchos argentinos que desfrutan de la cultura coreana a través de Internet. K–Pop es tan popular que muchos argentinos saben cantar “Gang Nam style.” Pero hay que saber esto: El desarrollo de la tecnología también tiene dos caras, una es negativa, la otra es positiva. Como sabemos, el hombre es básicamente pecaminoso. Al ver la historia, el hombre tiene la tendencia de elegir la maldad en lugar del bien así como sucedió con la torre de Babel. Hoy en día la maldad del hombre aumenta más y más a medida que se desarrolla la tecnología. Lo vemos en todas partes del mundo de hoy. ¡Diariamente ocurren crímenes y accidentes cada vez mas perversos! Estamos viviendo en un mundo de crisis. Sí o sí vendrá la intervención de Dios para que el hombre no siga practicando la maldad. Entonces, nosotros siendo el pueblo de Dios ¿qué actitud necesitamos tener? Es necesario tener ojos que ven la cara positiva. La positiva es que nosotros siendo cristianos, podemos utilizar el desarrollo de la tecnología para el avance de la evangelización y el crecimiento espiritual. Hoy en día la Palabra de Dios está al alcance de los hombres en su propio idioma gracias al desarrollo de la tecnología. En algún sentido los cristianos de hoy son bendecidos porque pueden escuchar los sermones destacados de los predicadores de renombre y leer cualquier información sobre la teología cristiana. Nosotros creemos que Dios es el soberano de la historia y tiene el plan redentor. Dios es mucho más sabio que cualquier sabio humano. Ante Dios la civilización humana no sería nada. Nuestro Dios nos ha dado el don del Espíritu Santo. El don de lenguas en Pentecostés había de ser un medio para superar la dificultad de comunicación (Hch 2:5-12). Las diferencias nacionales no impiden la unidad de la fe ni el progreso de los propósitos eternos de Dios. La hermandad de la fe puede unir a los cristianos más firmemente de lo que podría unirlos la posesión de un idioma común. El mundo ha de ver en la unidad de la iglesia una evidencia convincente de la pureza y del poder de su mensaje como Jesús oró al Padre por sus discípulos en Juan 17: 21 que dice así: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” La unidad completa se realizará cuando venga Cristo y establezca el reino de Dios donde gran multitud compuesta de todas las naciones alabarán a Dios con lenguas celestiales. Sobre esto el apóstol Juan dice así: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero (Ap 7:9,10).” ¡Alabado sea el Padre Dios que por su gran misericordia nos ha hecho su pueblo y nos ha dado su reino celestial en Cristo Jesús! Amén.