sábado, 10 de septiembre de 2016

Sermón 27- Un culto verdadero

UN CULTO VERDADERO San Juan 12:1-8 V.C. 12:2,3 12:1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 12:2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. 12:3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 12:4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 12:5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 12:6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 12:7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. 12:8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis. Gracias a Dios, quien nos salvó por medio de su Hijo Jesucristo y nos hizo su pueblo santo para su gloria, hoy estamos reunidos en Su casa para agradecerle a nuestro Padre celestial y adorarle de un modo verdadero conforme al Espíritu. El título del mensaje de hoy es: un culto verdadero. Quizá suene un poco extraño o descolocado el título, porque no se mencionan ninguna de esas palabras en el pasaje bíblico que leímos recién. Pero, si prestamos un poco más de atención a la palabra, vamos a ver y entender de qué se trata el culto verdadero. Y esto, a través de los tres personajes que aparecen en la palabra de hoy, es decir, Marta, Lázaro y María; y por el otro lado, también está el culto falso protagonizado por el llamado Judas Iscariote. Deseo que esta palabra nos ayude a ser verdaderos adoradores, corrigiendo nuestros conceptos equivocados en cuanto al culto. Entonces, a continuación veamos cuáles son los tres ingredientes principales que no pueden faltar en un culto verdadero: el servicio, el testimonio y la devoción. I. Hay servicio (1-2a) Como ya hemos estudiado y aprendido en las lecturas anteriores, Jesús resucitó a Lázaro diciendo: "¡Lázaro, ven fuera!" Imagínense estar en esa situación, ¡cuán tremendo, impactante y shockeante habrá sido para todas aquellas personas que estaban ahí, ver a Lázaro salir de la tumba, con las manos y los pies atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario, es decir, era una momia, ¡el susto que se deben haber pegado! Por el otro lado, para las hermanas de Lázaro, Marta y María, debe haber sido increíble y emocionante! La gracia de Jesús desplegada sobre esta familia era algo indecible. Estaban espectando la resurrección en vivo y en directo. Sí, estas dos hermanas, por la gracia del Señor pudieron revestirse de la fe auténtica, la fe de resurrección. Seguramente, Marta se habrá acordado en ese momento de la palabra del Señor, que dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente, ¿Crees esto? (Jn 11:25,26). Su corazón se había llenado de la gracia del Señor, estaba viendo con sus propios ojos lo que estaba sucediendo conforme a la promesa de Jesús, quien le había dicho: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn 11:40) Entonces, ahora veamos ¿qué sucedió después de la resurrección de Lázaro? En el versículo 1dice: "Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos." Según esta palabra, podemos suponer que Jesús se retiró de Betania después que resucitó a Lázaro. Y según los evangelios sinópticos, Jesús hace su último viaje a Jerusalén desde Galilea. Entonces, de camino a Jerusalén, seis días antes de la pascua, Jesús vino a Betania, la aldea donde vivía Lázaro con sus dos hermanas. Allí le hicieron una cena. Según Mateo 26:6, esa cena se realizó en casa de Simón el leproso, no en casa de Lázaro. Este Simón sería uno que recibió la gracia del Señor al ser curado de su lepra. Y por eso le preparó una cena para Jesús, en donde Marta estaba sirviendo la cena. Según sus antecedentes ella siempre fue una mujer de acción y servicio. La vemos en el evangelio de Lucas capítulo 10, sirviendo a Jesús y a sus discípulos, y esto fue mucho antes que este acontecimiento. Para aquel entonces, ¿se acuerdan con qué actitud servía Marta? Preocupaba por los muchos quehaceres, y acercándose a Jesús le dijo: "Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude" (Lc 10:40). Sin embargo, en el versículo 2 de la palabra de hoy vemos un cambio en ella. El escritor Juan dice así sobre ella: "Y le hicieron allí una cena; Marta servía". Sí, ella había cambiado. Su corazón quejoso se había vuelto gracioso y alegre. Ella servía a Jesús con mucha alegría, sumergida en su gracia salvadora. En esta actitud, podemos ver el verdadero servicio al Señor, usando sus manos y pies, con un corazón agradecido, sirviendo al Señor con lo que uno tiene. Así debe ser el culto a Dios, un servicio sumergido en la gracia de Dios. Los cristianos hemos sido bendecidos por Dios con muchas de las riquezas celestiales, las más grandes y en abundancia en Cristo Jesús: el perdón de los pecados, la vida eterna, el reino celestial y hasta los frutos del Espíritu Santo. Además, mientras vivamos en esta tierra, el Señor es y será nuestro buen Pastor, quien nos acompaña, nos fortalece y nos protege. Sobreabunda la gracia de Dios. Especialmente a través del culto recibimos la bendición de Dios en abundancia. Es bueno venir al culto anhelando recibir la bendición de Dios, porque participando en el culto, el Señor nos bendice fortaleciéndonos en nuestro hombre interior por su palabra y por la obra del Espíritu Santo. Pero nuestro culto a Dios debe ir más allá de esto, es decir, no solamente recibir la bendición de Dios, sino también servirle con todo nuestro corazón usando nuestras manos y pies. De esta manera, nuestra alegría se hace mayor; el culto dominical es más vivificante si los hermanos sirven al Señor con alegría. Por ejemplo, llegar antes del comienzo del culto y orar silenciosamente, invitar a un prójimo al culto, son diferentes maneras de servir al Señor. Hay muchas cosas que uno puede hacer para servir, si uno busca encuentra. Sentarse desde cerca del púlpito es también un servicio para hacer un ambiente agradable. Y el Padre celestial se agradará mucho de los que le sirven así. Si venimos a la iglesia con esta actitud, el tiempo del culto será de verdad el momento más feliz, gozoso y lleno de bendición en nuestra vida cristiana. II. Hay testimonio (2b) Si la vida de Marta es el símbolo del servicio en la iglesia, la vida de Lázaro es el del testimonio vivo de que Jesús ha cambiado su vida. Miren el versículo 2b, "y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él." La presencia misma de Lázaro en aquella cena glorificaba a Dios. Los invitados, al verlo con sus propios ojos, estarían convencidos de que Dios es Dios de vivos y no de muertos, y de que Jesús es el Hijo de Dios que resucita a los muertos. Aquí la vida de Lázaro testifica cuán admirable es la gracia de Dios. De hecho Lázaro no hizo nada para ser salvo o para resucitar. Fue una obra salvadora totalmente de Dios. El Señor lo resucitó con su poder, aun sin merecerlo Lázaro. Su vida nos hace pensar en la identidad cristiana. ¿Quiénes éramos antes y quiénes somos ahora? Aquí, cito unos versículos de la carta del apóstol Pablo. Miren Efesios 2:5 y 6, "aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús." ¿No son estos unos de los versículo más maravillosos de la Biblia? ¡Así como Lázaro fue resucitado y se sentó al lado de Jesús, así también nosotros lo hacemos! Sí, ésta es la identidad cristiana. Ahora pensemos en Lázaro que estaba sentado junto a otros invitados. ¿Qué aspecto habría tenido? ¿Tendría la cara de un orgulloso agrandado o la cara triste? No, ninguna de estas. Su cara estaría brillante y gozosa, reflejando lo agradecido que estaría después de pasar por algo así. Él había muerto, pero ahora estaba vivo. No hay otra forma de explicar esto sino solamente por la gracia de Dios. Quizá de sus labios saldría esta canción: "No sé por qué la gracia del Señor me hizo conocer, ni sé por qué su salvación me dio y salvo soy por él." Un carácter de la vida cristiana es el gozo. La presencia de un cristiano en cualquier lugar debe ser motivo de ánimo y alegría para los que están tristes y hambrientos. "Muchos que viven en tu derredor tristes y hambrientos están. Tú, por tu vida les puedes llevar gozo y bien estar. Usa mi vida, usa mi vida para tu gloria. Todos los días y hoy quiero ser testigo tuyo Señor por doquier." Aunque aquí en la cena parece que Lázaro no habla nada, su presencia misma era un testimonio vivo de que Cristo había cambiado su vida. En este sentido, el culto a Dios es una reunión de cristianos con vidas cambiadas por la gracia de Dios, que se muestran a través de la vida gozosa alabando a Dios con himnos y cánticos espirituales. Y ya que estamos en el tema, aprovecho esta ocasión para invitarlos a un evento muy especial, el primer concierto de la iglesia CMI en Buenos Aires el día 24 de este mes, que lo están organizando del departamento de culto y adoración. Preparémonos con corazón alegre y con fidelidad para glorificar a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. III. Hay devoción (3-8) Hasta ahora vemos que en el culto para el Señor hay servicio y testimonio. Ahora llegamos un momento culminante. Aquí entra en escena una mujer llamada María, hermana de Marta y Lázaro. Su carácter es muy diferente a Marta. María era una mujer pasiva (re tranqui), mientras que Marta era una activa (una chispita). Nosotros recordamos una vez más aquello caso en que Jesús se quedó en la casa de ellas enseñando la palabra. Mientras Jesús enseñaba, Marta estaba preparando comida con corazón quejoso porque su hermana María no la ayudaba sino que ésta, sentado a los pies de Jesús estaba escuchando su palabra. Entonces, ¿cómo respondió Jesús ante la queja de Marta sobre la actitud de María? Miren Lucas 10:42, "Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada." A María le gustaba oír la palabra de Jesús tanto que se olvidó de ayudar a su hermana. Jesús vio el corazón de ella. Aunque el servicio al Señor es una parte importante de la obra de Dios, no debemos olvidarnos de a qué le damos la prioridad. ¿Qué es lo primero?: oír la palabra de Dios y obedecerla son primordiales en la vida cristiana. Este principio sigue siendo la voluntad de Dios desde el principio de la creación. El pecado entró por no guardar la palabra de Dios. El profeta Samuel le dijo a Saúl, quien había desobedecido la palabra de Dios, una de las palabras más citadas para enfatizar la importancia de oír la palabra de Dios: Miren 1 Samuel 15:22,23, "Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey". Sí, María era una mujer pensativa y permanecía en la gracia de la palabra de Jesús. Ahora volvamos al texto de hoy. Cuando Jesús vino a Betania ante la muerte de su hermano Lázaro, se quedó en su casa, mientras que Marta salió corriendo a recibirlo. Y recién cuando Marta le dijo de que el Señor la llamaba, salió a recibirlo. Y entonces al igual que Marta, mostró su corazón desanimado. Miren Juan 11:32, "María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano." Pero luego, cuando Jesús resucitó a su hermano Lázaro, se arrepintió de su incredulidad y se sumergió en la gracia del Señor. No hay palabras para describir su corazón agradecido, sino que lo mostró a través de los hechos hermosos. Miren lo que dice el versículo 3: "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume." Aquí, en la actitud de María encontramos dos cosas que no deben faltar en la adoración auténtica. (i). Ella dio lo mejor "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús (3a)". El nardo puro era un ungüento aromático importado de las montañas de la India. Por lo tanto, era muy costoso. El valor de la cantidad que usó María equivalía al salario de un año. Con esta descripción de la cantidad y lo valioso del perfume, Juan señala la devoción y el desbordante amor que sentía María hacia Jesús. Lo dio con gran generosidad, y a pesar de las críticas que recibió lo dio con todo amor. Este hecho de María es la máxima expresión de amor a Jesús que podemos encontrar durante su vida terrenal. Podríamos quizás imaginarnos que, ella escuchando la palabra de Jesús a sus pies entendió la obra redentora de Jesús, y así sintió lo que estaba por venir, la inminente muerte expiatoria de su Señor. No es seguro, pero es probable. De todas maneras, Jesús interpretó aquel hecho de María, como la preparación al día de su sepultura, como dijo en el versículo 7b: “...para el día de mi sepultura ha guardado esto”. Los que comprendemos el amor de Cristo no podemos no amar a nuestro Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra fuerza. Nuestro agradecimiento al Señor se refleja por medio de un hecho concreto, así como lo hizo María, dando lo mejor, especialmente, preparando una ofrenda material. Porque esta es la palabra de Jesús: Miren Mateo 6:24, "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." Juan Wesley dijo: "Los que no se arrepintieron de su bolsillo o billete, no se arrepintieron de una manera auténtica." ¿Se acuerdan del cuento sobre un agricultor cristiano que tenía una vaca? Un día ella dio a luz a dos crías, así que le dijo a su esposa: "Si estas dos crías crecen bastante, una de ellas la ofrendaré a Dios." Entonces, un día él volvió del campo, y le informó a su esposa diciendo: "la cría que iba a ofrendar a Dios ha muerto." ¿Quizás, no será esta la actitud de la mayoría de los cristianos de hoy? Es fácil dejar a Dios en la última fila de nuestra vida material. Entre los cristianos, todavía hay algunos que no saben ofrendar a Dios. Les gusta recibir pero no saben dar. Podemos justificarnos a nosotros mismos diciendo: "No me alcanza para cubrir los gastos de la vida, así que no puedo ofrendar a Dios." ¿Qué le diría el Señor a ellos? Miren Marcos 12:42-44 que dice así, "Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas (dos monedas de cobre), o sea un cuadrante (de muy poco valor). Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento." El Señor no mira la cantidad sino la intención del corazón. Si hasta la pobre mujer pudo dar una ofrenda de tal manera, ¿quién de nosotros tendrá alguna excusa para no ofrendar a Dios aunque sea poquito. Los estudiantes que no trabajan, también pueden ofrendar algo, ahorrando los gastos innecesarios. Cuando uno es un estudiante, si bien hay casos en los que no es así, es probable recibir el apoyo económico de los padres. En mi caso fue así, y el pastor de la iglesia nos había enseñado a dar ofrenda a Dios. Así que había hermanos que hacían alguna changuita para ganar algo de dinero y así poder ofrendar a Dios, como por ejemplo, algunas iban a donar sangre al hospital (aunque acá es gratis la donación), otras se ahorraban un viaje en colectivo caminando, y así se las ingeniaban para poder ofrendar. Sabemos que si lo damos de corazón con agradecimiento, no importa el valor que sea, el Señor lo aceptará. Sinceramente, no me gusta tocar este tema sobre la ofrenda. O tal vez ni sea necesario mencionarlo, porque sé que muchos hermanos ofrendan voluntariamente con agradecimiento. Pero pensando en Dios, es mi deber como predicador enseñarles sobre este tema. A veces, es muy triste para Dios, ver a los hermanos que vienen al culto con las manos vacías, esta actitud es mas bien de espectadores y no de adoradores. Dios quiere que hagamos ofrendas, no porque le falte algo, sino porque es una manera de demostrar que todo proviene de Él. Dios nos ama y quiere bendecirnos en todo momento para que seamos verdaderos adoradores del Señor. Si de verdad uno ha experimentado la gracia salvadora de Jesús, eso se demuestra con agradecerle, ofreciendo lo mejor que tenemos. ¡Con qué actitud preparamos las ofrendas y las damos a Dios, es el parámetro de la cualidad de nuestra adoración! (ii). Ella lo dio con humildad "y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos (3b)" La manera en que aplicó el perfume también revela el hermoso espíritu de María. En vez de ungirle la cabeza, como se acostumbraba en aquella época, ella ungió los pies de Jesús. El ungir o lavar los pies de una persona era la tarea del esclavo más humilde. Con este acto, María estaba expresando su sentimiento más profundo de amor y devoción a Jesús humildemente. Este ejemplo de devoción, es el que debemos seguir todos los cristianos, porque esta es la actitud del verdadero culto al Señor. Es conocido aquel salmo de David, quien en su espíritu afligido por el pecado confesó así: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." (Sal 51:17) Ahora veamos dos reacciones contrastantes ante lo que hizo María: una es la de Judas Iscariote y la otra es la de nuestro Señor Jesucristo. Miren los versículos 4 a 6: "Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella." Judas usó una frase piadosa para ocultar lo que en verdad lo motivaba. Pero Jesús sabía lo que había en su corazón. La vida de Judas se había convertido en una mentira y el diablo había entrado en él (Jn 13:27). El corazón de Judas no andaba bien, y por eso sus labios pronunciaban palabras equivocadas. Judas quería aparentar algo que no era, se hacía el simpático con los pobres, pero en el fondo tenía otras intenciones, su corazón era avaro y habían otros motivos que lo dominaban y hacían protestar ante la acción de María. Como un auténtico hipócrita, se estaba vistiendo de ovejita cuando en realidad en el fondo era un lobo. El caso de Judas es un llamado de atención a esta debilidad del hombre. Y es probable que aun entre los grandes líderes y de mayor confianza, haya alguno que pueda caer en esta tentación de sustraer fondos destinados a extender el reino de Dios. Esto también es una verdad: dondequiera que hay un creyente que muestra amor para Cristo, también siempre está el que se queja y critica. Tengamos un tiempo para auto examinarnos: "¿Cómo anda mi corazón ante Dios?" ¿Especialmente mi vida material? Ahora escuchemos la palabra de Jesús. ¿Cómo consideró Jesús el hecho de María? Miren los versículos 7 y 8: "Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis." Jesús no demoró en salir a la defensa de María ante la crítica que Judas lanzó a ella y a él. Según Judas, ella era culpable por la “pérdida” y Jesús por permitirla. Pero para Jesús este fue un acto singular en una ocasión específica. Era una unción que anunciaba el entierro de Jesús y una declaración pública de fe en Él como el Mesías. Además de estas palabras de Jesús, Mateo y Marcos añaden una frase más del Señor, quien también dijo: "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella (Mt 26:13). "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella" (Mr 14:9). Y desde ese entonces hasta el día de hoy, sigue siendo predicado este hecho hermoso de María. ¡Qué bendita mujer es María! ¡Seamos esta María en nuestro tiempo! Conclusión: El culto verdadero a Dios incluye tres cosas: el servicio, el testimonio y la devoción. Marta es símbolo de servicio al Señor, Lázaro es símbolo del testimonio y María símbolo de devoción. Cada uno de nosotros tiene un alabastro de perfume puro que podemos verter a los pies de Jesús, un tesoro que hay en nuestro propio corazón. Aunque puede que hagamos muchas cosas para ayudar a los pobres y acciones sociales para con el prójimo, pero ¿qué estamos haciendo por Jesús? Nada puede reemplazar el amor a Jesús. El mundo puede considerarlo como pérdida, pero Jesús valora como tesoros los perfumes de alabanzas que suben ante su trono todo lo que hagamos por él. Oremos para que seamos verdaderos adoradores de nuestro Señor y Salvador.