lunes, 10 de diciembre de 2012

Mensaje ( navidad) 13- Su nombre será Juan

Mensaje dominical                                                                                     9 de Diciembre 2012

LLAMARÁS SU NOMBRE JUAN

Lucas 1:5-25
V.C.   1:13

5Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
6Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
7Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. 8Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,
9conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.
10Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
11Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
12Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.
13Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
14Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
15porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
16Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
17E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

En la palabra de hoy entra en escena un matrimonio anciano: El esposo se llama Zacarías y la esposa Elizabet. Ellos se jugarían un papel importante en la historia redentora de Dios porque a través de ellos vendría Juan el Bautista, el precursor del Mesías para preparar el camino del Señor. Quizá este matrimonio es un símbolo del pueblo de Dios tan débil y pequeño mientras que el rey Herodes es un símbolo de los hombres poderosos que amenazan al pueblo de Dios. Pido que a través de la palabra de hoy tengamos una perspectiva histórica de Dios y seamos como los Zacarías y las Elizabet de esta época que sirven la obra salvadora de Dios.

Más que nada a través de la vida y la misión de Juan el Bautista quien nacería en la familia de Zacarías y Elizabet, aprendamos cómo prepararnos como siervos de Dios y qué clase de misión llevaremos en esta época. Sobre todo vamos a encontrarnos con el Dios soberano, fiel y misericordioso que trabaja en todos los asuntos. En estas tres semanas de la preparación del la fiesta navideña, el Señor nos abunde de su palabra navideña y nos bendiga en abundancia espiritualmente. 

I. Un matrimonio justo en una época impía y desesperada (5-12)
El versículo 5a “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea” habla mucho de aquella época. En aquella época la situación del pueblo de Israel era oscura y sin esperanza en todo sentido.

Políticamente en ese entonces, el pueblo de Israel era colonia del imperio romano, en el que  Herodes, un rey impío y descendiente de Esaú, estaba gobernando Judea como si fuera un títere de Roma. Era una persona muy astuta y cruel, quien llegó al trono por su astucia y mediante muchos sobornos a Roma. Y para mantenerse en el trono, mandó matar  a mucha gente, incluyendo a su esposa y sus dos hijos. Su crueldad era tanta, que también mandó a matar a todos los niños menores de dos años de edad en Belén, para asegurarse de eliminar al Mesías nacido.

Espiritualmente, se puede decir que fue una época oscura, porque después del profeta Malaquías no hubo otros durante 400 años hasta que apareció Juan el Bautista. Por ese entonces, la religión judía había perdido su contenido y vigor, y terminó convirtiéndose en un rito superficial y lleno de legalismos. Los líderes religiosos eran todos muy hipócritas, y el pueblo andaba en oscuridad llevando muchas cargas pesadas, como ovejas sin pastor.

Aquella época y esta situación oscura se parecen mucho a la actual. Pareciera que la historia del mundo es manejada por los poderosos herodes de cada época. Cada vez más, el poder tiende a concentrarse en pocas manos; y a su vez los poderosos cada vez tienen más poder mientras que los débiles se debilitan cada vez más. Uno de los grandes problemas del mundo es el desequilibrio, o mejor dicho, la mala distribución del poder y la riqueza. No sólo esto, sino que también cada día más las iglesias de hoy se encuentran en decadencia. Solemos escuchar escándalos que ocurren en las iglesias de todo el mundo. Ante tal situación, muchos cristianos terminan siguiendo la corriente del mundo, así como lo hizo aquella multitud que seguía a Jesús sin arrepentimiento verdadero, solamente buscando algún beneficio personal.

Entonces, ¿esto significa que no hay esperanzas para el pueblo de Dios? ¿Dios no se interesa en lo que está ocurriendo en el mundo? La respuesta es: sí, hay esperanzas; porque Dios sigue trabajando. Leamos los versículos 5b a 6: “Hubo… un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.”  

La manera de la obra de Dios es más allá de nuestra imaginación. Dios, después de 400 años de silencio, empezó a actuar de una manera inesperada. Se  fijó en un matrimonio más débil y desespeanzador. Zacarías y Elizabet, ancianos que no tenían hijos. Pero el Señor desplegó su gracia sobre esta familia. Dios se agradó de ellos y quería usarlos en su obra redentora, es decir, usarlos como padres del precursor del Mesías. De hecho ellos eran inmerecedores. Aun así Dios vio en ellos algo agradable. Ellos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los  mandamientos y ordenanzas del Señor.

Aquí ¡ojo! Su vida justa no tiene nada que ver con la salvación o la elección de Dios. Dios tenía misericordia de ellos, y les dio gracias admirables para poder llevar tal clase de vida. Por lo tanto ellos estarían muy agradecidos sirviendo al Señor. Especialmente ser usado como sacerdotes es la gracia unilateral de Dios. Ellos nacieron como descendientes de Aarón, el primer sumo sacerdote, no por su propia voluntad, sino por Dios. Por eso es la gracia inmerecida.

De igual manera, nosotros los cristianos nos hemos hecho hijos de Dios no por la voluntad de sangre ni de voluntad de carne sino de Dios. Dios nos ha engendrado en Cristo Jesús. Es maravilloso. Su visitación en un día especial es un punto de cambio drástico en la vida de una persona así como les pasó a Zacarías y Elizabet. Si uno sabe y ha experimentad la gracia de Dios, como resultado sería muy natural servir al Señor en justicia y en sanidad sin importar la situación en la que esté.

Pero el matrimonio de Zacarías y Elizabet  tuvo un problema. Miren el versículo 7: “Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.” La esterilidad de Zacarías y Elizabeth, por un lado les trajo dolor como matrimonio; y por otro, vergüenza en una sociedad que discriminaba. No era bien visto en la cultura hebrea no asegurar descendencia. Seguro que ellos se habrán preguntado una y mil veces lo que nosotros también nos preguntamos: ¿Por qué a mí? ¿Qué estaré pagando? ¿En qué me equivoqué? ¿Por qué Dios no nos responde? Podemos imaginar cuánta aflicción y angustia habría sentido este matrimonio. Elizabet lo confesó cuando llegó a tener a su hijo diciendo: “Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres (27).”

Entre todas las gracias que recibimos del Señor, la más admirable es la fuerza de vencer el fatalismo. Y esto les pasó al matrimonio de Zacarías y Elizabet, quienes habiendo recibido tanta gracia de Dios, superaron el fatalismo de no tener hijos, y así sirvieron al Señor llevando una vida justa y sin tachas. Y así es: los que han experimentado la gracia de Dios, muestran la fidelidad al Señor aun en medio de la adversidad, lo cual glorifica a Dios. 

Miren cuán fiel es nuestro Dios. Él honra a los que lo honran. Él nunca pasa por alto la súplica que hace su pueblo. Seguramente Zacarías y Elizabet seguían manteniéndose fieles en servir al Señor orando día y noche. Siendo sacerdote, sin falta él habría orado como intercesor entre Dios y el pueblo. Sí, Zacarías era un hombre de bendición de Dios en todo sentido. Un buen ejemplo es: poder ofrecer incienso en el santuario lo cual les tocaría muy rara vez a los sacerdotes. Muchos de ellos por toda su vida nunca tendría ni una vez de oportunidad de ofrecer incienso porque había muchos sacerdotes y llevaban su ministerio según el orden de su clase. De toda manera, sobre la vida de Zacarías fue desplegada la gracia del Señor de una manera maravillosa.

Dios desplegó su gracia sobre él porque lo quiso. Dios se agradó del matrimonio de Zacarías y quiso darle un regalo más precioso, es decir, tener un hijo en su vejez, un hijo especial que llevaría una misión especial.     

Cuando Zacarías estaba ofreciendo el incienso sobre el altar del santuario mientras que toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso, se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento (9-12).

Dios tiene buenas noticias para nuestra vida, aunque a nuestro alrededor todo hable lo contrario. Dios tiene un buen anuncio que darnos aunque todos nos digan que todo está mal y se complica. Aquí el ángel le dice: “Tu oración ha sido oída.” Esta frase nos hace pensar cuánto Zacarías habría orado por tener un hijo. Su oración perseverante y fervorosa fue oída al Señor. Sí, Dios escucha la oración de su siervo. Sí, todo es posible para el que ora con perseverancia conforme a la voluntad de Dios. Dios hace milagro. La Biblia testifica de esta verdad en todas partes. Lo hace para que su pueblo tenga fe en Dios no cayendo en fatalismo.

Entre nosotros ¿hay alguien que esté en una situación adversa que crea imposible de solucionar? Si es así, no se desanimen y tengan fe en Dios, haciendo sus deberes diarios y orando perseverantemente. Sí o sí Dios escucha sus oraciones y a su debido tiempo dará la respuesta.

II. La vida de Juan el Bautista (13-15)
Al hablar de la vida de Juan el Bautista, no puedo menos que mencionar la predestinación de Dios. Dios es omnisciente y omnipresente. Él sabe el pasado, el presente y el futuro. Él es el Alfa y la Omega. Es maravilloso saber que, tanto la historia del mundo como la vida de una persona están predestinadas según el plan maravilloso de Dios. Antes de que se forme el embrión en el vientre de su madre, Dios ya planeó y designó todo el curso de su vida. Sobre esto canta el salmista maravillado: “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! (Sal 139:16,17)”

También Romanos 8:29 y 30 el apóstol Pablo habla de la vida de los cristianos, diciendo: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” ¿No es esto maravilloso? Para nosotros los cristianos, es un título de gran agradecimiento a Dios, quien nos predestinó y es en quien encontramos la seguridad y el descanso. Pero para los incrédulos es todo lo contrario, es motivo de queja y excusa para echarle la culpa a Dios. 

Entonces, según la noticia del ángel Gabriel, ¿cómo sería la vida de Juan el Bautista que nacería en la familia de Zacarías y Elizabet? Miren el versículo 15 : “porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.” Juan sería grande delante de Dios.

 Cuando la Biblia habla de la grandeza del hombre, es diferente al concepto de grandeza en el mundo, en donde se alaba a los hombres poderosos como aquellos grandes reyes antiguos, Nabucodonosor, Alejandro el Grande, Augusto César. Hoy en día, se alaba a la gente que tiene mucho dinero, muchos verdes (dólares), como los políticos de los países poderosos; o bien a la gente que tiene mucha fama, como Tinelli, Maradona, Susana Gimenez, Moria Casán, Ricardo Fort, que seguramente también tienen mucho dinero; en la tele todo el día se habla de ellos. Pero ¿delante de Dios serán grandes ellos? La evaluación de Dios sobre una persona es totalmente diferente al punto de vista humano. Al pensar en la vida de Juan, desde el aspecto humano, no era grande porque no tenía ni dinero ni posición social. Además murió de la peor manera, fue degollado por el mandato del rey Herodes Antipas en la plenitud de su juventud.

Pero Jesús lo aplaudió, diciendo: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista (Mt 11:11).” Entonces ¿en qué sentido Juan sería grande? La Palabra dice: “No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.” La grandeza del hombre no se mide según las apariencias, ni el trasfondo familiar, ni la posesión, sino según la personalidad. Lo importante delante de Dios es quién es uno realmente y si tiene o no la imagen de Dios en su interior. Aquí en la vida de Juan, lo más precioso es su vida santificada para el Señor. Él “no beberá vino ni sidra”, es decir que llevaría una vida pura, sin contaminarse del pecado del mundo, llevando una vida de dominio propio, lo cual vale mucho delante de Dios.

Todos los hombres de Dios llevaron una vida santificada, aun en medio del mundo impío. Un ejemplo: la vida de Daniel: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse (Dn 1:8).”

El mundo nos ofrece el libertinaje y no la libertad. Hay tantas cosas en el mundo para disfrutar. Cada fin de año, para muchos la navidad es una fiesta más para pasarla bien, comiendo y bebiendo, tirando cohetes, recibiendo regalos, para salir a bailar, para hacer citas con algún enamorado, enamorada, etc. La gente se justifica a sí misma por su vida de libertinaje, diciendo: “Estoy estresado, no doy más, así que me voy a tomar una birrita (cerveza) y ¡viva la pepa!.” Pero los cristianos somos ciudadanos celestiales, por lo que nuestro gozo que es auténtico, viene de algo más profundo, es decir, de llevar una vida pura y santificada, más que todo estando llenos del Espíritu Santo.    

Juan el Bautista será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. ¡Qué maravilloso es esto! Totalmente, esta es la gracia unilateral de Dios. La llenura del Espíritu Santo que anhelamos tanto es también el don gratuito de Dios. Aquí la vida de Juan me hace pensar en una cosa: La buena influencia de los padres hacia sus hijos. La oración de los padres piadosos por sus hijos influye aun en el embrión que está en el vientre de la madre. Por eso las embarazadas sí o sí deben llevar una vida santificada, comiendo comidas sanas, viendo y pensando cosas buenas y escuchando buena música, nada de reggaetón ni cumbia, y más que todo orando y meditando en la palabra de Dios siempre.  

El pueblo de Dios es grande delante de Dios porque no busca la grandeza del mundo sino que anhela la vida santificad y la llenura del Espíritu Santo. ¡Que el Señor nos haga a cada unos de nosotros llevar una vida santificada con la llenura del Espíritu Santo como Juan el Bautista!

III. La misión de Juan el Bautista (16-17)
Cuando Dios nos salva gratuitamente en Cristo Jesús y nos hace llevar una vida santificada con la llenura del Espíritu Santo, lo hace para nuestra felicidad. Dios quiere que seamos felices en la gracia del Señor. Pero si aquí se terminara todo, la vida cristiana sería una vida bastante egocéntrica. Hay que saber esto: Dios tiene un propósito al bendecir a su pueblo, que es llevar la misión. Y esto lo podemos ver a través de leer las siguientes palabras dadas a Zacarías por el ángel Gabriel, quien le habló en cuanto a la misión de su hijo Juan.

Leamos juntos los versículos 16 y 17: “Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.”

La misión de Juan era preparar la venida del Mesías, Rey de reyes y Señor de señores siendo su precursor; así como si un rey pensaba viajar, los obreros debían reparar el camino con antelación, para hacerlas rectas, niveladas y llanas. De hecho la misión de Juan no era fácil de cumplir, porque debía llamar a los pecadores al arrepentimiento para que preparasen sus corazones para la visita del Señor. Nosotros también, necesitamos preparar nuestros corazones para recibir al Señor y necesitamos ayudar a nuestras familias y amistades para que preparen sus corazones también.

De hecho, la gente se vuelve egocéntrica, codiciosa y preocupada por no tener el reino de Dios en sus corazones, ni creer en el Dios que cuida. El arrepentimiento significa cambiar la manera de pensar, darse la vuelta y proceder en una nueva dirección; es cambiar el rumbo de una vida egocéntrica a una vida teocéntrica. Es no seguir la escala del valor mundano, sino la de Dios en base a la palabra de Dios. Pero la obra del arrepentimiento es costosa. Con la fuerza humana o la sabiduría humana, el corazón duro del hombre no se puede cambiar. Solamente con la predicación, con la llenura del Espíritu Santo y con el martillo de la palabra de Dios, se puede producir un arrepentimiento auténtico. Solamente los siervos de Dios que testifican el mensaje de Dios con sus hechos pueden realizar un avivamiento a través del arrepentimiento del pueblo.

Aquí en estos versículos, se destaca entre las obras que Juan iba a realizar, la obra hogareña. El hogar destruido es un testimonio muy claro de la caída espiritual de una época. En aquella época los hogares tenían muchos problemas como hoy: los hijos eran rebeldes y los padres no daban buena influencia a sus hijos. Especialmente, el papel del padre en un hogar ocupa el primer lugar. Si un padre vive embriagado, es imposible dar buen ejemplo a sus hijos. Una de las misiones de Juan era recuperar la función original de la familia, haciendo volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Según las estadísticas, el 50% de las familias argentinas están quebradas. Y ni hablar de los estados unidos, que siendo una nación cristiana, está pasando por lo mismo, y hasta en las familias cristianas. Debe haber una diferencia entre cristianos y no cristianos. Pero que esté pasando esto, significa que las familias cristianas no están cumpliendo el papel de luz y sal del mundo. Por eso el avivamiento espiritual debe empezar desde el hogar. El mensaje de arrepentimiento es el mensaje que salva. La gente de hoy debe escuchar este mensaje, y debe arrepentirse de su vida pecaminosa volviéndose a Dios sinceramente, y así llevar una vida santificada y llena del Espíritu Santo. Es necesario crear un nuevo estilo de vida cristiano en los hogares. Es necesario controlar al corazón, que es normal que tienda a buscar la comodidad y los placeres mundanos. Para esto, hay que reorganizarse y repartir el tiempo diariamente para buscar primeramente el reino de Dios y su justicia.

Dios nos salvó y nos ha bendecido en gran manera en Cristo Jesús para que vivamos como precursores del Mesías, como Juan en esta época, llamando al arrepentimiento, y preparando los corazones para la visita del Señor, no sólo nosotros, sino también ayudar a nuestras familias y amigos para que preparen sus corazones también. Debemos recordar que la obra verdaderamente importante de la iglesia toma lugar a este nivel menos visible, más difícil de medir, y ésa es la obra del Espíritu. La gente necesita oír que Dios llama a todos al arrepentimiento y el perdón de pecados.  Nadie es excluido. Cumplamos esta misión santa llevando la vida santificada y llena del Espíritu Santo preparando a un pueblo santo de Dios antes de la segunda venida de Cristo Jesús.





miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sermón (Navidad) 12 - ¡Salve muy favorecida!

 “¡SALVE, MUY FAVORECIDA!”

Lucas 1:26-38
V.C.   1:30,31

1:26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
1:27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
1:28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
1:29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
1:31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
1:33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
1:34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
1:36 Y he aquí tu parienta Elizabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
1:37 porque nada hay imposible para Dios.
1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

      Ya estamos al fin del año. El tiempo está volando. Las calles están llenas de gente que compra regalos navideños. Las vidrieras están adornadas de colores. Para los comerciantes la navidad es una oportunidad de vender más mercaderías y hacer mucha plata. Aun los cartoneros, por la noche, están muy ocupados. La entrada de las facultades y colegios también está llena de huevos, harina, kechup etc. Hoy en día la fiesta navideña se ha convertido en una fiesta secular en que muchos piensan en Papá Noel y el árbol navideño o recibir regalos, o comer turrones y tomar sidra en familia. O sea, en el centro de su vida no está Cristo. Pero en este momento apartado de todo este ambiente festivo, queremos pensar en el significado verdadero de la Navidad en base a la palabra de Dios para tener una perspectiva espiritual y para vivir una vida sincera y auténtica.

Cuando la gente no tiene una visión, no puede más que andar en oscuridad. Al ver la historia de Israel, su época espiritualmente más oscura fue la cercana a la venida del Mesías. El pueblo de Israel estaba sufriendo mucho bajo el dominio del imperio romano, no tenía esperanza alguna. Después del profeta Malquías, durante 400 años no habían habido profetas. Parecía que Dios los había abandonado. Los líderes eran incrédulos, injustos e inmorales. El pueblo era como ovejas sin pastor.

Pero aun en medio de la oscuridad, Dios estaba vivo y estaba trabajando según su plan redentor. Dios no fracasa nunca ni abandona a su pueblo. Él estaba cumpliendo su plan redentor preparando un ambiente espiritual. Antes de enviar al Mesías, el Salvador  del mundo, primero Dios envió al ángel Gabriel a Zacarías para anunciarle el nacimiento de Juan el Bautista, quien prepararía el camino del Mesías como el precursor. Al sexto mes después de este anuncio, finalmente el ángel visitó a María y le dio un mensaje maravilloso con un saludo: “!Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.”

Hoy  primero, vamos a meditar en la gracia que María recibió, luego estudiaremos veremos quién es Jesús que iba a nacer por medio de María, y por último, aprenderemos la actitud de María ante la palabra de Dios.  ¡Pido que el Espíritu Santo revele la verdad de la palabra de hoy y nos ayude a tomar una decisión de fe para vivir como siervos obedientes del Señor!

I. “Has hallado gracia delante de Dios” (26-31)
     ¿Quién era María? Era una mujer común y corriente, no tenía nada especial; era una campesina que vivía en una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, un distrito despreciado por los judíos ortodoxos, especialmente por los ciudadanos de Jerusalén (así como hoy en día sucede que los porteños menosprecian a los provincianos). Ella siendo una virgen que todavía no había conocido a varón, estando desposada con José, habría tenido el sueño dorado de casarse con él. Para ella no habría nadie que ocupara su corazón salvo José, su futuro marido. Para las solteras de aquella época, su mayor sueño era casarse con el varón a quien amaban y formar con él un dulce hogar. Supongo que también es el sueño de todas las solteras de hoy.

De todas maneras, María estaba preparando su boda queriendo que nadie la interrumpiera. Pero ¿qué le sucedió? Un día cuando ella estaba sola en su cuarto, un ángel  entró y le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.” Cuando ella lo vio, se turbó por sus palabras y pensaba qué salutación sería esta. Hasta entonces el corazón de María estaba lleno de sueños, esperanzas y paz. Pero ante la aparición del ángel y su palabra, una ola de inquietud empezó a levantarse en su corazón. Sin embargo ella no reaccionó con incredulidad, así como le pasó a Zacarías ante la noticia del nacimiento de Juan el Bautista, sino que se calló pensando qué significaría esa salutación. Podemos ver que María era una mujer prudente, porque pensó antes de hablar o actuar. Si nos comportáramos así como María, muchos problemas se solucionarían sin generar mayores conflictos. 

Entonces el ángel le tranquilizó, diciendo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.” Cuando el ángel la llamó por su nombre María, ella estaría maravillada del conocimiento sobrenatural de aquel visitante. “¡Cómo me conoce!” Lo más sorprendente era la palabra siguiente: “Tú has hallado gracia delante de Dios.” La palabra “gracia” significa favor que uno recibe sin estar obligado a dar algo a cambio. O sea, María era inmerecida para recibir la gracia de Dios.

Nosotros siendo criaturas débiles, de hecho no podemos vivir sin la gracia de Dios. La naturaleza está llena de la gracia de Dios. Todos seres vivientes disfrutan de la vida porque el Señor cuida de este planeta con todo poder y amor, haciendo salir el sol, envía lluvia. Tanto los cristianos como no cristianos todos gozan de esta gracia general de Dios. En cambio en el mundo no hay gracia, mas bien está la ley de recibir y dar. O sea en el mundo no existe el regalo sin esperar algo a cambio. Pero la gracia de Dios sobrepasa todo el legalismo de los hombres. Dios es amor. Él está dispuesto a darnos todo. ¡Qué grande es la misericordia de Dios! ¡Le demos gracias a Dios por su misericordia!

Además de esta gracia general, la gracia especial es que uno se salva por la fe en Cristo Jesús y nacer como la familia de Cristo. Esta gracia es dada a todos aquellos que creen en el nombre de Jesucristo y lo reciben en sus corazones como su Salvador y Rey. Esta es la palabra de fe que predicamos: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación (Ro 10:9,10).” Los que experimentan la gracia de Dios se convierten en seres llenos de gracia. Y no puede menos que alabar a Dios cantando: “No sé por qué la gracia del Señor me hizo conocer ni sé porque su salvación me dio y salvo soy por él.”

Una gracia más sorprendente, además de esta gracia salvadora es la gracia de la elección de Dios, la cual es muy especial y personal, que acompaña la misión especial. La gracia sin misión es una gracia barata. Por eso el apóstol Pablo en la carta a los romanos dice: “y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre (Ro 1:5).”

Miren ¿qué gracia recibió María concretamente? El ángel le dijo: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS (31).” Recibió la gracia de ser la elegida como la madre de Jesús, el Mesías. Siendo una simple campesina, ser elegida así sería una gracia admirable. Ella fue elegida para ser la madre del Mesías. Su nombre todavía es recuerdo tanto por los cristianos como por los no cristianos. Por eso cada vez que se festeja la navidad, el nombre María es muy nombrado.

Aquí pensemos un poco sobre la elección de Dios, la cual sobrepasa nuestro entendimiento. Al hablar acerca de la elección de Dios, no podemos menos que mencionar la vida de Abraham. Cuando éste vivía en Ur de Caldea, una ciudad de idolatría, Jehová le había dicho: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Gn 12:1-3). Cuando Abraham fue llamado, tenía 75 años de edad, y su esposa era estéril, así que no tenía alguna esperaza humana. Pero Dios lo eligió para ser padre de mucha gente, y para usarlo como el canal de la bendición. Así es la elección de Dios.

Dios nos eligió, no porque lo merezcamos sino porque él es misericordioso para con nosotros. Por eso el simple hecho de haber sido elegidos, es una gracia. Sí, Dios nos eligió para que seamos pescadores de hombres, para que pasemos de la vida vana y sin dirección a una vida significante y abundante con una dirección clara para glorificar a Dios haciendo su voluntad. En la elección de Dios vemos su esperanza puesta en nosotros. Él quiere que seamos bendición para otros. En la vida cristiana un gran título de oración es alumbrar los ojos de nuestro entendimiento para que sepamos cuál es la esperanza a que Dios nos ha llamado y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (Ef 1:18).

Una cosa que debemos notar es que María había hallado gracia delante de Dios. Esto quiere decir que, la gracia que recibió María era diferente de la gracia general que se habla en el mundo. La gracia que María recibió fue ser usada como la madre del Mesías. Esta gracia llegó a María cuando ésta todavía era virgen; estando en esta situación, quedar encinta era algo indignante. Muchos la malentenderían, hasta su propio prometido José, y la podría acusar ante el tribunal por cometer adulterio. Por lo tanto, ella debía sobrellevar todas estas cosas para poder ser la madre del Mesías.

      Así es el carácter de la gracia de la elección de Dios: nos puede llevar a una vida extraordinaria, no común. Al pensar en la vida de María humanamente, no fue tan bendita; Debía sufrir y preocuparse por su hijo a lo largo de su vida. El dolor más grande que ella sufrió fue cuando su hijo fue crucificado. Ante esta situación, sintió como si una espada penetrara su corazón. La gracia de Dios viene acompañada de  dolor y sufrimiento. Ser elegido por Dios o ser usado por él es la gracia admirable de Dios. Si bien hay muchos que quieren ser usados por Dios grandemente, la realidad es que son pocos los que quieren sufrir por esto.

Hoy en día, aun en el cristianismo,  hay una tendencia de buscar la comodidad y la prosperidad sin padecer sufrimientos. Hay muchos padres cristianos que le aconsejan a sus hijos que crean pero que no sean tan fanáticos. Hasta piensan que el parámetro de la fe es el éxito social. Cuando fui a Corea pude sentir esta realidad de medir el valor de una persona según lo que tiene. Mis amigos de la primaria, casi todos son más ricos que yo. Un amigo me dijo que si yo hubiera estado en Corea, sería más rico que ellos mismos. Sí, así es, en aquel entonces delante de mí me estaban esperando muchos éxitos humanos, como por ejemplo: la herencia de mis padres, la educación más elevada, el cargo más alto en la empresa; pero no me arrepiento de dejarlos por la misión. La gente del mundo no me entiende, pero Dios sí.

De verdad, me siento bendecido en gran manera. Ser elegido por Dios como su siervo es la gracia admirable. No sólo yo sino también todos los misioneros son bendecidos por Dios porque dejaron sus privilegios humanos para seguir la voluntad de Dios. Sí hemos hallado gracia delante de Dios. Le doy gracias a Dios por nuestros hijos que siguen nuestros pasos luchando contra la escala de valores del mundo. Gracias doy a Dios también por nuestros hermanos que imitan los pasos de los misioneros y llevan la gracia de Dios no contaminados por los pecados del mundo.

II. “Su reino no tendrá fin” (32,33)
El ángel sabía que para María el conocimiento del Hijo que ella había de engendrar, la ayudaría a llevar la gracia de Dios venciendo cualquier sufrimiento. Entonces ¿quién es Jesús que iba a nacer por medio de María? Leamos juntos los versículos 32 y 33. “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Jesús es la grandeza misma, mientras que Juan el Bautista era grande delante de Dios. Jesús es el Hijo del Altísimo, asumirá el trono de David y su reino no tendrá fin; es el príncipe de paz, vino al mundo para establecer el reino de Dios en cada corazón que se arrepiente. Jesús, estableció su reino a través de su muerte en la cruz por el pecado del mundo y por su resurrección venciendo el poder de la muerte. Él reina con paz y amor en los corazones de los que lo reciben como su Salvador y Rey.

El anuncio del ángel acerca del reino de Jesús, se refiere también al reino venidero, que va a establecerse con la segunda venida de Jesús. Nuestra viva esperanza está en su segunda venida. Nosotros  sabemos que los reinos del mundo tienen su fin, la historia del mundo lo testifica claramente. Los reinos del mundo se levantan y se caen sucesivamente, uno atrás de otro. No hay reinos eternos en el mundo. En nuestra época también lo experimentamos: ya desapareció Unión Soviética, que era uno de los dos países más poderosos del mundo; también en el caso de los Estados Unidos, su poder ya no es como antes, está debilitándose cada vez más.

Por lo tanto los reinos terrenales no son nuestra esperanza. Aunque ellos prometen la prosperidad y la paz, sabemos que no la pueden cumplir. Por lo tanto los que ponen su esperanza en ellos, se van a desilusionar en cualquier momento. La esperanza de los cristianos está en el reino de Cristo, que es eterno. Cuando él venga de nuevo seremos llevados a su reino y reinaremos con él para siempre en gloria. 

Nosotros hemos sido llamados y elegidos para ser testigos de Jesús. La gran comisión del Señor dada a nosotros es ir y hacer discípulos a todas las naciones. De esta manera extenderemos el reino de Dios hasta lo último de la tierra. Los títulos de la oración de nuestra iglesia son bíblicos: Hacer discípulos de Jesús por medio del estudio bíblico. Así como los cristianos primitivos de la iglesia de Jerusalén se reunían y oraban unánimes en base a la promesa del Señor, así también nosotros procuremos reunirnos y oremos juntos para hacer un vaso del Espíritu Santo. Para esta Navidad, estamos teniendo la reunión de oración con el propósito de que el Espíritu Santo trabaje y renueve nuestros corazones y el de las nuevas almas invitadas también.

III. “He aquí la sierva del Señor”  (34-38)
Al escuchar el mensaje de Dios transmitido por el ángel, ¿cómo reaccionó María? “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón (34).” Claro, ella era virgen, o sea no había tenido ninguna relación sexual con algún varón. Entonces ¿cómo podría tener hijo? Humanamente imposible. Por eso ella le preguntó revelando francamente su propio pensamiento. Ante su pregunta, el ángel le reveló la obra más maravillosa del Espíritu Santo. El versículo 35 dice: “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” La obra del Espíritu Santo va más allá de nuestro entendimiento. El Espíritu Santo hace que lo imposible se haga posible. Los milagros que están escritos en la Biblia son resultados de la obra del Espíritu Santo.

Para María no era fácil aceptar la palabra de Dios por la fe, así que el ángel la ayudó a tener fe en Dios dándole el ejemplo del caso de Elizabet quien había concebido hijo en su vejez. “Y he aquí tu parienta Elizabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril (36).” Como conclusión le dijo: “porque nada hay imposible para Dios.” Todo es posible para el que cree.

Esta obra a la que servimos es la obra de Dios, es decir, Dios es quien trabaja por el Espíritu Santo usándonos como sus instrumentos. Para que el poder de Dios sea revelado es necesario que dejemos que el Espíritu Santo nos use como su canal. Muchas veces nosotros mismos somos impedimento del Espíritu Santo por causa de nuestra incredulidad o por nuestro orgullo. Reconozco que en mí no hay poder. Yo no puedo cambiar a nadie. Sin milagro de Dios el corazón duro del hombre no se puede cambiar. Cambiar el corazón del hombre es la obra más difícil, entre todas las cosas difíciles que puedan existir. Por lo tanto, al ver la vida cambiada de una persona no puedo menos que reconocer la obra maravillosa del Espíritu Santo. Los que reconocen su limitación humana oran dependiendo de Dios para que el Espíritu Santo trabaje y use su vida como el canal del poder de Dios. “Haz lo que quieras de mí, Señor; Tú el Alfarero, yo el barro soy; Dócil y humilde anhelo ser; Pues tu deseo es mi querer.”

Veamos la reacción final de María quien estaba convencida totalmente por la obra del Espíritu Santo. Leamos juntos el versículo 38. “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” Aquí ella se identificó como la sierva del Señor, una actitud humilde ante la palabra de Dios. Sí, una sierva no tiene ningún derecho de resistir contra la voluntad del dueño. María aceptó la palabra de Dios de corazón con humildad y de buena gana. Aunque la gracia de Dios está ofrecida a todo el mundo, esa gracia se efectuará sólo cuando la aceptamos con Amén.

Hoy en día estamos viviendo en una época rebelde, de caos espiritual, así como lo fue en la época de Jueces. “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía (Ju 21:25).” Todos quieren ser su propio ser, no queriendo estar sometidos a nadie. Aun en las iglesias de Cristo hay pocos que tienen una actitud de siervo humilde y sumiso, que viven como discípulos de Jesús, que se niegan a sí mismo, llevan su cruz cada día y lo siguen para llevar la misión.

Pero gracias a Dios hay muchas Marías en nuestra época. Gracias a Dios por nuestros hermanos y hermanas que tiene la actitud humilde y obediente como la de María. Cada vez que tenemos actividades especiales, ellos hacen el ambiente espiritual en obediencia al Señor llevando cada uno su cargo. Dios se agrada de ellos. ¡Qué Dios los bendiga! No hay otra cosa más importante que recibir a Jesús como Rey y Salvador quien nos gobierna con amor y paz. No hay otra bendición o gracia más grande que ser elegidos por Dios y ser usados en su obra redentora. Somos siervos benditos de Dios. ¡La gracia del Señor sea sobre nosotros desde ahora y para siempre! “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra (38).”



viernes, 14 de septiembre de 2012

Sermón 11 - Un hecho más hermoso en la historia

UN HECHO MÁS HERMOSO EN LA HISTORIA 

San Juan 12:1-8 (V.C. 12:3)
                           
1Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
2Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.
3Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
4Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.
7Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
8Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.

En la Biblia, entran en escena muchas mujeres, protagonistas de hechos tan hermosos, dramáticos y conmovedores; una de ellas, es María. Eran varias las mujeres que se llamaban así: estaba María, la madre de Jesús; María Magdalena quien tenía siete demonios y a quien Jesús curó; María, la hermana de Marta y Lázaro. Todas ellas, recibieron mucha gracia de Jesús y sus vidas cambiaron. Pero en el mensaje de hoy nos vamos a enfocar en María, la hermana de Marta y Lázaro. Ella no era ni famosa ni rica, tampoco era de una familia de renombre en la sociedad judía, sino que era una mujer común y corriente, y de una familia problemática. Del capítulo 11 de San Juan, podemos presumir que sus padres ya habrían fallecido, así que María estaría viviendo con sus hermanos Marta y Lázaro. En una palabra, ellos eran huérfanos sin padres. Pero lo peor era que su hermano Lázaro, quien tenía el papel de ser la columna de la familia, había muerto, lo cual les causó mucha tristeza y desánimo a las dos hermanas. Lo podemos leer en el capítulo anterior. Pero como ya sabemos, Jesús convirtió su tristeza en alegría al resucitar a Lázaro.

María, Marta y Lázaro vivían en Betania, una aldea pequeña cerca de Jerusalén. Cada vez que había fiesta judía, Jesús venía a Jerusalén con sus discípulos para participar en la fiesta y se quedaba en la casa de María. Jesús amó mucho a esta familia. Y ellos sin falta deben haber considerado a Jesús como su padre verdadero, quien desplegaba su gran amor sobre ellos. Por todo esto, la resurrección de Lázaro fue el asunto más admirable.

En la palabra de hoy, María estaba haciendo algo hermoso, lo más hermoso en la historia cristiana, al ungir los pies de Jesús con el perfume de nardo puro. Este hecho revela muy bien el carácter de la devoción auténtica de María, la cual es el mejor ejemplo digno de imitar para todos nosotros los cristianos. En contraste con la devoción de María, la actitud de Judas Iscariote es una muestra de la vida carnal de los muchos cristianos de hoy que llevan una vida calculadora sin devoción auténtica. Pido que el Espíritu Santo revele la riqueza espiritual escondida en esta palabra.
  
I. María, una mujer sumergida en la gracia del Señor (1-3)
Seis días antes de la pascua, Jesús vino a Betania, donde estaban viviendo María, Marta y Lázaro. Este último, era el que había muerto, y a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí hicieron una cena en honor a Jesús. Marta, como siempre, servía la cena. Podemos imaginar un ambiente lleno de alegría y gracia. Esta familia, a través de preparar una cena deliciosa, estaba expresando el agradecimiento a Jesús quien les desplegó tanto amor y misericordia. Y cuando la cena estaba culminando,  fue entonces que, de repente, se empezó a desatar una escena extraordinaria a través de María, la hermana de Lázaro y Marta: traía entre sus dos manos, una libra de perfume de nardo puro, muy caro, contenido en un muy precioso vaso de alabastro, y quebrando el vaso, ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del perfume. Este hecho de María fue algo tan impactante y hermoso que aun hoy en día, a todos los cristianos y hasta a algunos no cristianos les da gran impresión. Los comentaristas dicen que esta escena se trata de la devoción más hermosa y completa en la historia cristiana.

En aquella época, las mujeres judías solteras tenían la costumbre de preparar la dote para su casamiento. Ellas ahorraban el dinero poco a poco para el día de su boda. Se dice que María probablemente trabajaba como costurera, con una aguja en la mano desde muy joven, y de esta manera ahorraba trescientos denarios (casi sueldo de un año  para un obrero), y con estos habría comprado unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, que habrían sido importados de la cordillera de Himalaya, que se sitúa entre India y Tibet, un lugar muy alto y lejano. Para ella este perfume de nardo puro representaba el fruto de su sudor, y por sobre todo, el sueño de su casamiento. Sin embargo, ella quebró el vaso de alabastro sin escatimar, y ungió los pies de Jesús. Este hecho de María nos hace pensar en una cosa, la cual es: ¿cómo es el amor auténtico? Si uno mezquina y calcula los gastos con cuidado, ya no sería un amor auténtico. El amor es dar todo y de lo único que se lamenta es de no tener más para dar. 

María, después de ungir los pies de Jesús con el perfume, los enjugó con sus cabellos. Para las mujeres judías, y creo que para las mujeres en sí, los cabellos son de suma importancia. (Por eso es que hay tantas publicidades de shampoo y cremas para el pelo para mujeres). 1 Corintios 11:15 dice que a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso. María, con sus cabellos honrosos enjugó los pies de Jesús, los cuales son la parte más sucia y hedionda del cuerpo. Lavar los pies con una toalla era el trabajo de un esclavo. Pero ella los enjugó con sus cabellos honrosos.

Entonces ¿cómo María podría actuar así mostrando gran agradecimiento ante Jesús?  ¿De donde salió esa devoción tan conmovedora? ¿En dónde está arraigada su devoción tan hermosa? Ahora imaginemos un árbol. Cuando vemos un árbol frondoso, hay partes que no se ven. ¿Cuáles son? Son sus raíces que son la fuente y base de su crecimiento. De igual manera podemos ver los hechos hermosos de María, pero no sus raíces, que fueron las que hicieron posible esta devoción hermosa. Entonces, ¿cuál es la raíz de su devoción? La respuesta es simple: ella había experimentado la gracia y amor de Jesús. De hecho en aquel tiempo, había multitudes que seguían a Jesús, viendo los milagros que Jesús hacía y escuchando sus palabras, pero eran pocos los que llegaban a experimentar la gracia de Dios y la expresaban de alguna manera. La mayoría de ellos eran ingratos cuyos corazones eran muy duros como de piedra. Pero María era diferente, ella tenía un corazón tierno, porque amaba a Jesús de corazón. En especial, su amor hacia Jesús se había expresado a través de oír su palabra con anhelo. Ella estaba sumergida en la gracia del Señor al escuchar su palabra llena de vida y amor.

Recordamos el episodio que ocurrió cuando Jesús, yendo de camino, entró en una aldea. Lucas 10: 38-42 dice así: “38Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”

El salmista confiesa que la palabra de Jehová es tan dulce como la miel. Su delicia está en meditar en la palabra de Dios de día y de noche. Su vida se compara a un árbol plantado a la orilla de un río. Hoy en día estamos viviendo en medio de un diluvio de información, en donde es difícil encontrar aguas vivas que den vida y refrigerio al alma. Oremos para que tengamos esa actitud de María que sentados a los pies de Jesús, oía la palabra del Señor.

En especial para María la resurrección de Lázaro, su hermano, fue una experiencia impactante y conmovedora. ¡Qué gracia tan grande había experimentado ella cuando su hermano Lázaro muerto resucitó y salió de la tumba ante la palabra de Jesús! “Lázaro, sal de ahí.” Para ella Jesús era la fuente de la alegría y la viva esperanza. Jesús era el significado de su existencia. Porque Jesús trajo a su familia la vida y la viva esperanza, para ella Jesús era su todo de todo. Al derramar el perfume valioso sobre los pies de Jesús, no sintió ningún desperdicio. Lo único de lo que se lamentó era de no tener más para darle.

“Sentir más grande amor por ti, Señor; Mi anhelo es mi oración que elevo hoy.
Dame esta bendición: sentir por ti Señor, Más grande amor, más grande amor.”

De hecho la gracia del Señor sobreabunda entre nosotros. Así como Jesús resucitó a Lázaro de los muertos, también nos dio vida gratuitamente a cada uno de nosotros. ¿Quiénes éramos y quiénes somos ahora? Efesios 2:4-6 dicen: “ 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” Al meditar en la identidad cristiana en Cristo Jesús, no podemos menos que expresar nuestro agradecimiento a través de la devoción auténtica al Señor.

Al meditar en la palabra de Dios y la obra salvadora cumplida en Jesús, el río de la gracia del Señor empieza a correr desde lo profundo de nuestros corazones hacia nuestro alrededor, así como la casa se llenó del olor del perfume. Todos nosotros anhelamos esta clase de vida llena de gracia y amor. Pero en muchos casos nos descubrimos a nosotros mismos no como una María sino como un Judas Iscariote.

II. Judas, un hombre seco apartado de la gracia (4-6)
Allí en la casa de María también fueron invitados los discípulos de Jesús. Judas Iscariote era uno de entre ellos, el que había de entregar a Jesús en las manos de los líderes religiosos. Él estaba observando lo que estaba haciendo María en este momento. Finalmente abrió su boca y le dijo con tono de crítica: “¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?” Judas pensó que el hecho de María era un hecho necio y derrochador. ¡Cómo puede derrochar el perfume tan caro por un momento derramando todo sobre los pies de Jesús! Su palabra suena razonable y justa. ¿No sería mejor venderlo y hacer dinero, y con lo mismo ayudar a los pobres? Su palabra parece tener mucha razón.

Pero una cosa importante es leer el motivo de su palabra. El proverbio 23:7 dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Los pensamientos de una persona son su personalidad. De hecho lo más difícil de saber es el corazón del hombre. Nadie puede ver el mundo del pensamiento de una persona. Solamente el Espíritu Santo es quien mide la profundidad del corazón del hombre y lo escudriña. El apóstol Juan, inspirado por el Espíritu Santo, pudo descubrir lo escondido en el corazón de Judas y dice así: “Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella (7).” La aparente preocupación de Judas por los pobres era sólo un pretexto. Él era amante del dinero; esclavo de la codicia. Su corazón perverso se reveló en su palabra ante el hecho hermoso de María. Judas, siendo encargado de la bolsa, sí cuidó del dinero, pero no cuidó de su propio corazón. Ante el hecho más hermoso de María, Judas endureció más su corazón y se decidió a vender a su Maestro.

En la vida cristiana, la lucha más costosa es disciplinar nuestra manera de pensar y mantener un corazón íntegro y puro delante de Dios. Porque el corazón humano es más perverso y engañoso, es fácil que nos engañemos a nosotros mismos y así engañar a otros. Para Dios lo más aborrecible es un corazón dividido y engañoso. Por lo tanto Jesús reprendió fuertemente a los hipócritas. Podemos fingir que somos buenos cristianos participando en todas las actividades religiosas activamente con corazones engañosos, pero Dios sabe nuestros corazones. Dios no será burlado nunca. Dios hace que lo que se siembra se coseche. Nosotros ya lo vimos en la vida del rey David a través del estudio del libro de Samuel. A veces Dios deja que Satanás nos tiente a fin de revelar lo escondido en nuestros corazones. Satanás nos tienta ofreciéndonos algo muy atractivo, así como el pescador pone su carnada en su anzuelo.

Cuando le damos lugar al diablo, éste entra en nosotros y mora en nosotros y luego invita a sus compañeros peores que él. Hay que saber cuáles son las trampas del diablo. Los pensamientos que el diablo siembra en nuestro corazón son éstos:

  1. Todo el mundo peca, por eso yo también peco (Esto es igual que decir: todos van al infierno, yo también).
  2. Todavía soy muy joven para tener fe cristiana (No sabe que la juventud es muy corto tiempo).
  3. Mi conciencia no debe sentirse culpable al cometer pequeños pecados (una mentirita blanca o un robo pequeño no le hace mal a nadie, solemos escuchar, pero pecado es pecado).
  4. Si lo hago por esta única vez no hay problema (Solo por esta vez dice, pero es el comienzo de ser esclavo del pecado)).
  5. Total…Nadie me ve (Pero Dios está mirando)
  6. Hoy no, lo dejo para mañana (Ese mañana nunca viene y así termina la vida).
  7. Si la meta es buena, no importa cualquier manera (el fin no puede justificar los medios).

    Estas cosas son semillas que el diablo trata de sembrar en nuestros corazones. Parecen cosas pequeñas y sin importancia, pero son instrumentos del diablo para apartarnos de Cristo y destruirnos. Debemos saber que para Dios no hay pecado demasiado grande o pequeño. El pecado es pecado. Por eso ante todo debemos cuidar de nuestros corazones que vale más que conquistar una ciudad.

Oremos tal como el salmista oró a Dios diciendo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno  (Sal 119: 23,24).”

III. Jesús aprecia la devoción de María (7-8)
    A la crítica que Judas Iscariote le hizo a María, Jesús le respondió, diciendo: “Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.” Allí nadie, salvo Jesús, entendió el valor de la devoción de María. Jesús dio el significado y el valor a lo que hizo María. Sí lo importante es cómo ve el Señor y cuánto valor le da él a un hecho. Entonces, ¿qué significado tiene el hecho de María? Jesús dice: “para el día de mi sepultura ha guardado esto.” Quizá María debe haber presentido la muerte inminente del Señor y debe haber entendido el significado de su muerte porque ella siempre estaba atenta a su palabra con un corazón abierto, humilde y dispuesta a aprender. En cambio, las palabras de Jesús tras este incidente debieron haber enseñado a Judas Iscariote una valiosa lección con respecto al valor del dinero. Pero Judas no prestó atención. Es lamentable. Poco tiempo después vendería a su Maestro por treinta piezas de plata.

Cuando María escuchó esta voz del Señor, debe haber sentido una gran consolación y una paz profunda en su corazón, las cuales nadie de allí pudo experimentar. El reconocimiento de Jesús es el premio que ella recibió. ¡Con esto es suficiente! El reconocimiento del Señor es la fuerza de vencer cualquier crítica o burla de la gente.

Jesús sigue diciendo: “Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.” Aquí encontramos una gran verdad acerca de la vida humana. Hay ciertas cosas que podemos hacer en cualquier momento. Podemos ayudar a los pobres en cualquier momento porque siempre hay pobres en nuestro alrededor. Pero hay cosas que no haremos jamás a menos que aprovechemos la oportunidad cuando se nos presenta. Tolstoi, el escritor ruso, dio un testimonio personal para darnos una lección de no perder la oportunidad de amar.

Él estaba de viaje y debía pasar una noche en una pensión. Al día siguiente al desalojarse de la misma, vio a una nena, que era la hija de la dueña de la pensión. La nena estaba llorando en la cama pidiendo a su madre que le diera la maleta roja que Tolstoi llevaba. Éste aun sabiendo esto, no pudo dársela porque estaba de viaje y en la maleta había cargas. Él pensó que después de regresar a casa y vaciar las cargas, volvería a ella para dársela. Unos días después él volvió a visitar la pensión con la maleta roja para darle a la nena. Pero ¡qué lástima! La nena ya había fallecido y estaba enterrada en un cementerio. Tolstoi puso una lápida ante la tumba de la nena muerta en la cual escribió esta frase: “No posterguen el amor.”

Para María esta vez era la única oportunidad para poder derramar el perfume sobre los pies de Jesús a quién ella amaba tanto. También para Jesús era el tiempo oportuno porque su muerte en la cruz se aproximaba. La devoción de María debe haber sido una gran consolación para Jesús. Debemos tener en cuenta esta verdad siguiente: “La oportunidad de amar no viene siempre.”

La vida dedicada al Señor es la vida más hermosa. No hay persona más feliz que la que encuentra el verdadero objeto de su amor y da todo su corazón. Su vida será como un fuego que se consume. Es bendito quien puede vivir ocupándose de amar al Señor. La Biblia dice: “El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Mr 12:29-31).”

Vivamos cada día con una devoción auténtica al Señor. Nuestra vida es demasiado preciosa para gastarla en otras cosas en lugar de vivir amando al Señor con todo nuestro corazón. ¡Que Dios nos use como llama de fuego en su mano así como usó a María, en cuyo corazón estaba encendiéndose la llama de fuego del amor para el Señor, y en cuya vida había sacrificio y devoción para poder derramar el perfume precioso de su vida entera!