jueves, 8 de junio de 2017

Sermón 29- Dos columnas de la vida cristiana

DOS COLUMNAS DE LA VIDA CRISTIANA Romanos 12:1-2 1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Hoy, la palabra que quiero compartir con ustedes es Romanos 12:1-2. El apóstol Pablo, al escribir la carta a los cristianos en Roma, la dividió en dos partes; es decir, la primera parte (Ro 1-11) es la doctrina cristiana cuyo principal lema es: “el justo por la fe vivirá.” Esta palabra es la que cambió a San Agustín, Martín Lutero y muchos héroes de fe. La segunda parte (Ro 12-16) es la vida práctica cristiana. La palabra de hoy es la entrada a la misma. Son dos versículos, que contienen muchas riquezas espirituales que nos ayudarían a vivir la vida fructífera y agradable. Estos dos versículos son las dos columnas de la vida cristiana: una es la vida en relación con Dios; y la otra, es la vida en relación con el mundo. En la primera, se muestra la adoración, es decir, el acto del culto, este es el mayor propósito de la vida cristiana. Y luego, en la segunda parte, veremos nuestra relación con el mundo que se muestra en la vida transformada e influyente con la cual podemos llevar una vida triunfante dando buena influencia al mundo y glorificando a Dios. I. La vida en relación con Dios (1) Miren el versículo 1: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”Miren la actitud de Pablo al decirles "os ruego" no como autoritario sino como un siervo de todos, ¡qué humilde es él!. Su humildad se originó de haber experimentado las misericordias de Dios para con su vida personal. Por lo tanto, a continuación, dice así: "por las misericordias de Dios". Esta frase resume la primera parte del libro de Romanos. Toda la humanidad está bajo el justo juicio de Dios siendo nosotros pecadores. Nadie es justo delante de Dios. La justificación se obtiene por la fe, basada solamente en el sacrificio substitutivo de Cristo. Mejor dicho, por las misericordias de Dios somos salvos en Cristo Jesús. Aun cuando éramos pecadores Cristo murió por nosotros. Si sabemos cuán grande es la misericordia de Dios, de nuestra parte ¿cuál sería nuestra reacción? Esta es la respuesta de Pablo: "es presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios." Es decir, llevar una vida de dedicación total a Dios y de compromiso con todo el corazón. Este es el culto racional; es presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Esta declaración era impactante y revolucionaria para los cristianos de aquella época, y así también lo es para los cristianos de hoy. En aquella época, la cultura griega daba mucha influencia a la comunidad cristiana. Su filosofía era:"despreciar el cuerpo y sobreestimar el alma; y la salvación se obtenía cuando el espíritu se apartaba del cuerpo." Por esta influencia de la cultura griega, la inmoralidad sexual era notoria aun en las iglesias. Un ejemplo es la iglesia de Corinto, en donde había todo tipo de pecados como la idolatría, la competencia, la inmoralidad etc. Había aun un creyente que había cometido incesto con su madrastra, por lo que Pablo se había entristecido mucho y por consiguiente esto lo motivó a escribir la primera carta a los corintios. Entonces, ¿qué dice la Biblia sobre nuestro cuerpo? El cuerpo es el templo del Espíritu Santo, el lugar donde habita el Espíritu Santo; el instrumento mediante el cual él trabaja. Dios, al resucitar a Cristo corporalmente, nos garantizó la resurrección de nuestro cuerpo. Nuestra salvación es entera y perfecta, no es sólo la salvación del alma y del espíritu sino también del cuerpo. Este cuerpo que tenemos es precioso. Por lo tanto el apóstol Pablo nos ruega que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Para entender mejor esta palabra, es necesario saber el sistema de sacrificio que se practicaba en el Antiguo Testamento. A los judíos se les había prohibido que ofrecieran en sacrificio un animal que fuera cojo o ciego, o que tuviera alguna deformidad (Lv 1: 3). Cada ofrenda era examinada cuidadosamente, y si se descubría en ella cualquier defecto, el animal era rechazado. Los cristianos también deben presentar su cuerpo en la mejor condición posible. Todas sus facultades y capacidades deben ser conservadas en pureza y santidad, pues de lo contrario la consagración del cristiano no puede ser aceptable delante de Dios. Dios desea nuestra completa devoción. El cristiano cumple con un acto de culto verdadero al ofrecer a Dios un cuerpo santo y sano, junto con una mente consagrada y un corazón dedicado, porque al proceder así sometemos todo lo que hay en nosotros a la voluntad de Dios y así se abre el camino de la plena restauración de la imagen de Dios. Conservar las facultades físicas en la mejor condición posible es un acto del culto verdadero. Un buen ejemplo sería el caso de Daniel y sus tres amigos que decidieron no contaminarse con la comida del rey. Daniel 1:7 dice: “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.” Ellos presentaron su cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Entonces a estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. Su vida pura y su notable desarrollo físico, mental y espiritual es una demostración de lo que Dios hará por aquellos que se entregan a él y procuran realizar los propósitos divinos. Por lo tanto, es esencial que las facultades físicas sean conservadas en su óptimo estado de salud y con el mejor vigor posible. Cualquier práctica dañina o complacencia egoísta que disminuya la fortaleza física, dificulta el desarrollo mental y espiritual. Si uno sabe que el cuerpo es el templo de Dios, es lógico guardarlo bien para la gloria de Dios. En este momento, examínese cada uno si está haciendo el verdadero culto presentando su cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Si todavía no se ha librado de alguna costumbre mala, es necesario tomar una decisión de dejarla para que sea un verdadero adorador suplicándole a Dios en el Espíritu Santo. Cuando Pablo habla sobre el sacrificio vivo, esto también significa rendirle culto a Dios con sacrificio de tiempo y de cosas materiales. Si uno es un verdadero adorador de Dios, no podría faltar al culto dominical, ni siquiera llegar tarde. La mala costumbre que se ha practicado muchos años no cambia fácilmente. Sin sacrificio y lucha, no puede ser un verdadero adorador de Dios. Además de guardar el día del Señor, también es necesario venir al culto con ofrendas preparativas. Ustedes recordarán aquella palabra del Rey David que dijo a Arauna: "No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada." (2S 24:24a) El culto verdadero debe acompañar algún sacrificio material, o sea, debe traerle a Dios una ofrenda de sacrificio como expresión de agradecimiento. Participar en el culto con las manos vacías no es un culto verdadero. Dios se agrada de los que preparan de antemano la ofrenda con sacrificioy con un corazón agradecido. Él se agrada del dador voluntario. Así como dice la palabra, donde está nuestro tesoro, allí también está nuestro corazón. Con qué actitud preparamos ofrendas y la damos a Dios es el parámetro de la cualidad de nuestra adoración. II. La vida en relación con el mundo (2) A veces viviendo en un mundo complicado y pecaminoso, quisiéramos apartarnos del mundo y llevar una vida tranquila (eremítica). Pero el cristianismo no es una religión ascética ni ermitaña como el budismo o el hinduísmo, sino luz en el mundo. Pero la realidad es que aunque los cristianos son salvos por la gracia de Dios, todavía no se han despojado totalmente de su viejo hombre que es pecaminoso y débil. Por eso Jesús oró al Padre por los discípulos diciendo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.”(Jn 17:15-19) Entonces una gran pregunta de los cristianos es ésta: ¿Cómo vivir en un mundo lleno de tentaciones y pecados? Leamos el versículo 2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Pablo, con un amor entrañable, comenzó su consejo con un ruego en el versículo 1 y ahora en el versículo 2 su ruego se convierte en una orden. Aquí hay dos cosas que debemos cumplir. Una es negativa (no hacer); la otra es positiva (hacer). (i) No conformarse a este siglo (2a) Pablo ordena diciendo: “no os conforméis a este siglo”. Aquí la frase “este siglo” se refiere a este mundo, un sistema sin Dios. 1 Juan 2:15-17 dicen, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Amar al mundo es ser amigo del mundo, es ser enemigo de Dios. Nosotros no podemos servir a dos amos a la vez, así como un esposo no puede amar a dos esposas. Los cristianos deben tener una actitud clara y decidida hacia el sistema de valor del mundo y saber decir: “No.” Aunque hoy en día no nos enfrentamos a las persecuciones visibles que los cristianos primitivos padecieron, al abrirse nuestros ojos espirituales, vemos la realidad, como un campo de batalla entre el bien y el mal. La estrategia del diablo es muy sutil. Está fomentando un ambiente de relativismo, materialismo, sensualismo y libertinaje. La gente se insensibiliza ante este ambiente. No tienen discernimiento espiritual. Tanta gente está cayendo en la trampa del diablo sin darse cuenta. La gente de hoy se puede comparar a los peces que están nadando en las aguas tibias de una olla grande. Pero el problema es que la temperatura del agua aumenta poco a poco hasta que finalmente los peces mueren. Especialmente para los jóvenes de hoy los placeres que el mundo ofrece son muy atractivos. Con sólo un clic del mouse, o tocar la pantalla del smartphone con un dedo pueden ver cualquier escena. Un gran problema de los jóvenes de hoy es que le dedican demasiado tiempo a los aparatos electrónicos, jugando, chateando y viendo videos. De hecho, este no es sólo un problema de los jóvenes sino también de los adultos porque suelo escuchar que hay muchos que se pasan la noche mirando novelas. Sí, hay buenas novelas educativas. Pero hay que saber esto: “lo bueno es el peor enemigo de lo mejor.” Si estas cosas nos quitan el tiempo con Dios, son enemigos. Para muchos ahora es tiempo de orientar la dirección de su vida. Ya hace tiempo que la gente se ha apartado de la palabra de Dios, así que ya no tiene un concepto moral absoluto. Todo es relativo. El sentimiento es su justicia. La gente dice: “Yo sigo mi sentimiento, vos seguí la tuya, no me molestes.” Piensan que seguir los deseos carnales es amor. O que conservar la pureza física antes de casarse es historia antigua. Muchos jóvenes piensan eso. Pero los jóvenes deben escuchar esta exhortación del rey Salomón, que dice así: Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad. Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento" (Ec 11:9-12:1). Una vez más escuchemos la exhortación del apóstol Pablo: "No os conforméis a este siglo." La razón de no conformarse a este siglo es ésta: ceder constantemente a la tentación de ser moldeado según el criterio de “este mundo sin Dios” termina en amarga desilusión porque la apariencia de este mundo pasa. “El mundo y sus deseos pasan, pero la persona que hace la voluntad de Dios vive para siempre” (1 Jn 2:17). Nosotros siendo el pueblo santo de Dios, debemos vivir en contra de la corriente del mundo así como los peces vivos nadan en contra de la corriente de las aguas. Se puede decir que seguir al mundo es una muestra de su estado espiritual muerto, así como los peces muertos flotan sobre el agua y siguen la corriente. ¿Están vivos o muertos? (ii) Transformarse por medio de la renovación de su entendimiento (2b) El cristianismo mantiene siempre el equilibrio. Si hay mandamientos negativos, hay también mandamientos positivos. En algún sentido los positivos son más importantes que los negativos. Leamos otra vez el versículo 2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Aquí Pablo está diciendo que el cristiano no sólo debe copiar las costumbres externas y mudables de este mundo, sino también ser plenamente transformado en su naturaleza íntima. Es decir, además de una separación externa del creyente de todas las costumbres profanas del mundo, es necesario hacer una transformación interior. Pablo no dice: “sustituyan una forma exterior por otra”. Esa no sería una solución, ya que el problema con los que dejan que se los moldée según el criterio de esta mala época presente es muy profundo. Lo que se requiere es una transformación, un cambio interior, la renovación de la mente, es decir, del corazón, del ser interior. Aquí es importante prestar mucha atención a la forma exacta en que el apóstol se expresa en esta exhortación. ¡Miren! Pablo usa el tiempo presente del verbo: “transformaos” (Seguid permitiendo que se os transforme). Por ello esta transformación no debe ser un asunto de impulsos: a veces sí, a veces no. Debe ser continua. Además una cosa notable es que el verbo tiene el modo imperativo. Los cristianos deben permitir que el Espíritu Santo haga su obra en sus corazones y en sus vidas. Su deber es cooperar hasta el máximo de su capacidad. Es costoso formar un buen carácter porque lleva tiempo y lucha. Es necesario practicar la piedad cada día en cosas concretas siendo fiel en lo poco. Por ejemplo, para que podamos permanecer en la palabra de Dios, primero hay que leer la Biblia cada día en base al Pan Diario, de madrugada, y memorizar el versículo clave. Los exhorta a ustedes a practicar (lo estoy haciendo). Entonces no habrá lugar en nuestros corazones para pensamientos sucios y carnales. Miren ¿qué dice el apóstol Pablo sobre el glorioso resultado de esta continua transformación: “para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios agradable y perfecta.” Esta es una declaración muy significativa. Demuestra que, para discernir la voluntad de Dios para sus vidas, los creyentes no pueden depender meramente de su propia conciencia. Sin duda la conciencia es muy importante, pero debe ser enviada una y otra vez, constantemente, a la escuela de la Escritura para recibir instrucción del Espíritu Santo. Es de esta manera que los creyentes toman conciencia y permanecen conscientes de la voluntad de Dios. Pero, esto no es fácil. Para realizarlo se requiere mucha lucha espiritual y persistir. Una costumbre maligna del hombre es que tiene la tendencia a acomodarse con la tradición e insistir en su propio pensamiento. Quiere llevar una vida cómoda y fácil. Pero hay que saber esto: Al vivir así, "su vida esta esclavizada al pecado." Los pensamientos fosilizados a lo largo de la vida son tan duros como piedras. En cierta ocasión habían atado a un elefante con una cadena por una de sus patas. Por muchos años el animal caminaba haciendo un círculo hasta donde llegaba el extremo de la cadena. Un día el dueño decidió quitarle la cadena y le puso la comida más allá de aquel círculo. El elefante lanzaba balidos de hambre y de ira pero no traspasó su antiguo límite aunque podía haberlo hecho. Como este elefante, hay muchos cristianos que han sido atados por hábitos indeseables. Aunque Cristo los salvó y les prometió la vida abundante y fructífera, siguen andando, caminando, dentro de su círculo de malos hábitos en lugar de disfrutar de la libertad que Cristo les ha dado. Pero hay esperanza en Dios porque él nos prometió un nuevo corazón, un corazón de carne, si permitimos que el Espíritu Santo trabaje. La historia de la iglesia testifica esto. Cada vez que la iglesia se encontró en el estancamiento espiritual, Dios levantó a algunos líderes que tenían un corazón contrito, un corazón de carne y vino un gran avivamiento espiritual a la iglesia a través de ellos. Los cristianos que se transforman día a día por medio de la renovación de sus entendimientos son la esperanza de la iglesia y el mundo de hoy. Dios nos llamó a vivir como transformadores (reformadores), no como conformadores. La transformación siempre debe comenzar de uno mismo. Si yo me transformo, mi familia se transforma, luego la iglesia, y más adelante la nación, por último el mundo. Así se realizará la misión mundial. Conclusión: Estamos viviendo en un mundo difícil y peligroso. El mundo se vuelve cada vez más impío y hostil ante la sana doctrina cristiana y la vida piadosa. Ahora es tiempo de recuperar el culto verdadero tanto en nuestra vida personal como en nuestra iglesia presentando nuestro cuerpo como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Ahora es tiempo de no conformarnos a este siglo sino de transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. 400. Tu vida oh Salvador 1.Tu vida, ¡oh Salvador! Diste por mí; Y nada quiero yo Negarte a ti. Rendida mi alma está; Servirte ansía ya, Y algún tributo dar De amor a ti. 2. Al Padre sin cesar Ruegas por mí, Y en mi debilidad Confío en ti; Quiero mi cruz llevar, Tu nombre proclamar, Y cantos entonar De amor a ti. 3. A estar conmigo ven, Vives tú en mí, Y cada día haré Algo por ti; Al pobre algún favor, Curar algún dolor, Y así mostrar tu amor, Algo por ti. 4. Cuanto yo tengo y soy Lo entrego a ti, ¡En gozo o aflicción Tuyo hasta el fin! Y cuando vea tu faz, En gloria donde estás Siempre me dejarás Servirte a ti.