martes, 22 de diciembre de 2015

Sermón 23- El niño acostado en un pesebre

Mensaje Dominical 13 de Diciembre 2015 EL NIÑO ACOSTADO EN UN PESEBRE Lucas 2:1-7 (V.C. 2:7) 2:1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2:2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 2:3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 2:4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 2:5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 2:6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 2:7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. ¡El tiempo pasa volando! No parece, pero ya llegamos a fin de año otra vez. Yo tengo la sensación de que el 2015 comenzó ayer. Pero fíjense que cada fin de año, es clave, por muchos motivos. Los estudiantes que terminaron los cursos, esperan el acto de graduación como un premio a su labor. Los empleados, esperan el aumentito y el aguinaldo. Los comerciantes esperan una super venta. Siempre pasa, que al llegar a fin de año, las veredas están repletas de gente que andan comprando desesperadamente. Sobre todo en Navidad, que es una de las fiestas anuales más grandes. Pero en este momento, vamos a dejar de lado todo esto y vamos a pensar en el significado verdadero de la fiesta navideña en base a la palabra de San Lucas 2:1 a 7 a fin de tener la perspectiva espiritual hacia el mundo y a la vez para tener una actitud auténtica ante el nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo. Hoy vamos a enfocarnos en dos personas: en la primera parte pensaremos en Augusto César, el primer emperador romano, como símbolo del poder y la gloria mundanos, y luego en la segunda parte, nos concentraremos en Jesucristo quien nació en Belén en un pesebre, como símbolo de humildad y sabiduría de Dios. Esta realidad sería chocante para muchos, pero es la sabiduría y la señal de salvación para los cristianos verdaderos. Pido que a través del mensaje de hoy el Espíritu Santo trabaje en cada corazón para que cambiemos nuestra manera de pensar y vivir ante el festejo del nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador. I. Augusto César (1-6) Como sabemos, los cristianos tienen dos ciudadanías, una es la ciudanía terrenal, la otra la celestial. Los cristianos no estamos fuera del mundo. Esto quiere decir que siendo ciudadanos terrenales, para llevar una vida sobria y sabia, es necesario tener una perspectiva espiritual hacia la historia del mundo. Hay que pensar en esto: ¿En qué principio se basa la corriente de la historia del mundo? ¿Por qué las naciones se levantan y caen repetidamente? ¿Qué caracteres tienen los gobernantes terrenales? Hoy a través de Augusto César, hallaremos las respuestas a estas preguntas. Lucas, el escritor de este evangelio, a diferencia de los otros evangelios, nos da una amplia visión mundial refiriéndose al trasfondo histórico en el cual nació Jesús. Miren los versículos 1 a 3: "Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad". Este Augusto César, antes llamado Octavio, era sobrino e hijo adoptivo de Julio César, quien fue asesinado en el año 44 a.C. Él ganó la guerra naval de Actium contra el general Antonio y Cleopatra, y llegó a obtener el máximo poder. Él fue emperador desde el año 27 a.C. hasta el año 14 d.C. Su slogan político era la famosa pax-romana. Parecía que bajo su reinado el mundo mantenía la paz. Pero al analizar un poco más en detalle, esa paz no era verdadera, sino superficial y muy frágil. El mantenimiento de la paz mundial se basaba en dos cosas, igual que el mundo de hoy, o sea, una es cobrar impuestos, la otra era el reclutamiento militar. Pasó esto justamente al promulgar un edicto de parte de Augusto César. Es decir, el censo romano se llevaba a cabo como una ayuda al reclutamiento militar y la recaudación de impuestos. Los judíos no tenían que servir en el ejército romano, porque era un pueblo muy rebelde, así que el emperador usó la política suave para ganar el corazón de los judíos solamente cobrando los impuestos. En cualquier época, los reinos terrenales le demandan al pueblo impuestos, además de imponer el deber militar. En los países peligrosos como Corea, los jóvenes sí o sí deben hacer el servicio militar. Pero Argentina es un país pacífico y tranquilo, hoy no es obligatorio el servicio militar. Pero esto también puede ser temporal porque hoy en día vivimos en un mundo muy peligroso. Amigos de ayer se pueden volver enemigos, al revés también. Nadie sabe cuándo ni dónde puede haber guerra. Miren el medio oriente ahora, Siria e Irak. ¡Cuánta gente inocente está muriendo todos los días! Debemos darle gracias a Dios porque no vivimos allí sino en un país pacífico. Pero una cosa que es inevitable son los impuestos. Sin pagar impuestos prácticamente no sos ciudadano. Cada vez es más exigente la demanda de impuestos. Los comerciantes sufren por el IVA. Los asalariados sufren por el impuesto a las ganancias. Nosotros siendo ciudadanos argentinos, sufrimos mucho por la inflación y la exigencia de pagar impuestos. Hay empresas que se trasladan a otros países donde no les exigen tantos impuestos. Ahora volvamos al texto. Como sabemos, Augusto César llegó a tener el máximo poder. Bajo su reinado, el imperio romano mantenía la paz. Pero esa paz la debía pagar el pueblo, especialmente el pueblo que era colonia de Roma. Los que más sufrían eran los judíos porque todos debían ir a su pueblo natal para obedecer al edicto del emperador. Y no les importaba en qué lugar vivían en aquel entonces, ni les importaba la condición corporal y económica de cada persona (los ciudadanos romanos no necesitaban ir a su pueblo natal para el censo porque lo hicieron en su residencia presente). Por el edicto del emperador hubo una familia que sufría más todavía. El escritor la presenta diciendo así: "E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta". Es la familia de José y María. Ésta ya estaba encinta. Lo probable es que le quedaba poco tiempo para dar a luz. Imaginen cuán grande sería la dificultad para viajar desde Nazaret hasta Belén, que quedaba a unos ciento treinta Km. Si esa familia hubiera vivido en nuestra época, tomaban la autopista, pagaban el peaje, se dormían una siestita y en menos de lo que canta un gallo llegaban a destino. Pero eso ocurrió hace dos mil años atrás en una época en que no había auto ni autopista. El camino no era asfaltado sino era polvoriento y angosto. Además José no era rico porque el trabajo de carpintería no era un trabajo de ganar mucho dinero. Si él hubiera sido rico, la habría llevado a su mujer montado en un asno. Es probable que ellos habrían caminado (Es mi imaginación, la realidad puede ser otra). Una de las pruebas es que al llegar ellos a Belén no había mesón para ellos porque llegaron más tarde que otros viajeros porque debían caminar lentamente por el embarazo de María. Hasta aquí todo esto nos da una vista hacia los reinos terrenales. Los gobernantes terrenales todos tienen gran anhelo de poseer poder aprovechándose de su pueblo. Sobre esto Jesús dijo muy claramente al enseñar a sus discípulos así: "Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad (Mr 10:42)". Gobiernos mundanos tienen un principio de gobernar, el cual es el poder. El poder es la justicia. Sí, eso era el principio del gobierno del imperio romano, así también el de todos los países del mundo a lo largo de la historia. Nosotros siendo ciudadanos terrenales, aun sabiendo esto, debemos obedecer a las leyes nacionales pagando impuestos y respetando a los gobernadores como el apóstol Pablo nos exhorta diciendo: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas(Ro 13:1)". Sí, la familia de José y María sería un buen ejemplo. Pero sabemos que los cristianos tienen otra ciudadanía más preciosa, la celestial, además de la ciudanía terrenal. Este mundo es pasajero. No viviremos aquí para siempre. Algún día dejaremos este mundo para ir al reino celestial donde viviremos para siempre con nuestro Salvador Jesús junto a su pueblo redimido. Una cosa interesante es que al leer este texto, aparentemente Augusto César controla la historia del mundo. Bajo su orden todo el mundo debía obedecer. Sin embargo nosotros los cristianos debemos tener una vista más penetrante y espiritual con la cual no sólo vemos los fenómenos superficiales sino también los contenidos, el núcleo de la historia. Vemos la mano de Dios que maneja todas las cosas usando aun el edicto del emperador romano. La historia del mundo está bajo el control de la mano de Dios. Dios es quien cumple su propósito redentor usando todos los acontecimientos. Dios, desde Génesis, ya había prometido enviar al Salvador para salvar a su pueblo del pecado. Al estudiar la Biblia, sobre el nacimiento del Salvador está llena de promesas. Una de ellas es el lugar en donde debía nacer el Mesías. Según Miqueas 5:2, el Mesías iba a nacer en Belén, la ciudad de David. Según el mensaje del domingo pasado, María, la madre del Mesías, era de Nazaret, una región de Galilea que nada que ver con Belén, una ciudad de Judea, al sur. Parecía que la profecía de Dios no se habría cumplido. Pero miren cómo Dios usó el edicto de Augusto César para cumplir su promesa. Aconteció que estando ellos en Belén, se cumplieron los días de su alumbramiento (Lc 2:6). Esto nos enseña la necesidad de tener perspectiva espiritual hacia todas las cosas que suceden en este mundo. ¿Ven la mano de Dios que maneja la historia de nuestra época? ¿Creen que no son gobernadores (Obama) que manejan la historia del mundo sino Dios, el Creador todopoderoso? ¿Creen que su vida está en la mano de Dios? Encontré un versículo de la Biblia muy adecuado para esta verdad. Ahora leamos Proverbios 16:9 que dice así: "El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos". Otra palabra muy consolador para los cristianos es Romanos 8:28 que dice así: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados". ¡Confiemos en Dios, el Soberano que hace su voluntad a través tanto de la historia del mundo como de la vida de cada uno de nosotros! Nuestro título de oración es aquella oración del Padre nuestro que el Señor nos enseñó: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mt 6:9,10)". II. El niño acostado en un pesebre (7) Generalmente la gente se entusiasma por la grandeza y el esplendor del mundo. Al pensar en un rey, la primera idea que viene a nuestra mente es un rey sentado en el trono de esplendor que promulga edictos con mucha autoridad. El instinto natural del hombre es anhelar la grandeza y ocupar un puesto más alto. ¿Por qué hay tanta lucha y competencia en la elección presidencial? Es porque le garantiza al elegido mucho poder y riqueza. Uno que ya lo ha experimentado no quiere dejar su puesto. Si es posible, quiere permanecer en ese lugar usando muchas intrigas y complot. Por eso hay tantas luchas y guerras. Esta tendencia nunca se acabará hasta que venga Jesucristo de nuevo para gobernar con justicia y paz. Ahora leamos juntos el versículo clave 7: "Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón".¡Qué maravillosamente sencillo es este relato del nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo! Ese niño que nació en el pesebre es el Hijo de Dios, Rey de reyes, el Creador que merece toda nuestra alabanza y adoración. Sin embargo, "En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Jn 1:10,11)". ¿Por qué razón no lo recibieron? Esta no era la atmósfera que los judíos esperaban para el nacimiento del Rey Mesías. Pensaban que el Mesías prometido nacería en un ambiente real, en el palacio. Era porque no tenían ojos para ver porque su vista era demasiado mundanal y secular. Así como los cerdos no saben el valor de una perla, así tampoco los hombres carnales saben el valor espiritual. El niño acostado en un pesebre nos habla muchas cosas sobre la personalidad de Jesús y su reino. Él, siendo Hijo de Dios se despojó a sí mismo y se hizo igual que nosotros para compadecerse de nuestra debilidad. No sólo su nacimiento era pobre, sino que también toda su vida terrenal era una continuación de sufrimientos sirviendo a los pobres y marginados. Él era amigo de los pecadores y sanador de los enfermos. "Siempre pueden las zorras sus cuevas tener, Y las aves sus nidos también; Mas el Hijo del hombre no tuvo un lugar en el cual reclinara su sien." (Lc 9:58). Su muerte también fue atroz al morir crucificado en la cruz rechazado por las autoridades y el pueblo. Aun así, finalmente resucitó de la muerte, ascendió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre todopoderoso y volverá a la tierra como el Rey de reyes. Gobernará el mundo y juzgará a todas las personas de acuerdo a la decisión que hayan tomado acerca de Él. Esto nos enseña una verdad importante: No debemos limitar a Dios con nuestras expectativas. Él obra donde se necesita, en la oscuridad del pecado y en lo sucio del mundo. Es necesario tener vista espiritual, para ver la obra de Dios aun en medio de cosas que parecen insignificantes y pequeñas. Pero una cosa desagradable que ocurre en muchas iglesias de hoy es que quieren seguir la corriente del mundo buscando aumentar el número de creyentes con edificios grandes y modernos. Miden la capacidad del pastor según el tamaño de la iglesia y la cantidad de los creyentes. Si el Señor ve la iglesia de hoy ¿cómo la evaluaría? Recuerdo esa advertencia del Señor le hizo a la iglesia de Laodicea en Apocalipsis diciendo: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo (Ap 3:15-17)". Una de los caracteres de la iglesia primitiva era que la mayoría de los cristianos eran pobres y marginados de la sociedad. Miren, como un ejemplo, la iglesia de Corinto. "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (1Co 1:26-29)". Démosle gracias a Dios por llamarnos y salvarnos a nosotros quienes éramos los más pobres del mundo. Piense cada uno en qué situación estaba cuando fue llamado por el Señor y cuánta bendición le ha desplegado el Señor ahora. En este momento personalmente no puedo menos que agradecerle a Dios porque yo era un hijo de una familia común y agricultora, un chico marginado y pobre que sufría mucho por el complejo de inferioridad causado por mi baja estatura y mi debilidad física. Yo era objeto de burla de los demás chicos. Fui golpeado muchas veces por ellos. Tenía miedo de ir a la escuela. Tenía vergüenza al estar delante de mucha gente. Pero le doy gracias a Dios por su gran amor con que me amó, me fortaleció en mi hombre interior por su gracia y me ha establecido como su siervo que revela su gloria. En mí no hay nada de qué enorgullecerme. Dios me dio esta debilidad para que no me enorgullezca sino que siempre permanezca en su gracia. Puedo confesar como el apóstol Pablo: "De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades (2Co 12:5)". Conclusión: El escritor Lucas habló de Augusto César el emperador de Roma, el más poderoso del mundo, pero no para magnificarlo, sino solamente para fijar el tiempo y lugar del nacimiento del Personaje Central de toda la historia humana, el Hijo de Dios, el Mesías, nacido de la mujer en Belén acostado en un pesebre. Nuestro Dios está en control de la historia del mundo. Dios es fiel en cumplir sus promesas. Le damos gracias a Dios por su gran misericordia con la cual obra en nuestra vida, viniendo a morar en el pesebre que es nuestro corazón. Aquí habita Cristo. Alabemos con todo nuestro corazón al niño Jesús, nuestro Salvador y Señor, quien nos reina con justicia y amor. Esta será una verdadera fiesta de Navidad.