miércoles, 31 de diciembre de 2014

Sermon 18 (Navidad 2014)- Venimos a adorarle

Mensaje Dominical (Culto navideño) 21 de Diciembre 2014 VENIMOS A ADORARLE Mateo 2: 1-12 (V.C. 2) 2:1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2:2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 2:3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 2:4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 2:5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: 2:6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. 2:7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 2:8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. 2:9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 2:10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 2:11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 2:12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. ¡Feliz Navidad! Hoy estamos reunidos aquí en la casa de Dios para festejar el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo, que es hijo de David, hijo de Abraham, y el Hijo de Dios. Él vino al mundo hace unos dos mil años. Y así Dios cumplió con la promesa que les hizo a Abraham y al rey David. El Señor Jesucristo es nuestro Salvador y habita con su Espíritu entre nosotros siendo su nombre Emanuel cuyo significado es “Dios con nosotros”. Él merece nuestra adoración y alabanza por los siglos de los siglos. Especialmente hoy, más que nada, lo adoramos con todo nuestro corazón porque este día es su cumpleaños aunque la fecha no es exacta, su nacimiento es un hecho histórico que nunca se podrá olvidar. Aun así, hoy en día, la fiesta navideña ha perdido su significado verdadero, y Jesucristo no esta recibiendo ni honra ni gloria, mas bien se ha convertido en una fiesta común y corriente solo para disfrutar en familia o con amigos comiendo pan dulce y vitel toné, y tomando sidra, mojito o tereré. La realidad es que el árbol navideño, los regalos, las luces intermitentes y Papá Noel no son los protagonistas de la Navidad. Jesús es quien no debe faltar en nuestra Navidad. Él es el verdadero protagonista de esta celebración. Este fenómeno no es solamente una tendencia de nuestra época sino que también era la de aquella época cuando Jesús nació. Hoy veremos esto en base a la palabra de Mateo capítulo 2:1-12. Ante el nacimiento del Mesías, el Salvador del mundo y Señor, la mayoría mostraron su indiferencia, frialdad y lo peor era aquella hostilidad que mostró el rey Herodes. Pero gracias a Dios porque el escritor Mateo nos presenta también algunos remanentes que buscan y aman la verdad y están dispuestos a sacrificarse por ella. Por eso en este mensaje en la primera parte veremos aquellos hombres negativos que rechazaron recibir al Señor y descubriremos, si es posible, haya en nuestra propia vida tales cosas para arrepentirnos. Entonces en la segunda parte, nos detendremos ante aquellos magos del oriente que son gente buena e íntegra, cuyo ejemplo son como estrellas que brillan en la oscuridad. Pido que a través de la palabra de hoy el Señor abra nuestros ojos espirituales y nos dé un corazón sabio y humilde para adorar al Mesías que ha nacido así como lo hicieron aquellos magos del oriente, y nos llene de gozo celestial. I. Los que están en la oscuridad (3-8) El Dios todopoderoso y misericordioso de tal manera amó al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna (Jn 3:16). Jesucristo es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo para que andemos en su luz. Entonces sería justo y natural que los hombres lo reciban de corazón y regocijarse en él por la gran salvación que han obtenido. Pero lo extraño es esto que dice el apóstol Juan así: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyos vino, y los suyos no le recibieron (Jn 11,12). Ahora veremos a algunos de ellos que están en la oscuridad porque rechazaron la luz verdadera, el Señor Jesucristo. (i) El rey Herodes (3a,4, 7,8) Cuando los magos del Oriente vinieron a Jerusalén y buscaron al rey de los judíos que había nacido, ¿cómo reaccionó el rey Herodes? “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó (3a).” Como sabemos el rey Herodes no era judío sino idumeo, descendiente de Esaú, hermano de Jacob. Aunque él no era judío, asumió el cargo de rey de los judíos usando astutas diplomacias. En el año 40 a.C. consiguió del senado romano el título de rey de Judea. Él se casó con las diez mujeres y una de ellas era una judía llamada Miriamne. De ella también tuvo hijos. Pero Herodes la mató, a ella y a sus hijos pensando que ellos lo matarían para quitarle el trono. Él era un rey muy cruel. Su crueldad quedó en evidencia cuando mandó a matar a todos los niños de menores de dos años que se encontraban en Belén. Aunque él fue un rey que gobernó durante muchos años hasta el nacimiento del Mesías, nadie lo respetaba. Por eso, a fin de ganarse el corazón de los judíos, reconstruyó el templo magnífico. Aun así su vida era miserable. Cuando se acercaba su muerte, mandó a apresar a los principales hombres judíos y expresó: "Bien sé que los judíos celebrarán mi muerte, pero podré hacerlos llorar por otro motivo... maten a los prisioneros judíos inmediatamente después de mi fallecimiento y todas las familias de Judea llorarán". Herodes era un hombre desdichado y miserable porque quería ser adorado por el pueblo. Por eso cuando escuchó que un nuevo rey había nacido, se turbó su corazón y trató de eliminarlo con engaños. Escondiendo su intención maligna, les habló a los magos con palabras cariñosas y suaves. Veamos los versículos 7 y 8. “Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.” El carácter de los impíos es así. Su palabra es melosa, pero en su corazón está escondida la espada. El salmista David describe el carácter de los impíos en el salmo 5:9 así: “Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; Sus entrañas son maldad, Sepulcro abierto es su garganta, Con su lengua hablan lisonjas.” ¡Qué difícil es conocer el corazón del hombre! Es fácil dejarnos engañar si juzgamos a la gente según su apariencia y palabra. De hecho en este mundo hay muchos impíos que hacen malas obras hiriendo y matando a gente inocente. Por eso necesitamos orar para que Dios nos libre de los malos y no nos meta en tentación. Por otra parte, es necesario que nos examinemos para ver si en lo profundo de nuestro corazón tenemos ese corazón engañoso de Herodes que quiere ser alabado y adorado por la gente. Es fácil robarle la gloria a Dios cuando nos olvidamos de la gracia de Dios y pensamos que la obra es fruto de nuestra labor. Necesitamos tener humildad y reconocer la soberanía de Dios en toda área de nuestra vida para que no caigamos en el pecado de Herodes. Somos criaturas de Dios que sólo le damos la gloria a Dios. Somos siervos de Dios que se consideran siervos inútiles después de terminar toda tarea, como dice Lucas 17:10, “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (ii) Los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo (5,6) Cuando el rey Herodes convocó a todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo, ellos le dijeron: “En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.” Ellos eran doctores de la ley, así que sabían que el Cristo había de nacer en Belén. Entonces, lo extraño es: ¿por qué ellos no fueron a verlo y adorarlo? No eran practicantes de la palabra de Dios. Sabían mucho pero no eran practicantes. Eran hipócritas. Eran empleados del rey Herodes. Ellos sobrevivían usando su conocimiento bíblico. Cuando el cargo religioso y el conocimiento bíblico, sirven como una manera de ganar dinero, o fama, no hay más que corrupción abominable ante los ojos de Dios. En aquella época la corrupción de los líderes religiosos era notoria. El cargo del sumo sacerdocio se vendía por dinero. En la época de Jesús ya el sumo sacerdote no tenía nada que ver con el linaje de Aarón, el linaje legítimo del sacerdocio. En esta navidad, habrá muchos que podrían tener la actitud de aquellos religiosos. Por la gracia de Dios, nuestra iglesia tiene una buena costumbre de estudiar la Biblia con profundidad. Hoy en día no hay muchas iglesias que estudian la Biblia tanto como nosotros. Pero aun así hay un peligro: Es fácil tener la actitud de aquellos líderes religiosos. Ahora examinémonos a nosotros mismos. Examinemos si la palabra de Dios tiene poder o no en nuestra vida diaria y si somos practicantes o no. (iii) Los habitantes de Jerusalén (3b) El versículo 3 dice así: “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.” Entonces, ¿por qué toda Jerusalén se turbó, así como lo fue Herodes? Jerusalén era una ciudad peligrosa porque en ella había muchas rebeliones. Los habitantes de Jerusalén sufrían mucho por la rebelión de los fanáticos y la invasión de los extranjeros. Su anhelo era llevar una vida tranquila y estable. Pero la noticia de la aparición de un nuevo rey les quitaría la tranquilidad. Al turbarse con Herodes mostraron su corazón inquieto. Aunque el nacimiento del Mesías era una muy buena noticia pero ellos no salieron a recibirlo sino que mostraron indiferencia hacia él esperando sólo la estabilidad de la vida. Podemos entenderlos porque tal vez somos muy parecidos a ellos. Muchos vacilan en recibir a Cristo pensando que eso traería mucho conflicto tanto en su propia vida como en la vida de su familia. En algunos países, todavía ser cristiano es tan costoso que les cuesta la vida. ¿Qué nos enseña todo esto? ¿Cómo reaccionamos ante la noticia del nacimiento del Mesías? ¿A qué nos dedicamos en esta Navidad? ¿Por qué nos afanamos? Si no tenemos alegría ni paz en nuestro corazón, ¿quizá no seremos como aquel Herodes que se turbó y quería eliminar al Mesías de su territorio? Si tenemos mucho conocimiento bíblico en nuestra cabeza, pero nuestro corazón no se conmueve y nuestros pies no avanzan hacia el Mesías, ¿tal vez, no seremos como aquellos escribas fríos? Si no le damos mucha importancia a la navidad, ¿quizá no seremos como aquellos habitantes de Jerusalén que le mostraron su indiferencia al Mesías? En este momento arrepintámonos de nuestra búsqueda de vana gloria, hipocresía e indiferencia, y aceptemos a Jesús nuestro Salvador con un corazón dispuesto y preparado. Ahora, aprendamos la actitud verdadera de recibir a Jesús a través de los magos del oriente. II. Los que están en la luz (1,2, 9-12) San Juan 1:12 y 13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” San Juan 3:21 también dice: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” Es maravilloso y agradable pensar en la gente buena que ama la verdad y vive por ella. En este momento los hechos de aquellos magos del oriente son dignos de ser seguidos por todos los cristianos de nuestra época, especialmente por los que están aquí presentes. Entonces, ¿qué podemos aprender de ellos? (i) Son estudiosos (2b) Ellos dijeron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Los que vinieron del oriente eran magos que estudiaban las estrellas para buscar la verdad. No eran de la clase baja sino de la clase alta de aquella época. Algunos comentaristas dicen que eran reyes orientales que podrían llevar, al parecer, una vida cómoda y rica. Sin embargo, eran estudiosos que buscaban la verdad. Ellos debían estar despiertos en la noche para observar el movimiento de las estrellas en el cielo mientras que todos dormían. Además de estudiar las estrellas estudiaron también la Biblia. Ellos habrían conocido la Biblia por la influencia de los judíos desterrados. Quizá ellos habrían conocido la profecía de Balaam, escrita en Números 24:17 donde dice así. “Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set.” En especial era enorme la influencia de Daniel, un joven judío desterrado por la invasión de Babilonia que luego se volvió el primer ministro del imperio babilónico y del imperio persa. Así Dios revela su verdad a los que aman la verdad y estudian sinceramente la Biblia. Le doy gracias Dios por nuestros hermanos que se dedican al estudio bíblico con actitud de estudiantes sinceros comos aquellos cristianos en Berea que eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hch 17:11). De hecho no hay otro estudio mas valioso que estudiar la Biblia, que merecemos dedicar nuestro tiempo en ello aunque cada día tenemos muchas cosas que hacer. Seguro que el Señor va a bendecir en gran manera si nos dedicamos al estudio bíblico con la actitud de los magos del oriente y los cristianos en Berea. Pero una cosa que debemos saber es que el conocimiento sin práctica es como una niebla que desaparece en seguida. Por lo tanto de los magos del oriente otra cosa más que aprendemos es que ellos eran practicantes de la verdad. (ii) Son practicantes (2c, 9,12) Cuando ellos estudiaban las estrellas y un día vieron la estrella del Mesías, empezaron una vida aventurera porque las cosas del mundo no satisfacían su alma. Se dice que estos magos eran del territorio de Babilonia, situada a unos miles kilómetros de Jerusalén. Ellos tenían la convicción de que el encuentro personal con el Mesías merecía la inversión de su tiempo, sus riqueza y hasta su vida. Por eso salieron de su tierra para ir a Jerusalén. El viaje a Jerusalén no sería fácil porque habría peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros en la ciudad, peligros en el desierto. Deberían cruzar ríos y subir montañas. Aun estos obstáculos no pudieron detenerlos. Podemos imaginar la dificultad del viaje. A veces, deben haberse desanimado y tenido ganas de volver a su tierra. En nuestra vida también un día aparece la estrella de la verdad después de mucho vagabundeo del alma. Buscábamos muchas cosas del mundo pensando que ellas nos darían satisfacción. Yo también buscaba la verdad vagabundeando. Un día la encontré estudiando la Biblia. Desde entonces empecé un largo viaje de aventura para encontrar a Cristo. Invertí mi juventud, mis bienes y mi vida. No me arrepiento de esta vida porque sé que no hay otro camino de vida fuera de Jesús. Todos los cristianos son viajeros santos que caminan hacia la Nueva Jerusalén donde habita nuestro Rey Jesús. (iii) Son servidores (2c, 10,11) Al llegar a Jerusalén, dijeron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Ellos dicen: “Venimos a adorarle.” y nada más. Después de tan largo y peligroso viaje, llegaron a Jerusalén para ver al rey de los judíos y adorarle. Su motivo de búsqueda al rey era puro. Lo buscaron no para conseguir algo, sino para adorarle. Para dedicarle toda su alma y corazón. Como expresión de la dedicación de su corazón al rey, ¿qué hicieron cuando vieron al Mesías en Belén por la guía de la Estrella? Veamos el versículo 11, “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Postrándose lo adoraron. Al pensar humanamente el niño Jesús parecía pobre e insignificante. El niño generalmente no es considerado ni respetado por los adultos. Pero ellos lo vieron con ojos espirituales. Lo vieron como el Hijo de Dios, el Rey de reyes que merecía recibir toda su adoración. Por eso ante el niño, se arrodillaron y le ofrecieron los presentes más preciosos: oro, incienso y mirra. En estos presentes se revela la personalidad de Jesús. Es decir, el oro representa la realeza de Jesús; el incienso, su divinidad; la mirra su obra redentora a través de su muerte en la cruz. Esto es el culto racional agradable a Dios. Cuando somos inmaduros, venimos a la iglesia para recibir alguna ayuda y conseguir algo. Pero cuando somos maduros, venimos a adorar a Dios y darle lo mejor que tenemos. Examinemos con qué motivo y con qué actitud venimos al templo de Dios. Aquí está la presencia del Señor. Hacemos todo para adorarle. Venimos aquí al templo de Dios, en el día del Señor, especialmente en esta fiesta navideña, con las ofrendas preparadas porque esta es la expresión de nuestro corazón agradecido hacia el Señor. Esta vida no es una pérdida. Los magos no tenían ningún sentimiento de pérdida, sino que su corazón estaba lleno de alegría. Miren el versículo 10, “Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.” Esta alegría no se puede comparar con la alegría que ofrece el mundo. En nuestra vida terrenal hay momentos alegres. ¿Cuándo nos alegramos? Los estudiantes se alegran cuando sacan buenas notas y terminan sus estudios como nuestra hermana Graciela que terminó recién su estudio de medicina con una muy buena nota. Pero al pensar que todavía les queda un largo camino, la alegría desaparece. El momento del casamiento es alegre. Pero al pensar que después del casamiento deben llevar una vida responsable, su alegría desaparece. El nacimiento de un niño en la familia es alegre. Pero al pensar en cómo criarlo y educarlo, la alegría desaparece. El momento de recibir el sueldo es alegre, pero al pensar en los gastos, la alegría desparece. Así es la alegría que este mundo ofrece. Es temporal y superficial. Pero la alegría que sintieron los magos era profunda y perpetua. Esa alegría brotó de lo profundo de sus corazones al encontrar la verdad y al adorarle al Señor. En nuestra vida no hay otro encuentro más precioso e importante que un encuentro personal con Jesús. Todos los que se encuentran con él empiezan una nueva vida llena de felicidad y alegría. El pastor inglés Phillip Doddridge mostró su encuentro feliz con el Señor a través de una poesía así: “Feliz el día en que escogí servirte, mi Señor y Dios. Preciso es que mi gozo en ti lo muestre hoy por obra y voz. ¡Soy feliz! ¡soy feliz! Y en su favor me gozaré; En libertad y luz me vi, cuando triunfó en mí la fe. Y el raudal carmesí salud de mi alma enferma fue.” Antes de encontrarnos con Jesús, no sabíamos por qué estábamos en este mundo y por qué vivíamos. Pensábamos que lograr nuestras propias metas era el propósito de nuestra vida. Por eso estudiamos y trabajamos para lograr éxito alguno y para ser reconocidos por los otros. Pero esta clase de vida siempre nos demanda algo más. Estábamos equivocados. Miren la vida de los magos. Al examinar sus vidas encontramos el camino de la felicidad. Ellos se alegraron en gran manera al ver la Estrella de la verdad. Encontrar la verdad nos trae la alegría. Cuando ellos adoraron a Jesús, el Salvador y Rey verdadero, arrodillados, su corazón se llenó de alegría. No hay otra cosa más noble en la vida del hombre que adorar a Jesús, nuestro Salvador y Rey. Servir al Señor es el propósito de nuestra vida. Démosle gracias a Dios por no sólo recibir el don de la salvación sino también por poder servir al Señor de corazón. Confesemos con los magos. “Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Ofrezcámosle nuestros talentos, bienes y vida para servir al Señor así como los magos le ofrecieron presentes. Esta es la verdadera actitud de los adoradores del Señor. Esta es la vida más feliz y alegre que el mundo no puede ofrecernos. “Prefiero a mi Cristo que al vano oropel; Prefiero su gracia a riquezas sin fin, A casa y tierras prefiérole a él; Será de mi alma fuerte paladín. (Antes que ser rey de cualquier nación y en pecado gobernar, Prefiero a mi Cristo, sublime don cual el mundo no ha de dar).” Venid, fieles todos a Belén marchemos De gozo triunfantes henchidos de amor, Y al Rey de los cielos contemplar podremos: El que es Hijo eterno del eterno Padre, Y Dios verdadero que al mundo creó, Al seno humilde vino de una madre: En pobre pesebre yace reclinado, Al hombre ofrece eternal salvación, El Santo Mesías, Verbo humanado: Cantad jubilosas, célicas criaturas, Resuene el cielo con vuestra canción. ¡Al Dios bondadoso, gloria en las alturas! Jesús, celebramos tu bendito nombre Con himnos solemnes de grato loor; Por siglos eternos que te adore el hombre: (Venid, adoremos, venid, adoremos, Venid, adoremos a Cristo el Señor.) -Himno 72 (Venid fieles todos)