sábado, 21 de marzo de 2015

Sermón 19 - La torre de Babel

Mensaje Dominical 3 de Agosto 2014 LA TORRE DE BABEL Génesis 11:1- 9 (V.C. 9) 1Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 2Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. 5Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 7Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. En la época de Noé, a través del diluvio universal, Dios salvó solamente a las ocho personas y algunos animales que estaban en el arca. Después del juicio del diluvio, Dios dijo en su corazón: “No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche (Gn 8:21,22) .” Dios también estableció su pacto con la humanidad, diciendo: “Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra (Gn 9:11-13).” Este Dios es misericordioso y paciente para con la humanidad. Pero el instinto pecaminoso del hombre no se ha quitado nunca. Con el tiempo de nuevo el pecado del hombre había sido notorio. Aun Noé, quien era considerado justo delante de Dios y caminó con él, cometió un error cuando bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Su hijo Cam no mostró la reverencia hacia su padre cuando divulgó la desnudez de su padre a sus dos hermanos. En la palabra de hoy nos encontramos con los descendientes de Noé que construyen la torre de Babel. Aquí vemos el pecado más denso de la humanidad y la intervención de Dios. Así que en este mensaje en primera parte nos enfocaremos en el plan pecaminoso del hombre, donde se revelan claramente las tres clases del pecado del hombre, las cuales son: La auto confianza, la búsqueda de la vana gloria y la desobediencia a la voluntad de Dios. Luego en segunda parte nos concentraremos en la misericordia y la paciencia de Dios a través de su intervención de confundir la lengua de la humanidad. I. El plan pecaminoso del hombre (1 - 4) Entonces ahora veamos el versículo 1, “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras.” En aquella época la gente no necesitaba aprender los idiomas extranjeras porque tenía una sola lengua. Todos los hombres tenían la misma pronunciación y el mismo vocabulario. Un idioma común es un poderoso estímulo que promueve la unidad de pensamiento y acción. La lengua, como sistema de comunicación verbal, gestual o escrita, propia de una comunidad humana, es una de las mayores riquezas que posee el ser humano. Entonces ¿qué hicieron ellos con esta herramienta poderosa? Como sabemos las ocho personas que salieron del arca que se paró sobre el monte Ararat fructificaron y se multiplicaron. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Es decir, donde estaba una amplia pampa o extensión de tierra sin montañas. En la antigüedad, la llanura de la Mesopotamia meridional, con frecuencia llamada "Sinar" en la Biblia (Gn10: 10), era una región bien regada y fértil. Allí prosperaba la civilización más antigua que se conozca, la de los sumerios. Entonces ¿qué hicieron ellos allí? Veamos los versículos 3 a 4: “Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.” Entonces ¿Cuáles son los problemas que revelan sus palabras? Es decir ¿Qué hay detrás de lo que dice esta gente? (i). La auto confianza (3) Cuando Noé salió del arca, la primera cosa que hizo era edificar un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar (Gn 8:20). Aquí una cosa interesante es que Dios prohibió usar herramientas al edificar el altar. En Éxodo 20:25 Dios dice así, “Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.” Así que Noé edificó el altar con las piedras naturales sin usar herramientas. Esto quiere decir que la salvación no se basa en la labor humana sino en la gracia unilateral de Dios. Noé mostró el agradecimiento a Dios por la salvación tan admirable desplegada tanto sobre sí mismo como sobre toda su familia. Pero con el tiempo, los descendientes de Noé se corrompió y se apartó de la gracia de Dios. Miren el versículo 3: “Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.” Ellos para edificar una ciudad y una torre, usaron el ladrillo en lugar de piedra, el asfalto en lugar de mezcla. Esto quiere decir que ellos confiaban en sí mismos, dependían de su propia fuerza humana. Buscaban seguridad a través de propio ingenio y esfuerzo en vez de buscarla a través de la fe en Dios. Lo peor era que no edificaron el altar sino una ciudad y una torre las cuales no tienen nada que ver con el culto a Dios. Ellos pensaron que sin Dios y con el esfuerzo humano podrían alcanzar la salvación. Esta tendencia del hombre pecador sigue estando vigente aun hoy en día. La cultura y la civilización del mundo están basadas en el humanismo. Para la gente de hoy no hay Dios. Confían en sí mismos. Piensan que pueden establecer una utopía desafiando a Dios. Sobre esto el salmista dice así: “¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas (Sal 2:1-3).” (ii). La búsqueda de vana gloria (4a) Cuando Dios creó todas las cosas, especialmente después de haber creado al hombre a su imagen en el sexto día, vio Dios que era bueno en gran manera. Es decir, el hombre fue creado para la gloria de Dios. El propósito de la vida del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre. El hombre no es un ser que puede existir por sí mismo sino que es la criatura de Dios. El hombre tiene el significado de la vida solamente ante su Creador. Pero ¿qué clase de vida llevaban los descendientes de Noé? Miren el versículo 4a. “Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre,” Ellos quisieron lograr una gran obra humana buscando su propia gloria. Este plan era el producto del orgullo humano y la incredulidad. Ellos se apartaron de Dios. No recordaron la promesa de Dios. Quizá ellos deben haber planeado edificar una ciudad y una torre por el miedo de que Dios los destruiría de nuevo a través del diluvio como se mencionó en el mensaje de la semana pasada. Así que querían edificar una torre bastante alta que no podría llegar el agua hasta allí. Entre los descendientes de Noé hubo un hombre del linaje de Cam, uno de los tres hijos de Noé, que se llamaba Nimrod. La Biblia dice así: “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar (Gn 10:8-10).” Es muy probable que Nimurod haya sido quien dirigió el edificar la ciudad y la torre de Babel. Bajo su liderazgo la obra se avanzó desafiando a Dios y buscando su propia gloria. Él es la sombra de Anticristo. El pueblo es ignorante y ausente de discernimiento. Es fácil seducirse y desviarse del camino recto por la seducción de los malos líderes. Hoy en día la influencia de los medios masivos de comunicación es enorme. La gente está indefensa ante su influencia. Las publicidades seducen a la gente para que busque la vana gloria del mundo. Pero hay que saber esto que dice el apóstol Juan así: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1Jn 2:16,17).” La civilización del mundo se acabará al llegar el tiempo de Dios como profetizó nuestro Señor Jesucristo cuando sus discípulos estaban maravillados viendo el templo magnífico de Jerusalén. Jesús dijo: “¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada (Mr 13:2).” Sabiendo esto ¿qué clase de vida hay que llevar? No hay que conformarnos a este siglo, sino transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12:2). Más que nada el mensaje del reino de Dios debe ser predicado hasta lo último de la tierra. La misión cristiana es buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. Solamente los que hacen la voluntad de Dios permanecerán para siempre. (iii). La desobediencia a la voluntad de Dios (4b) La misión dada a Adán era esto: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Gn 1:28).” Después de la caída del hombre, Jesús resucitado les dio a sus discípulos la gran comisión diciendo: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mt 28:18-20).” Entonces ¿dónde estaba el propósito de edificar una ciudad y una torre? Ellos dicen así: “por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra (4b).” Es decir, no quisieron ser esparcidos sino que quisieron estar juntos para completar su plan humano. Es gran pecado estar juntos para hacer el plan sin Dios. Los planes malvados se forman cuando los malvados se juntan. Los hombres tienen tendencia de buscar la seguridad y la comodidad. Edificar una ciudad es una muestra de esta tendencia. La concentración de los seres humanos siempre ha fomentado la ociosidad, la inmoralidad y otros vicios. Las ciudades siempre han sido focos de delincuencia, pues en tales ambientes Satanás encuentra menos resistencia a sus ataques que en las comunidades más pequeñas donde la gente vive en estrecho contacto con la naturaleza. Pero hay que saber esto. Estar juntos, no siempre es malo. Aquí hay dos caras, una es positiva, la otra es negativa. Sí, es bueno estar juntos para con un buen propósito. La Biblia nos exhorta a congregarnos diciendo: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca (He 10:25).” La iglesia primitiva de Jerusalén es un buen ejemplo. Ellos se congregaron en el templo cada día escuchando el mensaje de Dios y alabando a Dios. Así como las brazas fácilmente se encienden cuando están juntas, también se enciende el fuego del Espíritu Santo donde se reúnen los cristianos juntos con corazón unánime. El culto dominical es un buen momento para encenderse el fuego del Espíritu Santo en cada corazón. Pero con esto no es suficiente porque Dios tiene un plan misionero. Cuando a los cristianos primitivos les gustaba estar juntos olvidándose de la misión mundial, Dios los esparció por varias partes del mundo usando la persecución. De igual manera, Dios nos esparciría si no queremos obedecer la gran comisión del Señor. Los Hechos 1:8 dice, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Un teólogo dijo que la iglesia que no lleva la misión no es la iglesia sino que es una reunión como la de cualquier club mundano. Nuestra iglesia sí o sí debe ser la iglesia misionera. Es necesario que tengamos la visión de evangelización las 23 provincias de Argentina y hasta 20 países de América Latina, y oremos para que Dios abra la puerta de evangelización. II. La intervención de Dios (5 - 9) Jehová descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Este no es un Dios desinteresado, sino uno que desciende desde el reino celestial al terrenal para inspeccionar la ciudad y la torre. Esto también es un acto de amor de Dios hacia la humanidad pecaminosa. Si Dios hubiese querido, podría haberlos matado inmediatamente usando cualquier método. Pero no lo hizo sino que descendió para ver qué estaban haciendo. Además el Dios trino consultó entre ellos y concluyó que nada les haría desistir ahora de lo que habían pensado hacer. Dios sabía que los hombres eran tan tercos y desobedientes que no había nada que pudiera detener sus planes malvados. Al llegar a esta conclusión, nos podemos dar cuenta que si Dios hubiese querido, podría haberlos matado a todos. Pero no lo hizo. Entonces ¿qué hizo Dios finalmente. Miren el versículo 7: “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.” Al confundir su idioma y obligarlos así a separarse, Dios tenía el propósito de impedir una acción futura unida. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. Hoy en día hay muchos pueblos esparcidos sobre la tierra que usan idiomas que no podemos entender. Actualmente no podemos saber con exactitud el número de lenguas existentes. Esto se debe a la continua aparición y desaparición de lenguas que se va produciendo a lo largo de los siglos. Según wikipedia en Internet, en el año 2009, el número de lenguas que existen en el mundo es de 6.909. El primer ranking es chino mandarín (955millones hablan). Hoy en día la gente invierte mucho tiempo y dinero para aprender el idioma extranjera. Se dice que saber más de un idioma extranjera es una herramienta muy poderosa para tener el éxito en la sociedad competitiva. Aun más para los cristianos, especialmente para los misioneros, saber el idioma del campo misionero es indispensable para evangelizar a los habitantes del campo misionero. ¿Saben ustedes que toda clase de idioma se originó de un idioma común? Contestaríamos que sí porque sabemos la historia de torre de Babel. Lo interesante es que las investigaciones modernas en el campo de la gramática comparativa han demostrado concluyentemente que todos los idiomas conocidos se relacionan y que proceden de un idioma original común. Un buen ejemplo es la palabra “madre”: “mother” en inglés, “eom-ma” en coreano, “ima” en hebreo, “ma” en chino, “mutter” en alemán etc. La multiplicidad de idiomas constituyó un obstáculo para los proyectos humanos de cooperación política y económica a lo largo de la historia humana. Pero hoy en día por el desarrollo de la tecnología, el mundo entero está convirtiéndose en una aldea. En especial, el método de la comunicación se avanzó tanto que podemos comunicarnos de cualquier parte del mundo. Hoy en día el desarrollo de la tecnología es sorprendente. Cuando nosotros los misioneros vinimos en Argentina hace 30 años, usábamos máquina de escribir para preparar el mensaje. Unos pocos como las grandes empresas y las universidades usaban la computadora. Las computadoras personales recién empezaron a aparecer en las décadas del año 90. Según mi recuerdo hasta el año 1994 yo usaba máquina de escribir para preparar el mensaje. Desde el año 1995 empecé a usar computadora. Unos años después usé internet aunque en estos días es tan común usarla. El desarrollo del teléfono celular también es tremendo. Hoy en día con smart-phone podemos hacer cualquier cosa. No podemos menos que reconocer la capacidad humana tan enorme. Ahora en Google podemos obtener cualquier conocimiento. El problema de idioma se está solucionando porque ya la computadora puede traducir cualquier idioma aunque todavía es un poco torpe. El mundo está convirtiéndose en una aldea. Parece que el mundo entero se va transformando en una unidad. Hace 30 años para los argentinos, Corea era un país desconocido. Cuando los coreanos caminaban por la calle, los argentinos se paraban y nos miraban con ojos extraños. Pero ahora Corea parece un país cercano para los argentinos. Hay muchos argentinos que desfrutan de la cultura coreana a través de Internet. K–Pop es tan popular que muchos argentinos saben cantar “Gang Nam style.” Pero hay que saber esto: El desarrollo de la tecnología también tiene dos caras, una es negativa, la otra es positiva. Como sabemos, el hombre es básicamente pecaminoso. Al ver la historia, el hombre tiene la tendencia de elegir la maldad en lugar del bien así como sucedió con la torre de Babel. Hoy en día la maldad del hombre aumenta más y más a medida que se desarrolla la tecnología. Lo vemos en todas partes del mundo de hoy. ¡Diariamente ocurren crímenes y accidentes cada vez mas perversos! Estamos viviendo en un mundo de crisis. Sí o sí vendrá la intervención de Dios para que el hombre no siga practicando la maldad. Entonces, nosotros siendo el pueblo de Dios ¿qué actitud necesitamos tener? Es necesario tener ojos que ven la cara positiva. La positiva es que nosotros siendo cristianos, podemos utilizar el desarrollo de la tecnología para el avance de la evangelización y el crecimiento espiritual. Hoy en día la Palabra de Dios está al alcance de los hombres en su propio idioma gracias al desarrollo de la tecnología. En algún sentido los cristianos de hoy son bendecidos porque pueden escuchar los sermones destacados de los predicadores de renombre y leer cualquier información sobre la teología cristiana. Nosotros creemos que Dios es el soberano de la historia y tiene el plan redentor. Dios es mucho más sabio que cualquier sabio humano. Ante Dios la civilización humana no sería nada. Nuestro Dios nos ha dado el don del Espíritu Santo. El don de lenguas en Pentecostés había de ser un medio para superar la dificultad de comunicación (Hch 2:5-12). Las diferencias nacionales no impiden la unidad de la fe ni el progreso de los propósitos eternos de Dios. La hermandad de la fe puede unir a los cristianos más firmemente de lo que podría unirlos la posesión de un idioma común. El mundo ha de ver en la unidad de la iglesia una evidencia convincente de la pureza y del poder de su mensaje como Jesús oró al Padre por sus discípulos en Juan 17: 21 que dice así: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” La unidad completa se realizará cuando venga Cristo y establezca el reino de Dios donde gran multitud compuesta de todas las naciones alabarán a Dios con lenguas celestiales. Sobre esto el apóstol Juan dice así: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero (Ap 7:9,10).” ¡Alabado sea el Padre Dios que por su gran misericordia nos ha hecho su pueblo y nos ha dado su reino celestial en Cristo Jesús! Amén.