miércoles, 31 de diciembre de 2014

Sermon 18 (Navidad 2014)- Venimos a adorarle

Mensaje Dominical (Culto navideño) 21 de Diciembre 2014 VENIMOS A ADORARLE Mateo 2: 1-12 (V.C. 2) 2:1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2:2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 2:3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 2:4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 2:5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: 2:6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. 2:7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 2:8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. 2:9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 2:10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 2:11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 2:12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. ¡Feliz Navidad! Hoy estamos reunidos aquí en la casa de Dios para festejar el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo, que es hijo de David, hijo de Abraham, y el Hijo de Dios. Él vino al mundo hace unos dos mil años. Y así Dios cumplió con la promesa que les hizo a Abraham y al rey David. El Señor Jesucristo es nuestro Salvador y habita con su Espíritu entre nosotros siendo su nombre Emanuel cuyo significado es “Dios con nosotros”. Él merece nuestra adoración y alabanza por los siglos de los siglos. Especialmente hoy, más que nada, lo adoramos con todo nuestro corazón porque este día es su cumpleaños aunque la fecha no es exacta, su nacimiento es un hecho histórico que nunca se podrá olvidar. Aun así, hoy en día, la fiesta navideña ha perdido su significado verdadero, y Jesucristo no esta recibiendo ni honra ni gloria, mas bien se ha convertido en una fiesta común y corriente solo para disfrutar en familia o con amigos comiendo pan dulce y vitel toné, y tomando sidra, mojito o tereré. La realidad es que el árbol navideño, los regalos, las luces intermitentes y Papá Noel no son los protagonistas de la Navidad. Jesús es quien no debe faltar en nuestra Navidad. Él es el verdadero protagonista de esta celebración. Este fenómeno no es solamente una tendencia de nuestra época sino que también era la de aquella época cuando Jesús nació. Hoy veremos esto en base a la palabra de Mateo capítulo 2:1-12. Ante el nacimiento del Mesías, el Salvador del mundo y Señor, la mayoría mostraron su indiferencia, frialdad y lo peor era aquella hostilidad que mostró el rey Herodes. Pero gracias a Dios porque el escritor Mateo nos presenta también algunos remanentes que buscan y aman la verdad y están dispuestos a sacrificarse por ella. Por eso en este mensaje en la primera parte veremos aquellos hombres negativos que rechazaron recibir al Señor y descubriremos, si es posible, haya en nuestra propia vida tales cosas para arrepentirnos. Entonces en la segunda parte, nos detendremos ante aquellos magos del oriente que son gente buena e íntegra, cuyo ejemplo son como estrellas que brillan en la oscuridad. Pido que a través de la palabra de hoy el Señor abra nuestros ojos espirituales y nos dé un corazón sabio y humilde para adorar al Mesías que ha nacido así como lo hicieron aquellos magos del oriente, y nos llene de gozo celestial. I. Los que están en la oscuridad (3-8) El Dios todopoderoso y misericordioso de tal manera amó al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna (Jn 3:16). Jesucristo es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo para que andemos en su luz. Entonces sería justo y natural que los hombres lo reciban de corazón y regocijarse en él por la gran salvación que han obtenido. Pero lo extraño es esto que dice el apóstol Juan así: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyos vino, y los suyos no le recibieron (Jn 11,12). Ahora veremos a algunos de ellos que están en la oscuridad porque rechazaron la luz verdadera, el Señor Jesucristo. (i) El rey Herodes (3a,4, 7,8) Cuando los magos del Oriente vinieron a Jerusalén y buscaron al rey de los judíos que había nacido, ¿cómo reaccionó el rey Herodes? “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó (3a).” Como sabemos el rey Herodes no era judío sino idumeo, descendiente de Esaú, hermano de Jacob. Aunque él no era judío, asumió el cargo de rey de los judíos usando astutas diplomacias. En el año 40 a.C. consiguió del senado romano el título de rey de Judea. Él se casó con las diez mujeres y una de ellas era una judía llamada Miriamne. De ella también tuvo hijos. Pero Herodes la mató, a ella y a sus hijos pensando que ellos lo matarían para quitarle el trono. Él era un rey muy cruel. Su crueldad quedó en evidencia cuando mandó a matar a todos los niños de menores de dos años que se encontraban en Belén. Aunque él fue un rey que gobernó durante muchos años hasta el nacimiento del Mesías, nadie lo respetaba. Por eso, a fin de ganarse el corazón de los judíos, reconstruyó el templo magnífico. Aun así su vida era miserable. Cuando se acercaba su muerte, mandó a apresar a los principales hombres judíos y expresó: "Bien sé que los judíos celebrarán mi muerte, pero podré hacerlos llorar por otro motivo... maten a los prisioneros judíos inmediatamente después de mi fallecimiento y todas las familias de Judea llorarán". Herodes era un hombre desdichado y miserable porque quería ser adorado por el pueblo. Por eso cuando escuchó que un nuevo rey había nacido, se turbó su corazón y trató de eliminarlo con engaños. Escondiendo su intención maligna, les habló a los magos con palabras cariñosas y suaves. Veamos los versículos 7 y 8. “Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.” El carácter de los impíos es así. Su palabra es melosa, pero en su corazón está escondida la espada. El salmista David describe el carácter de los impíos en el salmo 5:9 así: “Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; Sus entrañas son maldad, Sepulcro abierto es su garganta, Con su lengua hablan lisonjas.” ¡Qué difícil es conocer el corazón del hombre! Es fácil dejarnos engañar si juzgamos a la gente según su apariencia y palabra. De hecho en este mundo hay muchos impíos que hacen malas obras hiriendo y matando a gente inocente. Por eso necesitamos orar para que Dios nos libre de los malos y no nos meta en tentación. Por otra parte, es necesario que nos examinemos para ver si en lo profundo de nuestro corazón tenemos ese corazón engañoso de Herodes que quiere ser alabado y adorado por la gente. Es fácil robarle la gloria a Dios cuando nos olvidamos de la gracia de Dios y pensamos que la obra es fruto de nuestra labor. Necesitamos tener humildad y reconocer la soberanía de Dios en toda área de nuestra vida para que no caigamos en el pecado de Herodes. Somos criaturas de Dios que sólo le damos la gloria a Dios. Somos siervos de Dios que se consideran siervos inútiles después de terminar toda tarea, como dice Lucas 17:10, “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (ii) Los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo (5,6) Cuando el rey Herodes convocó a todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo, ellos le dijeron: “En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.” Ellos eran doctores de la ley, así que sabían que el Cristo había de nacer en Belén. Entonces, lo extraño es: ¿por qué ellos no fueron a verlo y adorarlo? No eran practicantes de la palabra de Dios. Sabían mucho pero no eran practicantes. Eran hipócritas. Eran empleados del rey Herodes. Ellos sobrevivían usando su conocimiento bíblico. Cuando el cargo religioso y el conocimiento bíblico, sirven como una manera de ganar dinero, o fama, no hay más que corrupción abominable ante los ojos de Dios. En aquella época la corrupción de los líderes religiosos era notoria. El cargo del sumo sacerdocio se vendía por dinero. En la época de Jesús ya el sumo sacerdote no tenía nada que ver con el linaje de Aarón, el linaje legítimo del sacerdocio. En esta navidad, habrá muchos que podrían tener la actitud de aquellos religiosos. Por la gracia de Dios, nuestra iglesia tiene una buena costumbre de estudiar la Biblia con profundidad. Hoy en día no hay muchas iglesias que estudian la Biblia tanto como nosotros. Pero aun así hay un peligro: Es fácil tener la actitud de aquellos líderes religiosos. Ahora examinémonos a nosotros mismos. Examinemos si la palabra de Dios tiene poder o no en nuestra vida diaria y si somos practicantes o no. (iii) Los habitantes de Jerusalén (3b) El versículo 3 dice así: “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.” Entonces, ¿por qué toda Jerusalén se turbó, así como lo fue Herodes? Jerusalén era una ciudad peligrosa porque en ella había muchas rebeliones. Los habitantes de Jerusalén sufrían mucho por la rebelión de los fanáticos y la invasión de los extranjeros. Su anhelo era llevar una vida tranquila y estable. Pero la noticia de la aparición de un nuevo rey les quitaría la tranquilidad. Al turbarse con Herodes mostraron su corazón inquieto. Aunque el nacimiento del Mesías era una muy buena noticia pero ellos no salieron a recibirlo sino que mostraron indiferencia hacia él esperando sólo la estabilidad de la vida. Podemos entenderlos porque tal vez somos muy parecidos a ellos. Muchos vacilan en recibir a Cristo pensando que eso traería mucho conflicto tanto en su propia vida como en la vida de su familia. En algunos países, todavía ser cristiano es tan costoso que les cuesta la vida. ¿Qué nos enseña todo esto? ¿Cómo reaccionamos ante la noticia del nacimiento del Mesías? ¿A qué nos dedicamos en esta Navidad? ¿Por qué nos afanamos? Si no tenemos alegría ni paz en nuestro corazón, ¿quizá no seremos como aquel Herodes que se turbó y quería eliminar al Mesías de su territorio? Si tenemos mucho conocimiento bíblico en nuestra cabeza, pero nuestro corazón no se conmueve y nuestros pies no avanzan hacia el Mesías, ¿tal vez, no seremos como aquellos escribas fríos? Si no le damos mucha importancia a la navidad, ¿quizá no seremos como aquellos habitantes de Jerusalén que le mostraron su indiferencia al Mesías? En este momento arrepintámonos de nuestra búsqueda de vana gloria, hipocresía e indiferencia, y aceptemos a Jesús nuestro Salvador con un corazón dispuesto y preparado. Ahora, aprendamos la actitud verdadera de recibir a Jesús a través de los magos del oriente. II. Los que están en la luz (1,2, 9-12) San Juan 1:12 y 13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” San Juan 3:21 también dice: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” Es maravilloso y agradable pensar en la gente buena que ama la verdad y vive por ella. En este momento los hechos de aquellos magos del oriente son dignos de ser seguidos por todos los cristianos de nuestra época, especialmente por los que están aquí presentes. Entonces, ¿qué podemos aprender de ellos? (i) Son estudiosos (2b) Ellos dijeron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Los que vinieron del oriente eran magos que estudiaban las estrellas para buscar la verdad. No eran de la clase baja sino de la clase alta de aquella época. Algunos comentaristas dicen que eran reyes orientales que podrían llevar, al parecer, una vida cómoda y rica. Sin embargo, eran estudiosos que buscaban la verdad. Ellos debían estar despiertos en la noche para observar el movimiento de las estrellas en el cielo mientras que todos dormían. Además de estudiar las estrellas estudiaron también la Biblia. Ellos habrían conocido la Biblia por la influencia de los judíos desterrados. Quizá ellos habrían conocido la profecía de Balaam, escrita en Números 24:17 donde dice así. “Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set.” En especial era enorme la influencia de Daniel, un joven judío desterrado por la invasión de Babilonia que luego se volvió el primer ministro del imperio babilónico y del imperio persa. Así Dios revela su verdad a los que aman la verdad y estudian sinceramente la Biblia. Le doy gracias Dios por nuestros hermanos que se dedican al estudio bíblico con actitud de estudiantes sinceros comos aquellos cristianos en Berea que eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hch 17:11). De hecho no hay otro estudio mas valioso que estudiar la Biblia, que merecemos dedicar nuestro tiempo en ello aunque cada día tenemos muchas cosas que hacer. Seguro que el Señor va a bendecir en gran manera si nos dedicamos al estudio bíblico con la actitud de los magos del oriente y los cristianos en Berea. Pero una cosa que debemos saber es que el conocimiento sin práctica es como una niebla que desaparece en seguida. Por lo tanto de los magos del oriente otra cosa más que aprendemos es que ellos eran practicantes de la verdad. (ii) Son practicantes (2c, 9,12) Cuando ellos estudiaban las estrellas y un día vieron la estrella del Mesías, empezaron una vida aventurera porque las cosas del mundo no satisfacían su alma. Se dice que estos magos eran del territorio de Babilonia, situada a unos miles kilómetros de Jerusalén. Ellos tenían la convicción de que el encuentro personal con el Mesías merecía la inversión de su tiempo, sus riqueza y hasta su vida. Por eso salieron de su tierra para ir a Jerusalén. El viaje a Jerusalén no sería fácil porque habría peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros en la ciudad, peligros en el desierto. Deberían cruzar ríos y subir montañas. Aun estos obstáculos no pudieron detenerlos. Podemos imaginar la dificultad del viaje. A veces, deben haberse desanimado y tenido ganas de volver a su tierra. En nuestra vida también un día aparece la estrella de la verdad después de mucho vagabundeo del alma. Buscábamos muchas cosas del mundo pensando que ellas nos darían satisfacción. Yo también buscaba la verdad vagabundeando. Un día la encontré estudiando la Biblia. Desde entonces empecé un largo viaje de aventura para encontrar a Cristo. Invertí mi juventud, mis bienes y mi vida. No me arrepiento de esta vida porque sé que no hay otro camino de vida fuera de Jesús. Todos los cristianos son viajeros santos que caminan hacia la Nueva Jerusalén donde habita nuestro Rey Jesús. (iii) Son servidores (2c, 10,11) Al llegar a Jerusalén, dijeron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Ellos dicen: “Venimos a adorarle.” y nada más. Después de tan largo y peligroso viaje, llegaron a Jerusalén para ver al rey de los judíos y adorarle. Su motivo de búsqueda al rey era puro. Lo buscaron no para conseguir algo, sino para adorarle. Para dedicarle toda su alma y corazón. Como expresión de la dedicación de su corazón al rey, ¿qué hicieron cuando vieron al Mesías en Belén por la guía de la Estrella? Veamos el versículo 11, “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Postrándose lo adoraron. Al pensar humanamente el niño Jesús parecía pobre e insignificante. El niño generalmente no es considerado ni respetado por los adultos. Pero ellos lo vieron con ojos espirituales. Lo vieron como el Hijo de Dios, el Rey de reyes que merecía recibir toda su adoración. Por eso ante el niño, se arrodillaron y le ofrecieron los presentes más preciosos: oro, incienso y mirra. En estos presentes se revela la personalidad de Jesús. Es decir, el oro representa la realeza de Jesús; el incienso, su divinidad; la mirra su obra redentora a través de su muerte en la cruz. Esto es el culto racional agradable a Dios. Cuando somos inmaduros, venimos a la iglesia para recibir alguna ayuda y conseguir algo. Pero cuando somos maduros, venimos a adorar a Dios y darle lo mejor que tenemos. Examinemos con qué motivo y con qué actitud venimos al templo de Dios. Aquí está la presencia del Señor. Hacemos todo para adorarle. Venimos aquí al templo de Dios, en el día del Señor, especialmente en esta fiesta navideña, con las ofrendas preparadas porque esta es la expresión de nuestro corazón agradecido hacia el Señor. Esta vida no es una pérdida. Los magos no tenían ningún sentimiento de pérdida, sino que su corazón estaba lleno de alegría. Miren el versículo 10, “Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.” Esta alegría no se puede comparar con la alegría que ofrece el mundo. En nuestra vida terrenal hay momentos alegres. ¿Cuándo nos alegramos? Los estudiantes se alegran cuando sacan buenas notas y terminan sus estudios como nuestra hermana Graciela que terminó recién su estudio de medicina con una muy buena nota. Pero al pensar que todavía les queda un largo camino, la alegría desaparece. El momento del casamiento es alegre. Pero al pensar que después del casamiento deben llevar una vida responsable, su alegría desaparece. El nacimiento de un niño en la familia es alegre. Pero al pensar en cómo criarlo y educarlo, la alegría desaparece. El momento de recibir el sueldo es alegre, pero al pensar en los gastos, la alegría desparece. Así es la alegría que este mundo ofrece. Es temporal y superficial. Pero la alegría que sintieron los magos era profunda y perpetua. Esa alegría brotó de lo profundo de sus corazones al encontrar la verdad y al adorarle al Señor. En nuestra vida no hay otro encuentro más precioso e importante que un encuentro personal con Jesús. Todos los que se encuentran con él empiezan una nueva vida llena de felicidad y alegría. El pastor inglés Phillip Doddridge mostró su encuentro feliz con el Señor a través de una poesía así: “Feliz el día en que escogí servirte, mi Señor y Dios. Preciso es que mi gozo en ti lo muestre hoy por obra y voz. ¡Soy feliz! ¡soy feliz! Y en su favor me gozaré; En libertad y luz me vi, cuando triunfó en mí la fe. Y el raudal carmesí salud de mi alma enferma fue.” Antes de encontrarnos con Jesús, no sabíamos por qué estábamos en este mundo y por qué vivíamos. Pensábamos que lograr nuestras propias metas era el propósito de nuestra vida. Por eso estudiamos y trabajamos para lograr éxito alguno y para ser reconocidos por los otros. Pero esta clase de vida siempre nos demanda algo más. Estábamos equivocados. Miren la vida de los magos. Al examinar sus vidas encontramos el camino de la felicidad. Ellos se alegraron en gran manera al ver la Estrella de la verdad. Encontrar la verdad nos trae la alegría. Cuando ellos adoraron a Jesús, el Salvador y Rey verdadero, arrodillados, su corazón se llenó de alegría. No hay otra cosa más noble en la vida del hombre que adorar a Jesús, nuestro Salvador y Rey. Servir al Señor es el propósito de nuestra vida. Démosle gracias a Dios por no sólo recibir el don de la salvación sino también por poder servir al Señor de corazón. Confesemos con los magos. “Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Ofrezcámosle nuestros talentos, bienes y vida para servir al Señor así como los magos le ofrecieron presentes. Esta es la verdadera actitud de los adoradores del Señor. Esta es la vida más feliz y alegre que el mundo no puede ofrecernos. “Prefiero a mi Cristo que al vano oropel; Prefiero su gracia a riquezas sin fin, A casa y tierras prefiérole a él; Será de mi alma fuerte paladín. (Antes que ser rey de cualquier nación y en pecado gobernar, Prefiero a mi Cristo, sublime don cual el mundo no ha de dar).” Venid, fieles todos a Belén marchemos De gozo triunfantes henchidos de amor, Y al Rey de los cielos contemplar podremos: El que es Hijo eterno del eterno Padre, Y Dios verdadero que al mundo creó, Al seno humilde vino de una madre: En pobre pesebre yace reclinado, Al hombre ofrece eternal salvación, El Santo Mesías, Verbo humanado: Cantad jubilosas, célicas criaturas, Resuene el cielo con vuestra canción. ¡Al Dios bondadoso, gloria en las alturas! Jesús, celebramos tu bendito nombre Con himnos solemnes de grato loor; Por siglos eternos que te adore el hombre: (Venid, adoremos, venid, adoremos, Venid, adoremos a Cristo el Señor.) -Himno 72 (Venid fieles todos)

lunes, 11 de agosto de 2014

Sermón 17 - El camino del discípulo de Jesús

EL CAMINO DEL DISCÍPULO DE JESÚS Mateo 16:24 "Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." Jesús nos pregunta diciendo: “¿Quién decís que soy yo?” Jesús es el Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios, y el Hijo del Dios viviente. Es la confesión de Pedro, y la de todos nosotros, los cristianos. La vida cristiana comienza con esta confesión. Romanos 10:9, 10 dice así: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Sobre la base de esta confesión, Jesús puso su iglesia. Uno entra en la familia de Cristo al creer y confesar que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios viviente, y reconocer que él es el Señor, el Soberano en todas las áreas de su vida. Hoy en día en el mundo un tercio de la población son cristianos. En la Argentina 90 % del pueblo creen que Jesús es el Mesías y el Salvador del mundo. Según la encuesta hecha por el departamento de evangelismo de CMI, 70 % de los universitarios creen que Jesús es el Salvador del mundo. La mayoría de los argentinos son cristianos, con el trasfondo de la cultura de la iglesia católica. Por otra parte el aumento del número de los evangélicos son notables en el fin del siglo 20 y en estos años recientes. Se dice que 10% de la población argentina son evangélicos, entre los cuales 8% son pentecostales. Esto demuestra que la mayor parte del aumento de los evangélicos es causado por el movimiento pentecostal. Es un dato animador y afirmativo. Pero a la vez hay que pensar en su aspecto negativo en cuanto a su influencia en la sociedad. Los cristianos evangélicos tienen una tendencia de buscar la prosperidad material y la sanidad. En estos el mensaje de prosperidad es muy popular. Hay muchos creyentes a los cuales les falta un concepto moral en base a la Biblia. Dan más importancia al sentir que al conocer. De hecho estamos viviendo en una época de la crisis en todo sentido, especialmente en cuanto a la espiritualidad. Hay muchos creyentes, pero hay pocos discípulos. Hay muchos pastores asalariados, pero son pocos los pastores verdaderos. Hay muchas iglesias seculares, pero son pocas iglesias ejemplares que dan buena influencia al mundo. Ante estas tendencias, es necesario que pongamos nuestras miradas en la Biblia, especialmente, en la palabra de hoy que trata del camino del discípulo. Al ver la Biblia, en especial en cuanto al ministerio del Señor Jesucristo, una cosa notable que captamos es que Jesús dedicó la mayor parte de su vida a la disciplina de sus 12 discípulos aun en medio de muchas tareas diarias. O sea, el discipulado es la estrategia que el Señor tomó para que su obra redentora continuara a lo largo de la historia humana. Por eso en este momento vamos a aprender cuán importante es el discipulado y cuál es el camino del discípulo. Se puede decir que el futuro de la obra de Dios depende de hacer o no discípulos. Todos nosotros somos llamados a no solamente ser creyentes comunes, sino discípulos de Jesús. Hoy Jesús nos enseña el camino del discípulo en tres puntos en base al versículo 24, que dice así: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” 1. Negarse a sí mismo 2. Tomar su cruz 3. Seguir a Cristo I. Negarse a sí mismo (24a) Negarse a sí mismo es el primer paso para ser discípulo de Jesús. Y a la vez, es una práctica continua a lo largo de la vida cristiana. Entonces, ¿qué significa “negarse a sí mismo”? Hay algunos que entienden mal esta frase. Algunos piensan que es destruir la personalidad. Es despreciarse a sí mismo. Es negar todo apetito humano y llevar una vida ascética aislado del mundo pecaminoso. Un ejemplo es el movimiento de monasterio en la época medieval. Pero esto no es negarse a sí mismo cuando lo dijo el Señor. Si este concepto hubiera sido correcto, Jesús y sus discípulos no habrían comido junto con los pecadores. Jesús estaba en medio del pueblo comiendo y bebiendo junto con ellos. Si la vida del discípulo fuera así, entre nosotros no habría nadie que sea digno de ser discípulos de Jesús. Entonces, ¿qué significa negarse a sí mismo? Es poner las cosas de Dios primero antes que las cosas humanas. Es preferir elegir la voluntad de Dios a la voluntad propia. Es pensar de parte de Dios. Un buen ejemplo es Jesucristo quien oró en Getsemaní. Él no quería morir, pero él sabía que morir en la cruz por el pecado del mundo era la voluntad del Padre. Por eso él oró así: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad (Mt 26:42).” Nosotros, sabemos que Pedro hizo una gran confesión de fe por la cual el Señor lo aplaudió. Pero cuando el Señor habló de su sufrimiento, la muerte y la resurrección, Pedro comenzó a reconvenirle, diciendo: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.” A este Pedro el Señor lo reprendió fuertemente diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Es decir, Pedro no podía negarse a sí mismo. Aunque él hizo la gran confesión de fe, todavía su manera de pensar era muy humana. No puso las cosas de Dios primero antes de su propio pensamiento. En algún sentido, uno que no sabe negarse a sí mismo todavía no ha comenzado a vivir como un discípulo de Jesús. Aunque por su confesión de fe ha entrado en la familia de Jesús, todavía no ha comenzado la carrera de la fe que está delante. De hecho hoy en día hay muchos creyentes que ni siquiera han comenzado la vida de discípulo porque no saben negarse a sí mismos. Creen en Jesús porque les da algo. Vienen a Jesús para recibir algo como cosuelo, paz además de recibir la bendición material. Hoy en día en la iglesia evangélica hay una tendencia fuerte de buscar emociones religiosas. Se confunden la fe con la emoción. Si se sienten bien, piensan que tienen fe. Si no se sienten algo, dudan de que tienen fe o no. Si reciben lo que piden, piensan que tienen mucha fe. Al observar bien las canciones evangélicas modernas, podemos captar una cosa notable la cual es buscar demasiado el sentimiento en lugar de buscar conocimiento sano e imparcial. Aunque contienen la doctrina cristiana, muchas canciones evangélicas priorizan el sentimiento. Esto muestra que el cristianismo de hoy se inclina demasiado a la superficialidad y el sentimentalismo. En la época de Jesús había multitud que seguía a Jesús anhelosamente porque les había dado algún beneficio. Pero la mayoría de ellos no sabían lo que era negarse a sí mismo por lo cual en el momento crucial, dejaron a Jesús y se volvieron atrás. Jesús les dijo así: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre (Jn 6:26,27).” En al vida cristiana, en especial, para comenzar la vida del discípulo, uno debe aprender a pensar de parte de Dios, o sea, disciplinar su manera de pensar. Un pastor dio un mensaje dominical con el título de “La vida del hombre es una interpretación.” Es interesante. Cómo pensar determina el destino del hombre. Según cómo se piense uno puede ser instrumento de Dios o instrumento del diablo. Por eso nuestros títulos de oración deberían ser conforme a la voluntad de Dios. Por ejemplo si uno está enfermo, no debería orar solamente por la sanidad, sino que sea revelada la gloria de Dios a través de su enfermedad. Cómo glorificar a Dios debe ser el título principal de nuestra oración. II. Llevar su cruz (24b) La segunda etapa para llevar la vida de discípulo es llevar su cruz. La vida de discípulo no es suficiente con negarse a sí mismo. Delante del discípulo hay una etapa que le espera la cual es llevar su cruz. Según Lucas, el versículo 24 se describe de otra forma casi con el mismo significado. Dice así: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame (Lu 9:23).” Una diferencia es que Lucas añade una frase más sobre llevar su cruz, la cual es “cada día”. Esto significa que un discípulo debe llevar su cruz diariamente a lo largo de su vida cristiana. La vida de discípulo comienza con la confesión de fe y con la auto negación, y continúa llevando su cruz cada día. Entonces ¿qué significa llevar su cruz? Antes que nada primeramente sería bueno pensar cuál sería la cruz de Jesús? Sí, el Señor nos enseñó por medio de su vida qué significa llevar la cruz. La cruz de Jesús era la cruz de la misión además de su deber familiar. Jesús antes de llegar a tener 30 años de edad, era un hijo responsable en cuanto al asunto familiar. Quizá José su padre, ya falleció porque después de la época de pubertad de Jesús, no aparece más en el escenario. Esto quiere decir que Jesús, siendo el hijo mayor de la familia, llevaba una responsabilidad trabajando con las manos, quizás el de la carpintería como el de su padre. Sí, Jesús era una persona responsable en cuanto a su deber familiar. La Biblia nos enseña que siendo discípulos de Jesús no debemos ser cargas para otros, sino que debemos trabajar con nuestras propias manos para suministrar las necesidades no sólo para nosotros mismos sino que también para las necesidades de los otros. En este sentido, la vida del apóstol Pablo es un buen ejemplo. Él no quiso ser una carga para otros, así que aun sirviendo la obra del Señor trabajaba con sus manos. Su trabajo era hacer tiendas. Sus buenos colaboradores eran Aquila y Priscila. Él dice a los cristianos que están en Tesalónica, así: “Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios (1Ts 2:9).” Aun todavía Pablo advierte a los que no quieren trabajar, diciendo: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan (2Ts 3:10-12).” Así es la vida de discípulo: llevar su cruz cada día. De hecho siendo ministro del Señor uno tendría derecho de recibir una remuneración material. No está mal recibir salario por su trabajo en la obra del Señor. Los sacerdotes del Antiguo Testamentos y los levitas que ministraban en el templo, sobrevivían gracias a las ofrendas que el pueblo hacía. Aun en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo dice que los obreros del Señor tienen derecho de cobrar el salario (1Ti 5:18). Pero él mismo estaba dispuesto a abandonar su derecho de recibir salario para edificación de la iglesia y para ser buen ejemplo de la vida pastoral. Hoy en día se dice que el oficio pastoral se ha hecho una fuente de hacer dinero y ganar fama. Hay pastores que están dispuestos a dejar su cargo pastoral en una iglesia pequeña para ir a una iglesia grande que paga mejor. Son pastores asalariados. Cuando el Señor dice, “llevar su cruz” tiene otro significado más profundo. Es llevar la cruz de la misión. Como sabemos la crucifixión era un método romano de ejecución, y los criminales condenados tenían que llevar su cruz por las calles rumbo al sitio donde cumplían su sentencia. Jesús, al llegar a la edad de 30 años, dedicó su vida entera a la obra evangelizadora, predicando el mensaje del arrepentimiento y el evangelio del reino de Dios sirviendo a la humanidad y finalizando su ministerio muriendo en la cruz. Por eso seguir a Jesús implica una entrega verdadera, con riesgo de muerte y sin posibilidad de retroceso. Como sabemos, los cristianos tienen dos ciudadanías, o sea, los discípulos de Jesús son ciudadanos terrenales y a la vez ciudadanos celestiales. Esto quiere decir que los discípulos tienen los dos deberes. Debemos ser fieles a estas dos cargas. Todos son importantes. Cuando el Señor nos llama a ser sus discípulos, nos llama también para ser sus obreros en su viña sufriendo junto con Jesús. Trabajar en la viña del Señor es un gran privilegio y a la vez un gran deber cristiano. Por eso el Señor nos ordena, diciendo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt 6:33).” Esta palabra nos enseña cuál es la prioridad cristiana. La prioridad cristiana es buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. Trabajamos para que el reino de Dios venga a donde estamos. Los discípulos son aquellos obreros en el mundo que trabajan para la expansión del reino de Dios. En algún sentido la iglesia de Cristo es donde se realiza el reino de Dios en la tierra. Y los discípulos deben salir al mundo para expandir el reino de Dios a través de su testimonio llevando una vida ejemplar. Somos empleados, comerciantes, estudiantes, y a la vez somos obreros del Señor en su viña. Dios nos dio una misión especial la cual es evangelizar a los santafesinos a través del estudio bíblico de uno a uno y en grupos. No nos olvidemos de que somos llamados a ser obreros de la viña del Señor, y seamos fieles a esta cruz de misión cada día. III. Seguir a Cristo (24c) Antes de pensar en la frase: “seguir a Cristo”, es necesario pensar en la identidad del hombre. El hombre no puede existir por sí mismo. Es una criatura creada por Dios. Pero por la desobediencia al mandamiento de Dios, el hombre se apartó de Dios y procuró vivir con su propio pensamiento y plan. Como resultado, el hombre se ha hecho esclavo del pecado. Satanás se apoderó de él. La muerte que es el pago del pecado, reinó sobre toda la humanidad. Pero gracias a Dios por enviar a su Hijo unigénito para solucionar el pecado del hombre muriendo en la cruz y resucitando al tercer día. Cristo nos compró con su sangre y nos ha hecho su pueblo redimido. En Cristo Jesús gozamos de la vida eterna y abundante. Sí, los cristianos son bendecidos en gran manera. Aunque vivimos en el mundo pecaminoso, tenemos la vida terna y la viva esperanza en el reino celestial. Esto es identidad cristiana. Además siendo discípulos de Jesús, somos sus seguidores. Jesús, nuestro buen Pastor y Soberano nos guía cada día en cualquier situación. Por eso podemos confesar con David, así: “El Señor es mi pastor nada me faltará (Sal 23:1).” Entonces, seguir a Cristo tendría que ser la reacción justa de los discípulos. Los discípulos de Jesús son aquellos que siguen a Cristo siempre. Jesús es su Señor en todas las áreas de su vida. Jesús es su Maestro en todo tiempo. Seguir a Cristo es vivir como el Señor quiere que vivamos. Seguir a Cristo es entregar su vida en la mano del Señor. Seguir a Cristo es aprender de Él por toda la vida. Seguir a Cristo es no volver atrás sino poner la mirada siempre en Jesús y seguir adelante. Entonces en este momento pensemos: ¿cómo seguir a Cristo concretamente? Si Cristo estuviera en este lugar, podríamos seguirlo cara a cara así como aquellos 12 discípulos lo siguieron. Ellos seguían a Jesús a dondequiera que iba. Pero el Señor ahora no está presente porque Él ascendió al cielo y está sentado a la diestra del Padre todopoderoso. Sin embargo, para nosotros una palabra consoladora del Señor es esta: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré (Jn 16:7).” “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir (Jn 16:13).” Seguir a Cristo es seguir la guía del Espíritu Santo que nos guiará a toda la verdad. Gracias damos a Jesús, nuestro Señor, quien nos envió al Espíritu Santo, el Consolador, quien nos guía a toda la verdad de su palabra. Aunque no vemos a Cristo cara a cara, lo vemos espiritualmente porque el Espíritu Santo que mora en nosotros nos guía a toda la verdad. Si permanecemos en la palabra de Jesús, somos sus discípulos que conocen la verdad y la verdad nos hará libres. Los discípulos de Jesús son aquellos que lo siguen en todo memento por permanecer en sus palabras. Las palabras del Señor son lámpara a nuestros pies, y lumbrera a nuestro camino (Sal 119:105). Somos discípulos de Jesús porque permanecemos en sus palabras. Los discípulos de Jesús son aquellos que aman su palabra y meditan en ella de día y de noche. Leamos el versículo 24 otra vez. “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Aquí una cosa que nos hace pensar es que Jesús nos llama a cada uno muy personalmente para ser sus discípulos porque los verbos que Jesús usa no son en plural sino en singular como: si alguno quiere; niéguese; tome, siga. Ser discípulo de Jesús es un asunto muy personal. Cada uno necesita tomar una decisión para seguir a Cristo. Nadie de nosotros puede reemplazar a otro para ser discípulo de Jesús. Como el escritor inglés John Bunyan describió en su novela titulada “el progreso del peregrino”, la vida del discípulo comienza con la decisión personal y seguir a Cristo hasta llegar al reino celestial pasando por muchas dificultades. Somos llamados a ser los discípulos de Jesús en esta época. Vamos a poner en práctica el principio del discipulado. Jesús nos dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”

sábado, 26 de abril de 2014

Sermón 16 - ¿Cómo llegar a ser grande?

¿CÓMO LLEGAR A SER GRANDE? Marcos 10:35-45 (V.C. 43-45) 35Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 38Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. 41Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Uno de los deseos más grandes del hombre es que, quienquiera que sea, quiere ser grande. O sea el hombre busca la grandeza, la cual es un atributo dado por Dios. Según la enseñanza bíblica no es malo buscar la grandeza. Yo pregunté a los hermanos del grupo Esperanza acerca de sus sueños. El hermano Fabían dijo que su sueño es ser presidente de la nación. ¡Sea cumplido su sueño! Sí, anhelar ser grande es bueno. Todos nosotros queremos ser grandes. Pero el problema consiste en que la mayoría de la gente no sabe el significado verdadero de la grandeza ni sabe el camino de la misma. En la palabra de hoy el Señor Jesucristo nos corrige del concepto equivocado de la grandeza que tenemos y nos conduce al camino verdadero de la grandeza al enseñar a sus discípulos inmaduros y carnales todavía. Por eso en este mensaje, primero veremos el concepto equivocado que tenían los discípulos acerca de la grandeza, luego prestaremos atención a la enseñanza del Señor acerca de la grandeza verdadera, por último reflexionaremos en la vida del Señor como el mejor ejemplo de la grandeza. Pido que el Espíritu Santo ilumine su luz sobre este mensaje y revele la verdad de la palabra de Dios a cada uno de nosotros. I. Los discípulos que buscan la grandeza (35 – 37, 41) Para entender mejor la palabra de hoy sería necesario explicar un poco el contexto de ella. Ahora Jesús estaba yendo a Jerusalén donde moriría en la cruz, así que era un momento crucial. Él iba delante, Los que lo seguían se asombraron, y seguían con miedo. En este momento tan crucial los discípulos estaban pensando en otra cosa en contraste con su Señor. Ellos pensaron que el reino de Dios pronto llegaría a la tierra con la entrada de su Señor en Jerusalén. En esta situación hubo dos discípulos que no perdieron la oportunidad para hacer un lobby con su madre, cuyos nombres eran Jacobo y Juan. Miren el versículo 35: “Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.” Ellos se atrevían a acercarse a Jesús con un pedido urgente e importante. Entonces Jesús les dijo: “¿Qué queréis que os haga?” Ellos le dijeron: “Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.” Al pedírselo, quizá ellos deben haber pensado sobre sí mismos que tuvieran algo digno de pedirlo. Por ejemplo Juan al presentarse a sí mismo en el evangelio de San Juan, se presenta como el discípulo amado del Señor, es decir, él estaba seguro de que Jesús lo amaba más que a los demás discípulos. También cuando Jesús subió al monte de transfiguración llevó a los tres discípulos, Pedro, Juan y Jacobo y les mostró su aspecto glorioso. Además su madre cuyo nombre era Salomé, era la hermana de María, madre de Jesús. Al considerar esto ellos deben haber pensado que eran merecedores para pedirle así. Entonces para estos dos discípulos según su opinión, Pedro sería un obstáculo para ocupar el puesto más importante porque éste tenía boca grande y siempre se adelantó a los demás discípulos. En este momento si ellos hubieran estado callados, muy probablemente Pedro tomaría el primer puesto en el reino de Dios. Así la relación de los discípulos era una relación de tensión y competencia. Entonces, les hago una pregunta: ¿cómo ven ustedes a estos dos hermanos? A mi perecer son oportunistas así como los otros discípulos habrían pensado. Miren el versículo 41: “Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.” Entre ellos ¿quién se enojaría más? Tal vez Pedro ¿no? Aun Tadeo se enojó cuya existencia no se nota en el libro del evangelio, salvo escrito su nombre. Esto quiere decir que todos ellos eran iguales en el sentido de nivel espiritual. De hecho al seguir a Jesús, ellos tenían una esperanza muy grande en su Señor la cual era ser ministros del gabinete del reino de Dios. Todavía su pensamiento era carnal. Su esperanza estaba en el reino mesiánico terrenal. Ellos deben haber pensado que la grandeza del hombre se obtiene por ocupar un puesto más alto. Aunque estaban cerca de Jesús escuchando sus palabras vivientes y viendo su vida maravillosa, todavía no aprendieron el verdadero significado de la grandeza, sino que se compitieron unos a otros para ocupar el puesto más alto. Esto se puede ocurrir en la comunidad cristiana. Sí, la historia de la iglesia testifica esto. Tanto a la iglesia católica como a la protestante les ha pasado lo mismo. Aquí debemos reconocer la realidad de la humanidad. La historia de la humanidad está llena de la lucha sangrienta para tomar hegemonía. En cualquier comunidad humana se ven esta tensión y lucha. Donde hay reunión de la gente allí hay lucha para tomar hegemonía. Reconociendo esta realidad, la cuestión está en cómo solucionarlo siendo nosotros herederos del reino de Dios. Ahora prestemos atención a la enseñanza del Señor. II. Jesús enseña el camino de la grandeza (38 – 40, 42 – 44) En esta segunda parte, en base a la enseñanza del Señor queremos profundizar un poco más sobre el tema de la grandeza. Una cosa sorprendente es que el Señor no reprendió a Jacobo y Juan con palabras ásperas ni ignoró sus deseos de ser grandes sino que les aconsejó ayudándolos a descubrirse a sí mismo y a ser grandes hombres de una manera verdadera. Entonces según la enseñanza del Señor ¿cómo se puede obtener la grandeza? A. La grandeza se obtiene por padecer sufrimiento Miren el versículo 38: “Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” La pregunta del Señor se puede expresar así: “¿Podéis soportar la experiencia terrible que debo soportar yo? ¿Podéis tolerar sumergiros en el odio, el dolor y la muerte como debo hacerlo yo?” Esto quiere decir que sin cruz no hay corona. Una de las verdades bíblicas es que se cosecha lo que se siembra. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero (2Ti 2:6). Como sabemos los cristianos tenemos dos ciudadanías, una es ciudadano terrenal, la otra es ciudadano celestial. En el campo de trabajo, los cristianos deben hacer lo mejor posible. Si es posible, es recomendable subir a un lugar más alto e importante a través de esforzarse mucho usando la manera justa. Si son estudiantes, es recomendable ocupar el primer ranking entre los compañeros a través de estudiar diligentemente no usando trampa o macheta en el examen. A la vez, siendo ciudadanos del reino celestial al cual el Señor nos llamó, debemos trabajar mucho en la obra del Señor en cualquier situación adversa. Una promesa es que no es en vano el trabajo que hacemos en unión con el Señor. ¿Qué le prometió el Señor a Pedro quien le dijo: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.” Jesús le dijo: “De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.” Es necesario que aprendamos de los discípulos su confianza, su esfuerzo, su valentía, su decisión, su sacrificio para seguir a Cristo. En algún sentido entre nosotros no habría nadie que merezca criticar a los discípulos por ser ellos inmaduros. De hecho los que están sentados con brazos cruzados no tendrán tantos problemas. En cambio donde los hermanos trabajan para la obra del Señor, allí hay tensiones y problemas. Aun así es mejor padecer sufrimiento en la obra del Señor que vivir tranquilamente siendo espectadores nada más. La grandeza se obtiene por trabajar diligentemente padeciendo sufrimiento en cualquier área de nuestra vida tanto en el campo de trabajo como en campo misionero. B. La grandeza pertenece a Dios Miren el versículo 39. Jacobo y Juan le dijeron al Señor: “Podemos.” Es decir, ellos estaban dispuestos a padecer cualquier sufrimiento a cambio de sentarse a la derecha y a la izquierda del Señor aunque todavía no sabían el verdadero significado del vaso y el bautismo a que se refería Jesús. Ante esta actitud de ellos, ¿cómo reaccionó Jesús? Les dijo: “A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;” Es una palabra animadora y comprensiva, y a la vez quizá es una palabra profética porque ellos más adelante participaron en el sufrimiento de Cristo. Al hablar así Jesús mostró su amor hacia ellos leyendo lo profundo de sus corazones. Aun así, ellos debían saber una cosa importante. Jesús les seguía diciendo: “pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.” ¿Qué nos enseña esta palabra del Señor? Sí, la grandeza pertenece a Dios. Los cargos, las autoridades, el poder son de Dios. Dios tiene soberanía sobre todas las autoridades. Él tiene última palabra. Una verdad es que no es siempre funciona la ley de causa y efecto en el reino de Dios. A veces los que menos trabajan reciben más tal como les sucedió a los obreros que trabajaron en la viña del Señor. En el reino de Dios se puede suceder que muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros. No sabemos bien por qué Dios actúa así. Quizá tendrá un propósito de hacernos humildes. Seguro que es una manera de disciplina de amor. Por eso los discípulos de Jesús deben aprender a reconocer la soberanía de Dios en toda área de su vida. Para esto la palabra de exhortación del apóstol Pedro sería apropiada: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo (1Pe 5:6).” C. La grandeza se obtiene por servir La enseñanza del Señor continúa. En este momento Jesús dirigiendo su mirada hacia todos sus discípulos les enseña un concepto verdadero de la grandeza comparándola con el concepto de la grandeza del mundo. Miren los versículos 42 a 44: “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.” En el mundo los grandes son aquellos que ejercen sus autoridades sobre sus súbditos recibiendo servicio y honor de ellos. Su vida exterior parece espléndida y gloriosa. Pero su vida interior no tiene paz ni alegría (Ej. Herodes el Grande). Pero el Señor dice; No será así entre vosotros. Mejor dicho, la comunidad cristiana es diferente de cualquier comunidad secular. En el reino de Dios, el que quiera hacerse grande debe ser servidor. Aquí el Señor nos enseña claramente que la grandeza se obtiene no por ser servido sino por servir. Aquí la palabra “servir” no significa solamente hacer trabajo de 3 D (Dangerous, Dirty, Dificult) como arreglar la electricidad, limpiar pisos, baños, fabricar chips de computadora etc. Más bien se refiere a la actitud del corazón sin importar qué clase de trabajo hacer. Si uno hace algo por amor es un servicio verdadero. En este sentido la exhortación del apóstol Pablo hacia los cristianos en Filipos es apropiada: Él dice así: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Fil 2Ñ3,4).” En la comunidad cristiana un problema es que es más fácil ver defectos de otros que ver su propio defecto. Una verdad es que: si yo pienso de una persona negativamente, ella también piensa de mi de igual manera. Si yo no respeto a alguien, él tampoco me respeta. Pablo dice que cada uno estime a los demás como superiores a él mismo. ¿Cómo puede ser así? Una manera es ver los méritos que otros tienen. La Biblia dice que el amor cubre muchos defectos. En otra palabra ver defectos de los otros y publicarlo es una evidencia de falta de amor. Hay un dicho que dice: El amor hace ciego. Un instinto feo que la humanidad tiene es sentir placeres al chismear de alguien que está ausente. Si una comunidad cristiana es así, el Señor no se agradará. La iglesia de Cristo es donde se practica el servicio mutuo respetándose unos a otros y es donde hay amor y gozo. III. Jesús es el ejemplo de la grandeza (45) La inmadurez de los discípulos le habría causado mucha tristeza y desilusión al Señor. Quizá debe haber pensado que su ministerio de tres años de la disciplina de sus discípulos habría fracasado. Jesús se dio cuenta de que cualquier consejo que sea muy bueno, no les serviría tanto sin ejemplo de la vida, así que el Señor les demuestra el propósito verdadero de su venida al mundo. Miren el versículo 45. Leamos todos juntos a una voz: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Jesús les dijo esta palabra a sus discípulos y la puso en práctica a lo largo de su vida terrenal. Donde hubo servicio del Señor, los enfermos sanaron, los desanimados se fortalecieron, los muertos recibieron la vida. El Señor sirvió a sus discípulos orgullosos que estaban acostumbrados a ser servidos, lavando sus pies enjugándolos con la toalla con que estaba ceñido. Por el servicio del Señor los discípulos defectuosos y débiles se convirtieron en pescadores de hombres que cambiaron la corriente de la historia. Especialmente Jacobo y Juan que anhelaban ser grandes por ocupar los mejores puestos en el reino mesiánico y habían experimentado tan grande amor de Cristo se convirtieron en grandes siervos de Dios. Jacobo se hizo el primer mártir entre los apóstoles. Juan, un apóstol de amor vivió más larga vida sufriendo por Cristo. Él nos dejó un evangelio más espiritual para toda la humanidad a lo largo de los siglos. Jesús, por amor a la humanidad, dio su vida en rescate por muchos. No hay otro amor tan grande que esto. Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Ro 5:8). Este versículo no solo revela el motivo del ministerio de Jesús, sino también el fundamento de nuestra salvación. Rescate era el precio a pagar por la libertad de un esclavo. Jesús pagó el rescate por nosotros, ya que no podíamos pagarlo. Su muerte nos liberó de la esclavitud del pecado. Los discípulos creían que la vida y el poder de Jesús los salvaría de Roma; Jesús dijo que su muerte los salvaría del pecado, una esclavitud mayor que la de Roma. Entonces, si hemos recibido tan inmenso amor de Cristo, ¿qué clase de vida deberíamos llevar? Es compartir el amor de Cristo que hemos recibido con los otros que todavía no conocen su amor. Es vivir como pastores de las ovejas. Conclusión: Nuestro Señor Jesucristo es la persona más grande e incomparable. Él vino no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. ¿Queremos ser grandes personas? Entonces imitamos a Cristo quien vino para servir y dio su vida en rescate por muchos. “Tu vida, ¡oh Salvador!, diste por mí; y nada quiero yo negarte a ti. Rendida mi alma está; servirte ansia ya, y algún tributo dar de amor a ti.” Estamos convencidos de que la grandeza no está en ser servido sino en servir de corazón. Anhelemos la grandeza; lleguemos a ser grandes por llevar la vida de servicio por el amor de Cristo.