jueves, 19 de septiembre de 2019

Sermón 33- Buena actitud ante la Palabra

BUENA ACTITUD ANTE LA PALABRA Lucas 1:1-4 V.C. 1:3 1:1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, 1:2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, 1:3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 1:4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Al comenzar a leer el evangelio de Lucas, sabemos que este libro fue dirigido a Teófilo, representante de los gentiles, así que podemos sentir mucha familiaridad con este libro. Lucas era un fiel colaborador del apóstol Pablo. Al ver el libro de los Hechos, Lucas formó parte del equipo misionero desde el segundo viaje misionero del apóstol Pablo en Troas y estaba con éste hasta el último momento, siendo su médico personal. Miren, este es el testimonio de Pablo en su última carta pastoral a Timoteo, "Sólo Lucas está conmigo." (2 Ti 4:11a) La palabra de hoy es la introducción de este libro que tiene solamente 4 versículos. Aquí aprenderemos la buena actitud de Lucas ante la palabra de Dios. ¡Que esta actitud de Lucas sea la nuestra! Hoy quiero compartir con ustedes tres cosas que podemos aprender de la actitud de Lucas ante la palabra de Dios: investigar con diligencia, escribir por orden y tener un propósito claro. I. Investigar con diligencia (1-3a) El evangelio de Jesucristo según Lucas comienza con los siguientes versículos: "Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra," Aquí ¿a quiénes se refieren los que desde el principio lo vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra? A los discípulos de Jesús. Sí, ellos eran testigos oculares de Jesucristo. Juan, uno de los doce discípulos testifica así: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida." (1 Jn 1:1). Según el versículo 1, vemos que en la época del escritor Lucas, ya había muchos que habían tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre ellos habían sido ciertísimas. Efectivamente, en los primeros años de la iglesia hubo una gran cantidad de escritos, especialmente epístolas o tratados que daban testimonio escrito de lo que había sucedido. Lo más probable es que el evangelio de Mateo y el de Marcos sean de esos escritos. Al leerlos nos damos cuenta de que están escritos cronológicamente junto con el evangelio de Lucas. Por eso, a estos tres evangelios los llaman evangelios sinópticos, o sea se escribieron con la misma perspectiva, a diferencia del evangelio de San Juan. Estos cuatro evangelios fueron tomados como canon después de haber pasado muchas pruebas entre los eruditos por la iluminación del Espíritu Santo. Es probable que el evangelio de Lucas se basara en los dos evangelios, Mateo y Marcos con más informaciones. Es decir, en el evangelio de Lucas hay varias historias de Jesús que sólo están en este libro, además de las historias escritas en los evangelios de Mateo y Marcos (algunos omitidos). Por ejemplo, la parábola del rico y Lázaro, la parábola del buen samaritano, la parábola del hijo pródigo, la oración de la viuda, la del fariseo, la del cobrador de impuesto, etc no están en los otros evangelios. Al leer este evangelio, podemos ver que el corazón del escritor estaba lleno de un amor muy tierno hacia los gentiles y de un gran deseo de compartir la buena noticia de Jesucristo con ellos. Gracias a este evangelio de Lucas, podemos conocer el evangelio de Jesucristo con más detalles, y de una manera más amplia y profunda. Ahora veamos: ¿con qué actitud Lucas escribió el evangelio de Jesucristo? Leamos el versículo 3a: "me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen," Como sabemos, Lucas no era testigo ocular, pero él recibió la información de hombres inspirados quienes desde el principio vieron a Jesús con sus propios ojos y oyeron con sus propios oídos. Al decir Lucas así "me ha parecido también a mí" se presenta a sus lectores como un escritor competente que conoce el trabajo de quienes han escrito antes que él. Al hacer sus investigaciones, ha tenido la oportunidad de compararse críticamente con los otros escritos y se ha considerado capaz de elaborar un relato preciso y serio acerca del evangelio de Jesucristo. Miren esta frase que dice Lucas: "haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen." Él fue a la raíz de todo y todo lo comprobó con claridad punto por punto; en ese momento le pareció necesario volverlo a escribir por orden y en la forma correcta. Lucas siendo griego bien educado, su vocabulario es distinto a los otros escritores. Según la investigación de los eruditos, en este evangelio hay unas 700 palabras que no se hallan en el resto del Nuevo Testamento. Dicen que su vocabulario es amplio, elegante y expresivo. Lucas investigó todo con mucho cuidado. Los dos libros de Lucas (el Evangelio según Lucas y Hechos de los Apóstoles) reflejan una investigación muy cuidadosa. Aquí lo que podemos aprender de la actitud de Lucas ante la palabra de Dios es que es sumamente significativo que a Lucas no le terminaba de cerrar lo que otros escribieron sobre la vida de Cristo: le faltaba algo suyo. Por eso, podemos decir que la verdadera fe es un descubrimiento personal, no viene de segunda mano. Un profesor del seminario solía decir que los cuatro evangelios son importantes, pero más importante todavía es, para cada creyente, el quinto: el de la experiencia personal. Un buen ejemplo es la actitud de los creyentes en Berea. Sobre ella, Lucas en su libro de los Hechos dice así: "Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así"(Hch 17:11). Ellos abrieron las Escrituras y buscaron la verdad para verificar o desaprobar lo que escucharon. Es necesario siempre comparar lo que escuchamos o leemos con lo que la Biblia dice. Un predicador o un maestro bíblico que da el mensaje verdadero de Dios nunca entrará en contradicción ni se apartará de la Palabra de Dios. Nosotros solemos escuchar las historias de los escépticos y agnósticos que negaron la Biblia como la palabra de Dios, luego se convirtieron por medio de la investigación personal de la historia de Jesucristo. El propósito de sus investigaciones era negar y refutar al cristianismo. Pero finalmente se convencieron de que el evangelio de Jesucristo tiene evidencia histórica y la verdad es sólida por lo cual se convirtieron en fieles creyentes. Uno de entre ellos era Lewis Wallece quien escribió la novela "Ben Hur". Pienso que la mayoría de ustedes vieron la película hecha en base a su novela. El corazón duro del protagonista Ben Hur se quiebra al ver a Jesús crucificado y al escuchar su oración que dice, "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen." Todo cristiano verdadero reconoce que el evangelio de Lucas es un documento inspirado por Dios. 2 Timoteo 3:16 y 17 dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." Su evangelio es, pues, infalible, porque no sólo está basado en los testigos oculares, sino que también fue guiado por el Espíritu Santo al predicar y escribir su evangelio. Una cosa que debemos saber es que la inspiración no le llega del cielo al que se sienta con los brazos cruzados y con la mente perezosa, sino al que piensa, busca e investiga. La verdadera inspiración viene cuando el Espíritu Santo le sale al encuentro a la mente buscadora del hombre. Dios da su Palabra, se la da al que la busca. En Mateo 7:7 y 8 el Señor promete diciendo, "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá." II. Escribir por orden (3b) Ustedes imaginen esto: si Lucas no hubiera escrito este evangelio, nuestra vida espiritual sería bastante pobre. Gracias a la Escritura de Lucas, podemos conocer a Jesucristo con más amplio conocimiento y con más profundidad. Él dice así: "escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo," Fíjense esta palabra, "escribírtelas". Gracias a Dios quien reveló la verdad para ser predicada pero también para que se escribiera. Por la gran providencia de Dios, este evangelio se ha conservado a través de los siglos, y se ha traducido a los idiomas y dialectos de muchas naciones. ¿Cuál sería nuestra esperanza o tesoro si Dios no nos hubiera dejado su palabra escrita? Si la hubiera entregado solamente en forma verbal para que se repitiera de año en año y de siglo en siglo, para esta fecha de hoy no habría ninguna semejanza entre lo que Dios reveló en el primer siglo y lo que actualmente pasaría como “palabra de Dios”, pero en realidad no lo sería. Por lo tanto, deberíamos doblar nuestras rodillas cada día para darle gracias a Dios por su palabra escrita. Hoy en día estamos viviendo en una época tecnológicamente bien desarrollada. Con un clic del mouse o con tocar la pantalla del celular, podemos encontrarnos con un océano de informaciones. Pero hay que pensar en esto: Así como en el tiempo del diluvio, escasea el agua potable, así también en medio de muchas informaciones es difícil encontrar sanas doctrinas que nos guíen al camino de la vida. Además, la gente de hoy está acostumbrada a ver muchas cosas con sus ojos. Sí, leer también puede ser una costumbre de la gente de hoy, leer mensajitos de whatsapp o Kakao Talk. Pero a la mayoría de la gente no le gusta leer libros de gran volumen y difíciles de entender. Para muchos la Biblia es un libro anticuado que se conserva en un rincón de la estantería de su casa tratándolo como un símbolo de reliquia religiosa. Entonces, en cuanto a escribir alguna carta o libro, ni siquiera se le puede mencionar a la mayoría de la gente de hoy. Si Lucas escribió este evangelio en un ambiente en que faltaban materiales, con mayor razón, nosotros viviendo en un ambiente favorable en que se encuentra abundante material sería muy fácil escribir. Si uno quiere puede escribir sin límite en la computadora. Así que, al no escribir, no hay otra razón sino la pereza. Sí, se escriben muchos mensajitos por medio del celu o e-mail, pero escribir una carta larga o un libro es otra cosa. La mayoría no se atreve a escribir pensando que eso es para los escritores reconocidos o periodistas. Pero es importante tener la costumbre de escribir porque escribiendo, nuestra manera de pensar se ordena y nuestro pensamiento se profundiza. Al escribir, la inspiración viene a la mente. Esto experimento cada vez que preparo el mensaje dominical. Al empezar a escribir no sé cómo escribir, pero el Espíritu Santo abre la puerta de mis ojos para ver las maravillas de la palabra de Dios al ir escribiendo gradualmente. Cuando estaba en Corea, después de haber comenzado la vida cristiana a los 20 años de edad, desde el segundo año de mi vida universitaria, comencé a escribir cada día Pan Diario durante más de cuatro años. Mis cuadernos de Pan Diario llegaron a amontonarse. Esa costumbre de escribir me ayudó mucho a meditar en la palabra de Dios. Llegando a Argentina como un misionero, desafié primero leer la Biblia en castellano una vez al año, esto se hizo una costumbre que estoy practicando hasta ahora. Pero el escribir es más costoso que leer. Sin embargo, una buena costumbre que tenía era escribir testimonio una vez a la semana en base al estudio bíblico. Pero con el tiempo, dejé de escribirlo con la excusa de no tener tiempo por preparar el mensaje dominical. Empezando el año 2019, Dios me dio una inspiración por medio del mensaje de un pastor coreano en Youtube. Él dijo que cada día escribe el diario espiritual por lo cual Dios lo bendijo en gran manera. Yo también tomé una decisión de escribir Pan Diario cada mañana, y hasta ahora lo sigo haciendo. Esto me ayuda a estar despierto espiritualmente teniendo una íntima relación con Dios. Alguien dijo que los que escriben pueden sobrevivir. Aunque suena bastante exagerado, puede ser una verdad. Pienso que desde ahora en adelante una de mis misiones es escribir libros cristianos en castellano para compartir con los otros la bendición espiritual que he recibido a lo largo de mi vida misionera. III. Tener propósito claro (3c-4) Al escribir este evangelio, Lucas tenía un destinario que se llamaba Teófilo. Sobre este personaje, no hay información concreta. No sabemos quién es exactamente. Una probabilidad es que sería una persona que tenía un cargo importante en el imperio romano y se convirtió en un creyente no hacía mucho tiempo. Al llamarlo "oh excelentísimo Teófilo" Lucas muestra el respeto hacia él con mucho amor. Al pensar en el nombre "Teófilo" que es un nombre griego cuyo significado es "el amado de Dios" o "el que ama a Dios," vemos que Lucas tiene un amor tierno hacia él. Si bien Lucas se enfoca en una persona, en realidad allí se incluyen todos los cristianos de todas partes del mundo a lo largo de la historia cristiana a quienes Dios ama, y a la vez a quienes aman a Dios. Además de esto, al escribir este evangelio, Lucas tenía un propósito claro. Ahora veamos el versículo 4 que dice así: "para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido." Esta frase se puede traducir así: "Para que tengas pleno conocimiento de la verdad acerca de las cosas que te han sido enseñadas, para no tener que confiar en información no inspirada, relatos fragmentarios y parciales, etc." Esto nos indica la gran necesidad de un registro bien preparado y un escrito hecho por orden para que no confiemos en tradiciones orales, o en la memoria de los hombres, ni en los sueños o visiones grabados y escritos los cuales están dispersados en internet o en otros recursos. Lucas investigó y obtuvo información exacta para que Teófilo conociera bien la verdad. No es cuestión de tener nociones inciertas, ni de alguna impresión vaga, sino para que la información tenga buen fundamento y que la historia sea totalmente auténtica. ¿Por qué es tan importante esto? Porque nuestra fe se basa en lo que oímos y, por lo tanto, lo que oímos debe ser la pura palabra de Dios. Romanos 10:17 dice, "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." El Señor Jesucristo nos advierte diciendo: "Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís." (Mr 4:24). Con estas palabras introductorias, Lucas quería convencer a Teófilo de que este relato que estaba por leer era correcto, completo, preciso y completamente creíble. Sí, esto es el deseo de Lucas hacia todos nosotros que comenzamos a estudiar el evangelio de Lucas. Nuestra fe debe crecer al leer y estudiar el evangelio de Lucas. La fe es la premisa y fin de este evangelio. Leer sin fe el evangelio de Lucas es perder el tiempo. Sí, el propósito claro del estudio del evangelio de Lucas es que Teófilo y todos los cristianos conozcan bien la verdad. ¿Quién es la verdad? Es Jesucristo. El Señor dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Jn 14:6). ¿Por qué es tan importante conocer a Cristo? San Juan 17:3 dice, "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado." Juan 20:30,31 dice, "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre." (Jn 20:30,31). Como conclusión, gracias a Dios que nos ha permitido estudiar el libro del evangelio de Jesucristo escrito por Lucas. Lucas tenía buena actitud ante la palabra de Dios. Él mismo testifica así: "me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido." Todo lo que está escrito por Lucas en este libro es confiable. Seguramente este libro del evangelio según Lucas será una gran bendición para nosotros a medida que estudiamos gradualmente con esa buena actitud que tenía Lucas. ¡Dios los bendiga en abundancia por medio de esto libro!

jueves, 18 de abril de 2019

Sermon 32- Resurrección de los muertos

LA GLORIA DE LA RESURRECCIÓN 1Co 15:35-58 (Leer el versículo 58 solamente) “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1Co 15:58) ¡Felices Pascuas! Alabemos a nuestro Señor Jesucristo que ha resucitado venciendo el poder de la muerte, y ahora está sentado a la diestra del Padre todopoderoso intercediendo por nosotros, y nos envió el Espíritu Santo, el Consolador, para que habite para siempre en nosotros. Hay tanta evidencia de la resurrección de Jesucristo que no se puede enumerar: una es la profecía del Antiguo Testamento, otra es la tumba vacía, otra, la palabra de Jesús, otra, los testigos presenciales, etc, etc, etc... (porque si sigo enumerando nos vamos mañana). En la vida cristiana, la fe en la resurreción es tan importante que sin ella no se puede hablar del cristianismo. La resurrección es una de las columnas de la verdad evangélica, entre las cuales están la encarnación de aquel Verbo que es Jesús, su muerte expiatoria en la cruz, su entierro, su resurrección, su ascención y su segunda venida. Y como ya se imaginarán, hoy, especialmente hablaremos sobre la gloria de la resurrección de los cristianos. En este mensaje en primera parte veremos las evidencias de la resurrección de nuestros cuerpos a través del principio de la naturaleza; en segunda parte veremos que nuestra resurrección depende totalmente de Jesucristo quien es el postrer Adán siendo el espíritu vivificante en contraste con el primero Adán siendo solamante el alma viviente. En tercera parte, veremos los acontecimientos maravillosos que van a suceder con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Y para concluir, pensaremos en qué clase de vida deben llevar los cristianos que esperan la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos con la segunda venida de Cristo resucitado. I. Las evidencias de la resurrección de nuestros cuerpos (35-44) Hoy en día mucha gente se pregunta: ¿hay vida después de la muerte? ¿Si es que nos volvemos polvo, realmente hay otra vida? ¿Podríamos resucitar? ¿Cómo? ¿Con qué cuerpo? Como ustedes pueden ver, hoy nos hacemos las mismas preguntas que los cristianos de Corinto. Yo también tenía este tipo de cuestionamientos. Para mí era muy dificil aceptar que un cuerpo muerto que se volvió polvo, de buenas a primeras, resucite. Por eso consideré que a los cristianos les chiflaba el moño; pensé que estaban locos. Igual no se preocupen, hace un rato largo que no tengo la menor duda de que es gracia de Dios poder creer en la gloriosa resurreción, en Cristo Jesús. A estas preguntas, el apóstol Pablo dice: "Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes." Según Pablo, tal calse de pregunta es una tontería. Pablo considera a los que hacen estas preguntas como gente que habla sin reflexión ni inteligencia. Por eso los llama “necios.” Pablo primero conduce a los necios a contemplar la naturaleza a fin de instruirlos acerca de la verdad de la resurrección. Entonces, ¿qué nos enseña la naturaleza? Y ¿cómo poder aplicar el principio de la misma a nuestra vida? (i). Las semillas deben morir para vivificarse Esta es la ley de la naturaleza. Y lo que el agricultor siembra no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano. Si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, sigue siendo un solo grano, pero si muere da abundante cosecha. Es decir, que para que un grano muera, hay todo un proceso. Primero se entierra y recién después de un largo tiempo el grano se rompe y se va abriendo. Al descomponerse es como si pasara por un proceso que parece doloroso y lleno de sacrificio. El principio es que para vivificarse primero tiene que morirse. Este principio se puede aplicar a la vida humana. Una verdad paradójica es ésta: “si morimos viviremos, pero si tratamos de sobrevivir, moriremos.” Nuestro Señor Jesús lo dijo claramente así: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (Mr 8:35) La vida consiste en vivir como discípulo de Jesús practicando el camino del discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mr 8:34) (ii). Dios le da el cuerpo como él quiso “Lo que sembramos no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.” Cuando yo era joven vivía en el campo. La primavera era tiempo de siembra, así que yo les ayudaba a mis padres a sembrar. Pude observar que generalmente las semillas eran pequeñas con coloress, aunque tenían diferentes formas, tamaños y colores según las especies. La verdad es que no son fáciles de distinguir. Y tampoco es fácil imaginar qué formas tendrán después de morir, brotar, crecer y dar flores. Pero el agricultor profesional a la legua las distingue. Antes de sembrar puede imaginarse una planta hermosa con muchos frutos. Así es como la naturaleza habla de Dios. El Creador le da el cuerpo que él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. Entre nosotros nadie podría explicar cómo es la vida de una semilla hasta dar frutos. La naturaleza nos enseña que hay un Dios todopoderoso y amoroso que hace crecer las plantas. Nuestro Dios puso en cada especie de semilla su propio carácter, que es lo que los científicos llaman ADN (ácido desoxirribo nucleico). . El escritor después de mencionar las semillas, nos conduce a la tierra donde existen varias carnes, o sea, “no toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves.” ¿No es maravilloso nuestro cuerpo humano? Es hermoso y ágil. Es la obra más maravillosa de Dios entre toda la creación. Por eso el salmista alabó a Dios diciendo así: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Sal 139:13-17) Ahora pensemos en la carne de las bestias. Miren a las vacas que ayudan a los agricultores a arar el terreno y a llevar cargas; y ni hablar de su carne a la parrilla. Miren a las ovejas tan sumisas que nos enseñan la humildad y nos dan su lana para abrigarnos, simbolizando el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Miren el león, el rey de los animales, que no le teme a nadie, que simboliza a Jesucristo que es el León de la tribu de Judá (Ap 5:5). Ahora entraremos en el agua donde viven innumerables peces tanto grandes como pequeños. Dios les dio aletas para nadar y agallas para respirar. Al pensar en los peces, no podemos pasar por alto aquel gran pez que se tragó al profeta Jonás y lo vomitó vivo a la orilla del mar obedeciendo la orden de Dios. Ahora contemplaremos el cielo donde vuelan las aves. Miren las águilas que miran muy lejos y capturan las presas que simbolizan el evangelio de San Juan. Al amanecer los pájaros cantan para despertarnos del sueño. ¡Qué hermoso y maravillosa es la creación de Dios! Ahora contemplaremos el universo, donde Dios puso muchos cuerpos celestiales como el sol, la luna, y las estrellas. A cada uno le dio Dios su propia gloria. “Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.” Nuestro Dios es grande y maravilloso. Todas las criaturas proclaman la gloria de Dios. El salmista alaba a Dios así: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz.” (Sal 19:1-3) Las obras de la creación y de la providencia nos enseñan diariamente a ser humildes, y a admirar la sabiduría y la bondad del Creador. (iii). Así también es la resurrección de los muertos Entonces, qué lección nos da el principio de la naturaleza acerca de nuestra resurrección? Es decir, ¿cuál es lo que sembramos? Y ¿con qué cuerpo resucitaremos? Ahora leamos los versículos 42 a 44, “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.” Lo que sembaramos es corrupción, deshonra y debilidad las cuales demuestran el domicilio presente del ser humano en la tierra. No hay cuerpo que no sea corruptible, deshonorable y débil. Nuestro cuerpo es así. Cuando Dios nos quita la vida, nuestro cuerpo se pudre y se corrompe, es comida de gusanos. Entre los cuerpos no hay cuerpo que huele más feo que el cadáver humano. Las jovencitas se jactan de la hermosura de su cuerpo. Pero su hermosura no permanece para siempre. Las chicas, ¡imaginen su cuerpo después de 60 años o más! La cara arrugada como una pasa de uva, imposible de disimular con el mejor maquillaje. Y los jóvenes hacen alarde de su fuerza. Piensan que pueden conquistar el mundo. Practican artes marciales y hacen deporte para ser más fuertes y poderosos. Pero imaginen cómo será su cuerpo 60 años después. Ancianos, fofos, con fuerzas sólo para levantar el bastón. En mi edificio viven varias abuelas que no pueden caminar sin ayuda. Yo tengo más de 60 años. Tengo dos nietos, soy un abuelito. Mi cuerpo se ha debilitado mucho. Así es la vida humana. Nadie puede evitar el envejecimiento porque Dios lo ha establecido. La ley de la naturaleza también nos enseña esta verdad. Pero gracias a Dios porque para los cristianos que creen en Jesús hay una viva esperanza. Aunque nosotros sembramos en corrupción, resucitaremos en incorrupción. Sembramos en deshonra, resucitaremos en gloria; Sembramos en debilidad, resucitaremos en poder. ¿Acaso no es esto también la ensaeñanza de la naturaleza? Nuestro cuerpo terrenal es como una semilla pequeña y corruptible. Pero este cuerpo que tenemos lo usamos por causa de Jesús y de su evangleio, tendremos un cuerpo incorruptible, glorioso y poderoso. Así como es imposible que una semilla misma piense en su cuerpo que ha de salir, también es imposible ver nuestro cuerpo glorioso de la resurrección con este cuerpo que tenemos. Una cosa cierta es que será un cuerpo muy diferente y glorioso de este cuerpo terrenal, corruptible y débil. Cuando el Señor Jesús se transfiguró ante los tres discípulos principales nos hizo imaginar cómo sería el cuerpo glorioso resucitado: (Mr 9:2,3) “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.” Cuando Jesús resucitado visitó a sus discípulos, éstos le reconocieron, de modo que había continuidad entre su cuerpo crucificado y su cuerpo glorificado. Pasó a través de puertas cerradas y sin embargo comió pescado y miel (Lc 24:41-43) e invitó a los discípulos a que lo tocaran. Fue el mismo cuerpo, pero a la vez fue un cuerpo diferente. Esto nos da una lección de que nuestro cuerpo de resurrección retiene nuestra identidad e individualidad, pero será apropiado para una nueva manera de vida. Cuando resucitaremos, seremos semejantes a Cristo porque la Biblia dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2Co 3:18) II, Jesús, el espíritu vivificante (45- 50) Entonces, ¿cómo podemos tener esta viva esperanza de la resurrección de nuestro cuerpo? Sabemos que en nosotros no hay poder de resurrección ni hay poder de trasformación. Ahora leemos el versículo 45, “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.” En Adán todos morimos porque él no es más que un alma viviente que no puede salvarse a sí mismo ni tampoco salvar a los otros. Él trajo a la humanidad la muerte. Pero el postrer Adán, es decir, Jesucristo es el espíritu vivificante que da vida. Jesús es el origen de la vida. En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. (Jn 1:4) El origen de Jesús es diferente de toda la humanidad porque él descendió del cielo. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. (47) Él es el Hijo de Dios. Él es el pan de vida que descendió del cielo. Él es nuestro Salvador que murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. (1Co 15:3,4) Él nos promete diciendo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Jn 5:24) “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn 11:25,26) Por lo tanto, así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. (49) Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conocemos en parte; pero entonces conoceremos como fuimos conocidos. Para los cristianos esperan un futuro glorioso. III. Resurrección y transformación de los cristianos (51-57) El apóstol Pablo ahora nos dice algo que es un misterio y que va a ocurrir en el futuro. No lo hace para satisfacer nuestra curiosidad sino para que estemos preparados espiritualmente y mantengamos una viva esperanza. Entonces, ¿cuál es ese misterio? Leamos los versículos 51 y 52, “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” Estos se refieren a los asuntos que van a suceder cuando Cristo venga de nuevo. La segunda venida de Cristo es tan cierta como su primera venida. Cuando él venga ocurrirán los acontecimientos maravillosos. Los que están vivos creyendo en Jesús cuando él venga serán transformados en cuerpos gloriosos. Si Cristo viniera hoy o mañana, nosotros no experimentaríamos la muerte sino que seríamos trasformados. ¡Qué maravilloso es esto! ¿no? Pero debemos saber una cosa: los muertos en Cristo resucitarán primero y luego los vivos. Todo esto ocurrirá al instante, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos. Cuando venga Cristo se tocará la final trompeta. Ese último trompetazo va a ser la señal de su segunda venida. Hay que estar bien preparados para escuchar ese sonido. Porque sólo Dios sabe cuándo se tocara la trompeta. Por eso es necesario que estemos despiertos espiritualmente escuchando diariamente la palabra de Dios. El apóstol Pablo tiene la convicción de que es necesario que el cuerpo corruptible y mortal, se vista de incorrupción e inmortalidad. Sí o sí. Esta convicción de Pablo también tiene que ser nuestra convicción personal. "Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria." La muerte ya no tiene poder alguno sobre la vida de los cristianos. La muerte es como un aguijón molesto, muchísimo que un clavo en el zapato, que nos había molestado sin cesar sembrándonos desesperanza y tristeza. El aguijón de la muerte es el pecado que nos condenaba sin cesar utilizando la ley. Pero Cristo Jesús murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día derrotando el poder de la muerte. Por lo tanto podemos proclamar con el apóstol Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (55-57) Dios nos ha dado la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo que es nuestro jefe soberano que va delante de nosotros. Hay victoria delante de nosotros. Somos más que vencedores en Cristo Jesús. Al pensar en estas palabras, no puedo menos de mencionar otra epístola de Pablo donde proclama la victoria de los cristianos. Ahora leo Romanos 8:31 a 39: 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 8:36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Conclusión (58) A veces dudamos en hacer lo bueno porque no vemos resultados inmediatos. Es fácil cansarse. Podemos tomarnos vacaciones de lo espiritual engañados por Satanás. Ahora leamos todos juntos el versículo 58. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Pablo tiene mucho cariño y amor hacia los cristianos de Corinto y los exhorta con un corazón filial y pastoral diciendo: “hermanos míos amados, estad firmes y constantes.” La firmeza y constancia son los requisitos de los obreros en la viña del Señor. Los cristianos son los soldados de Jesucristo que marchan hacia delante. “Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve. Jefe soberano, Cristo al frente va, y la regia enseña tremolando está: Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve.” No hay otro camino para crecer sino en la obra del Señor siempre. ¿Quieren crecer en la fe? Entonces crezcan en la obra del Señor siempre sirviendo su obra con gozo y agradecimiento. ¿Por qué digo esto? Es porque sé que nuestro trabajo en el Señor no es en vano. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gál 6:9,10). Sabemos que si nuestro peor enemigo (la muerte) ha sido vencido, ya no tenemos que temer a ningún otro enemigo. Podemos abundar en el servicio cristiano, porque ese trabajo contará para la eternidad. Sí, hay galardón eterno en el cielo. “Mucho es el trabajo de sembrar la tierra con el evangelio de la salvación; Para los obreros fieles Dios promete que recibirán eterno galardón.” ¡Que Cristo nos dé la fe, y aumente nuestra fe, para que nosotros no sólo estemos a salvo, sino gozosos y triunfantes trabajando más y más en la obra del Señor! ¡Alabemos a Dios que nos ha dado la gloria de la resurrección de los cristianos en Cristo Jesús!. Leamos juntos otra vez el versículo 58: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”