sábado, 26 de abril de 2014

Sermón 16 - ¿Cómo llegar a ser grande?

¿CÓMO LLEGAR A SER GRANDE? Marcos 10:35-45 (V.C. 43-45) 35Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 38Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. 41Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Uno de los deseos más grandes del hombre es que, quienquiera que sea, quiere ser grande. O sea el hombre busca la grandeza, la cual es un atributo dado por Dios. Según la enseñanza bíblica no es malo buscar la grandeza. Yo pregunté a los hermanos del grupo Esperanza acerca de sus sueños. El hermano Fabían dijo que su sueño es ser presidente de la nación. ¡Sea cumplido su sueño! Sí, anhelar ser grande es bueno. Todos nosotros queremos ser grandes. Pero el problema consiste en que la mayoría de la gente no sabe el significado verdadero de la grandeza ni sabe el camino de la misma. En la palabra de hoy el Señor Jesucristo nos corrige del concepto equivocado de la grandeza que tenemos y nos conduce al camino verdadero de la grandeza al enseñar a sus discípulos inmaduros y carnales todavía. Por eso en este mensaje, primero veremos el concepto equivocado que tenían los discípulos acerca de la grandeza, luego prestaremos atención a la enseñanza del Señor acerca de la grandeza verdadera, por último reflexionaremos en la vida del Señor como el mejor ejemplo de la grandeza. Pido que el Espíritu Santo ilumine su luz sobre este mensaje y revele la verdad de la palabra de Dios a cada uno de nosotros. I. Los discípulos que buscan la grandeza (35 – 37, 41) Para entender mejor la palabra de hoy sería necesario explicar un poco el contexto de ella. Ahora Jesús estaba yendo a Jerusalén donde moriría en la cruz, así que era un momento crucial. Él iba delante, Los que lo seguían se asombraron, y seguían con miedo. En este momento tan crucial los discípulos estaban pensando en otra cosa en contraste con su Señor. Ellos pensaron que el reino de Dios pronto llegaría a la tierra con la entrada de su Señor en Jerusalén. En esta situación hubo dos discípulos que no perdieron la oportunidad para hacer un lobby con su madre, cuyos nombres eran Jacobo y Juan. Miren el versículo 35: “Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.” Ellos se atrevían a acercarse a Jesús con un pedido urgente e importante. Entonces Jesús les dijo: “¿Qué queréis que os haga?” Ellos le dijeron: “Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.” Al pedírselo, quizá ellos deben haber pensado sobre sí mismos que tuvieran algo digno de pedirlo. Por ejemplo Juan al presentarse a sí mismo en el evangelio de San Juan, se presenta como el discípulo amado del Señor, es decir, él estaba seguro de que Jesús lo amaba más que a los demás discípulos. También cuando Jesús subió al monte de transfiguración llevó a los tres discípulos, Pedro, Juan y Jacobo y les mostró su aspecto glorioso. Además su madre cuyo nombre era Salomé, era la hermana de María, madre de Jesús. Al considerar esto ellos deben haber pensado que eran merecedores para pedirle así. Entonces para estos dos discípulos según su opinión, Pedro sería un obstáculo para ocupar el puesto más importante porque éste tenía boca grande y siempre se adelantó a los demás discípulos. En este momento si ellos hubieran estado callados, muy probablemente Pedro tomaría el primer puesto en el reino de Dios. Así la relación de los discípulos era una relación de tensión y competencia. Entonces, les hago una pregunta: ¿cómo ven ustedes a estos dos hermanos? A mi perecer son oportunistas así como los otros discípulos habrían pensado. Miren el versículo 41: “Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.” Entre ellos ¿quién se enojaría más? Tal vez Pedro ¿no? Aun Tadeo se enojó cuya existencia no se nota en el libro del evangelio, salvo escrito su nombre. Esto quiere decir que todos ellos eran iguales en el sentido de nivel espiritual. De hecho al seguir a Jesús, ellos tenían una esperanza muy grande en su Señor la cual era ser ministros del gabinete del reino de Dios. Todavía su pensamiento era carnal. Su esperanza estaba en el reino mesiánico terrenal. Ellos deben haber pensado que la grandeza del hombre se obtiene por ocupar un puesto más alto. Aunque estaban cerca de Jesús escuchando sus palabras vivientes y viendo su vida maravillosa, todavía no aprendieron el verdadero significado de la grandeza, sino que se compitieron unos a otros para ocupar el puesto más alto. Esto se puede ocurrir en la comunidad cristiana. Sí, la historia de la iglesia testifica esto. Tanto a la iglesia católica como a la protestante les ha pasado lo mismo. Aquí debemos reconocer la realidad de la humanidad. La historia de la humanidad está llena de la lucha sangrienta para tomar hegemonía. En cualquier comunidad humana se ven esta tensión y lucha. Donde hay reunión de la gente allí hay lucha para tomar hegemonía. Reconociendo esta realidad, la cuestión está en cómo solucionarlo siendo nosotros herederos del reino de Dios. Ahora prestemos atención a la enseñanza del Señor. II. Jesús enseña el camino de la grandeza (38 – 40, 42 – 44) En esta segunda parte, en base a la enseñanza del Señor queremos profundizar un poco más sobre el tema de la grandeza. Una cosa sorprendente es que el Señor no reprendió a Jacobo y Juan con palabras ásperas ni ignoró sus deseos de ser grandes sino que les aconsejó ayudándolos a descubrirse a sí mismo y a ser grandes hombres de una manera verdadera. Entonces según la enseñanza del Señor ¿cómo se puede obtener la grandeza? A. La grandeza se obtiene por padecer sufrimiento Miren el versículo 38: “Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” La pregunta del Señor se puede expresar así: “¿Podéis soportar la experiencia terrible que debo soportar yo? ¿Podéis tolerar sumergiros en el odio, el dolor y la muerte como debo hacerlo yo?” Esto quiere decir que sin cruz no hay corona. Una de las verdades bíblicas es que se cosecha lo que se siembra. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero (2Ti 2:6). Como sabemos los cristianos tenemos dos ciudadanías, una es ciudadano terrenal, la otra es ciudadano celestial. En el campo de trabajo, los cristianos deben hacer lo mejor posible. Si es posible, es recomendable subir a un lugar más alto e importante a través de esforzarse mucho usando la manera justa. Si son estudiantes, es recomendable ocupar el primer ranking entre los compañeros a través de estudiar diligentemente no usando trampa o macheta en el examen. A la vez, siendo ciudadanos del reino celestial al cual el Señor nos llamó, debemos trabajar mucho en la obra del Señor en cualquier situación adversa. Una promesa es que no es en vano el trabajo que hacemos en unión con el Señor. ¿Qué le prometió el Señor a Pedro quien le dijo: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.” Jesús le dijo: “De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.” Es necesario que aprendamos de los discípulos su confianza, su esfuerzo, su valentía, su decisión, su sacrificio para seguir a Cristo. En algún sentido entre nosotros no habría nadie que merezca criticar a los discípulos por ser ellos inmaduros. De hecho los que están sentados con brazos cruzados no tendrán tantos problemas. En cambio donde los hermanos trabajan para la obra del Señor, allí hay tensiones y problemas. Aun así es mejor padecer sufrimiento en la obra del Señor que vivir tranquilamente siendo espectadores nada más. La grandeza se obtiene por trabajar diligentemente padeciendo sufrimiento en cualquier área de nuestra vida tanto en el campo de trabajo como en campo misionero. B. La grandeza pertenece a Dios Miren el versículo 39. Jacobo y Juan le dijeron al Señor: “Podemos.” Es decir, ellos estaban dispuestos a padecer cualquier sufrimiento a cambio de sentarse a la derecha y a la izquierda del Señor aunque todavía no sabían el verdadero significado del vaso y el bautismo a que se refería Jesús. Ante esta actitud de ellos, ¿cómo reaccionó Jesús? Les dijo: “A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;” Es una palabra animadora y comprensiva, y a la vez quizá es una palabra profética porque ellos más adelante participaron en el sufrimiento de Cristo. Al hablar así Jesús mostró su amor hacia ellos leyendo lo profundo de sus corazones. Aun así, ellos debían saber una cosa importante. Jesús les seguía diciendo: “pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.” ¿Qué nos enseña esta palabra del Señor? Sí, la grandeza pertenece a Dios. Los cargos, las autoridades, el poder son de Dios. Dios tiene soberanía sobre todas las autoridades. Él tiene última palabra. Una verdad es que no es siempre funciona la ley de causa y efecto en el reino de Dios. A veces los que menos trabajan reciben más tal como les sucedió a los obreros que trabajaron en la viña del Señor. En el reino de Dios se puede suceder que muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros. No sabemos bien por qué Dios actúa así. Quizá tendrá un propósito de hacernos humildes. Seguro que es una manera de disciplina de amor. Por eso los discípulos de Jesús deben aprender a reconocer la soberanía de Dios en toda área de su vida. Para esto la palabra de exhortación del apóstol Pedro sería apropiada: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo (1Pe 5:6).” C. La grandeza se obtiene por servir La enseñanza del Señor continúa. En este momento Jesús dirigiendo su mirada hacia todos sus discípulos les enseña un concepto verdadero de la grandeza comparándola con el concepto de la grandeza del mundo. Miren los versículos 42 a 44: “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.” En el mundo los grandes son aquellos que ejercen sus autoridades sobre sus súbditos recibiendo servicio y honor de ellos. Su vida exterior parece espléndida y gloriosa. Pero su vida interior no tiene paz ni alegría (Ej. Herodes el Grande). Pero el Señor dice; No será así entre vosotros. Mejor dicho, la comunidad cristiana es diferente de cualquier comunidad secular. En el reino de Dios, el que quiera hacerse grande debe ser servidor. Aquí el Señor nos enseña claramente que la grandeza se obtiene no por ser servido sino por servir. Aquí la palabra “servir” no significa solamente hacer trabajo de 3 D (Dangerous, Dirty, Dificult) como arreglar la electricidad, limpiar pisos, baños, fabricar chips de computadora etc. Más bien se refiere a la actitud del corazón sin importar qué clase de trabajo hacer. Si uno hace algo por amor es un servicio verdadero. En este sentido la exhortación del apóstol Pablo hacia los cristianos en Filipos es apropiada: Él dice así: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Fil 2Ñ3,4).” En la comunidad cristiana un problema es que es más fácil ver defectos de otros que ver su propio defecto. Una verdad es que: si yo pienso de una persona negativamente, ella también piensa de mi de igual manera. Si yo no respeto a alguien, él tampoco me respeta. Pablo dice que cada uno estime a los demás como superiores a él mismo. ¿Cómo puede ser así? Una manera es ver los méritos que otros tienen. La Biblia dice que el amor cubre muchos defectos. En otra palabra ver defectos de los otros y publicarlo es una evidencia de falta de amor. Hay un dicho que dice: El amor hace ciego. Un instinto feo que la humanidad tiene es sentir placeres al chismear de alguien que está ausente. Si una comunidad cristiana es así, el Señor no se agradará. La iglesia de Cristo es donde se practica el servicio mutuo respetándose unos a otros y es donde hay amor y gozo. III. Jesús es el ejemplo de la grandeza (45) La inmadurez de los discípulos le habría causado mucha tristeza y desilusión al Señor. Quizá debe haber pensado que su ministerio de tres años de la disciplina de sus discípulos habría fracasado. Jesús se dio cuenta de que cualquier consejo que sea muy bueno, no les serviría tanto sin ejemplo de la vida, así que el Señor les demuestra el propósito verdadero de su venida al mundo. Miren el versículo 45. Leamos todos juntos a una voz: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Jesús les dijo esta palabra a sus discípulos y la puso en práctica a lo largo de su vida terrenal. Donde hubo servicio del Señor, los enfermos sanaron, los desanimados se fortalecieron, los muertos recibieron la vida. El Señor sirvió a sus discípulos orgullosos que estaban acostumbrados a ser servidos, lavando sus pies enjugándolos con la toalla con que estaba ceñido. Por el servicio del Señor los discípulos defectuosos y débiles se convirtieron en pescadores de hombres que cambiaron la corriente de la historia. Especialmente Jacobo y Juan que anhelaban ser grandes por ocupar los mejores puestos en el reino mesiánico y habían experimentado tan grande amor de Cristo se convirtieron en grandes siervos de Dios. Jacobo se hizo el primer mártir entre los apóstoles. Juan, un apóstol de amor vivió más larga vida sufriendo por Cristo. Él nos dejó un evangelio más espiritual para toda la humanidad a lo largo de los siglos. Jesús, por amor a la humanidad, dio su vida en rescate por muchos. No hay otro amor tan grande que esto. Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Ro 5:8). Este versículo no solo revela el motivo del ministerio de Jesús, sino también el fundamento de nuestra salvación. Rescate era el precio a pagar por la libertad de un esclavo. Jesús pagó el rescate por nosotros, ya que no podíamos pagarlo. Su muerte nos liberó de la esclavitud del pecado. Los discípulos creían que la vida y el poder de Jesús los salvaría de Roma; Jesús dijo que su muerte los salvaría del pecado, una esclavitud mayor que la de Roma. Entonces, si hemos recibido tan inmenso amor de Cristo, ¿qué clase de vida deberíamos llevar? Es compartir el amor de Cristo que hemos recibido con los otros que todavía no conocen su amor. Es vivir como pastores de las ovejas. Conclusión: Nuestro Señor Jesucristo es la persona más grande e incomparable. Él vino no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. ¿Queremos ser grandes personas? Entonces imitamos a Cristo quien vino para servir y dio su vida en rescate por muchos. “Tu vida, ¡oh Salvador!, diste por mí; y nada quiero yo negarte a ti. Rendida mi alma está; servirte ansia ya, y algún tributo dar de amor a ti.” Estamos convencidos de que la grandeza no está en ser servido sino en servir de corazón. Anhelemos la grandeza; lleguemos a ser grandes por llevar la vida de servicio por el amor de Cristo.