martes, 11 de septiembre de 2018

Sermon 31- Peregrinos Santos

PERTEGRINOS SANTOS Números 33:1-49 (Leer 1-10, 49) V.C. 33:1 33:1 Estas son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. 33:2 Moisés escribió sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Estas, pues, son sus jornadas con arreglo a sus salidas. 33:3 De Ramesés salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los egipcios, 33:4 mientras enterraban los egipcios a los que Jehová había herido de muerte de entre ellos, a todo primogénito; también había hecho Jehová juicios contra sus dioses. 33:5 Salieron, pues, los hijos de Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot. 33:6 Salieron de Sucot y acamparon en Etam, que está al confín del desierto. 33:7 Salieron de Etam y volvieron sobre Pi-hahirot, que está delante de Baal-zefón, y acamparon delante de Migdol. 33:8 Salieron de Pi-hahirot y pasaron por en medio del mar al desierto, y anduvieron tres días de camino por el desierto de Etam, y acamparon en Mara. 33:9 Salieron de Mara y vinieron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí. 33:10 Salieron de Elim y acamparon junto al Mar Rojo. ----- 33:49 Finalmente acamparon junto al Jordán, desde Bet-jesimot hasta Abel-sitim, en los campos de Moab. El pueblo de Israel ahora está en los campos de Moab, al umbral de la tierra prometida de Canaán. Está a punto de cruzar el río Jordán y empezar la campaña de conquista de Canaán. Pero antes de seguir adelante, es apropiado mirar atrás y meditar en lo que Dios ya ha hecho por su pueblo. Por lo tanto aquí en el capítulo 33, Moisés escribió las jornadas de Israel por mandato de Dios. Este repaso traería a la mente del pueblo de Israel la protección, la dirección, y la provisión de Dios a través de todo su peregrinaje durante 40 años en el desierto. Entonces ¿qué significaría esto para nosotros, los cristianos? Los cristianos son peregrinos santos que han salido de la esclavitud del pecado por la sangre de Cristo y caminan por este mundo que es como un desierto, hacia el reino celestial. Por lo tanto las jornadas de Israel se pueden aplicar a la iglesia de Cristo porque tal peregrinaje sirve como ejemplo a nuestro peregrinaje espiritual en Cristo, como dice el apóstol Pablo en 1 corintios 10. Estos son unos de ellos: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.”(1 Co 10:6) “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.”(1 Co 10:11) En este momento en base a las jornadas de Israel, tengamos una reflexión sobre nuestra vida cristiana como una peregrinación en la cual vemos lo que Dios había hecho, hace y hará. Los peregrinos santos tienen una partida. Luego hay largo proceso hasta llegar al destino que es el reino celestial. Entonces, ¿cómo es la vida de los peregrinos santos? I. Hay una partida (1-4) Miren el versículo 1: "Estas son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón.” La palabra "salieron" se va a repetir constantemente a lo largo del todo el capítulo (44 veces) junto con la palabra "acamparon (40 veces)." Es importante salir, pero entonces debemos comprender de dónde salimos. A veces no tenemos la suficiente conciencia en dónde estábamos, así que no sabemos por qué debemos salir. Cuando verdaderamente se sale es cuando se avanza verdaderamente. Y eso es lo que quiere decir "salieron". La frase, “salieron de la tierra de Egipto por sus ejércitos” nos hace recordar la redención de los israelitas de la esclavitud en Egipto. Aquí una cosa interesante es que nos muestra el aspecto corporativo de la redención al usar el verbo "salieron" en plural. La redención siempre es corporativa. Desde el principio debemos aprender a ver la redención como un asunto corporativo. Generalmente nosotros hemos tomado la redención a nivel personal. Pero fíjense que en el principio la Biblia presenta la salvación y la redención en el sentido corporativo. Este principio se ve aun cuando Adán y Eva pecaron y ellos mismos se quisieron vestir con hojas de higuera porque se sintieron avergonzados delante de Dios. Dios los vistió, dice en plural. Dios mismo proveyó un sacrificio para la familia y en ese momento la familia representaba el género humano. Los israelitas nunca deberían olvidar la salida de la tierra de Egipto. El versículo 3 dice: "De Ramesés salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los egipcios." ¿Qué significaría "Ramesés" para el pueblo de Israel?: Mucho sufrimiento sin esperanza de liberación. Miren ¿qué hicieron los egipcios sobre ellos? Éxodo 1:11 dice, "Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés." La condición de los israelitas en Ramesés nos habla la condición desdicha de la humanidad que es el esclavo del pecado. El pecado se refiere a la naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán. Eso lo ha heredado todo ser humano, con excepción del Señor Jesucristo. El pecado es algo más grave que los pecados; pero al decir el pecador, no sólo tenemos problemas con lo que hicimos sino también con lo que somos. De manera que no sólo debemos ser librados de lo que hicimos sino que también debemos ser librados de lo que somos. Alguien puede decir: Bueno, yo soy bueno, pero, claro, cometí una falta; pero eso es una falta. Yo puedo seguir siendo bueno. Eso fue precisamente lo que le debió demostrar el Señor a su discípulo Pedro quien juró su fidelidad, diciendo: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Pero, Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” (Mt 26:33,34). Pedro no se conocía a sí mismo que era tan débil y pecaminoso. El pecado es algo serio y grave. Eso representa Ramesés; esa esclavitud, no sólo cosas que hemos hecho sino que lo que somos. Lo que sabemos es esto: Cuando uno quiere seguir al Señor, es cuando más descubre qué malo es. Antes yo pensaba que era bueno, pero ahora que quiero seguir al Señor, mire lo verdadero que soy yo, perezoso, egoísta, también avaro, orgulloso, amargado. Eso no es por culpa de mi esposa ni de algún hermano chocante. Para algunos hermanos casados que tienen suegro o suegra, esta palabra será apropiada: "Si no tuviera suegra, yo sería el hombre más dichoso del mundo." Pobre suegra con ese yerno. Esas cosas están en todo ser humano. La verdad es que el pecado está en mí, no en otro como confesó Pablo, "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Ro 7:24) El problema del hombre no es que sólo de vez en cuando hace cosas malas, sino que es malo por naturaleza. El problema es que nacimos malos; nacimos en una condición de maldad. El mal no está solamente afuera. No es como decía algún filósofo (un europeo Juan Jacobo Rousseau, un chino Mencio; 孟子) que el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe. Lo raro es cómo se corrompió la sociedad con gente que parece tan buena. El hombre no nace bueno; el hombre nace malo, y por eso la sociedad es también mala. Entonces, ¿dónde está solución? Vena esta frase que dice: "salieron los hijos de Israel con mano poderosa"(3b). Los israelitas salieron con mano poderosa. ¡Qué hermoso esto! Para salir se necesita la mano poderosa de Dios. El hombre puede patinar y patinar en sus fuerzas y no va a salir, así como una rana en el pozo profundo no puede salir por más que intente miles veces. Para salir necesita la mano poderosa de Dios. Entonces, ¿qué hizo Dios para su pueblo Israel para salvarlos de la esclavitud en Egipto? ¿Qué es lo que preparó el Señor cuando su pueblo estaba en Ramesés? Preparó la pascua, y preparó el derramamiento de la sangre del cordero, para que la sangre del cordero librara al pueblo de sus pecados. Pero no sólo había que tener la sangre, también había que hacer algo más. Había que comer el cordero, es decir, había que constituirse con lo que es el cordero; y ese es un aspecto ya no sólo judicial, jurídico, objetivo, sino un asunto orgánico, un asunto subjetivo. Aquí el cordero de la Pascua señalaba al Hijo de Dios, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29). Por la desobediencia de Adán somos pecadores por constitución, y por la obediencia de Cristo, somos justos por constitución. Lo que nos hace justo es recibir por la fe a Cristo, es alimentarnos del Cordero. No es algo que tengamos, que podemos. Si estamos esperando algún día en que seremos buenos, nos vamos a quedar esperando. No, nunca podremos ser buenos. El único bueno es el Señor. Dios nos salvó por su gracia como dice Efesios 2:4 a 9, "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Objetivamente delante de Dios nuestros pecados fueron pagados por el Señor Jesús, Su sangre nos limpia de todo pecado, y eso fue hecho por Él en la cruz; pero ahora ese Cordero que derramó su sangre debe ser comido por mí y por cada uno de ustedes. Yo debo alimentarme con ese Cordero. Yo debo constituir ahora mi ser, no con la comida de Egipto, sino con ese Cordero. Antes yo estaba constituido con lo que producía Egipto, y yo vivía en Egipto y vivía para Egipto, y vivía haciéndole ladrillos al Faraón. Miren el versículo 3c, "a vista de todos los egipcios" Los israelitas salieron a la vista de todos los egipcios. Eso es muy tremendo. Así es nuestro Señor mostrando su gran poder ante los enemigos, como cantó David en Salmos 23:5, “Aderezas mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores”. Esta realidad se puede aplicar a nuestra vida cristiana. Cuando uno acepta a Cristo como su salvador lo confirma por medio de la ceremonia de bautismo confesando su fe públicamente. Esta es la fe salvadora que confesamos: "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."(Ro 10:9,10). La salvación es ofrecido para todos. Proclamamos una salvación que es para todos los que responden por la fe. Ella requiere una demostración pública de fe, así como Israel partió de Egipto a la vista de todos los egipcios. Siempre en nosotros habrá cosas desagradables, cosas malas. Siempre estaremos luchando contra eso hasta que prevalezca Cristo en nosotros, hasta que salgamos completamente, no sólo de lo que hicimos, sino de lo que somos; y no sólo de lo que somos, sino también del sistema, del mundo; y no sólo del mundo visible, sino también del invisible. Tiene que ser una liberación completa. El poder de mi alma no es suficiente para vencer el poder del pecado. Necesitamos ser librados, ya no por medio de nuestra propia fuerza y poder, sino con mano poderosa. Con mano poderosa en presencia de los egipcios. Allí en medio de la tentación, en medio de la impureza, ser puro; en medio de la debilidad, ser fuerte; en medio de la avaricia, ser generoso. Ahí delante de los egipcios con mano poderosa por el Señor, por haber comido del cordero provisto por Dios. Esta es el significado verdadero de la redención. Justamente Jesucristo lo profundizó al decir así: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero." (Jn 6:54). II. Hay un proceso (5-48) En el versículo 1 a dice, "Estas son las jornadas de los hijos de Israel," Aquí se hubiera podido decir “la jornada”, en singular; pero se usa el plural "las jornadas" porque de todas maneras una persona al andar una jornada está en un proceso, y de pronto otra vez le toca caminar y caminar y llega a otro punto, a otra situación un poco más avanzada, pero todavía no es el final. Así era la vida de los israelitas. Los versículos 5 - 49 cuentan de 42 lugares donde acamparon los israelitas. Por cuestión del tiempo no se pueden mencionar todos en este mensaje (un escritor con este tema hizo un libro de más de 700 páginas). Ya ha sido mencionado en primera parte el lugar "Ramesés", de donde salieron los israelitas. De hecho, estudiando el libro de Números hemos visto muchos pecados del pueblo de Israel como queja, codicia, orgullo, incredulidad e indolencias por las cuales ellos disciplinados y castigados. Para nosotros, nuestro paso por la vida es semejante al de los israelitas que partieron y acamparon, volvieron a andar y acamparon. Si yo hubiera obedecido fielmente la palabra de Dios, no habría vagabundeado tantos años en el desierto sino que habría entrado en la herencia bendita de Dios en corto tiempo. Al ver mi vida pasada la mayor parte del tiempo la he consumido vagabundeando sin propósito por causa de mi dureza de corazón, incredulidad, apego a las cosas mundanas etc. Esto veo también en la vida de nuestros hermanos. Por sus ojos cegados no ven el bien que Dios ha preparado sino que viven en ilusión y en vanidad. De hecho nuestra peregrinación puede perder su propósito si dudamos, nos quejamos, nos rebelamos contra Dios. Podemos malgastar la vida en ociosidad y monotonía. Sin embargo, Dios siempre está con su pueblo. En medio de la inmensa oscuridad del pecado de nosotros, se destaca la misericordia de Dios a lo largo de las jornadas. Miren los versículos siguientes. Los israelitas partiendo de Ramesés, llegaron a Sucot, de éste a Etam, de éste a Pi-hahirot, de éste pasaron por en medio del mar al desierto, y anduvieron tres días de camino por el desierto de Etam, y acamparon en Mara. El versículo 9 dice, "Salieron de Mara y vinieron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí." (Ver mapa 1). Elim es un oasis de descanso. Dios preparó estos oasis. ¡Qué bueno es Dios! A veces parece que la prueba es difícil y pareciera que fuere larga, pero nunca será más larga que lo necesario. Miren esta es la palabra de Dios, "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar." (1 Co 10:13). Dios les preparó un lugar de oasis donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras. ¡Qué interesante es 12 fuentes y 70 palmeras! Número 12: doce tribus de Israel, doce discípulos de Jesús. Número 70: 70 ancianos de Israel, 70 enviados por Jesús). ¿Para qué Dios los llevó a Elim? Para que el pueblo de Dios tenga la experiencia de ser apacentado en esas fuentes y bajo esas palmeras por un tiempo. Según cálculo en seis días llegaron a Elim y tres semanas descansarían en Elim. Aunque no hay que quedarse en Elim para siempre, es necesario estar en Elim el suficiente tiempo, y eso lo dice Dios. Es Dios el que con la nube dirigía al pueblo cuando había que quedarse en un lugar, y hasta que la nube no se levantaba no continuaban. ¡Qué comprensivo es Dios! A veces nos deja por bastante tiempo en situaciones agradables, en situaciones fáciles. Elim es una situación agradable. Esta escena me hace recordar el salmo de David sobre buen pastor: "Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre." (Sal 23:1-3) III. Hay un final (49) “Salieron de los montes de Abarim y acamparon en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. Finalmente acamparon junto al Jordán, desde Bet-jesimot hasta Abel-sitim, en los campos de Moab”. Ese fue el último punto de las peregrinaciones, de las jornadas de los israelitas antes de tomar posesión definitiva de la tierra. Recordamos la provisión divina. Dios guió a los israelitas durante 40 años en el desierto. Los cuidó aun cuando los israelitas se olvidaron de él. Del mismo modo, Dios nos recuerda una y otra vez de la gracia con que nos ha tratado en el pasado y sus ricas provisiones. Somos peregrinos santos que viajamos por este mundo hacia el reino celestial llevando mensajeros de Cristo en esta tierra, así como los israelitas salieron de Egipto, acamparon repetidamente caminando hacia la tierra prometida. Sería bueno terminar el mensaje citando Hebreros 11:13 a16; "Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad."